Capítulo 1
-Daniela , ¡muévete! -
Resoplo mientras termino de atarme las sandalias y bajo las escaleras seguida por mi hermano que bosteza ruidosamente y se rasca la cabeza. No debería hacer eso, su cabello se arruinará aún más y mamá no estará feliz por eso. Aunque está desordenado todavía se ve hermoso y esto me pone nerviosa porque si me desordeno el cabello el resultado es un arbusto que me hace parecer loca.
- ¿Por qué me culpas sólo a mí? - Pregunto apoyándome en el respaldo del sofá mientras reviso si he metido todo en mi pequeño bolso negro.
- Porque siempre eres el último. - Responde James en lugar de mamá.
Le doy una mirada asesina, aunque él no se da cuenta ya que todavía está medio dormido. - Bajaste conmigo. -
Mi madre nos mira con autoridad. - Entrar en el coche. -
Pongo los ojos en blanco y sigo las órdenes de mi madre porque de todos modos no tiene sentido discutir. Generalmente siempre soy el último de la familia en estar listo, pero no soy un tardío y esta vez ni siquiera mi somnoliento hermano mayor llegó a tiempo.
Sigo a James al interior del coche, donde mi padre ya está en el asiento del conductor tamborileando con los dedos en el volante. Viste un traje gris oscuro con una camisa blanca y mocasines negros. Su cabello negro azabache salpicado de gris resalta contra su tez pálida al igual que sus ojos marrones. Tiene un afeitado limpio y su rostro está muy limpio con los rasgos duros y alargados que mi hermano también heredó.
James, sin embargo, no tiene la misma idea de elegancia que papá porque vestía unos pantalones ligeros y elegantes y una camisa azul arrugada cuyas mangas subía hasta los codos. Era extraño que mamá no se quejara de su ropa y de su cabello negro desordenado.
Probablemente esté cansada de levantarlo cada vez, aunque no me perdí sus miradas tanto a él como a mí.
¡Traté de ser elegante para este estúpido almuerzo! Mis sandalias con cordones hasta la rodilla son negras a juego con el bolso y mi vestido corto con cuello barco es verde menta. Me recogí el pelo ondulado en una coleta alta e incluso me lo alisé a pesar del calor de finales de agosto. A pesar de toda la resistencia que puse a participar, finalmente me comprometí.
Mamá cierra la puerta de la casa y una vez llegamos al asiento del pasajero podemos salir hacia el restaurante.
Será un almuerzo muy aburrido con los compañeros de trabajo de papá donde la mayoría son hombres y yo estaré muy aburrido como siempre. Será un almuerzo interminable con la única compañía de James y su molesto mejor amigo.
Me pongo los auriculares en los oídos y me aislo del mundo, esperando que el viaje de dos horas pase rápidamente. Ni siquiera he desayunado y espero que al menos haya mucho para comer porque sino me comeré a cualquiera que se me ponga delante.
Miro a mi madre, sorprendida por cómo su figura cambia cada vez desde el interior hacia el exterior de la casa. Ahora lleva un elegante vestido azul medianoche claro que cae suavemente sobre su cuerpo delgado y esbelto y su cabello oscuro está perfectamente recogido detrás de sus orejas. Por el contrario, en casa siempre lleva el pelo recogido con ropa que no combina y en cualquier momento del día la puedes encontrar con un trapo en la mano listo para limpiar, y menos aún con una bolsa blanca con pequeños diamantes en el asa. como ahora. Ella siempre se queja de la suciedad que dejamos mi padre, mi hermano y yo y a veces exagera porque creo que está un poco obsesionada con la limpieza. En resumen, no somos animales y además mi hermano y yo pasamos poco tiempo en casa durante el período escolar, entre la escuela, el estudio en la biblioteca para mí y el entrenamiento de fútbol para él, mamá ciertamente no se puede quejar.
Cuando finalmente salgo del auto veo a los colaboradores de papá y sus familias en el estacionamiento, notando que no hay niñas. Las únicas figuras femeninas que veo son esposas, sirvientas y niñas demasiado jóvenes para siquiera intentar pronunciar un discurso sensato. Lo único que me queda por hacer es jugar con muñecas. ¿Será posible que nadie no tenga hijas adolescentes? ¿Es posible que sea yo la única chica obligada a participar? ¿Cómo escaparon las otras hijas? La próxima vez fingiré estar enfermo.
Resoplé, pero luego puse una gran sonrisa en mi cara. Sólo tengo que hacerlo por mamá y papá. En realidad, sólo para mamá dada la semana de recomendaciones sobre portarse bien, no hacer el ridículo y sonreír. Intenté explicarle que yo también evitaría con mucho gusto hacer el ridículo, pero parece que es un don natural mío. No es que ella haga tantas, pero aparentemente la última cena de negocios de su padre, en la que accidentalmente choqué con un camarero, lo que provocó que volcara su bandeja, le dejó una profunda impresión.
- Los tacones no te harán parecer menos chica. - dice una voz detrás de mí.
Ni siquiera tengo que girarme para entender quién es, pero lo hago y lo miro. - James está en el auto. -
- Esperaba un abrazo. -
- Y yo no estaba allí. - Respondo prontamente.
Sacude la cabeza sonriéndome y luego mira mi cuerpo y siento que me arden las mejillas. Pasa a mi lado sin decir una palabra más y va a saludar a mi hermano con una palmadita en la espalda.
Ronald, el mejor amigo de James, es el mismo chico del que estuve enamorada hace unos años y que afortunadamente lo superó. Siempre me ha considerado la hermana pequeña de su mejor amigo, aunque sólo nos llevamos un año de diferencia, y ciertamente no puedo decir que hubiera sido el novio ideal. No creo que tenga una idea clara de pareja, ni que piense siquiera en comprometerse con alguien, no con el estilo de vida que lleva. Chicas siempre diferentes. Siempre. Sufrí por su indiferencia y por tratarme como a una niña pequeña y entendí que él nunca me miraría como yo quería.
Esperaba encontrar un chico que me amara y en lugar de eso terminé con dos chicos que resultaron ser completos idiotas. Te agradezco que no hayas ido demasiado lejos, de lo contrario todavía me arrepentiría.
Ronald es guapo, objetivamente no puedo decir lo contrario, pero es un imbécil. Es uno de esos tipos que giras para mirarlo cuando te lo encuentras en la calle. Llama la atención su físico atlético y su buen gusto para vestir, combinados con su pelo rubio despeinado y sus ojos claros y parpadeantes. ¡Realmente acertaron!
Dejo ir mis pensamientos para no encontrarme en un torbellino de estúpidos suspiros. Quizás el enamoramiento no haya desaparecido del todo, pero estoy trabajando en ello.
Me dirijo hacia el interior del restaurante con colores neutros y manteles tan blancos que casi deslumbran. Hay numerosos camareros repartidos por la sala y asientos ya asignados con tarjetas. Realmente me gustaría saber quién diablos los decidió porque encuentro a James delante y entre Ronald y un tipo aburrido que por suerte para mí pasa todo su tiempo charlando con la pelirroja que está a su lado.
El aperitivo y el primer plato transcurren lenta y tranquilamente. Permanezco en silencio escuchando distraídamente las conversaciones de los demás y esperando que el postre llegue rápido y pueda irme a casa.
- Hoy estás tranquila, pequeña. - dice Ronald en mi oído.
Me alejo. - No hay gente inteligente con quien hablar. -
Él se echa a reír, captando la atención del chico a mi lado y ambos lo miramos hasta que se da vuelta. - Niña, soy muy inteligente. -
¿Desde qué punto de vista se considera la inteligencia? En realidad no es tonto, tiene un buen promedio académico, pero en cuanto a relaciones sociales deja que desear. - Cuando quiera una opinión sobre cómo recoger, acudiré a ti. -
- Solías ser más amable. - dice inclinándose hacia mí.
- Eres más llevadero. -
Él sonríe con picardía. - Las chicas no suelen responderme así. -
- Sólo conoces a los estúpidos. -
- Deberías liberar toda esta tensión. - dice colocando una mano en mi muslo. - Tengo una manera. -
Sus ojos me aprisionan, tan azules que son casi grises y llenos de malicia. Con ese color deberían estar fríos, pero en cambio solo veo y siento mucho calor.
¡Mierda! Ronald todavía tiene un efecto en mí, pero no puedo permitir que lo tenga. No puedo darme el lujo de ceder porque ya lo he olvidado, ya dejé a este hermoso niño. Un niño lindo que me irrita hasta la muerte.