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capítulo 3

No hago más que colgar el móvil, verificar la dirección que me da, y ya esta sonando otra vez.

En esta ocasión mi hermana, Saymi.

—Espero que estés en casa —dice nada más contesto —estoy entrando a la propiedad y voy directo a saber por qué he tenido que mentirle a papá.

Suspiro hondo y cuelgo detrás de ella.

Mi hermana es así, abogada de profesión y un maldito fiscal en la vida real. Se dedica a dar órdenes y exigir cosas. La amo.

Voy al vestidor y me pongo tanga y sostén cuando ya siento como alguien cierra la puerta de mi habitación. Asumo que es ella.

Pero no.

No lo es.

—Tenemos que hablar —me dice David como si me importara una mierda lo que él quiera.

—Estoy muy cansada de follar, no me apetece hablar ahora.

Sigo hasta mis jeans y me pongo unos blancos, bajo su hambrienta mirada. Se recuesta en la entrada del vestidor con las manos en los bolsillos.

—No me digas eso cariño, yo no quería...

—Pues ahora tendrás que querer —explico mientras me subo la cremallera — El tío quiere follarme de nuevo. Así que te toca mirar, lo que otro va a disfrutar.

Reconozco que a veces soy muy intempestiva y decirle esto es un error, pero me da igual. Me ha jodido y ahora le toca a él.

Lo escucho proferir rugidos a toda voz y sigo a lo mío, no pienso consolar a un asqueroso que va de prometido enamorado y resulta que me empuja encima de la polla de otro. Ahora que se joda.

—¡No vas a ir! —grita mientras se tira un poco del pelo.

—Ya estoy yendo,  David. ¿No era eso lo que querías? —le pincho mientras me abrocho las botas negras anudadas por detrás hasta por encima de la rodilla.

—A ver Erika, estás sacando las cosas de quicio —explica intentando parecer calmado...como si me importara.

—Te equivocas David, estoy poniendo al descubierto todas las manipulaciones que me enviaron a ese cuarto de hotel en la cama de semejante tipo.

—¡Es un jodido Dios para tu padre. No pude hacer nada! —sigue gritando y ya estoy a punto de asestarle un puñetazo en la boca —lo necesitamos para que abra el maldito estrecho y el jodido convicto deje de putear el tráfico. Estamos perdiendo dinero. Entiéndelo.

—Si yo lo entiendo —contesto con sorna en el mismo segundo en que  me coloco el suéter negro de cuello alto —mientras yo follo, ustedes trafican con mi amante. ¡Oye,igual es un negocio redondo !Dos ventas en una.

—Ya basta Erika, hostias. Casi lo mato cuando dijo lo que dijo allá abajo, pero ya viste que no es nada fácil el tema.

—No me interesa nada de lo que estás diciendo. Mientras a mí me prostituyen, ustedes ganan dinero. Ahora son proxenetas también. Vuestros currículos van en aumento. ¡Enhorabuena!... —hago una pausa antes de escupir —ah, que sepas, que me ha exigido fidelidad —su cara se distorsiona y lo disfruto —no quiere que nadie más que él me toque mientras dure el negocio. Así que ya sabes, sal de mi habitación o mi amante se puede enfadar y papá perderá dinero.

—Voy a matarlo cariño, te lo prometo. Solo dame tiempo, no es tan fácil.

Lo observo marcar algo en su móvil y me atuso el pelo frente al espejo como si nada de lo que decíamos allí, me importara.  Soy buena actriz cuando quiero.

—¡Vete de aquí!...

Igual de frío que sus mal gestionadas promesas, es mi tono al referirme a él,  a mi padre y al echarlo de mi habitación.

Ya no hay manera de volver a perdonar aquello y a pesar de todo lo que está por delante, yo ya no quiero tener nada más con él.

Nunca lo he amado, y sé que él solo quiere de mí, el poder que mi apellido y estatus le ofrecen, además de meterse entre mis muslos; pero antes yo tenía más que aceptada la situación, sin embargo ahora, tengo más claro que nunca que lo dejaré.

Usaré al francés para mantener a mi prometido lejos de mí y viendo lo que me ha confesado, le pondré en contra de aquel al que me tengo que tirar, y yo misma lo mataré en su momento provocando una guerra interna entre todos para lograr salvar mi negocio y demostrarle a mi padre que no necesita casarme con ningún imbécil para que pueda ser la reina de la mafia.

Y para eso, necesito negociar con el convicto, empezando por sacarlo de la cárcel. Con la ayuda de mi hermana.

(...)

—Yo no ejerzo mi carrera y lo sabes —decreta Sami apoyada en mi cómoda mientras me maquillo —y de hacerlo... seguro que para defender a un narcotraficante que son los seres a los que más desprecio, no va a ser.

Mi hermana nunca ha aprobado a lo que nos dedicamos.

Yo no tuve opción y con el tiempo me acostumbré a este mundo y al poder que supone la mafia, pero ella no lo acepta y odia a papá con toda su alma. Ni siquiera le habla cuando viene a casa. Le culpa de la muerte de mamá y de tener a sus hijas, metidas a este mundo... de cierta manera tiene razón.

—Y, ¿Si te digo que sería para sacar a la familia de todo esto?

Me dolía mentirle porque yo no pensaba salirme del mundo de la mafia, solo que sí del tráfico y alguna cosa más. Pero mi hermana era muy buena en su trabajo y podría confiarle mi vida, ella sería la persona en la que lo dejaría todo.

—No te creo. Te gusta demasiado el poder y va a arrastrarte al pozo de las miserias como no asumas que este mundo no es para tí, además de ser muy, muy, muuuuy asqueroso todo.

—¿Cómo puedo convencerte? —gimo frustrada y me perfumo un poco —necesito ayuda y sabes que no confío en nadie.

—Es que no puedes Erika, sabes que no procede conmigo nada que puedas triquiñuelar, soy perro viejo —suspiro y ella tira de una silla para acercarse a mi y tomarme de las manos —simplemente no hagas lo que te piden, déjame que te saque del país, finge un secuestro y cuando todo se haya desmoronado, te libero y ya está.

Lo pone demasiado fácil y es más complicado que eso.

Hundo mi rostro entre mis manos unidas a las suyas  y aspiro todos el au te e que pueda hasta que lo dejo salir de golpe y concreto...

—No es así de simple y sabes que me buscaría más de una persona. No puedo poner en riesgo tu vida y no te atrevas a tomar decisiones a solas. Te conozco.

Me suelta las manos y sé que esta enfadada. Se levanta y camina por la habitación mientra yo meto cosas a mi bolso antes de salir. Tengo una reunión importante con los capos del norte y me deben dinero. Luego me esperan para negociar entre sábanas de placer. Un placer que desconozco.

—En el fondo pones excusas para no dejarlo —me acusa —no sé como puede gustarte esta basura.

—No me gusta —expongo serena y a punto de irme —simplemente es todo lo que sé hacer y algo de lo que no puedo escapar...¿Para que querías verme, en realidad?

—¡Nada! —protesta haciendo amago de restarle importancia a todo, después de lo que ha pasado —ya no tiene sentido. ¿Cenamos el viernes con Claud?

Sonrío y asiento. Adoro a su marido y a mi sobrina de cinco meses. Ellos son la parte inocente de la familia Montalvan, justamente porque los mantienen como si no fueran parte de ella. Y yo, apoyo esa moción. No quiero a mi cuñado ni a mi sobrina bebiendo en la mesa del delito.

...Bajamos juntas y veo como su pelo oscuro juega entre las tiras de su vestido elegante de mamá feliz, y pienso que ella es la que más se parece a mi madre y la única que lleva mis ojos verdes. Sarah es de ojos negros como papá y la menor de las tres.

Samy tiene veintiocho años, yo veintiséis y mi pequeña hermana solo veintiuno. Ella es rubia como papá y con sus ojos sin embargo nosotras morenas, altas y de curvas molestas y grandes pechos como mamá y unas luces verdes en los ojos que sellan nuestra genética.

—Te veo el viernes —me da dos besos en el final de la escalera —no lleves a ese tipo.

—Siempre me dices lo mismo y siempre he ido sin él. ¿No te cansas?

Ella niega y yo sonrío.

—En mi casa no entra escoria más que mis hermanas.

—Vete a la mierda —le doy una nalgada y un beso en la frente. La adoro.

—En ella estoy ahora mismo...mejor me voy.

—¡Que si!...que plasta eres.

Veo como su rostro hace una mueca de asco y se da la vuelta para irse a ver a Sarah, y cuando me doy la vuelta, entiendo todo.

—¡¿Dónde te crees que vas?!

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