Capítulo 1
Tuve una vida que no valía la pena recordar, hasta que decidí dejar la tierra donde siempre había sobrevivido. Tengo la misma historia que muchos humanos. Una enfermedad había matado a mis padres, como a todos los más débiles o mayores. Yo era solo otro huérfano cuando conocí a otro hombre perdido, pero a diferencia de mí, Eniel no solo se había perdido a sí mismo, sino también a su tierra durante la guerra por el territorio entre los lobos de la tierra fría y los magos de la tierra púrpura. Sabía que Eniel era un lobo y tenía que huir, pero aún no había visto a su lobo, solo había visto su lado más salvaje cuando sus ojos brillaban de color amarillo, hasta que tuvimos que huir de tierra humana porque nos perseguían. .
Pronto, todos se enteraron de lo que pasó en el sur, de todos los lobos muriendo y de todos los magos escondidos bajo la mágica tierra púrpura. Decidí ser amigo de ese chico flacucho que me encontró golpeado por otros niños y me ayudó, tuvo mi lealtad y se convirtió en mi primer amigo, mi hermano.
En el reino humano, los pocos guardias del rey no dejaban el territorio en paz, principalmente porque el nuestro era el único que no tenía magia, lo que significaba que los demás sí la tenían y como humano estaría a merced de los demás. potestades. Y por eso me resistía a estar totalmente de acuerdo con Eniel en hacer un escondite en el páramo de hielo, una tierra de magia, que alguna vez fue hogar de lobos, él era pequeño cuando tuvo que huir de allí y tal vez había algo. nuevos o peligrosos que podrían acabar con nuestra vida.
—Eniel, escúchame, no podemos ir allí sin saber un poco más de lo que pasó y lo que allí nos espera. -Dije removiendo los palos secos que formaban el fuego que hicimos en la parte exterior de la ciudad humana que estaba más cerca de la tierra de Eniel. -
-Hielo. Nieve. Frío. —A cada palabra le seguía un beso en mi cabello negro con puntas rizadas que llegaba hasta la mitad de mi espalda, a diferencia del cabello de Eniel que era rubio muy claro con algunos mechones blancos que brillaban con la luz del sol. –
—En serio, N. Basta. —Lo aparto, o al menos lo intento, pero ni siquiera se mueve y solo me da una linda sonrisa, termino imitándolo involuntariamente. —Al menos sé hacer fuego.
—Allí una hoguera no sirve. El fuego no consume nada en la tierra del hielo, la magia del calor es lo que allí no existe. El agua es el elemento mágico allí. -Se levanta y apaga el fuego. –
—Así que dejemos la tierra de los humanos sin magia alguna a una de hielo, agua y magia. -Me puse nuestra manta sobre los hombros y le entregué otra. — Mi mochila tiene unos trozos de carne, fruta y una castaña como premio para ti.
-¿Otorgar? -Se acerca tratando de mirar dentro de mi bolso bandolera. -
— La mejor idea de la semana para ti. Y después de esa vez que intentaste hacerte amigo de esa gente del extraño pueblo, no pensé que habría uno mejor. –
—Salir con una flecha en la mano no estuvo tan mal. –
—Díselo al tipo al que le disparé la flecha. -Se ríe pasándose la mano por el pelo. —No te rías, me asusté cuando vinieron hacia nosotros y había tres hombres encima de ti. Aunque pensó que en realidad era su sueño el que se estaba haciendo realidad.
-Tal vez fue. Pero no pudiste soportar ni siquiera uno encima de ti. -Lanza su peso encima de mí haciéndome caer de forma muy equivocada al suelo. –
—¡Mi hombro, idiota! -Cierro mi mano en un puño para golpearle la nariz, pero él sostiene mi mano, distrayéndose de la patada que le doy en el pecho. — Los perdedores besan el suelo. —Dije antes de correr hacia la tierra de hielo. –
Después de varios días de caminar, descansar, comer algo, entrenar por si necesitábamos escapar nuevamente y correr hacia nuestro destino, se pudo notar el cambio en el paisaje a través del surgimiento de nuevos árboles que nunca antes había visto en tierra humana. . . Eran extremadamente altos, tanto que no podía ver la parte superior de ellos, sus hojas, cuando me acercaba lo suficiente para pasar la mano, eran ásperas al tacto, tan delgadas que parecían agujas que una vez solía usar. cosernos la ropa o una herida. , algunas ramas más altas tenían tierra blanca, pero le cayeron encima a Eniel cuando golpeó un tronco.
—Eso es nieve. -Lo tomó en sus manos y me lo trajo como un pajarito. -
—¿Eso es nieve? -Tomé un poco en mi mano, estaba más frío de lo esperado. Lo presioné en mis manos, esperando que el calor de mi cuerpo lo derritiera, pero no pasó nada. -
—La nieve no obedece al calor por aquí. -Los dedos de mis pies casi se convirtieron en hielo al instante. –
-Parece usted. Demasiado blanca y con deseos más allá de lo soportable. -Esa nieve la tiré al suelo porque ya me empezaba a doler la mano por el frío. –
—Entonces ¿por qué has estado conmigo todo este tiempo?
—Porque correr me cansa rápidamente y pronto me alcanzas. -Corrí y reí cada vez más hacia ese nuevo territorio, evitando los árboles que se hacían cada vez más presentes, sintiendo cada vez más el frío recibiéndome a través de un escalofrío de cuchilla en mi rostro.
El sonido de algo grande pisoteando la nieve me hizo acelerar mi carrera y mirar hacia atrás por miedo a un posible atacante. Un gran lobo blanco que apareció de la nada me miró expectante mientras me perseguía. Menos mal que ya me había advertido sobre la transformación de lobo que podría realizar su gente.
—¡Eniel! -El lobo dio unos pasos y se arrojó encima de mí, manteniéndome inmovilizada en el frío suelo mientras me lamía. – Está bien, me dijiste que eras un lobo, pero no esperaba encontrarte así. -Tiro de su pelaje, intentando que se detenga. – Lobo feo, me asusté, chico malo. -Utiliza su pata del tamaño de mi cara para taparme la boca. Lo muerdo y él se baja de mí, bajándose un poco para poder ponerme encima de él, porque casi tenía mi tamaño en forma de lobo. -
—Tu pelaje es tan cálido y suave. -Le pongo la mano en el cuello y salta feliz, moviendo la cola, como un perro. Su felicidad se nota claramente, más aún porque es la primera vez después de tanto tiempo que puede transformarse en su lobo, ya que en tierra humana la magia, que le permite transformarse en lobo, está presente en cualquier otro territorio, el Desierto. de Ló, Bruja o Arvoreiros, no existe.
El sol casi se ponía cuando decidimos parar y montar el campamento. Ninguna parte de la tierra marrón que conocía era visible cuando miraba al suelo, sólo una sábana blanca y fría era nuestro suelo ahora. El lobo enteramente blanco de ojos amarillos se detuvo por un momento, despertándome de la somnolencia que me provocaba el frío y su balanceo. Sus orejas se erizaron y se inclinó para que yo bajara, luego volvió a su forma humana. Aunque no parecía importarle el frío, le di una manta para ocultar su desnudez. Y yo, a diferencia del lobo, me hundí hasta que nuestros pies quedaron cubiertos de nieve.
—Delena, olí a Ecal cerca. -Olió el aire, mirando hacia todos lados. – Vaya… -Suspiró cerrando los ojos. -Es muy bueno...