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Capítulo 5

- El nuevo vecino. - dice James apareciendo en la entrada. Me doy vuelta en shock y él me regaña con sus ojos verdes. Puras miradas de fuego. - Lo conocí ayer y lo invité a la fiesta junto con su hermano. La próxima vez podrías contenerte. -

Le devuelvo la mirada. - Mira quien habla. -

- No tengo que responder ante nadie. -

- Yo tampoco. -

- Así me lastimaste, pequeña. - Interviene Ronald acercándose y pasando su brazo por mis hombros. - Sabes, pensé que vendrías a verme. -

- Para. - digo rápidamente moviendo su brazo.

- Me vestiré y llegaré. - dice James comenzando a subir las escaleras. - Tú conduces, yo no puedo hacerlo. -

Me vuelvo hacia Ronald porque mi hermano ha desaparecido arriba. - ¿Adónde vas? -

- Eres curiosa niña. -

- Y tú idiota. -

Pone su mano sobre su pecho como si le hubiera lastimado. - Me lastimas cada vez que me tratas así. - luego me da una pequeña sonrisa, pasando una mano por su cabello. - Te veías bien anoche, incluso si el vestido era demasiado corto. -

Lo miro sorprendido. -¿Cómo te fijaste en mí? Estabas demasiado ocupado con esa boca de ganso. -

- No te preocupes pequeña, nunca te pierdo de vista. -

Siento mis mejillas arder y no sé qué decir. ¿Debería responder? En fin, no es propio de él decir estas cosas y luego estoy más que seguro de que no me vio, tal vez al final. ¿Quizás fue él quien nos trajo a mí y a mi hermano sanos y salvos a casa?

- Vamos. - Dice James apareciendo y haciéndome saltar.

Salen de casa y yo me quedo inmóvil como un completo idiota mirando la puerta. ¿Qué quiso decir franco? ¿Y por qué me miraba de esa manera? Todavía tengo escalofríos por todo el cuerpo y se sienten muy bien.

¡Condenación!

¡Malditos él y yo! ¡Maldito sea el chico de anoche que aparentemente es mi vecino de al lado! De todas las personas, ¿se suponía que yo pasaría la mayor parte de la fiesta con él?

No tengo tiempo para recuperarme antes de que suene el timbre. James debió haber olvidado su billetera como siempre, o su teléfono celular.

- Al menos recuerda... - las palabras mueren en mi garganta al ver a Adam frente a mi puerta.

- HOLA. - dice y luego resopla. - No esperaba esto. -

¿Está realmente molesto? ¿Pero qué les pasa a todos los niños hoy? - ¿Qué deseas? -

- ¿Conoce alguna farmacia abierta los domingos? -

- ¿Por qué? -

- Mi hermano no se encuentra bien. - responde molesto. - ¿ En ese tiempo? -

- ¿ Bebiste demasiado? - Pregunto levantando una ceja, pero por su cara seria entiendo que no quiere bromear. - Está al otro lado de la ciudad, ¿qué necesitas? -

- Tiene fiebre. - dice apresuradamente. - ¿ Me puedes decir el camino? -

Parece realmente preocupado. - Tengo algo, ¿también necesitas el termómetro? -

Él asiente, mirándome desconcertado. - Hace mucho calor, pero no sé qué hacer. ¿Tú lo sabes? -

¿Cómo es posible que no sepas cómo curar una simple fiebre? ¿Nunca ha estado enfermo? ¿Los padres? - Puedes utilizar hielo y los medicamentos harán su trabajo. -

- ¿ Me puedes ayudar? - pregunta mordiéndose el labio.

Lo miro sorprendida, pero evito hacerle preguntas y asiento. Voy al baño a buscar la medicina y luego lo sigo hasta su casa. Una vez dentro me sorprende el orden que reina, no creía que con cuatro hombres pudiera estar tan limpio, la madre debe ser muy buena.

Pensé que estaba mirando a un chico musculoso de cabello negro y ojos claros, de mi edad y tal vez quejándose más de la cuenta pero en cambio es un niño. El mismo que vi jugando con carritos de juguete. Debe tener unos diez años y está tumbado en el sofá oscuro con los ojos brillantes por la fiebre y las mejillas sonrojadas.

- HOLA. - digo agachándome a su lado y sonriendo. -Soy Daniela .​ -

- HOLA. - murmura y luego mueve sus grandes ojos marrones hacia su hermano.

¿Pero hay alguien en esta familia que sea similar? Diablos, mi hermano y yo ciertamente no somos dos gotas de agua, pero tenemos algunas características en común. Está claro que somos hermano y hermana, pero tengo muchas dudas sobre esta familia.

- Él te curará. - Dice Adam, suavizándose.

Tomo el termómetro y se lo paso al niño. - Levanta el brazo y mantenlo bien debajo de la axila para que podamos saber cuánta fiebre tienes. -

Él asiente y rápidamente hace lo que le digo. Me giro hacia Adam, quien me indica que lo siga a otra habitación y me encuentro en la cocina. Toma tres vasos y los llena con agua helada y mientras tanto me acerco al frizzer, tomando un poco de hielo y envolviéndolo en el trapo que encuentro colgado al lado del fregadero.

Vuelvo al niño con hielo y un vaso frío para que tome su medicina. La fiebre es alta, no hace falta termómetro para saberlo, basta con colocar una mano en la frente. Le hago tomar su medicamento y luego se acuesta y le pongo hielo en la frente para aliviarlo.

Cierra los ojos y al cabo de unos instantes se queda dormido.

Regreso a la cocina donde está Adam, que está sentado en una silla con el ceño fruncido mientras le envía un mensaje de texto a alguien por teléfono. Mueve su pierna hacia arriba y hacia abajo rápidamente y puedo decir que está nervioso.

- Tu hermano está durmiendo. - digo llamando su atención. - Sólo necesita descansar, luego se recuperará. Tiene treinta y ocho de fiebre y os dejo el termómetro para que lo midáis dentro de unas horas y mañana por la mañana. Si aumenta a pesar de la medicación, llévelo al médico. -

Guarda su teléfono y me mira, pero está claramente nervioso. - Bien. -

- Al menos finge estar interesado. - digo resoplando.

Se baja de la mesa y se acerca peligrosamente. - ¿ A usted? -

- No. - murmuro, aunque me hubiera gustado que mi voz sonara más decidida.

- Podemos continuar con lo que estábamos haciendo ayer. - dice sonriendo con picardía y colocando una mano en mi cadera. - Anoche bebiste demasiado, pero ahora... -

Puse mis manos sobre su pecho para alejarlo, pero es mala idea. ¡Maldita sea qué pectorales! Son lindos y duros y junto con los ojos negros y seductores siento un repentino calor invadir mi cuerpo, pero no me importa su sonrisa. quién se cree que es? Crecí con James y Ronald, no soy estúpido.

- ¿ Adán? - pregunta alguien y escucho cerrar la puerta de entrada.

El chico frente a mí resopla y se aleja de la cocina. - Ben, podrías haber esperado. -

Salgo de la cocina y encuentro al chico de ayer que estaba besando a Eloise. Perfecto, lo único que nos faltaba era él.

- Me dijiste que volviera y lo hice. - dice molesto y luego me mira y resopla. - No eres el único que no ha terminado. -

Esto es realmente vergonzoso y será mejor que me quite del camino. Me despido murmurando y prácticamente corro a mi casa esperando que algo como esto no vuelva a suceder. Ya no haré ninguna estupidez en las fiestas y ya no beberé tanto. ¡Malditos muchachos!

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