Capítulo 5
NOHA:
— ¿Y ahora que sucede? — La voz de John me hace salir de mi miseria.
— ¿Por qué lo dices?
— Hace 10 minutos que estás parado inmóvil a mitad de la sala.
— John, ¿se nota que estoy enamorado de ella?
— Noha, es muy obvio para todos, incluso los niños ya lo saben.
— Pero ella no.
— Creo que no quiere verlo.
— ¿Por qué? Sé que no soy lo suficiente para ella, pero...
— ¿Por qué tú la confundes?
— ¿La confundo?
— Ella piensa que la cuidas porque es débil, tonta, madre soltera...
— Emma no es débil y mucho menos tonta.
— Pero así la haces sentir, por eso le ofrecí el trabajo hermano, que ella vea que es capaz, y quizás así se dé cuenta que tú preocupación es porque la amas, ahora trata de descansar.
— Te debo una disculpa, creí que querías que se fuera, sabes, cada día que pasa, me cuesta más estar alejado de ella, muero por besar sus labios, en fin. ¿De ese asunto que sabes? —John sabía perfectamente a lo que me refería.
— Lo que te dije, estaban los hermanos Arias y los Bracos tienen que ser uno de ellos, a los gemelos Constantini los descarto porque al ser iguales ella no los habría diferenciado, es decir, Emma dijo que fue con uno y amaneció con otro, a ellos no los hubiera diferenciado, la hubieran engañado, incluso yo los confundo a pesar de trabajar tantos años juntos.
— Bien déjame el resto a mí.
— ¿Qué piensas hacer?
— Que paguen por su dolor.
— Ella no quiere nada de ellos.
— Ella llora cada noche, desde que Donato le preguntó porque su padre los abandonó.
— De acuerdo, pero ten cuidado, sabes que cuando Emma se enoja...
— Lo sé, lo sé. El carácter de Emma cuando se enoja no se compara al nuestro, ella es de temer cuando se enfada.
— Sí, recuerdas cuando por un descuido, dejé caer a Don del sofá.
— Como podría olvidarlo, Emma te noqueó de un solo golpe. —Y así terminó nuestro distanciamiento, pasamos unas pocas horas recordando el mal humor de mi eterno amor.
EMMA:
Ya ha pasado un mes, y todo va más que bien, mis inquietudes eran infundadas, no he visto a ninguno de los Constantini, mi única preocupación ahora radica en mis mellizos y su plan de hacer que Carla conozca a Tommy. Esos dos ahora tratan de trabajar de cupido.
—Emma, lleva estos documentos a la oficina de Marco. — Demonios, era demasiado bueno para ser cierto.
— ¿La oficina de Marco? ¿Se los entregó a su secretaria?
— No, pide hablar con él, espera a que los firme y los trae.
— Enseguida. —Emma, no estés nerviosa, tú puedes.
Subo hasta el último piso. Y apenas salgo del ascensor me encuentro con la secretaria.
— Hola, necesito entregarle esto al señor Constantini, me envió el señor Rodríguez, soy su secretaria. — Me mira de arriba a abajo.
— Dámelo, yo se lo llevaré.
— No, gracias, se los tengo que entregar yo.
—...Entonces vuelve luego, está ocupado.
— Bien. — En ese momento se abren las puertas y sale Marco junto a Bianca.
— Nancy, saldré... ¿Emma? ¡¿Emma Johnson, eres tú?! —Marco no ha cambiado en nada, incluso su sonrisa amistosa y llena de cariño sigue allí.
— Hola señor Marco, veo que todavía me recuerda. — Antes de lograr estirar mi brazo, para ofrecer mi mano a modo de saludo, él me abraza.
— ¡Emma! ¡Esto es maravilloso! Bianca, ven, ella es Emma, ¿la recuerdas?
— Como no recordarla, ¿cómo has estado?
— Bien, gracias.
— Pero ¿qué haces aquí?
— Es la nueva secretaria de Rodríguez. Trajo unos papeles. —dijo con desdén la secretaria de Marco.
— Señor Rodríguez, Nancy, no lo olvides. — Vaya, Bianca mostró su mirada asesina. Entonces, siente algo por John. Quizás yo también pueda trabajar de cupido.
— Bueno, justo íbamos a tomar un café, vamos, acompáñanos.
— La verdad es que tengo trabajo...
— Nada de eso, Nancy, dile a John que Emma, saldrá con nosotros. Ahora vamos. Y otra cosa, a ella nunca la hagas esperar, solo debe ingresar. —Bueno, el señor Marco me trata igual que siempre, aunque Bianca me mira de arriba abajo.
Una vez en la cafetería me sentí más cómoda.
— Dilo ya. — Bianca me traspasa con la mirada.
— ¿Que? —pregunto confundida.
— Porque me abandonaste, fue horrible el colegio sin ti.
— Si Emma, dime, ¿por qué dejaste el orfanato y el colegio? — Bien esto era lo que me esperaba, soy una adulta, yo puedo manejarlo.
— Yo no deje nada, me echaron y sin la beca no podía asistir a ese colegio. —trato de hablar con calma, la menos ahora sé que Marco no sabía nada.
—.... — La cara de Marco, daba miedo, vi el momento justo donde se oscureció su mirada. Mientras Bianca me miraba sin entender nada.
— ¡¿Quién te hecho?! ¡Solamente yo tengo ese poder y jamás te hubiera echado! Ese orfanato es mío, y ¡nadie más que yo tiene derecho de hacer algo semejante!
— ¿Quién se atrevió a ir en contra de mi padre? — Esto pasaría tarde o temprano ¿verdad?, es hora de hablar.
— Primero quiero aclarar que ella tenía sus motivos. La señora Constantini me echó porque... me embarace y lo entiendo, traicione cualquier tipo de confianza---
— ¡¿Que?! ¡¿Estabas embarazada y mi madre te echo?! No tenías nada, ni a nadie y ella te hecho con solo 16 años. —Bianca me mira sin poder creerlo.
— Después de tener a mis hijos, ella me dio un mes para decidir si se los daba en adopción, o que juntara mis cosas y me fuera, jamás pienso renunciar a mis hijos, asique a las tres semanas cuando me sentí mejor, empaque y me fui.
— ¿Tus hijos?
— Si Bianca, tuve mellizos.
— Ahora entiendo porque mamá te los quería sacar, porque eso era lo que quería, ¿lo entiendes verdad? Ella quería quitártelos. — la voz de mi antigua amiga de colegio suena con pura indignación.
— Si lo sé, los chicos me lo dijeron.
— ¿Que chicos?
— Noha y John, ellos me recibieron en su casa y se ocuparon de nosotros, cuidaban a mis niños mientras terminaba la preparatoria, después se nos sumó Tommy el hijo de la cocinera, y así es como he podido tomar clases en la universidad, nos ayudamos entre todos, somos una familia. — digo llena de orgullo.
Bianca tenía lágrimas en los ojos, ella a diferencia de esos dos malditos, era muy diferente, era hermosa por dentro y por fuera, fue mi única amiga en aquel entonces, pero el que me preocupaba era el señor Marco, no decía nada, solo miraba un punto fijo, con una mirada asesina.
— Lo que hizo Camelia es imperdonable, pero ¿por qué no acudiste a mí?
— Como podría, señor Marco una persona como yo, que no tiene padres, molestar a alguien como usted por cosas insignificantes.
— ¡¿Es insignificante que con 16 años estés en la calle con dos bebés a cuesta?!
— En realidad, pensé que usted...
— ¡¿Estaba de acuerdo con mi esposa?! Jamás. Y te explicaré por qué, yo tengo una deuda eterna contigo y tus padres.
— ¿Mis padres? — Ya casi no tenía recuerdos de ellos y que él los nombrara era raro, no creí que se conocieran.
— Tú padre, Greco, trabajaba para mí, era un leal empleado, en aquel entonces... mis negocios eran otros, el día del accidente, él pidió permiso para salir de la ciudad quería llevarlas a pasear, y yo le ofrecí mi coche, era más cómodo que el que habitualmente usaba. Yo nunca pensé que alguien había organizado un ataque en mi contra, cortaron los frenos, por eso... Greco no pudo frenar y chocó de frente con la pared de soporte de la montaña.
En mi interior todo era caos, perdí a mis padres porque alguien quiso dañar a Marco, fueron un daño colateral.
—... Perdón, pero no sé qué decir, esto... me supera.
— Se lo que estás pensando, ese día era mi familia y yo la que tendríamos que haber muerto.
— No, solo, el hecho de que alguien conociera a mis padres... yo casi no tengo recuerdos de ellos.
— Ya tendremos tiempo de hablar de Greco y Blanca. Ahora, dime ¿cómo quieres que te compense lo que hizo mi esposa?
— Eso ya no importa, ya ve, estamos bien de todos modos.
— ¿Quién es el padre?
— ¿Disculpa Bianca? — trato de ganar un poco de tiempo, aunque es absurdo.
— Si, ¿quién es el padre de los mellizos?
— Prefiero no hablar de ello.
— Te embarazo y se fue, ¿verdad?
— Nunca supo, y nunca sabrá de mis hijos. No merece que lo llamen padre, Y lo siento, pero se me está haciendo tarde, debo recogerlos en la empresa.
— Dios, ¡¿tus niños están allí?! Muero por conocerlos.
— Bien vamos y te los presentaré.
— ¡Por supuesto! Papá, ¿vamos?
— No, tengo algo que hacer.
— Hasta luego señor Marco.
— Dime Marco a secas, entre tú y mis hijos no hay diferencia, es lo menos que le puedo ofrecer a la hija de Greco.
— Como diga.
MARCO:
— Hola, investigadores grup ¿qué puedo hacer por usted?
— Soy Marco Constantini, ya no es necesario encontrar Emma Johnson, ahora necesito saber quién es el padre de sus mellizos.
— No se preocupe jefe, lo averiguaremos.
— Eso espero.
EMMA:
— Hola Emma, aquí están estos diablitos.
— Bien hasta que te diste cuenta como son. Nos vemos mañana.
— Emma, ¿ya sales? — John me alcanza de camino al ascensor y recordé los papeles que me pidió que firmara Marco.
— Sí, oh rayos me olvide los documentos, en la cafetería.
— No te preocupes, el señor Marco ya los tiene, me los dará mañana.
— Bien, necesitamos hablar, pero será en casa, con los muchachos.
— ¿Qué sucede? — Bianca contesta en mi lugar.
— Muchas cosas de las que si dependiera de mí no sabrías nada.
— Bianca, hola, te ves hermosa.
— Deja de coquetear John, ¿por qué no me dijiste que Emma estaba viviendo contigo?
— Fácil, ¿cómo conquistaría tú corazón si te dice que vive con una mujer, dos hermosos niños y dos monos? — Mi hijo es totalmente descarado.
— Donato, compórtate, perdón Bianca, te presento a mi hijo Donato y ella es Valentina.
— Dios, ¡son muy hermosos!
— Gracias, tú también eres muy hermosa, me gustaría estar en el lugar del tío John, no te dejaría escapar.
— Don, pequeña sabandija, si sigues hablando tendrás que dormir con un ojo abierto.
— Oye, deja de espantar a mi pretendiente John, Donato cariño dame la mano y sigue hablando. —Bianca está encantada con mi niño.
— Hola tía Bianca, ¿me darías a mí también la mano?
— Estoy a punto de morir de tanta belleza, por supuesto Valentina. Ustedes sigan hablando de trabajo, yo me llevaré a estos bombones abajo.
— Eso fue muy raro. —los observo sorprendida y asustada.
— ¿Que? ¿Que un niño consiga alagar a Bianca más que lo que yo eh logrado en años?
— No, que Valentina, le ofreciera la mano, ella... no acepta tan rápido a las personas, es desconfiada.
— Quizás como Don simpatizo con el amor de mi vida. Le dio la confianza para interactuar con ella.
— Deja de suspirar así, es solo un niño. Nos vemos en casa.
Bajo y no los veo, al que si veo es a ¿Noha?
— Hola belleza.
— Hola, ¿qué haces aquí?
— Vine a recogerlos, Tommy está en el restaurante, ¿dónde están los niños?
— No lo sé, salieron con Bianca. ¿No los viste?
— ¿Bianca Constantini?
— Si
— Pero...
— Emma, te estamos esperando en el auto. Eh... ¿hola, Tommy?
— no, soy Noha, tú debes ser Bianca. —mi amigo la corrige mientras la saluda, tratando de ser amistoso.
— Bien, ya que se conocen iremos con él y tú nos sigues. —le explico a la rubia.
— No, Emma, quiero quedarme con los niños, digo en el auto, no creas que soy como la loca de mi madre. — Los tres reímos, y es que Camelia es muy peculiar, por no decir otra cosa.
— Bien, yo iré con Noha y tú con los mellizos.
Mientras subía al auto Noha estaba con cara de " estás loca", ya sabía lo que pasaría. Y paso, apenas subimos al auto.
— ¡¿Estás loca?! Como le dejas los mellizos a una extraña.
— Cariño, por favor, Bianca era mi amiga, bueno lo sigue siendo, ella no robara a mis hijos. —Lo miro, porque sé que seguirá discutiendo, pero él solo me mira, con esos ojos capaces de derretir incluso el metal, como si de hielo se tratara.
— Me encanta que me digas cariño. — Mierda, lo hice de nuevo, ya que, no importa.
— Sabes, podríamos dejar a los niños con John y Bianca, y salir a divertirnos. —me dice emocionado.
— ¿Qué?, ¿Estás loco?
— ¿Por qué?, ella quiere estar con los niños, John quiere estar con ella, Tommy está en el restaurante, y tú y yo podríamos hacer algo distinto.
— No digo que no, pero recién hoy me reencontré con ella, no creo correcto---
— Tienes razón, además ¿qué diversión puedes tener conmigo? —sus ojos dejan ver tristeza, y mi corazón duele.
— Oh grandulón, no seas así, déjame organizar todo para el domingo. —le propongo como consuelo.
— ¿Mañana viernes?
— El restaurante se llena los viernes y sábados, Tommy no podrá solo.
— De acuerdo tú y yo el domingo, es una cita.
Y no sé porque me puse nerviosa, es algo estúpido, la única cita que tuve en mi vida fue cuando el imbécil de Prieto me engaño, pero él es mi buen amigo Noha, no es que corra algún peligro, o que fuera a pasar algo, solo somos amigos, ¿verdad?
La noche transcurrió entre bromas y anécdotas, Bianca era una de los nuestros.
— Gracias por todo, me divertí mucho.
— ¿Quieres que te lleve a tu casa?
— John, vine en mi auto, pero gracias, eres casi tan tierno como Donato. — Todos reímos y Bianca se fue, prometiendo volver el domingo a cuidar con John a los mellizos, la noche se hizo larga, y todavía faltaba.
— Bien chicos ahora que los niños se durmieron quiero compartir con ustedes algo que me entere.
— ¿Que paso linda? —Noha automáticamente coloca su gran mano en mi cintura, y no sé porque empiezo a sentir calor donde él toca.
Trato de concentrarme y les digo lo de mis padres.
— No lo puedo creer, era su leal empleado y ¿no te llevo a vivir a su casa? ¡¿Quedaste huérfana por su culpa y lo mejor que hizo fue ir a tirarte a un orfanato?! — Noha estaba indignado.
— Los ricos son todos iguales. — Tommy parecía estar de acuerdo con Noha. Miro a John que está muy concentrado.
— En que piensas.
— Tiene sentido, él siempre te trató diferente, digo, cuando iba al orfanato solo hablaba Contigo, y es lógico que no te llevara a su casa, tengo entendido que Marco estuvo involucrado con la mafia.
— ¡¿Que?! ¿Quieres decir que mi padre era un asesino?
— No, claro que no, no lo malinterpretes. Puede que trabajara de chófer o algo parecido.
— En fin, solo les digo lo que me entere hoy, de todas formas, no importa, aclare lo sucedido con Marco, no quería que pensara que era una mal agradecida que se fue sin decir adiós. Ahora me iré a dormir.
Me despedí de mis amigos, pero un simple buenas noches no era suficiente para mi Noha, a él le di un beso en su mejilla y así aproveché a oler su magnífico aroma.