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Capítulo 4

—¿Quién es usted? —se atrevió a preguntar al sentir que estaba más interesada que nunca en saber su identidad, aunque, lo más seguro es que después de un nombre, ella no sabría quién era, no conocía a nadie de este lugar, pero quería saberlo, con eso bastaba, por ahora.

Lia vio como el hombre se movió un poco, pero al instante se detuvo sin salir de la poca luz de donde se encontraba, así que decidió tomar la iniciativa y decir su nombre primero.

—Yo soy…

—¡Lia…! —la chica se giró de golpe ante la interrupción, y pudo ver que Mila estaba sonriente frente a ella—. Logré terminar aquí, podemos irnos, ¡ahora mismo!

Su amiga le asomó la mano, pero ella tuvo que mirar hacia la esquina primero, para comprobar que allí, ya no estaba ese hombre misterioso.

Sintió cierta decepción y su rostro no ocultó el sentimiento.

—¿Qué ocurre? —se frenó Mila mirándola con preocupación.

—No es nada —negó—. Es que creo que imaginé algo, y lo hice realidad.

Mila sonrió negando ante la locura de Lia, y la tomó de gancho para seguir al hombre que iba a acompañarlas hasta el hotel.

Amid, así se llamaba el que siempre las acompañaba a todas partes, dispuesto por el hotel, y la misma empresa donde trabaja Mila.

Hubo un silencio extraño de parte de Lia, en todo el recorrido del auto hasta el hotel, estuvo ensimismada mirando por la ventana, y Mila aprovecho de enviar los últimos correos para liberarse de su celular. Sabía que eso molestaba un poco a su compañera.

En el momento en que estuvieron en su habitación, se cambiaron y fueron dirigidas a una piscina privada como se los habían prometido.

—Es una noche calurosa —dijo Mila tomando la copa en su mano. Ambas estaban dentro de la piscina, tomando algunos cócteles.

Lia se echó hacia atrás flotando en el agua mientras veía el cielo estrellado.

—Nunca vi un cielo así…

—Por lo general son privilegiados con este tipo de paisajes, y no me preguntes por qué…

Lia cerró los ojos mientras movía sus piernas dócilmente.

—Mila… algo pasó en tu ausencia…

—¿Qué cosa? —esta vez, Mila se interesó.

El cuerpo de Lia se enderezó dándole la cara y yendo a la orilla para tomar su propia copa. Bebió un sorbo y afirmó.

—Antes de que llegaras, hablaba con un hombre en el balcón.

Su amigo frunció el ceño.

—¿Quién era?

Ella negó.

—No lo sé… hablamos muy poco, y aunque no lo vi en precisión, se veía muy interesante…

—¿No lo viste en precisión? ¿Qué quiere decir eso?

Lia respiró profundo.

—La esquina del balcón estaba a oscuras, y él estaba de pie allí… fumando.

—No debe ser alguien importante, todas las personas que resaltaban en esa reunión, estaban dentro.

—No importa, no puedo quitar el tono de su voz de mi mente, y… estaba a punto de saber su nombre cuando llegaste.

Mila sonrió.

—¿Por eso estás así?

—¿Así cómo?

—Ida de aquí, pensando en que quizás ibas a conquistar a un árabe tanto como lo sueñas.

—No seas tonta —Lia se enfurruñó—. Lo que te cuento es cierto… No importa si él era de renombre o no, yo lo encontré bastante… interesante…

Un silencio prolongado se instauró y luego Mila cambió de tema.

—Te confieso que, a diferencia de ti, tengo un poco de miedo de quedarme en este… mundo, así como tú lo llamas.

Lia se acercó más a ella.

—¿Por qué? ¿Temes por tu seguridad? —preguntó a lo que su amiga negó.

—Es lo que menos me preocupa… más bien es… estar sola en medio de tanta gente desconocida, quiero decir, ya lo he hecho muchas veces, pero ni siquiera sé ahora, cuanto tiempo durará esto.

Lia pasó un trago. Debía ser algo muy aterrador quedarse aquí sola, y enfrentar todo lo que Mila debía.

—Puedes declinar, no estás obligada a… —sus palabras se cortaron cuando vio que su amiga negó y se tomó el trago que quedaba de un tirón.

—Quiero otro de estos, señor, por favor…

Lia vio a su amiga en silencio, mientras aceptó otra bebida para ella, aun sin terminar la suya.

—Es imposible, tengo una empresa millonaria sobre mis hombros, mi palabra y mi trabajo limpio hasta ahora en medio de todo esto, Lia…

—Entonces hablemos de otra cosa, no arruinemos nuestra noche con preocupaciones —tocando su hombro y zarandeándola un poco le sonrió a su amiga pese a que ella misma estaba realmente preocupada por ella—. Prométeme por favor que al menos tendré una videollamada diaria…

La carcajada de Mila resonó por todo el lugar.

—¡Estás loca!, no tendré tanto tiempo.

Los hombros de Lia se alzaron compartiendo la risa.

—Bueno… al menos te hice reír.

La noche pasó entre copa y copa, ambas chicas recordaron su niñez y algunas aventuras por la que pasaron juntas. Nadaron por largo rato en la piscina, tomaron varias clases de bebidas, hasta que al final, a las dos de la madrugada, Amid, la sombra de ambas, tuvo que ayudarlas a llegar a su habitación.

Las carcajadas del éxtasis resonaron por toda la habitación de lujo del hotel, y después de varias caídas y más risas, ambas se rindieron bajo los efectos del sueño y del alcohol.

***

Lia apretó sus ojos cuando desde muy lejos, un sonido insistente golpeaba su cabeza. Parpadeó varias veces para sentir un fuerte martilleó que la pegaba en ella cada segundo.

—No debimos tomar tanto —dijo expulsando el aliento y viendo hacia los lados.

Su amiga estaba con la boca abierta sin saber del mundo, pero ese tintineo no paraba de sonar.

Se levantó muy a su pesar, buscando de donde provenía el sonido. Vio su teléfono celular que apenas había tocado y visualizó la pantalla apagada.

Siguió caminando en dirección del sonido hasta que en la alfombra pudo ver que el móvil de Mila sonaba sin parar una y otra vez. De inmediato lo tomó en su mano para darse cuenta de que Mila tenía una llamada vía WhatsApp de su madre Elizabeth.

La llamada cayó, pero unos segundos después, allí estaba de nuevo repicando.

Ella fue de inmediato hacia el lugar de Mila y comenzó a moverla insistentemente.

—¡Mila…! Mila, es Elizabeth… debe ser importante ¡Mila! —su amiga hizo un puchero, y luego puso la mano en su cabeza.

—Mi cabeza va a explotar…

—Lo sé, lo sé… iré a pedir unos analgésicos y algo de desayuno, ¿de acuerdo?

Mila asintió tomando la llamada y Lia solo escuchó: —Hola Ma…, y salió de la habitación para ir a la sala donde estaba el teléfono de su suite.

Habló con la persona encargada e hizo el pedido de forma baja, luego colgó y se acercó a la vista que tanto le agradaba.

A pesar de su malestar, la claridad no le molestó, pero su sonrisa se borró cuando vio salir a Mila de las habitaciones con el rostro bañado en lágrimas y muy apresurada buscando cosas por todas partes.

—¿Mila?, ¿Qué ocurre? —los sollozos de Mila se intensificaron sin poder responder a nada y no tuvo otra opción de llegar a ella para sostenerla—. ¡Por Dios Santo! ¿Qué ha pasado?

Como pudo Mila se las arregló, pero su voz sonó angustiada.

—Lia, es papá…

—¿Qué?

—Papá… él tuvo un infarto… ahora está en el hospital en cuidados intensivos…

Lia llevó sus dos manos a la boca, y un nudo se formó en su garganta. Los padres de Mila eran como los suyos.

—No… —su voz sonó como un vibrato, y temblando agarró las manos de Mila—. No pasará nada, ¿de acuerdo?, él estará bien… confiemos…

Mila tomó un suspiro y luego limpió su cara.

—Debo irme… urgente Lia, mamá está deshecha, y está incontrolable. Mi hermano Ian no está disponible en su móvil por tres días, está en un viaje, y no sabe nada del asunto…

—¡Por supuesto! Vámonos ahora mismo…

En el momento en que fue a dar un paso para buscar su maleta, Mila la frenó.

—No es posible, Lia… yo… no puedo dejar el trabajo tirado.

Los ojos de Lia se agrandaron.

—Entonces… iré yo… ayudaré a tu madre y te mantendré al tanto, ¿está bien?

Mila volvió a negar.

—No podrás pagar con mis tarjetas Lia… y mi madre me quiere a mí, jamás podría estar aquí sabiendo que papá está grave.

—Pero, Mila, ¿Qué dices?

Su amiga la arrastró al sofá de la sala y tomando todo el aire, la observó fijo.

—Lia… por favor… ¡Ayúdame…!

Los labios de Lia temblaron. Ni siquiera sabía qué hacer para aliviar a Mila.

—Claro… en todo lo que quieras.

Las manos de su amiga tomaron la suya, su actitud la ponía muy nerviosa ahora, además de lo angustiada que se encontraba por Frank.

—Sabes que te considero parte de mí, no solo eres mi amiga, también eres mi hermana y confío en lo que eres y en tus capacidades.

Su garganta se secó, pero solo asintió.

—Lia, yo necesito irme, pero quiero… quiero que tú me ayudes aquí… a suplantar mi trabajo.

Una especie de calor golpeó el pecho de Lia.

—¡¿Te has vuelto loca?! —no pudo evitar gritar y quitar sus manos de encima. Ella se levantó de inmediato y camino de aquí para allá.

A Mila se le escurrieron las lágrimas de nuevo.

—Lia… por favor…

—Pero, Mila, ¿Cómo podría hacer algo como eso? —Lia se acercó de nuevo más sumisa—. Tu jefe nunca lo permitiría, además hay miles de cosas que no sé. Nunca podré manejar las cosas como tú, ese gobernante necesita a una persona que maneje el comercio internacional y las relaciones públicas…

—No es difícil, siempre y cuando estemos conectadas. Te diré qué hacer, hay cosas que tú ya las sabes, no será difícil…

Lia no podía creer lo que estaba escuchando.

—No puedes estar hablando en serio…

—Hablo muy en serio, Lia —Mila se levantó para mirarla a los ojos—. Te necesito, ¡por favor!, y por tu trabajo no te preocupes, yo te pagaré el doble que recibías con ese hombre.

—¡Ese no es el caso, Mila! ¡Sabes que no!

Los labios de su amiga temblaron mientras negó.

—Lia, necesito irme ahora, por favor dime si vas a ayudarme…

Toda su cabeza dio vueltas sin parar, algo iba a estallar dentro de ella, se sentía sofocada, al borde del precipicio y con la garganta tan seca como nunca. Varias lágrimas se le derramaron por el rostro, pero lo único que pudo fue correr donde estaba una nevera portátil y tomó una botella de agua para beberla con ansiedad.

«¿Cómo podía decirle que no?, así le pidiera que saltara de un precipicio lo haría todo por Mila, pero ¿Qué iba a ser ahora con tanto?, con esa carga tan pesada que ni siquiera sabía cómo lidiar?»

«Esto no podía ser cierto, su viaje de ensueños no podía haberse convertido en una pesadilla, y lo peor, ¿Qué sería de Frank, y en qué condiciones se encontraba?, tampoco quería imaginar cuando su hermana Anne se enterara de esto, iba a ser el infierno».

—Lia… —escuchó muy lejos en un tono desesperado, y secando sus lágrimas se giró.

—Vete lo antes posible, Mila, no quiero que estés aquí cuando me arrepienta de esta locura.

Su amiga vino a ella de inmediato para abrazarla.

—Por favor, no temas, no pasará nada, haré mi maleta y te iré explicando cómo vamos a hacer, pero por favor, no temas, esta vez, y más que nunca, debes estar segura de ti misma…

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