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Chapter 3 Momento decisivo

Arya dudó un momento antes de subirse al auto de Ayden. Una parte de ella quería darse la vuelta y alejarse, no queriendo lidiar con su comportamiento arrogante y grosero. Pero la desesperación por asegurar el dinero para la cirugía de su madre superó su orgullo.

"Solo estoy haciendo esto por mi madre", se recordó a sí misma, respirando profundamente mientras se deslizaba en el lujoso auto.

Ayden la miró con una mezcla de molestia y curiosidad. No estaba acostumbrado a que la gente se enfrentara a él, especialmente las mujeres. Se preguntó qué la impulsaba a ser tan persistente.

Ninguno dice nada hasta que llegan al estacionamiento de un alto edificio, por la misma calle.

—Esta es mi casa —informa al bajar—. Bueno, uno de estos pisos es mío.

Ayden camina alejado de ella sin invadir su espacio personal y ella por temor de él tampoco se acerca.

Entran al elevador privado y llegan hasta el pent house de Ayden.

"Pensé que te habías ido", dijo con frialdad cuando el elevador comenzó a moverse.

"Lo hice, pero... necesito el dinero", respondió Arya, tratando de controlar sus emociones. "Por favor, seré seria. Empecemos de nuevo".

Ayden la miró, todavía escéptico. "Bien, pero date prisa. No tengo todo el día".

Arya se tomó un momento para recuperar la compostura antes de volver a hablar. "Mira, sé que podría haber parecido poco profesional con mis bromas y me disculpo por eso. Esta situación es realmente importante para mí. Mi madre necesita cirugía y no tengo otra forma de cubrir los gastos".

"¿Qué pasó con tus ahorros?" Ayden preguntó, su voz se suavizó ligeramente.

"Mi hermano robó todo el dinero que había ahorrado", admitió, sintiendo una punzada de ira y tristeza al recordar la traición de su hermano.

"Interesante dinámica familiar la que tienes", comentó Ayden, sin ocultar el juicio en su tono.

"No lo entiendes", replicó Arya, sintiéndose a la defensiva. "He estado tratando de cuidar a mi madre durante años. Mi padre se fue, mi hermano es una causa perdida y yo soy todo lo que le queda".

Ayden la observó de cerca, sintiendo el dolor genuino en sus palabras. A pesar de su comportamiento frío, no pudo evitar empatizar con su situación. Sabía lo que era tener problemas familiares, incluso si eran diferentes a los de ella.

"¿Por qué no les pides ayuda a tus amigos? ¿O pides un préstamo?" sugirió, tratando de encontrar una solución que no lo involucrara.

"No tengo amigos que me puedan prestar esa cantidad de dinero, y no quiero cargarlos con mis problemas", respondió ella. "En cuanto a un préstamo, con mi situación financiera y sin un trabajo estable todavía, ningún banco me daría uno".

Ayden suspiró, sin esperar sentirse tan en conflicto por la situación. No era conocido por ser compasivo o cariñoso, pero la vulnerabilidad de Arya despertó algo en él.

"¿Por qué debería confiar en ti?" Ayden preguntó abruptamente, tratando de recuperar la compostura.

"No sé qué más decir para que confíes en mí", respondió Arya, sintiéndose derrotada. "Puedo firmar cualquier contrato que desee, darle mi identificación, lo que sea necesario para asegurarle que hablo en serio sobre esto".

Ayden reflexionó sobre sus palabras, contemplando sus opciones. Tenía que tomar una decisión: dejarla ir y nunca volver a verla, o dar un salto de fe y aceptar el arreglo.

—Pase, siéntese y le traeré agua —dice sin mirarla—. Ya ha bebido suficiente.

El hecho de que le echara en cara esos dos tragos no le pasa desapercibido. Hace nota mental de que a él no le gusta que beba.

—Pensé que quería que me largara —murmura en un hilo de voz Arya cuando él pone el vaso de agua frente a ella y se sienta en el sillón más alejado.

—Eso quería, pero Daniel me ha dicho que estos trámites pueden tardar meses —aclara como si eso le molestara—. Seré sincero con usted, necesito un hijo, pero sin que mi padre se entere de que es por vientre de alquiler, él tiene que saber que es mío, no importa el cómo y, por si fuera poco, necesita creer que usted y yo tenemos una relación —dice en voz alta haciendo que Arya sienta mariposas en el estómago—. Falsa por supuesto. No tiene que acercarse a mí, ni abrazarme, ni besarme, ni nada de eso. No tolero el contacto. ¿Entiende?

Arya procesa toda esa información y la resume en su cabeza.

—Entiendo, darle un hijo, ser su novia de mentiras y jamás tocarlo —resuelve para ambos haciendo que él asienta orgulloso de que ha entendido—. Solo tengo dos preguntas, si usted es el donante de esperma, ¿quién pondrá el óvulo? Y la segunda ¿Cuánto está dispuesto a ofrecer?

—Pensé que Daniel le había explicado que usted sería también la donante de óvulo… como dije, no tolero el contacto físico con nadie, eso no me hace un buen candidato con las mujeres, así que el trato será que además del embarazo subrogado, también sea donante ¿La cifra? Pagaré lo que quiera.

La joven se siente aturdida por aquello. Una cosa es no sentir ningún lazo, pero el donar óvulos para el proceso significa involucrarse.

—Necesito pensármelo —aclara ella—. No pensé que tuviera que ser madre tan joven, aunque eso signifique cederle totalmente a “nuestro hijo”. En cuanto al monto, agradezco que diga que lo que quiera, pero esto es un negocio. Me gustaría pensármelo y también saber un poco más sobre las condiciones.

La forma en que ella lo dice, le deja más que claro a él que esto es difícil para ella.

—No agradezcas, esto es un negocio, tú quieres algo de mí, yo quiero algo de ti —responde fríamente Ayden haciendo que Arya de nuevo levante sus muros.

—Tiene razón, esto es un negocio, y como tal debemos negociar —dice tomando esa actitud seria que intenta tener—. ¿Cómo funcionaría esto? Vivo en Boston.

—Ocupo se mude acá, tendrá su habitación aquí, puede traer a su madre si quiere, solo vengo acá a dormir —advierte él quitándole importancia.

—¡Imposible!, mi madre no puede saber lo que haré, ella es religiosa, no me lo perdonaría —aclara—. Además, estoy en el último año de universidad, se suponía me mudaría a Alemania en un viaje de intercambio.

Ayden se para un poco frustrado con la situación, pero piensa en un plan.

—Vale, se viene acá y le ayudo a que se acomode en uno de los mejores hospitales de la ciudad —asegura pensando en su hermano menor—. Yo me haré cargo de todos los gastos, le daré una pensión mensual… lo de su madre y bueno, el dinero para mí no es problema. Solo quiero saber si va a cumplir mis cuatro condiciones.

—Pensé que eran tres —deduce ella repasando mentalmente la conversación.

—Me dará un hijo, donará sus óvulos o bueno, yo los compraré, solo ponga precio —resuelve haciendo que ella se sienta nada ante él—. Fingirá ser mi pareja viviendo acá, no me tocará y desaparecerá de nuestras vidas, una vez mi hijo nazca ¿entendido?

Arya piensa en aquellas palabras como si fueran dagas atravesando su corazón

—¿Puedo pensármelo?

—No mucho, no tengo tiempo que perder —recuerda a ambos y se pone de pie abriendo la puerta para que ella se marche. "Sólo dígame algo, en caso de que acepte ¿Qué garantía tengo de que no te echarás atrás en el último minuto?" cuestionó.

"Firmaré un contrato legalmente vinculante que garantice que lo cumpliré", ofreció Arya. "Y si, por alguna razón, no puedo cumplir con mi parte, te devolveré el dinero que hayas invertido en este proceso".

Ayden consideró su propuesta cuidadosamente. Sabía que la subrogación era un proceso complicado y, si iba a llevarlo a cabo, quería minimizar los riesgos.

La joven toma su bolso y camina hasta la puerta, es más que claro que ya no es invitada en el sitio.

—Gracias, se lo haré saber, tengo mucho que pensar —dice subiendo al elevador privado.

—No piense mucho, señorita Harley, solo son negocios. —Él le extiende una tarjeta con su número privado—. Me hace saber su respuesta, estaré esperando.

Dicho esto, el elevador se cierra y lo último que ve es la mirada fría de Ayden Emory.

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El camino de regreso había sido triste, ella tendría no solo que ser madre sustituta, sino también donante. De alguna manera eso la hacía sentir mal.

«Si tan solo hubiera una manera para no tener que hacerlo» piensa entrando al hospital para cuidar el resto de la tarde a su madre.

El sonido de las máquinas despierta a Arya al día siguiente, su madre tiene de nuevo una crisis. Así que es llevada de urgencia a cirugía.

—Señorita Harley, si no tiene para pagar el total, puede hablar con nuestro departamento financiero para hacer un contrato de pagos fijos —explica la asistente diurna—. Por el momento, debe estar segura de que su mamá salió fuera de peligro y tiene que permanecer al menos una semana en el hospital.

La mujer de melena oscura y gafas anchas le explica con detalle y claridad todo lo sucedido con su madre. Una cirugía a corazón abierto, un bypass coronario y varias transfusiones sanguíneas son algunas de las cosas que le hicieron.

Arya siente cómo las palpitaciones le nublan la vista, siente que se desvanece, no ha comido bien en días y no ha probado alimento desde un día antes y fue una sopa instantánea, cero nutritiva.

—Espere —pide a la asistente y sale de la clínica para hacer esa llamada que dudaba tanto en hacer.

—Mi madre está muy grave en el hospital, si hago esto prométame que se hará cargo de todos los gastos de ella y que yo tendré todo lo justo y necesario durante el embarazo y hasta que tenga a su hijo. No pido más —suelta en cuanto Ayden descuelga la llamada de su móvil.

Ayden, que nota la genuina preocupación en la joven, siente un poco de pena.

—Hecho, yo me hago cargo de todos esos gastos —afirma con seguridad haciendo que ella relaje el cuerpo.

Arya siente como si la comprara, pero el costo lo vale. Su madre estará bien.

—Entendido, a cambio, usted se encarga de mi madre y sus gastos médicos y de mí durante el embarazo —resume ella para que él no diga que no dijo nada.

—Y de su universidad y residencia…

—Vale, de eso —dice quitándole importancia.

Lo único que a ella le importa es que su madre este sana y bien. Es lo único que para ella realmente vale la pena, no importa el costo.

—Entonces, trato hecho —declara Ayden a través del móvil.

—Trato hecho —responde ella con alivio en su corazón.

«Pasé de ser estudiante a madre de un hijo para el CEO» piensa antes de desvanecerse.

Por su parte, Ayden, ante la presión de su padre, desea poner en marcha lo antes posible su plan. Necesita mantener esa fachada de una relación con la joven Arya y llegar a tener un hijo.

No era algo que él hubiese querido, pero era algo que necesitaba si quería conseguir quedarse con la empresa familiar.

Recordaba su infancia, no quería que nadie pasara lo que él pasó. Tenía miedo de traer un hijo al mundo, no importa la forma en la que esto fuera.

Sus meditaciones se vieron interrumpidas por una llamada de su hermano.

—Hola —saluda su hermano mordazmente.

—¿Qué quieres? —responde Ayden cortante a sabiendas de que su hermano es un maldito.

—Hola a ti también, hermanito. Me alegra tanto que me llamaras, te extraño —dice con falsa voz y tono sarcástico.

Ayden siente que le hierve la sangre solo de oírlo. Nunca se han llevado bien, todo gracias a su madre.

—No dejas de ser un estúpido —dice con saña—. ¿Qué quieres? ¿Otra vez te “robaron”?

Ayden le recuerda aquella vez en la que supuestamente su cuenta había sido vaciada, pero en realidad se había gastado todo su dinero en saber dios qué. Su padre tuvo que pedirle que sacara dinero del fideicomiso familiar para restituirle algo de lo supuestamente robado.

—Solo hablo para decirte que mi padre también me ha hecho la misma propuesta que a ti —advierte con recelo para intentar provocar a su hermano—. Y quiero decirte que vas a perder, yo me quedaré con la compañía mientras tú ves cómo todo se desmorona ante tus ojos.

—¡Eres un maldito, Mark! —grita al móvil—. Sobre mi cadáver dejaré que arruines lo que mi familia ha construido.

—¡Nuestra… nuestra familia! —recrimina.

Ayden cuelga la llamada antes de decir algo de lo que se puede arrepentir. Hay secretos que debe guardarse por el bien de su padre, de él y de su despreciable hermano. De lo único que se debe encargar, es que nunca nadie los descubra y que Arya jamás pregunte.

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