Capítulo 5
Voy caminando por el piso donde se encontraba mi oficina, todos estaban trabajando tranquilamente, cuando me vieron llegar solo hicieron como que no existía y siguieron en lo suyo.
No es miedo, es respeto y eso me lo he ganado con mi buen trabajo.
Entro a mi oficina y veo un sobre blanco en mi escritorio. Sonrío ante la excelente eficiencia que tiene mi personal a la hora de investigar a la gente y también puede ser peligroso para esa chica porque es fácil describir sus cosas. Tomo asiento, agarro el sobre y lo abro, sonrío nuevamente al ver la foto de la reina de Narnia y otras personas más.
Y mi madre se queja porque hago las cosas como su esposo.
Es bueno que mi tío sea mafioso.
Confidencial:
Lady Alexia Nellie Victoria Henderson-Bassh. Lady de Suecia y princesa de Finlandia, 1ª en línea de sucesión del trono finlandés. 27 años de edad. Diseñadora gráfica y licenciada en historia universal. Graduada con honores de la universidad de Londres.
Mujer inteligente, me agrada. Qué bonito que la hice mi asistente.
—Ok, esto no me interesa… esto tampoco… que aburrido la sangre real. Falta nada más que digan que tienen más pedigrí que yo y eso es imposible —voy pasando las hojas hasta que veo una foto de un guardia real—. Esto si me interesa… mucho.
Jasper Virtanen. Ha sido guardia real de Lady Alexia. Familia humilde y se rumoraba que mantenían una relación en secreto, pero solo son mejores amigos. Nacido en Filandia hace 36 años, es considerado uno de los mejores hombres de la guardia real.
Es un viejo.
Ya debería retirarse y no cuidar a niñas malcriadas. Espera… ¿qué edad tenía la mocosa?
Ah… tiene 27 años.
Igualmente soy muy apuesto para ella, pero sé que mantiene una relación con ese hombre. Dejo los papeles en el escritorio y dirijo mi mirada a la mujer pelinegra que está sentada en su cubículo muy concentrada.
Estoy aburrido.
—Alexia, ven a mi oficina ahora mismo, por favor —digo, cuando presiono el intercomunicador, ella da un pequeño brinco en su silla y se lleva la mano al corazón, me mira enojada y con mala gana, viene hacia mí—. Ya está molesta y solo quería saludarle.
La mandaré a controlar su ira.
—Estoy trabajando, ¿cómo se supone que seré una excelente y espléndida asistente si ni trabajar dejas? —se queja al entrar a la oficina.
—¿No me vas a preguntar cómo me fue con mi madre? —se detiene frente a mi escritorio con mala cara—. Deberías haberme tratado mejor.
—Pero no conozco a tu madre o a tu familia. ¿Por qué tengo que preguntar por ellos? —se cruza de brazos—. No te estoy tratando mal, además, las cosas se ganan y tú solo te has ganado mi desprecio.
—Bueno… después no digas que no te lo advertí —me levanto de la silla, camino hacia mi bar que está en una esquina que armonizaba mi fría oficina y presiono un botón, que cubría los vidrios ahumados de mi oficina con cortinas especialmente diseñadas para retener el ruido—. Eres novia del guardia real al que debías darle la dirección del departamento.
Ella abre los ojos sorprendida y yo solo puedo reírme.
Que fácil te descubres.
—¡No! Él solo es mi mejor amigo, nos hemos criado juntos y…
—Te enamoraste del pobre —sus ojos se inyectan de ira—. Amor con hambre no dura. Venga, he dicho tantas veces esta frase hoy, que pagaré por adueñarme de ella.
—La amistad entre un hombre y una mujer existe, genio —entrecierra los ojos—. ¿Me estás investigando? ¡Puedo hacer que te corten la cabeza o simplemente te voy a demandar por acoso!
—Deberías más bien es mejorar tu servicio secreto. Es muy fácil dar con tu información personal —finjo estar indignado—. Lo saqué de internet con solo googlear tu nombre.
Va directamente hacia mi portátil e intenta usarla.
Que adorable, le bajaré el sueldo.
—Está bloqueada, genio —me acerco a ella cuando la veo sentarse frustrada—. Tengo mis maneras de conseguir cualquier información de simples seres humanos —ella se aleja lo más que le permite mi silla, su nariz está tan cerca de la mía, que la rozo por el simple placer de verla enojada—. Tu actitud me dice que ese tipo anda contigo, pero déjame decirte que él no es hombre para ti.
—¿Entonces tú sí? —me enfrenta, miro sus carnosos labios y luego a sus ojos llenos de rabia—. Eres un bastardo y ni creas que esto se va a quedar así.
—Una palabra mía y mato dos pájaros de un tiro —frunce el ceño sin entender—. Te echan de Narnia y a tu caballero de la armadura oxidada, lo tachan de todos lados.
—Eres tan despreciable —me toma por la corbata—. Algún día te vas a enamorar y yo me voy a burlar de ti porque serás tan miserable, que no voy a permitir que seas feliz. Te vas a quedar solo porque nadie ama a las basuras sin corazón.
¿Ouch?
Trago grueso.
—No necesito amor porque puedo comprarlas —la tomo por la parte de atrás de su cabeza—. Cualquier mujer será feliz de tenerme en su vida. No hables majaderías que después te vas a tener que tragar.
—Nadie te desea, solo sienten miedo y repulsión por ti. Todos te odian y están esperando que falles para que echen y veas tú mismo que no eres nadie. Solo te alaban las mismas cuatro personas, pero solo lo hacen por el dinero. Vales solo monedas, pero como persona no sirves —en cada una de sus palabras, sentí su desprecio hacia mí, pero sinceramente, no me importa.
Tengo una personalidad retorcida y amo ser un bastardo.
Eres la segunda mujer que finge odiarme y eso mi mente no lo podrá procesar.
—Pero tú me deseas —me burlo, ella me da una patada en la entrepierna, que me tumba de inmediato al suelo—. ¿¡Mis jodidas bolas que te han hecho!?
—¡Te odio, eres despreciable y el ser que más aborrezco en mi vida! —gritó y salió de mi oficina, dejándome tirado en el suelo.
—Le gusto, solo que es tímida y tiene el síndrome de amar a un uniformado —digo cómo puedo, ya que la falta de aire y el dolor en mis ternuras internas, me estaba matando.
Espero no quedarme sin descendencia.