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Capítulo 2

Estoy muy agotada, tanto física como mentalmente. Terminé de trabajar en GameStop y ya por fin he llegado a casa. No veo a Lorraine por ningún lado. Debe estar en su habitación. Me dirijo a la mía y me encierro. Necesito un enorme descanso.

La lluvia se ha ido, sólo el viento provoca el movimiento de las ramas siendo golpeadas a mi ventana. Me abrazo a mi almohada y me concentro nuevamente en los "Tic toc" de mi reloj. Aunque sienta los ojos como pesadas bolsas de arena, no tengo sueño. De nueva cuenta vuelvo a tener los pensamientos de unos hermosos ojos azules lapislázuli. Hago una mueca triste. Golpeo la almohada y trato de olvidar todo, absolutamente TODO. Unas cuantas lágrimas brotan de mí. Oh, vamos, ya no quiero llorar, es ridículo.

Afuera puedo escuchar a Lorraine cantado, eso me hace sonreír un poco. Fijo mi vista hacia fuera de la ventana; el viento se vuelve más violento y mueve a los árboles bruscamente con el cielo oscuro amenazando una nueva tormenta. Ahora, fijo mi vista en un pequeño calendario encima de mi tocador. Tengo marcado algo. ¿Qué era? Oh, es cierto...

Oh.

La sangre se me va hasta los pies y siento un ligero escalofrío. Me levanto de golpe de la cama y tomo en manos el maldito calendario.

Haciendo memoria... ¡Mi regla debió llegarme hace más de una semana! Nunca en toda mi vida se me había retrasado tanto.

— ¡Lorraine! —la llamo.

Quito el seguro de la puerta y la abro.

— ¿Si...? Oh, te ves muy pálida. ¿Ya encontraste al fantasma de esta casa?

—Lorraine, hace una semana debió llegarme mi regla.

Abre los ojos como platos.

— ¿Estás...?

No quiero ni pensarlo.

—No lo creo, no estoy embarazada—me paso las manos por el cabello y siento una punzada de dolor en la cabeza—. Matthew se protegió todo el tiempo.

Frunce los labios y se sienta en la cama.

— ¿Es la primera vez que se retrasa tanto?

—Si—comienzo a temblar.

No puedo estar embarazada. ¡NO! Es prácticamente imposible.

—Tenemos que ir por una prueba de embarazo—busco mi cartera.

Mis manos no dejan de temblar, pareciera que tengo mal de Parkinson. Sin tener el control, las cosas se me van de las manos, luzco más torpe que de costumbre. Lorraine llega a tomarme amablemente ambas manos y a mirarme fijamente.

—En unos minutos llegará James.

Mierda.

—No creo que estés embarazada—se pone de pie—. A mí me paso algo parecido, de recién que Steve y yo tuvimos relaciones sexuales.

Eso me calma un poco. Me cruzo de brazos y me pongo a pensar más relajada. ¿Qué pasaría si estuviera embarazada? ¿Un hijo? La piel se me pone como gallina de solo pensarlo. ¿Qué pasaría con George y mamá? ¿Qué pasaría con Matthew? Siento como un rayo atraviesa mi cabeza, condenándome. Seguramente a todos les daría un infarto.

Llaman a la puerta y Lorraine corre fuera de mi dormitorio para abrir.

Estando como una ermitaña en mi habitación pensando en que posiblemente quedé embarazada, James llega al umbral de la puerta y se acerca con una velocidad tan ágil para abrazarme y que no pueda zafarme de sus brazos. Me limito a poner mal gesto por lo doloroso que ha sido eso para mis extremidades.

—Eli—me besa en la mejilla—. Estaba preocupado por ti, pero ahora puedo ver que estás mejor.

—Si...

— ¿Lista? —pregunta, animado—. Hace mucho tiempo que no salíamos juntos.

Tengo cansancio, pero no hay opción para estos chicos. Una voz en mi mente, parecida a la de una conductora de televisión me recuerda con cariño: sal y mantén tu mente despejada.

—Si—aprieto los dientes.

*

De nuevo hemos venido a visitar el restaurante Big Daddy's.

Fue decisión de ellos, no mía y aun así me da igual. No me importa nada en estos momentos. Pedí una hamburguesa, pero no tengo apetito de siquiera probarla un poco. La música de ambiente es tranquila, Kelly Clarkson y su bella voz angelical, pero eso, no logra calmarme. Ahora con la preocupación que tengo en mi mente... Embarazada. Uf, no quiero seguir pensando. Creo que iré a golpearme la cabeza hasta que pierda el razonamiento.

— ¿Terminaste con el empresario? —Pregunta de pronto James.

Lorraine parece darle un discreto punta pie por debajo de la mesa. Con mirada cansada, le observo sin mucho ánimo. ¿A él que le interesa?

—Así es—me limito a contestar.

Miro a Lorraine y a James. Traen algo entre manos; intercambian miradas para volver después a mí. ¿Qué pretenden? ¿Asesinarme? Sería una buena opción para quitarme todas las penas que llevo conmigo. De pronto, siento que el pie de James acaricia mi espinilla bajando un tanto por mi pierna. Pongo los ojos en blanco y me alejo un poco, para evitar que siga tocándome "inocentemente".

—Voy al tocador, chicos—se levanta de la mesa Lorraine.

Mi subconsciente grita aterrada. Miro como perrito espantado como se aleja mi mejor amiga. Si... La voy a matar cuando regresemos a casa.

—Oye—se acerca nuevamente James.

Me alejo al mismo tiempo.

—Entiendo que terminaste con el estúpido empresario, pero creo que debes darte una segunda oportunidad con alguien más, ese tipo solo se estaba aprovechando de ti, no estaba dejando nada bueno. Cuentas conmigo en todo.

Su mano sube temeroso a mi rostro. Me acaricia la mejilla.

—Claro—trago saliva.

Siento un gran vacío en la boca del estómago.

—Sé que te hizo daño y si quieres, yo le puedo partir la cara.

Mi sangre se hiela. La misma sensación de ayer vuelvo a experimentarla vívidamente. Suspiro profundamente.

—Tiene un guardaespaldas, es mejor que no lo intentes. Y no creas que de la noche a la mañana estaré mejor y podré entablar una nueva relación. —espeto, intentando sonar lo más tranquila posible.

Su cara borra de inmediato una sonrisa estúpida que ya se le curvaba por la boca. Notoriamente, traga saliva.

—Es en serio. Todo lo que digo es en serio. Eres un idiota tocándome de forma discreta con tu pie.

—Bien, bien. Lo siento, yo...—alza ambas manos en señal de rendición.

Se me retuercen las entrañas sólo por estar pensando en él. Es como sí un veneno interno me estuviera matando lentamente sin poder hacer nada al respecto. Una agonía lenta que desearía mucho que no existiera. ¿Cómo estará él? ¿Ya con otra chica? No me sorprendería.

— ¿Quieres ir conmigo a la boda de Rosy? —acaricia los nudillos de mi mano.

Al instante, retiro la mano para esconderla bajo la mesa.

—Soy dama de honor, no es necesario—contesto bruscamente.

Me toma por la barbilla y me mira fijamente, con sus ojos azules brillantes y profundos. Logro sostenerle la mirada; estoy aburrida y cansada como para ponerme en desventaja con él. No me intimidan tanto como otros.

—Piensa en el futuro, piensa en nosotros, olvida todo. Eli, siempre en todo este tiempo que llevo conociéndote te aprecio, eres muy especial para mí, tan solo dame una oportunidad.

Mi subconsciente se ríe amargamente. Vaya, no escuchó nada de lo que dijiste anteriormente. Parece un total estúpido. Un imbécil de primera.

—Eres mi amigo, y eso no va a cambiar—murmuro. Mi subconsciente se echa a reír a carcajadas. Lo vas a matar JAJAJA.

Me suelta y me mira confundido, pero más que nada, ofendido. Está dolido, a simple vista se puede ver como aprieta la mandíbula y rompe la conexión de su mirada con la mía. Vaya, lo enviaste directito a la Friendzone extrema, se burla la Elizabeth dentro de mi cabeza.

Tras incómoda conversación, me limito a mirar por los ventanales que dan a la calle.

Tres minutos más tarde, Lorraine vuelve a nuestra mesa con una sonrisa más falsa que los pechos de su prima Lydia y continúa comiendo, sin preguntarnos nada.

Bueno, yo ya quiero largarme.

—Lorraine, ya me quiero ir. Estoy agotada—me pongo de pie.

— EH— exclama con la boca abierta, dejando ver su asquerosa comida masticada—¿Por qué? Ni siquiera has dado bocado a tu hamburguesa—repone.

—Quiero ir a la farmacia, ¿no lo recuerdas? —digo entre dientes.

Se golpea la frente, come velozmente sus últimas porciones y rápido se pone de pie junto a mí.

—Nos vemos luego, James—decimos las dos al mismo tiempo.

De mi monedero, sacó unos billetes para pagar mi parte y la de Lorraine. Lo acerco a un lado del plato de James.

—No, no es necesario, Elizabeth.

—Calla, claro que es justo y necesario.

Me mira triste.

Si, posiblemente me comporte como una mierda de persona sin sentimientos, pero tenía que defenderme. Estoy en algo así llamado "funeral de enamorados".

—Está bien chicas, nos vemos y vayan con cuidado...

Se despide de nosotras y de nuevo, me vuelve a besar en la mejilla, muy cercano a mi boca. Si lo vuelve hacer, juro que le doy una patada voladora en la ingle. Caminamos rápido a la salida.

Lorraine va detrás de mí, tratando de seguir mi paso constante, mi caminata de intranquilidad.

Me urge comprar la prueba de embarazo; qué bueno que traigo conmigo el dinero necesario. Me siento rara y tengo ganas de volver a llorar. No quiero seguirme lastimando de esa manera, no puedo dejar de pensar en Matthew y en su maldito lado oscuro.

Cuando me agito un poco de casi ir corriendo, me pongo junto a mi amiga para tomar aire y comenzar buscando una farmacia cercana... y abierta a esta hora. Saco mi cartera y reviso el dinero que llevo conmigo aún. Veo la tarjeta American Express que me entregó Matthew.

Tengo curiosidad de saber cuánto crédito hay.

—Ven—llamo a Lorraine.

Me acerco a un cajero automático cercano a una esquina. Coloco la tarjeta en el registro y marco en pin de contraseña que viene en el sobre. Rápido ingreso a los bonos ahorrados en la tarjeta. Por unos momentos espero a que acceda y me quedo con la boca abierta al ver el maldito saldo: Treinta mil dólares.

Debe ser una equivocación... UN MALDITO ERROR.

— ¡QUEEÉ! —Exclama a mi lado Lorraine—. ¡¿TE GANASTE LA LOTERÍA Y NO ME LO DIJISTE...?!

—Es demasiado, no puedo con esto, ¿por qué rayos hace esto? ¡AGHH!

—No, espera... ¿Fue él? —me abraza—. Sí te dio eso por tu sueldo, tienes que aceptarlo. Oh, por todos los cielos, eso sí es ser un buen examante.

Rápido le doy un pisotón que la hace gritar.

—No quiero, simplemente no. Lorraine, estoy harta, no merezco nada de esto, y, ¿por qué? Por el simple hecho de que no hice más que unas pocas cosas como su jodida asistente personal. ¡ES COMO SI ME TUVIERA LASTIMA!

—Acéptalo—me exige.

—Lorraine, son treinta mil dólares.

— ¿Y? —alza los hombros—. Sí Steve me dejará y me entregará una tarjeta con tal cantidad, sería mucho más que feliz.

Saco la tarjeta y la vuelvo a guardar en donde la tenía. Continúo caminando, aun llorando un poco. Maldito idiota, ¿por qué que lo hiciste? No tengo palabras. Lorraine me alcanza y camina con la cabeza mirando al piso. Me duele pensar en él. Me duele recordar en los felices momentos que pasamos el domingo. Lo necesito, de alguna forma lo necesito para calmar el dolor.

—Lo siento—se disculpa con voz distorsionada—. Estás pasando por difíciles momentos y yo, soy una egoísta interesada en el dinero.

La miro con bondad.

—No estoy enojada contigo, si quieres puedes...

Su mano se va directo a taparme la boca.

—No aceptes el dinero.

—En realidad yo iba a decirte que si lo querías—retiro su mano.

Cierra los ojos, levanta la barbilla y niega repetidamente con la cabeza. Le ha llegado su momento de orgullo.

— ¿Estás loca? Aunque me dieran esa cantidad de dinero no la aceptaría.

— ¿Por qué?

—Porque viene de un tipo que lastimo a mi amiga-hermana.

Nos abrazamos de forma fraternal, dándome ese apoyo que siempre logra compartirme. Si se trata de sus amigos y familiares, ella lucha sin cansarse hasta que logra que sean felices, eso, es lo que trata de hacer conmigo.

En frente de la otra calle hay una farmacia, milagrosamente abierta.

Necesito urgentemente esa prueba.

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