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Capítulo 2

— Por favor querida, ¿hay alguna manera de que puedas hablar con mi hijo? ¿Para tener algo de sentido común en su cabeza? - suplica Úrsula.

— No hay vuelta atrás para su hijo, señora Beauchamp.

— Ya hablamos de esto, llámame Úrsula.

— Es la fuerza de la costumbre. - Lo justifico.

— ¿Cómo puedes tener una educación envidiable a diferencia de mi hijo? - pregunta la señora Beauchamp mientras toma mi mano.

—¿Otra vez llegó tarde a casa?

- Peor. - Dice Ron mientras pasa a nuestro lado. — Ni siquiera apareció.

— Es el joven Ron, deja al chico. - Dice mi madre defendiendo a Su Majestad.

— Dices eso porque Sisley nunca dio ningún problema. - dice Úrsula sencilla.

— ¿Almorzamos? ¿Antes de que la comida se enfríe? - Pregunta mi madre mientras camina hacia la mesa.

— ¿Has pensado a qué universidad quieres ir? - pregunta Ron mientras se sirve.

— Quiero estudiar Artes.

- ¡Excelente! Posiblemente tengamos un artista a nuestro alrededor.- dice Úrsula alegremente.

— Quería que ella eligiera algo que le garantizara el futuro pero... - Dice mi madre mientras se sienta.

— Sisley es una chica inteligente, sabe lo que es mejor para su futuro.- Dice Úrsula con una sonrisa en los labios.

Muevo mis labios en silencio, diciendo "gracias" a la misma persona que me guiña un ojo.

Úrsula es la única persona que puede revertir los pensamientos de mi madre. Si ella no puede hacerlo, nadie más podrá hacerlo.

— Sólo quiero que ella tenga un futuro garantizado. La escuela de arte puede abrirle puertas, pero la facultad de derecho puede abrirle miles.

Sacudo la cabeza mientras mi madre arregla las cosas sobre la mesa.

— Pero no sabes si ella quiere cruzar esas puertas. - dice Úrsula sencilla.

Levanto mi pulgar derecho hacia él, haciendo un gesto de "derecha" con mi dedo.

— Mira mamá, la señora Beauchamp sabe de lo que habla.

— ¿Cuándo dejarás de llamarme señora Beauchamp? Cualquiera, somos vecinas y amigas, llámame Úrsula. - Dice acariciando mi mejilla.

— Lo siento... Úrsula, es una costumbre.

— No pasa nada cariño, con el tiempo te acostumbras. Ella me llama señora Beauchamp desde que vino a vivir aquí, admiro su educación, pero la señora Beauchamp me hace viejo.

- Todo está bien. - digo sonriendo. — No volverá a suceder... Úrsula.

— Eso es todo, querida.

— ¡Ay madre! - Grita Jaden desde la ventana de su habitación, haciendo que los cuatro lo miremos. — Tu hijo acaba de llegar y huele a alcohol y a agua de piscina.

- No lo creo. - Dice Úrsula llevándose las manos a las sienes. — ¿Qué hago con este chico?

— Voy para allá. - dice Ron pero Ursula lo detiene.

— Ponle la mano en la cabeza, soy yo quien hablará con él. Aunque tenga que tirarle un balde de agua fría para que podamos hablar. Volveré en un momento. - Nos dice Úrsula y sale furiosa del césped.

— Adolescentes. - Dice Ron torpemente, tratando de ocultar su vergüenza.

— Es sólo una fase Ron, terminará pronto. - Mi madre intenta tranquilizarlo.

- Eso espero.

Miro la ventana del delincuente que da a la mía, viendo una silueta masculina caminando de un lado a otro discutiendo con alguien.

Sin duda es Josh con resaca, con dolor de cabeza escuchando hablar a su madre hasta que le duele la garganta.

— Ya no sé qué hacer con este chico. - suelta Ron, mirando fijamente la ventana del dormitorio.

— Tranquilo Ron, esta es la etapa adolescente, te garantizo que para la universidad madurará. - Dice mi madre intentando calmar a nuestra vecina.

— Mi hijo ya no está en forma, Priscila.

— Quizás cuando empiece a ver que nada es fácil pueda madurar. - digo sin darme cuenta.

Aprieto mis labios cuando me doy cuenta de lo que dije.

-¡Cualquier! - exclama mi madre regañándome.

— Tiene razón Priscila, mimamos mucho a Joshua porque era nuestro segundo hijo y casi no sobrevive al nacimiento. Llegó después de una etapa triste de nuestras vidas, en la que todo iba mal. Lo cuidamos con tanto amor y aprecio que terminamos dejando que se acostumbre. - Justifica Ron negando con la cabeza - Es culpa nuestra.

Bajo la mirada, viendo como Ron intenta ser un buen padre para Joshua, pero él no lo aprecia en absoluto.

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