Capítulo 2: Él viene
Una voz muy bonita. Baja y profunda, con un poco de sensualidad. Muy adecuada para un locutor. La voz también era joven.
Laura dio un paso atrás. Dijo nerviosamente en voz baja -Sí.-
Después de decir eso, levantó la cabeza. Pero vio sus labios fuertemente fruncidos. La impaciencia en los ojos parpadeó. Los labios mostraron un indisimulado sarcasmo. -¿Sabes lo que debes hacer?-
Laura percibió que era un hombre severo. Por un momento se sintió demasiado asustada para decir algo.
-¿Qué? ¿Eres tímida? - La mano de él le acarició suavemente la barbilla. -Levanta la cabeza.-
Laura se vio obligada a levantar la cabeza y mirarle a los ojos. Nerviosamente tragó saliva.
-Hmm. No tienes mal aspecto. ¿Te has duchado? -
El corazón de Laura latía como un tambor. -Sí.-
-¡Vamos! Al dormitorio. La voz del hombre seguía siendo baja y golpeaba los oídos de Laura .
-¡Sí! -Ella era obediente. Sabía que tenía que ganar ese dinero para salvar la vida de su hermano inmediatamente.
-¿Tienes miedo? -volvió a preguntar. El tono no era tan agudo.
-...- Tenía miedo. Pero tenía más miedo de decirlo.
El hombre se dio la vuelta de repente. En el siguiente segundo, los pies de Laura abandonaron el suelo y cayó en un abrazo. El cálido y fuerte aroma de un hombre la envolvió. Volvió a sentirse mareada. Su cara estaba tan roja como un melocotón maduro. -Señor... ¡Puedo caminar sola!-
Pero él no dijo nada. La levantó y fue directamente al dormitorio del segundo piso. -Laura . Desde hoy. El contrato está en vigor. ¿Te arrepientes? ¡Te daré unos minutos para que lo pienses!-
-¡No me arrepiento! -dijo tímidamente pero con firmeza. Por el bien de su hermano. Por el bien de la familia Abasto. Estaba dispuesta a entregarse.
La mirada gélida detrás de la máscara se suavizó de repente. Todavía la miraba en silencio. En voz baja -¿Estás segura de que sabes lo que sigue?-
Laura fue llevada por él a la gran cama del dormitorio. Y se quitó el traje. Se lo colocó a un lado en el sofá sin arrugas.
Laura observó sus movimientos. Comprendió que este hombre tenía un fetiche con la limpieza.
-¡Lo sé! - Sigue siendo tan firme, inflexible. Todo valdría la pena mientras su hermano mejorara.
-¡Bien!-