Sinopsis
Reseña "El amor de una bruja" Alyssandre es la hija de Alyssa dei sanguinum, una regente del infierno, nieta del mismísimo lucifer. Debido a que la mitad de su genética por su lado paterno que es humano, terminó siendo una bruja nivel diez, mitad mortal mitad demonios, Posee tres títulos demoníacos, ( princesa del Inframundo, Reina de las llamas del averno, condesa del tártaros) un trono en el infierno y varios demonios menores a su merced. Luego de su particular existencia de 500 años como cabeza del aquelarre que adora a su madre, queda embarazada de un mortal. Considerando que los humanos no conocen el poder de las criaturas sobrenaturales más allá de los cuentos de hadas, su ahora prometido y padre de la criatura mitad demonio, no tiene motivos para dudar de ella. Alyssandre lleva nueve años escondiendo su linaje, pero una extraña ola de asesinatos a los regentes de su mundo amenaza con destruir a su preciosa familia, la dulce mentira de su existencia ya no es una opción. ¿Podrá Noah su amado prometido perdonar a la bruja mientras se esmeran por mantener a salvó a su pequeña princesa que a sus nueve años ha desarrollado los poderes heredados más rápido que la reconciliación de los protagonistas?
1-Linaje
Nunca había dudado de haber tomado la decisión correcta cuando decidí ocultar mi verdadera naturaleza a Noah, era lo necesario, aún no teníamos una relación seria y sincerarse de aquella forma era muy… comprometedor.
El ruido de las sábanas moviéndose a mi espalda me sacó de mi reflexión, mire el reflejo de Noah en la cama se había dado vuelta y puesto el brazo sobre Caroline mi pequeña princesa, seguían durmiendo, exhale el aire de mis pulmones, mi cuerpo aún temblaba levemente debido al pequeño incidente que me había sacado de la cama, la transpiración pegada a mi rostro y mi pelo enmarañado no eran mucho mejor, abrí el agua y bebí un poco, mi garganta raspaba en su sequedad, me quite la camiseta de algodón manchada de sangre así como los pantalones cortos y los tiré dentro de una bolsa plástica que había llevado al baño, me metí a la ducha y abrí la regadera, me permití esos minutos de paz, Noah y Caroline no iban a despertar próximamente, los había sumido en un pequeño hechizo para dormir, no habría Sido bueno que despertarán mientras desgarraba un par de gargantas en la sala, al abrir los ojos pude ver cómo la sangre se iba por el drenaje de la ducha, tome el jabón y me asegure de limpiar bien mi cuerpo y cabello, finalmente cuando estuve satisfecha con el resultado salí de la regadera y me sequé con una toalla, tome otro pantaloncillo corto y camiseta y me la puse encima.
-¿mamá?- preguntó una dulce voz sobre la cama, me aterraba el solo pensar que una noche de esas Caroline podía despertar en medio del caos, voltee con una dulce sonrisa para ella.
-Cariño vuelve a dormir - dije sentandome a su lado, bese su frente suavemente- silenciosso in domine… -susurre contra su frente para luego sostener su cuerpecito flácido y acomodarlo nuevamente sobre el colchón, debería haberlo esperado, Caroline ya tiene 8 años, sus poderes comenzarán a manifestarse y lucharán contra mis propios hechizos de control.
Un suspiro resignado que no sabía que guardaba salió de mis labios
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La voz del cazador Rick sonó en mi cabeza, maldito el día que le di acceso a contactarme de esta manera, pero era más seguro que una línea móvil humana. Salí de la habitación descalza y cerré detrás de mí
-Seguratte…- susurré, un pequeño brillo se extendió por el marco de la puerta unos segundos, no dejaría que los sabuesos del concejo se metieran en mi alcoba. Me apresure por el pasillo de la segunda planta hasta las escaleras de madera y mármol para bajar, ya podía ver desde ese ángulo el desastre en mi sala, tres cadáveres de malditos vampiros extendidos por el lugar, uno de los ventanales completamente quebrado, la enorme LED yacía destrozada sobre el cuerpo de uno de los chupasangres, mi hermosa mesa de comedor de vidrio y madera nativa completamente hecha añicos, varios cuadros quebrados la alfombra persa color beige se teñia de una enorme mancha Carmín, no pude evitar la mueca de disgusto al contemplar el panorama.
-¿Por qué fallaron los escudos? - pregunté al llegar junto al cazador cruzando los brazos bajo mis pechos, estaba furiosa y cansada.
-Tambien me da gusto verte Alyssandre - dijo Rick en un tono cansado, los círculos negros bajo sus ojos y su cabello naturalmente despeinado me dejaba en claro que había dormido tan poco como yo.
-Tres malditos chupasangres se metieron a mi casa en medio de la noche mientras mi prometido e hija dormían, agradece a Belcebú que tengo detectores en toda la parcela y varios escudos a lo largo de la casa, por qué si algo les hubiera pasado …- me interrumpí a mi misma al sentir la ira calar por mi piel, las chispas eléctricas de la magia picaban la yema de mis dedos, cerré los ojos buscando tomar calma, la mueca de Rick me hizo entender que mis ojos se habían puesto rojos.
-lo siento, debió ser malditamente aterrador Aly - dijo utilizando el apodo que me había dado desde niños, nos conocíamos desde la infancia, Rick era hijo de un descendiente de demonio menor, su padre un brujo estratega lo había criado con suma inteligencia, su madre una dulce mortal, Rick solo había heredado una pequeña parte de su linaje de brujo, rapidez y fuerza sobre humana, pero no podía conjurar, se volvió soldado de "la Legión de las razas", la institución militar, policial que se encarga que las leyes del concejo se cumplan, además de la seguridad de la residencia de ciertos brujos y seres sobrenaturales, finalmente a lo largo de los años de entrenamiento y aprendizaje se volvió cazador siendo el mejor de su clase, pero a pesar de no poder conjurar como la mayoría de sus colegas, Rick era más letal, más rápido, más fuerte, rayaba lo ridículo. Tenía a cargo su propio piquete de soldados, un grupo de magos soldados escogidos por él que seguían sus órdenes - Un momento… ¿no te han dicho nada aún? - pregunto y un horrible presentimiento se alojó en la boca de mi estómago, mis palabras quedaron apagadas al ser interrumpidas por una ráfaga de viento que se apoderó de la sala, el olor a azufre y lavanda imperceptible para los mortales hizo que se arrugue mi nariz.
-Alyssa…- saludé en un tono resignado y lleno de frustración.
-Por Lucyfer brujita ¿es mucho pedirte que me llames "mamá"? - preguntó mi agotadora madre, Alyssa dei sanguinum fue creada por el mismísimo Lucifer, Belcebú, Satán, etc, algunos dicen que hubo alguna angel caída como madre, solo él lo sabe, la verdad es que fue creada como una de las regentes del infierno, pero más que nada es la hija mimada de mi abuelo.
-Hola cariño - Saludo mi querido padre Calef, un humano descendiente de un arcángel, ¿Cuál?, Nadie lo sabe, solo mi abuela, paterna, una dulce mujer completamente normal, mi padre no ostenta ningún poder además claro de una paciencia infinita y una voluntad de oro, ¿De qué otra forma podría seguir mirando a una princesa del infierno con tal devoción?, Finalmente, de su extraña mezcla nací yo, mitad humana descendiente de arcangel y mitad demonio, una bruja nivel diez, descendiente legítima de la herencia de mi madre en el poder del infierno, tengo un maldito trono asegurado, tres títulos demoníacos una serie de demonios medios y otros menores a mi capricho y disposición, y un talento innato para conjurar, mi elemento de afinidad es el fuego y soy semi inmortal, eso quiere decir que puedo morir en batalla pero de otra forma no puedo envejecer, mis quinientos años lo aseguran.
-Hola papá - saludé con una sonrisa ignorando el mohín infantil de mi madre al ver que él sí era llamado por su título conmigo, bueno había Sido difícil llamarla madre, mamá, mami desde que a los cinco años comenzó a entrenarme en las llamas del infierno, ninguna madre podría hacerle eso a su hijo… o al menos yo me jure que Caroline nunca, jamás, experimentaría lo que su linaje conlleva, al menos no de la misma forma que yo, volví mi cabeza al cazador- ¿que decías? - Rick miró a mis padres y mi madre tomó las palabras, por supuesto.
-brujita, Belialis ha muerto…- dijo mi madre con un tono bastante serio a pesar del apodo cariñoso, Belialis era uno de los miembros del "concejo del Caina", el concejo estaba concordado por los descendientes, algunos demonios razonables y los representantes de otros seres sobrenaturales, como Vampiros y Licántropos, ninfas, un par de arcángeles que velan por los intereses de los mortales, entre otros, Belialis era el primogénito de Belial, el demonio de la corrupción. - Hoy las barreras han caído a nivel completo y varios consejeros como descendientes importantes fueron atacados, Belial fue encontrado muerto, estaba completamente drogado, no fue capaz de notar el puñal bendecido hasta que ya lo tenía en el pecho.- explicó mi madre, no pude evitar abrir los ojos con cierta sorpresa, no ante el hecho de que estuviera drogado, no, eso no era raro, sino por el hecho de que fue asesinado por un puñal bendecido, una estaca de plata bendecida durante cien años en oración ininterrumpida por sacerdotes humanos.
-¿Humanos? - pregunté con suma extrañeza, los humanos eran inofensivos y la gran mayoría no sabía del mundo sobrenatural, salvó algunos oráculos bendecidos al nacer y algunas supremacías religiosas, aún así, siempre se habían mantenido en paz desde la cacería de brujas organizada por la iglesia comenzada en 1450.
-Podríamos pensar que si - continuo Rick- pero las cámaras de seguridad captaron al igual que en tu casa una serie de vampiros quiénes entraron y mataron al consejero - explicó.- como sea, vine aquí no solo por esto Aly …- dijo señalando el desastre que era limpiado por su piquete de soldados y en base a hechizos vuelto a la normalidad la destrucción que había hace unos minutos - El concejo ha establecido que todos los descendientes deben regresar a tierra Santa o su tierra natal, en tu caso el infierno, además, puedes llevar a Noah y Caroline, se te entregará un permiso especial ya que él aún no es tu esposo. - dijo Rick y no pude evitar que una risa sin nada de gracia escapara de mi boca ante la ironía de la situación.
-¿Estas de coña no? - pregunté pero al ver que mantenía su expresión sería solté una maldición - Rick, ¿como esperas que me lleve a Caroline y a Noah a tierra Santa?, - mis padres y Rick sabían que mi prometido e hija no sabían nada de mi aterrador linaje, Noah pensaba que era huérfana, había tomado esa decisión por qué cuando quede embarazada Noah y yo no teníamos una verdadera… relación … más bien éramos dos lunáticos con una increíble atracción sexual, nos conocimos por su trabajo, Noah era un reconocido del rubro arquitectónico, solicite a una firma humana un arquitecto para hacer aquella casa y me enviaron al mortal más sexy que había conocido en mis quinientos años, recordé los conjuros anticonceptivos mucho después de que él se hubiera corrido mil veces en mi interior, decidí tener al bebé pero teníamos una relación al principio netamente parental, él también había querido desde un principio hacerse cargo del bebé, luego cuando Caroline cumplió dos años decidimos tener una relación abierta, eso hasta que cumplió seis que nos dimos cuenta que prácticamente vivíamos juntos y comenzamos a "salir", hace seis meses que estoy comprometida. Todo con Noah había Sido primero muuuy rápido y luego muuy lento, ninguno de los dos por motivos personales de cada uno quería confiar tan rápido, así que fuimos con pie de plomo, eso fue maravilloso, o al menos hasta que me di cuenta que llevaba casi 9 años en una relación dónde "nunca había tenido el momento adecuado" para decirle la verdad, aunque a estás alturas ya había asumido que eso era una excusa de mierda, me aterraba perderlo, perder a mi hija por mi naturaleza.
-Tal vez este es "el minuto adecuado" para que le digas la verdad, ¡¡será tu esposo !!- me gruño Rick, el muy cabrón era mi mejor amigo, de otra forma, ya sería papilla- Caroline comienza a manifestar sus poderes, no podrás ocultarlo para siempre…
-¿Mi pequeña brujita ya tiene poderes?- salto mi madre emocionada y podía ver la ilusión en los ojos de mi padre, se que había Sido maldita, pero había dejado que la vieran, jugará con ellos pero luego había borrado los recuerdos de la frágil mente infantil de mi hija- ¿ya hizo explotar algo? - pregunto ilusionada mi madre.
-No, pero es capaz de deshacer mis hechizos …- solté antes de poder evitarlo, el silencio llenó la sala y la sonrisa de mi madre se hizo aún más grande
-Vaya…- dijo secamente mi padre claramente sorprendido y sabía por qué, me maldije mil veces por soltar esa información, era una bruja nivel diez, mi hija mitad mortal no debía haber Sido capaz ni en un millón de años de poder deshacer mis hechizos, eso decía que había heredado mucho poder, aterradoramente había la posibilidad que incluso más que yo, y sabía que aunque no había querido asumir la verdad, tenía que enfrentar la situación con Noah, y tenía que hacerlo antes de que Caroline explotara algún edificio o maldijera sin querer una generación completa… esas cosas pasan más seguido en un niño brujo de lo que la comunidad menciona.
Suspiré agotada y llena de cansancio, no quería tener esa conversación ahora y la verdad nunca, habría dado mi poder e inmortalidad por seguir viviendo en mi pequeña burbuja perfecta.
-¿Cuándo van a restablecer los escudos? - pregunté sin importarme el cambio de tema. Rick suspiró.
-Ese es el problema, los escudos son mantenidos por el concejo, mientras no esté ocupado el sitio que dejó Belialis no habrá escudos, por eso se llamó a todos de vuelta a tierra Santa, es el único lugar seguro hasta saber de qué va está maldita amenaza. - explico mi amigo cazador. Su respuesta se llevó un gruñido hastiado de mi parte.
-Vere que puedo hacer, por ahora mantendré yo los escudos de mi propia casa, ahora largo, quiero volver a la cama con mi mortal y mi hija.- advertí casi en un gruñido, mi sala se había vuelto impecable otra vez, sin una sola mancha de sangre que antes goteaba de las cortinas y el tapiz. Mi madre estaba por reclamar pero fue jalada por la cintura por mi padre de vuelta al portal que habían abierto, Rick conjuro su propio portal y se marchó juntos a su piquete. Subí las escaleras de vuelta a mi habitación, entré una vez más al baño e hice desaparecer la bolsa de ropa ensangrentada del lugar volviéndose cenizas que más tarde se fueron por el drenaje, fui hasta la cama y tome en brazos el pequeño cuerpo de mi princesa, la lleve a su cuarto al otro lado del pasillo y de vuelta de haberla metido en la cama me paré en medio de ambas habitaciones, era además, el punto medio de la casa - santi proteccione …- susurré el conjuro y una ola serie de ondas de luz dorado salieron de mis pies por todo el suelo de la casa, la segunda planta, la primera y veinte metros a la redonda de la casa, mientras más pequeño sea el radio más durarán los escudos, no es como si los míos fueran débiles, muy por el contrario, pero no me arriesgaría cuando nadie sabía qué clase de lunáticos trataban de matarme a mí y mi familia. Unos segundos después las ondas se detuvieron cuando el escudo estuvo listo y volví a la cama con mi esposo, con un suave beso en el mismo lugar que había hecho el hechizo para ponerlo a dormir se lo retiré y soltó un suave suspiro rodeando mi cintura para apegarme a su torso.
-¿Cuándo te has bañado?- preguntó en un suspiro ronco presa del sueño sin abrir los ojos, ese era el problema con mi sexy sensual prometido, tenía el sueño más ligero del universo.
-Tenía calor y me fui a la ducha. - conteste suavemente deslizando mis labios por su cuello
-no te escuché - acusó.. mierda.
-no quería despertarte, fui al baño de Caro…- mentí, últimamente cuando se acercaba la boda odiaba cada vez más mentirle tan bien. Un gruñido somnoliento de satisfacción escapó de sus labios mediante olía mi cabello.
-me excita tu olor después de la ducha…- susurro sin decoro para en un rápido movimiento ponerse sobre mí, sonreí ante su acecho, sentí sus labios por mi cuello mediante descendía, cada vez que nuestra piel se tocaba una ola de calor se disparaba en mi entrepiernas, quitó mi camiseta y continuo bajando por mi cuerpo hasta perderse bajo las sábanas. Una risa escapó de mis labios cuando sentí como me despojó del pantalón corto y salía volando bajo las frazadas, hasta ahí fue divertido por qué entonces tomó mis muslos para poner ambas piernas en sus hombros y devorarme como náufrago muerto de sed.
-Mierda…- exclamé cuando terminé por perder la cordura y sumirme en el bendito placer que aquel mortal había despertado en mí desde el primer momento que me puso las manos encima, entonces caí débil ante su tacto en las profundidades de su calor.