Capítulo 1: No está enferma
-Quítate la ropa. Acuéstate en la cama. Abra las piernas.- Le indicó la médica.
Sobre las sábanas quirúrgicas azules, la esbelta y bella mujer cerró los ojos con humillación. Largas pestañas como alas finas y ligeras de mariposa.
Los labios rojos se apretaron ligeramente. Sin embargo, se veía triste. La amargura la rodeaba.
Laura Abasto, una joven de 17 años obedeció las órdenes de la médica con humillación. Se desnudó entumecida. Estaba esperando el examen.
Laura percibió la mirada sarcástica de la medica de mediana edad, el cual creía que era una chica vanidosa.
Era la primera vez que Laura se desnudaba delante de la gente.
La luz del sol penetraba con fuerza en la cortina de gasa. Era tan brillante. Pero para ella, lo que vio era oscuridad sin fin. Porque ya aceptó un trabajo despreciado por la sociedad: madre de alquiler.
Sólo tenía 17 años.
La médica examinó su parte íntima. Entonces Laura la oyó decir fríamente, -Ponte la ropa.-
Laura empezó a ponerse la ropa. Dejó escapar un largo suspiro. Esta prueba había terminado por fin. Ella sería capaz de obtener la mitad del dinero después de esta comprobación.
Tenía la cara blanca y el pelo negro colgando a su espalda. Una amplia camiseta cubría sus delgados hombros.
Un hombre con traje esperaba en la puerta. Al ver que la médica sacaba a Laura, miró a Laura y preguntó en voz baja, -Doctora Eva Ureña. ¿Cómo están los resultados del examen?-
-No se preocupe, Alonzo Nores. Es virgen. No tiene ninguna enfermedad ginecológica!- Doctora Eva Ureña fue muy directa al decirlo.
La cara de Laura enrojeció de repente. No se atrevía a mirar al hombre que tenía delante. No sabía más que era el agente del hombre que la compraba para ser una mujer embarazada. En cuanto a la persona detrás de este hombre, no le importaba a ella en absoluto. No había duda de que se trataba de una persona misteriosa, quien pagó medio millón de euros para encontrar una madre gestante subrogada..
-Laura, vamos.- Después de decir unas palabras a Doctora Eva Ureña, Alonzo Nores llevó a Laura a un coche. El coche entró en una villa ubicada en La montaña de Verde.
-Laura. Desde hoy y antes del embarazo, para asegurar la pureza del niño, el empleador te ha ordenado que no salgas de la villa ni un paso más. Después del embarazo, el empleador te dará una buena cantidad de dinero. No te preocupes por el estado de tu hermano. Ese dinero va a transferir a tu cuenta hoy.-
Laura respiró aliviada. -¿Puedo llamar si no salgo?-
-¡Claro! - dijo Alonzo de forma amable. -Laura, no restringimos tu libertad. Pero el empleador ha pagado una cuota tan alta. Por supuesto que tienes que ser responsable de él. ¿No?-
-¡Bueno! - Las inquietas manitas de Laura se apretaron.
-Laura, hay ropa en la habitación de arriba. En el futuro vendré a diario a repartir comida. Los trámites están hechos por el abogado. Necesitamos que firmes.-
Laura se quedó helada, pero por el bien de su hermano, firmó.
Mientras firmaba, el corazón de Laura se agitaba. No sabía dónde estaba el futuro. Estaba arruinando su vida de esta manera. Pero no había salida. Su hermano estaba esperando el dinero de la operación. Firmó con lágrimas en los ojos. Se lo entregó a Alonzo. - Señor Alonzo. ¿Así...que el empleador va a venir esta noche?-
-Sí.-
-Laura, me voy. Este es el contrato. ¡Guárdalo bien! - Alonzo Nores se dio la vuelta y salió de la villa.
En la gran villa, sólo Laura se quedó sola esperando con ansiedad que llegara la noche. Estaba a punto de venderse. No. Ya se ha vendido.
De repente se sintió un poco nerviosa. ¿Qué clase de persona sería el empleador?
Abrió la puerta del dormitorio del segundo piso. Inmediatamente se quedó aturdida por la disposición del interior. El diseño de la habitación era simple, se veía un poco serio. Incluso las sábanas de la cama eran blancas. El blanco limpio hacía que el corazón latiera más rápido. Laura pensó si esa persona tenía un fetiche por la limpieza.
La combinación blanca de los muebles femeninos parecía estar preparada para ella. Una gran cama de matrimonio y una mesita de noche. En el interior del armario estaba toda la ropa nueva. A simple vista eran marcas de diseño.
Pero no tenía ningún interés en eso. Sólo quería terminar rápidamente este contrato y volver pronto a la escuela para continuar sus estudios. Se duchó y se cambió de ropa. Esperó que llegara el hombre.
A las diez de la noche, un Bentley negro apareció en el patio de la villa.
El corazón de Laura dio un salto nervioso de inmediato.
"¡Viene, el hombre viene!" pensó.
Respiró profundamente. Se paró en la puerta del vestíbulo de la planta baja. El sonido de los zapatos de cuero en el suelo de mármol sonaba desde lejos, pero se detuvo en la puerta. Y luego se acercó a ella, paso a paso. El corazón de Laura casi se le salía de la garganta.
De repente, la puerta se abrió. Apareció una figura alta con zapatos de cuero brillante y pantalones rectos. Más allá, la figura era esbelta. Bien proporcionada. Su cara llevaba una máscara de zorro, que se usaban en las fiestas de disfraces.
El corazón de Laura latía con fuerza. Una ráfaga de vértigo le hizo casi perder el equilibrio.
Los agudos ojos del hombre miraron el inquieto rostro de Laura y luego le preguntó
-¿Te llamas Laura ?-