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Capítulo 2

Aparto su mano y aprieto los dientes. - Hazlo tu mismo. -

Entre el primer y segundo plato hay un momento de pausa en el que unos hombres se acercan a la pequeña plataforma para hablar de no sé ni qué porque aprovecho para salir a tomar un poco de aire.

El restaurante está situado en lo alto de una colina, aislado del mundo entero e inmerso en una tranquilidad casi aterradora. No estoy acostumbrado a tanto silencio, pero es agradable. La vista es magnífica y se puede escuchar el canto de los grillos a lo lejos.

Bajo la colina para estar fuera de la vista de cualquiera que esté cerca del restaurante y me siento en el suelo sobre el césped bien cuidado. Primero, por supuesto, compruebo que no haya cacas en el suelo dejadas generosamente por los animales. La hierba está cálida y el suelo seco, así que no me arriesgo a encontrarme una buena mancha de tierra en el trasero.

Aquí podré encontrar un poco de paz y calmar el nerviosismo que me provoca Ronald. Sé que él también es capaz de ser amable, eso es lo que me atrajo de él, pero está tan escondido en el fondo que toda esa apariencia de imbécil hace que sea difícil de manejar.

Unos minutos más tarde escucho pasos acercándose a mi zona de relajación. Al parecer no soy el único que busca tranquilidad. La persona se acerca cada vez más y luego se sienta exactamente a mi lado y me llega un buen aroma especiado.

Me doy vuelta para darle una mirada asesina, pero a Ronald no le importa y me sonríe. Pongo los ojos en blanco y vuelvo a mirar la vista frente a mí.

No tenía ganas de charlar en la sala, ni siquiera ahora lo haré. ¿Qué se le ocurrió para seguirme?

- No te enojes, pequeña. -

- Basta, Ronald. - digo suspirando. - Sólo estoy aquí porque me obligan, así que no me empeores el día. No tengo ganas de discutir contigo, así que mantén la boca cerrada. -

Obviamente no me escucha. - Mi propuesta era seria. -

Resoplé. - Al menos finge escucharme. -

- Te escucho, pero me gustaría mucho soltar toda esta tensión juntos. -

Le doy un codazo en el costado y me giro hacia él. - Deja ya estos chistes. -

- Lo digo en serio. -

Lo miro a los ojos, aún más claros por el cielo azul y tengo que admitir que son condenadamente fascinantes. Lo que más me sorprende es la seriedad y calidez con la que me mira. Es serio. ¿Me quieres? Probablemente bebió demasiado o había drogas en su vaso o en su plato. ¿Por qué esta repentina propuesta? ¿Por qué parece quererlo realmente?

Abro la boca para responder, pero la encuentro cerrada por la suya. Sus labios son realmente suaves y se mueven expertamente sobre los míos, aunque no puedo decir lo mismo. Lleva su mano a mi nuca para acercarme aún más a él y lo suelto.

Este chico fue mi primer enamoramiento y traté con todas mis fuerzas de olvidarlo, aparentemente sin éxito. Me encanta besarlo y espero que nunca deje de hacerlo. Espero recibir tantos besos de él que me muera, pero el momento se acaba rápido.

James se une a nosotros murmurando insultos sobre los que están en la habitación y trato de evaporar todo el calor que siento. Ronald se aleja como si nada hubiera pasado y ni siquiera me mira.

¡Maldito Ronald! ¿Porqué me besaste? ¿Por qué estás siendo tan idiota ahora después de un beso tan dulce?

- Deberías intentarlo. - dice Eloise con convicción a mi lado.

Miro al chico que pasa junto a nosotros. - Estoy de acuerdo. -

- No. - Dice Danielle, pero no tiene sentido decir eso porque sabemos que no permanecerá sentada por mucho tiempo. Se muerde el labio y se levanta. - Sólo un hola. -

Avanza hacia la rubia decolorada y cuando llega al frente sonríe y comienza su táctica de seducción. Pobre chico, no sabe en lo que se mete. Él cometió el gran error de escribirle anoche y ahora toca devolverle el saludo e incluso ofrecerle un café. Error de novato, no sabe en lo que se ha metido, a menos que busque lo mismo.

Danielle está en muy buena forma, en dos meses ha estado con tres chicos y ahora podría llegar a cuatro. No sé cómo lo hace ni dónde los encuentra. Ciertamente es una chica hermosa con el pelo negro, lacio como espagueti, largo hasta la cintura y siempre suelto, pero realmente tiene una línea de pretendientes que siempre están disponibles. Constantemente usa jeans ajustados y camisas suaves y coloridas. Lo defino como su uniforme escolar porque fuera del edificio la niña no es tan casta. Por la noche, en la fiesta, se produce en ella una transformación que las primeras veces me dejó casi sin palabras.

- Tu hermano viene. - dice Eloise sonriendo como una idiota.

- Espero que... -

- Hola pequeña niña. - dice Ronald sentándose a mi lado. Extiende un brazo alrededor de mis hombros, que rápidamente lo alejo de él. - No seas tan malo. -

¿Estaría mal? Es un idiota. - Basta, Ronald. -

- Hola James. - dice Eloise con muchos ojos en forma de corazón.

- HOLA. - responde distraído mi hermano idiota porque está mirando a su alrededor. - Lo encontré. -

Pongo los ojos en blanco mientras Eloise aprieta los labios formando una fina línea y Ronald se burla. James ni siquiera se molesta en darme una mirada miserable que va directamente hacia su estúpido objetivo. Prey, o chica como quieras llamarla, claramente busca atención porque de lo contrario no vas a la escuela con una camisa con más botones desabrochados que abrochados. Entiendo el calor de septiembre, pero está fuera de lugar.

Eloise tuerce la boca y dirige su mirada hacia la taza que tiene delante.

Mi hermano, por mucho que lo amo, es un gran idiota. Él es consciente del enamoramiento de mi amiga por él, lo escuchó una tarde de principios de verano mientras estaba en mi habitación y una vez que ella se fue me pidió confirmación. Le advertí que no fuera un imbécil, pero simplemente fingió que no pasó nada y creo que la cosa empeoró aún más. Ha tenido un verano intenso y no hablo de trabajo o estudio, sino de diferentes chicas con las que trastear.

- ¿Vienes a la fiesta esta noche? - pregunta Ronald pasando su brazo por mis hombros. De nuevo.

- Sí. - Responde Eloise por los dos mientras yo lo miro fijamente.

- ¿Para? - Yo le pregunto. - Creí que lo tenía claro. -

- Nunca dije que estuviera de acuerdo. -

Pongo los ojos en blanco y muevo su brazo. - No me trates como a todos los demás. -

- No lo hago. -

Por supuesto, de lo contrario ya me habría acostado. Obviamente él no me trata como a los demás y por un lado me siento aliviado porque no quiero terminar en ese grupo donde al día siguiente se olvidaría de mí, aunque todavía quisiera besarlo. . Sólo hubo un estúpido y hermoso beso entre nosotros, pero luego nada. Ronald estuvo una semana ignorándome, aunque incluso vino a mi casa y luego volvió a hablarme como si nada hubiera pasado.

- Eres un idiota. -

Él niega con la cabeza. - Realmente no lo crees. - sonríe con picardía acercándose a mi rostro. - No eres como los demás. -

- Intenta demostrármelo. - Respondo acercándome a él.

Coloca su mano en mi cara y pasa su pulgar cerca de la comisura de mi boca. - Estabas sucia de chocolate, Niña. -

Siento que me arde la cara y quiero enterrarme, o responder rápidamente con cualquier cosa, pero me quedo en silencio. Se queda inmóvil y mira sus ojos claros que me miran divertidos.

- ¡ Franco! - exclama mi hermano desde el otro lado de la barra.

El rubio se levanta y se une a James sin mirarme más. Mi hermano junto con otras dos chicas que creen que todavía es verano. Tan pronto como Ronald lo alcanza, el moreno se aferra a su brazo y yo resoplo y luego sacudo la cabeza pensando en lo que acaba de decir.

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