Capítulo 6.-
Axel Vega Lazcano
León, Guanajuato, México
Me había dejado con ganas de más, sus labios eran tan dulces y me hubiera gustado que siguiera el beso por un tiempo más.
–Axel, ya que luego no te voy a querer soltar – Sugirió ella – Pero a ti, te falta algo ¿Dónde cayó la corbata?
No me había gustado el término del beso, pero como tenía ella razón en decir que después no me iba a soltar y yo tampoco la soltaría.
–Debe de estar detrás del asiento cariño, ya la busco. Que buena observadora eres, se me fue por completo que no tenía puesta ya la corbata.
–Tu camisa, está un poco arrugada, pero vas a sobrevivir mi señor perfección – Ella me sacó una sonrisa.
Busqué la corbata y cuando la encontré me la puse, Amaia volvió a su lugar y proseguimos la marcha del auto, llegamos a casa de Ale, en cuestión de segundos, dado que estábamos literalmente atrás de su casa. Me estacioné y rodeé el auto, para abrir la puerta y ayudé a Amaia a bajar, caminamos juntos a la entrada y cuando ella iba a sacar sus llaves. Ale se le adelantó a abrirnos.
–Bueno, ha estado buena tu fiesta Amaia – Le dijo Ale – Porque llegan tarde, ya ni la friegan y yo aquí muriéndome de hambre.
Parecía que nos estaba esperando para reclamarnos, apenas pudimos reaccionar, estaba enojada y con justa razón, nos habíamos demorado más de la cuenta, en eso no habíamos pensado.
–Sí, es que llegaron otros amigos de último momento – Respondió Amaia – El pobre de Axel, me tuvo que esperar un rato.
Se había inventado eso en cuestiones de segundos, tenía una mente muy ágil, a mi no se me hubiera ocurrido, pues ya le iba a decir que encontramos mucho tráfico, que era no normal a lo que nos podíamos enfrentar a casi cualquier hora en la ciudad.
–Sí, eso paso Ale, pero después de mucho apurarla ya estamos aquí y trajimos alcohol, para que podamos trabajar mejor.
–Debieron llegar más temprano y así Amaia podía ayudarnos un rato – Dijo Ale destapándose una bebida – No que ahora, apenas cenemos, ella se tiene que ir a dormir, tiene que ir al Tec mañana.
Nos sentamos todos en la mesa y le destapé otra bebida a Amaia y una más para mí. Ale sirvió la cena y pronto estábamos cenando, al terminar, el estrés se hizo presente en la mesa.
–Axel, ¿Qué has pensado del caso del hijo de los Rivas? – Me preguntó Ale – Yo ya no sé que hacer, ese caso me tiene loca y estresada. Definitivamente, no me gusta andar defendiendo delincuentes, pero tú que eres experto en eso, supongo que tienes ya, algo en mente.
–Sí, tengo mucho en mente de hecho, pero si quieres, lo discutimos cuando Amaia se vaya a dormir. Ella también está aquí y no es bueno no incluirla en la conversación. – Era como siempre llevábamos los casos.
–No, sigan de hecho me gusta que hablen de sus casos y lo siento Axel, pero Ale tiene razón. Ese tipo por muy junior que sea, es un delincuente y lo siento, pero de ser tú, dejaría que se lo lleven al tambo – Declaró dándole un trago a su bebida – Pero, ustedes son el equipo maravilla del despacho y mi papá no querrá que pierdan el caso, así que pónganse de acuerdo.
Puede que ellas tuvieran razón en eso, peo aquí teníamos que defender al acusado porque era hijo de nuestro cliente y Mauricio no iba a permitir que perdiéramos este caso.
– ¿Lo ves Axel? – Ale me fulminó con la mirada – Hasta mi hermana, que no es abogada está diciendo algo más razonable. No sé, creo que lo mejor sería que les llames a los Rivas y les digas que vamos a declinar en el caso de su hijito el delincuente.
–Ale, eres incorregible tú – Me exasperé – Con razón Amaia es así, critican a todo el mundo que conocen, pues el “delincuente” es el hijo de nuestros clientes y no podemos declinar ahora. En tanto Amaia se vaya a dormir, buscaremos tú y yo una solución.
–No hay solución Axel, piénsalo. Es un delincuente menos que andará en las calles, tenemos que hacer lo correcto. Aunque es muy buena comisión.
–Es una muy buena y excelente comisión, y si no lo quieres representar tú y quieres declinar, lo haré yo solo – Le dije decidido.
Amaia estaba recogiendo los platos y se me iba la vista para verla de espaldas, tenía un cuerpo espectacular y eso me remontaba a evocar y a derretirme por lo que acababa de pasar hacia unos momentos, antes de llegar aquí a discutir del caso con Alejandra, ese beso me había prendido y de qué manera.
–Ale, ¿Quieres que les prepare café? – Se ofreció Amaia – Digo, es que, si van a trabajar toda la noche, lo van a necesitar.
–Sí, por favor Amaia – Le respondió Ale – Yo quisiera, ya acostarme a dormir. He tenido un día terrible y lo que menos quiero, es tener que desvelarme toda la noche, trabajando preparando el juicio de un caso, de un delincuente en potencia.
–Ale, el trabajo es el trabajo – La ubiqué – No podemos dejar ir, a ningún cliente y lo sabes.
Amaia seguía en la cocina y me centré por un momento en lo que estaba leyendo, no me podía dar el lujo que Alejandra se diera cuenta que no desprendía los ojos de su hermana.
–Bueno, ya les he dejado haciéndose el café – Dijo Amaia – Buenas noches y que les sea leve el trabajo.
–No tan rápido Amaia – La detuvo Ale – Ya que no prende tu auto, antes de que te duermas aprovecha que Axel está aquí para que te ayude a pasarle carga, que yo no sé de eso.
–Ya prende, pero no me lo quise llevar – Declaró Amaia – Pero, Axel ¿Me acompañas a revisar que todo esté bien? No quiero que me deje varada en medio del camino. Tengo que llevármelo para ir a clases mañana.
–Claro, vamos. – Me levanté de la silla.
Salí con Amaia de casa de Ale, para ir al garaje, dónde tenía ella guardado su auto, ni bien habíamos llegado, ella me besó nuevamente y yo no pude detenerla, hasta que ella misma me soltó. Me dejó viendo estrellas. Abrió su auto y sacó de él una carpeta para dármela.
–Axel, guarda esto en tu auto antes de que lo vaya a ver Ale, que te lo he dado – Me dijo en voz muy baja – Por favor, es algo muy importante.
No tenía idea de que se trataba esa carpeta, ella estaba actuando de forma muy extraña, pero de todos modos lo tomé.
– ¿Qué es eso Amaia? – Pregunté – No me digas, que es una carta de amor.
Pregunté con toda seriedad, podía ser algo muy importante para ella y no la iba a rechazar, no quería herir sus sentimientos, no me gustaba verla llorar.
–Vaya que tontos son los hombres – Ella comenzó a morir de risa – Es una solución, para que lleguen a un trato en el caso del delincuente. Lo lees en tu casa, por si te sirve y te lo he dado a ti, para que, si deciden no ir a juicio, el caso lo ganes tú y no Ale. Buenas noches, guapo.
Era muy buena estratega, pues como su hermana se rehusaba a llevar el caso, mejor para mí, si lo ganaba solo, la comisión no era para nada insignificante, muy al contrario el cliente tenía dinero hasta para tirar para arriba.
–Gracias, cariño – Volví a besarla.