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Capítulo 7.-

Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

Axel volvió a besarme sin poder, ni querer soltarme hasta que aún sin ganas de hacerlo, nos tuvimos que soltar, para entrar de nuevo a la casa con Alejandra, no podíamos demorarnos más de la cuenta.

–Ahora sí, los dejo trabajar – Le di un beso a Ale y otro a Axel – Que les sea leve, su noche de trabajo.

Miré a Axel y me mordí el labio inferior, como me gustaría que no estuviera aquí mi hermana, desde que llegamos ya nos las hubiéramos montado a lo grande. Pero bueno, no era mi casa.

–Buenas noches Amaia, ya duérmete que ya es tarde – Me ordenó Ale – Que descanses.

Muchas veces mi hermana se comportaba como si fuera mi mamá, pero se lo agradecía, porque no tenía más a donde ir y ella se estaba ganando el cielo al permitir que viviera con ellos.

–Buenas noches, Amaia que duermas bien y que sueñes bonito – Me dijo Axel haciendo que me temblaran las piernas – Nos vemos, mañana.

Le tiré un beso a escondidas, luego se lo daría con creces, me encantaban sus labios, era un hombre con mucha experiencia y sabía lo que hacía con esa boca tan provocativa que tenía.

–Sí hasta mañana, una cosa más, Ale. Me quedaré en tu recámara porque ya sabes que no puedo dormir sola y no están mis bellas sobrinas para que me acompañen – Le avisé.

Era un defecto que tenía desde niña, no podía dormir en una habitación, estando sola, era algo que no me explicaba, pero siempre conseguía que alguien se quedara conmigo.

–Sí, está bien, pero por favor Amaia, trata de dormir que no toda la vida habrá quién pueda acompañarte en las noches – Respondió Ale.

Por supuesto que lo iba a encontrar y se me hacía que iba a ser más pronto de lo que me imaginaba, por lo menos unas cuantas veces a la semana, dormiría en brazos de este hermoso hombre.

–Está bien, ahora si los dejo y buenas noches – Les dije a ambos.

Me fui a acostar en la cama de Ale, tomé el control de la tele y me puse a buscar que ver, mientras Ale volvía o me daba sueño, una de las dos opciones. Pero como sabía que mi hermana iba a venir pronto, seguí buscando algún programa que me llamara la atención.

Me daba mucho miedo dormir sola, pero ese día era el día más feliz de mi vida, después de tanto soñar con sus labios y con sus besos, hoy por fin los había probado y no había sido un sueño, se me había hecho realidad. Estuve soñando despierta, por no sé cuanto tiempo, hasta que al día siguiente Ale, me estaba poniendo agua en la cara por la mañana.

–Amaia, por favor despierta que ya es bien tarde – Su voz se escuchaba tan lejana que pensé que la soñaba – Tienes que ir al Tec, despierta por favor.

Aún seguía en mi nube, no me quería despertar de lo bonito que estaba soñando, quería seguir durmiendo en los brazos de Axel.

– ¿Ale, eres tú? No puedo verte – Dije más dormida que despierta – Ale, ¿Dónde estás?

No entendía que hacia mi hermana, porqué se aparecía y venía a interrumpir mis horas sagradas.

–Amaia, estoy justo al lado tuyo – Ale moría de risa – Tú eres, la que no abre los ojos, así, ¿Cómo quieres verme?

Supe entonces que no era un sueño y haciendo acopio de todas mis pocas fuerzas a esas horas de la madrugada, abrí los ojos y vi que en realidad no era un sueño, que ahí estaba Ale y me había estado mojando la cara para despertarme.

–Ale, ya te veo ¿Qué hora es? No supe ni a qué hora entraste a la recámara. Me quedé bien dormida.

Por lo visto mi hermana no había hecho nada de ruido y bueno aunque lo hubiera hecho, yo tenía el sueño muy pesado, así que me había quedado dormida sin siquiera darme cuenta.

–Entré poco después que se fue Axel, es que no sabes en las que me vi para convencerlo que no nos fuéramos a juicio y que llegáramos a un trato.

Para esto ya Axel, debía de tener preparado el caso, esa comisión sería para él y no la tendría que compartir con mi hermana, yo le había conseguido la información que le iba a servir a él.

–Entiendo – Sonreí para mis adentros – Me voy a bañar y a cambiar rápido para irme al Tec, ¿Vas a desayunar conmigo?

Mi hermana era de las que tenía su tiempo cronometrado y si ya se había tardado en despertarme, de seguro ya se iría corriendo al despacho o a los juzgados.

–Sí y Axel vendrá a desayunar con nosotras porque después me tengo que ir con él a ver al cliente, se supone que Axel iba a elaborar lo del trato o eso dijo cuando se fue de aquí anoche.

Esa noticia me encantaba e hizo que se me acelerara el corazón, lo iba a ver hoy también, me apuraría para recibirlo cuando llegara, no tenía tiempo que perder, todas las oportunidades eran buenas.

–De acuerdo, me bañaré rápido entonces para no quitarles su tiempo ya que tienen trabajo y alcanzar a desayunar todos juntos. – Le dije apresurada.

Me metí a bañar a paso rápido y en menos de lo que cantaba un gallo, ya me encontraba vestida con una minifalda negra de vestir, una camisa de vestir y un saco, además de unas zapatillas de tacón alto. Entonces salí a la cocina, para encontrarme con Ale. Pero no la vi por ningún lado y le hablé a ver si me contestaba.

–Ale, ¿Has visto mis cosas de matemáticas? – Le pregunté – Es que, es lo único que me falta para echar en mi mochila, las saqué ayer para hacer la tarea y no las encuentro.

No me contesto y se me hizo raro porque había escuchado ruido, seguí buscando donde supuestamente las había dejado y nada que las encontraba, era un misterio.

–No soy Ale cariño – Dijo Axel abrazándome por la espalda y haciendo que casi me cayera al piso del susto – Pero ahora mismo, te ayudo a buscar tus cosas.

Casi me trepo al techo del susto que me dio, pero me dejé abrazar por un momento más, pero esto no podía volver a suceder.

–Axel, pero ¿Qué haces aquí? Y ¿Dónde está Ale? Es peligroso, que me abraces de esa manera aquí, nos pueden ver – Le advertí – Por otro lado, que guapo estás.

Este hombre se esmeraba cada día para estar más guapo, era algo que lo caracterizaba, siempre esta impecable, olía delicioso y la ropa le quedaba espectacular.

–Ale salió por unas cosas a la tienda cuando me dejó pasar, me dijo que te avisara y que linda, que hermosa estás ¿Me das un beso? O nos perderemos la oportunidad de besarnos antes de que regrese Ale.

Como habíamos dicho ayer, nos íbamos a besar en cuanta oportunidad tuviéramos, pero era peligroso donde estábamos.

–Te doy los besos que quieras, Axel.

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