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Hablaban acerca de las familias, de lo distanciados que estaban. Sofía se perdió en los labios entreabiertos, en la sonrisa que llegaba a los ojos aquel desconocido. Por un segundo, se quedó hipnotizada, sin parar de ver los puntos cuando volvió a la realidad, se giró, y enderezó la espalda.
Le dio una breve sonrisa a su esposo, y simplemente siguió comiendo un tostado. No tenía que mirarlo de esa manera, sin embargo otra vez, se sentía increíblemente atraída por verlo.
Sofía se sentía como un bicho de luz, atraída por Emilio.
Sus ojos se desviaban solos, ella no tenía que hacer ninguna fuerza de voluntad. Por fin la tortura había terminado, estaban caminando para marcharse. Se dividirían en varios autos, eran bastantes.
—¿Qué le parece si vamos al centro a pasear..? —propuso su tío Emilio.
—Me parece una buena idea —comentó Ana.
—¿Por qué mejor no vamos de nuevo a la quinta..? —comentó su concuñado.
—Pero... ellos quieren pasear —comentó Noemí.
Diez minutos más tarde, nos encontramos recorriendo la ciudad del pequeño pueblo. Estaban abiertas las tiendas aún. Emilio era divertido, adiferencia de lo que Sofía había creído.
Se quitaba la boina, pedía monedas y lo miraban de forma extraña. Sofía se reía divertida ante las actitudes de su tío, sin embargo todos se separaron. Quedaron dispersos.
Por un lado quedaron sus hijas con el otro tío.
Y por otro lado, quedó su esposo, hablando con sus hermanas. Ella se quedó en la parte de atrás, y a su lado se encontraba Emilio.
Emilio, al verla tan silenciosa, la tomó de la mano. Sofía levantó la vista confundida, no esperaba un gesto así de parte del.
—¿Y sobrina?
—¿Yo? estoy bien dijo y quiso alejarse sin embargo él la sostuvo con fuerza.
Entrelazó sus dedos con los de ella, haciéndola temblar.
—¿Extrañas, tu casa..? —preguntó Sofía.
—No verdaderamente, y menos en este momento —dijo con una mirada muy penetrante.
—Yo extrañaría mi casa y...
—Estás con las mejillas rojas ¿acaso tienes calor? Estamos en invierno —comentó con gracia y levantó la vista hacia el frente.
—Eres muy alto.
—¿Eso es un halago o..?
—No es un halago —dijo ella sin mirarlo.
—No te caigo bien ¿verdad?
—No me caen bien las personas prepotentes —dijo con sinceridad.
El se río divertido y ella levantó un poco los labios pero se contuvo.
—Es la primera vez que me dicen algo así. A ver dime ¿hay alguna manera de que yo te pueda caer bien sobrina?
—No es necesario que finjas ser otra persona.
—Por ti... puedo ser Batman —dijo divertido y ella se rió.
"¡Me lleva..!", pensó él.
Para él, había sido el peor error que podía haber existido. Sentir la risa gloriosa de esa mujer, sus mejillas se volvieron relajadas, sus ojos se hicieron pequeños. Una bonita dentadura había detrás de esos labio.
En ese instante, se quedó inhibido, sin poder parar de verle con el corazón un poco confundido.
—¿Qué pasa..? —preguntó ella un poco inquieta.
—Nada, nada.
Siguieron caminando aunque esta vez él, la soltó. Sofía, sintió un pequeño vacío de ese agarre. No le había agradado, él la soltara.