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Capítulo 4

Me quedo mirándola mientras el chico la abraza y le devuelve el beso. Las manos bajan sobre el culo, apretándolo fuerte y mi amigo no hace nada para detenerlo. ¡Nada! La miro fijamente sin saber si intervenir o dejarlo en paz porque no es propio de ella. También puedo ver sus idiomas desde aquí y la idea de acercarme se me ha pasado. Lo habría solucionado sola, sabe cómo tratar con el chico.

- HOLA. - dice una voz a mi lado haciéndome saltar. - Creo que es mejor dejarlos en paz. -

Me doy vuelta para encontrar a un chico con la misma expresión de disgusto que yo mirando a Eloise y al otro. Asiento porque ya no quiero ver este programa y todavía tengo en mente a Ronald con la estúpida chica en bikini.

Tengo muchas ganas de vomitar.

Nos alejamos unos pasos y él extiende su mano hacia mí. - Soy Adán. -

-Daniela . - Respondo sacudiéndolo. - ¿Eres nuevo aquí? - pregunto sabiendo ya la respuesta porque alguien como él destaca. Su expresión, sin embargo, no es tan divertida como debería ser en una fiesta. - No pareces divertirte con la fiesta. -

- Normalmente soy como mi hermano. - dice encogiéndose de hombros con indiferencia y señalando al chico que está besando a mi amigo, así que es igual que Ronald. - Acabo de llegar y no conozco a nadie de nada. -

- ¿ Hermanos? - pregunto levantando una ceja.

- Tenemos diferentes madres. - responde encogiéndose de hombros.

Miro a Adam y luego a su hermano y no se parecen en nada. Son tan diferentes que no puedo creer que estén relacionados. Aparte del físico entrenado que se puede ver claramente debajo de la camiseta, no tienen absolutamente nada en común. Adam está vestido de manera diferente, uno con jeans oscuros y una camiseta sin mangas negra, mientras que su hermano lleva bermudas claras y una camisa a cuadros abierta con una camiseta debajo. La cabeza de Eloise cubre mi vista, pero no me arriesgo a acercarme e interrumpir el beso. Prefiero alejarme de aquí, pero veo que el chico tiene el cabello oscuro a diferencia de Adam que es rubio y además los rasgos no son los mismos en lo más mínimo, por lo que puedo ver. Quién sabe cómo es el padre ya que no encuentro nada parecido, pero ni siquiera puedo estar tan seguro ya que no me arriesgo a acercarme demasiado a la nueva amiga de Eloise.

Tomo un vaso de la bandeja que nos pasa. El chico que trae los distintos cócteles en esa bandeja improvisada con un trozo de madera encontrado en alguna parte, me lanza una mirada asesina que le devuelvo con una sonrisa y un guiño. Su expresión ceñuda se relaja y me sonríe con picardía, antes de continuar su caminata.

- ¿Tienes una bebida como esta aquí? ¡Fui al mostrador! - Protesta Adam con expresión divertida.

Echarse a reír. - Sólo las chicas pueden hacer eso. -

- Sabía que había un problema. -

Sigo riendo y encogiéndome de hombros. - No quería llegar hasta el mostrador. -

- No es una mala solución. - responde sonriendo. - ¿Vamos a bailar? -

Asiento y mi mirada cae detrás de él viendo a Ronald sosteniendo a la chica de antes, al menos ahora respiran por sí solas. Terminaron de darle reanimación boca a boca. No tengo tiempo para pensar en ello antes de que mi mirada se encuentre con la de Ronald, pero la chica interviene y toma su rostro entre sus manos.

Inmediatamente cambio mi mirada hacia mi vaso. Al diablo con ese idiota, puedo divertirme con quien quiera y pasar la velada con quien carajos quiera.

Termino rápidamente el cóctel que me quema la garganta y luego tomo el vaso todavía medio lleno de Adam en mi mano y lo dejo en la primera mesa que encontramos cuando entramos a la casa. Le doy la mano a Adam y nos lanzamos entre los demás que bailan rodeados de la música que suena fuerte en los parlantes.

El aire es casi sofocante, pero no me importa mucho porque Adam coloca sus manos en mis caderas acercando nuestros cuerpos. Siento una oleada por todo mi cuerpo y no puedo apartar mis ojos de los suyos, tan negros que me tragan. Paso una mano por su cabello rubio miel, despeinándolo aún más y sin darme cuenta de que nuestros labios están juntos.

Tal vez no debería porque no son los labios de Ronald, pero su boca ahora está ocupada por una chica en bikini y por eso no debería pensar en él. Que se joda, Adam está mucho mejor.

Me siento en la cama sintiendo un gran dolor de cabeza. Cierro los ojos por unos instantes y me asaltan los recuerdos de la noche anterior. No estoy tan emocionado con lo que hice y ni siquiera sé cómo llegué allí en mi cama en casa. Mi hermano probablemente recordó que tenía una hermana, también porque estoy seguro de que en el que me subí fue en su auto. Estoy seguro de que olí ese repugnante aroma a menta que colgaba del espejo.

Besé a Adán. Un chico sexy y simpático con el que pasé toda la velada. Bailamos, bebimos, charlamos y nos besamos. Besos muy insistentes que no son propios de mí y ahora me da vergüenza. Lo hice todo solo por ese idiota rubio que ni siquiera me notó, pero tengo que admitir que el chico nuevo sabe mover esos labios muy bien.

Voy al baño para darme una ducha rápida y luego me pongo un par de jeans y una camiseta sencilla y ligera. Bajo a la cocina y encuentro a James apoyado contra la mesa mirando el jugo de fruta en el vaso que tiene en la mano.

- HOLA. - digo y en respuesta él murmura algo haciéndome reír. - ¿ Mamá y papá? -

Él asiente con la cabeza hacia el refrigerador y encuentro la nota dejada por mamá pegada con un imán de color. Lo tomo sonriendo ante la idea de poder volver a mi habitación y dormir el resto del día. Si mamá hubiera estado allí, nunca me habría dejado, pero permanecerá fuera hasta la noche y, por lo tanto, estoy a salvo de sus reproches. Mientras James nota su cara, no se ve bien y realmente espero que alguien más haya conducido su auto anoche. Definitivamente era Ronald, mi hermano nunca dejaría su lindo auto a nadie más.

James se desploma en su silla con un bufido, pero no investigo su mal humor. Debe haber bebido mucho si está en este estado. Espero que se recupere perfectamente para el entrenamiento de fútbol de mañana, de lo contrario el entrenador lo sacará.

De repente suena el timbre, pero mi hermano permanece sentado y no da señales de querer levantarse de esa maldita silla. Lo miro fijamente, pero está perdido en sus pensamientos así que tengo que ir allí.

- Hola pequeña niña. - dice una voz apenas abro la puerta.

Esperaba tener un buen día, pero ver a Ronald frente a mí a primera hora de la mañana no es nada bueno. Todavía estoy enojada con él por lo de anoche, pero al final no puedo hacer nada al respecto porque no soy nada para él. No soy su novia y él pensaría que estoy loca si lo abofeteara ahora.

Se pasa una mano por el pelo mientras mira mi cuerpo. Por suerte ya no llevo el vestido de anoche, de lo contrario me habría sentido avergonzada. ¿Qué diablos tenía en mente ayer? ¿Por qué me tomé tantas molestias por este idiota? También me gustaría quitarle esa molesta sonrisa de su cara con un buen puñetazo.

- James está en la cocina. - digo alejándome de la puerta.

- Te divertiste anoche. - dice mientras entra, cerrando la puerta detrás de él y cruzando los brazos sobre el pecho. La sonrisa desaparece y el puñetazo ni siquiera fue necesario. - ¿ Quién es ese chico al que no podías soltar? -

¿Notaste mi presencia? Era extraño que lograra mirar más allá del rostro de la persona a la que estaba besando.

- ¿Qué te importa? -

- Nunca lo había visto y se te quedó pegado. -

Pongo los ojos en blanco. - Tenías una chica en bikini untada por todas partes. -

- ¿ Celoso? - pregunta mientras se acerca y rápidamente doy un paso atrás. - ¿Quién es ese idiota? -

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