Capítulo 7: Ahora es una mala mujer
Finalmente, Aurora fijó la reunión en un club, lo que al redactor de Veridian Entertainment le pareció extraño. Después de todo, ¿quién elegiría un lugar tan ruidoso para hacer negocios?
Aurora tenía sus razones: el club estaba abarrotado y poco iluminado, por lo que nadie podía identificar realmente a los clientes.
Para que la reunión fuera aún más segura, se había vestido de forma bastante provocativa para la ocasión, con una sexy camiseta de tirantes y unos pantalones cortos que apenas le llegaban a los muslos, llamando inmediatamente la atención de todos. Antes inocente e ingenua, como un conejito, tres años la habían transformado en una zorra astuta y seductora, irresistible para los hombres. ¿Quién iba a adivinar que era la única heredera legítima de la familia Montgomery desde hacía tres años?
Aurora estaba allí para dar una imagen diferente de sí misma, para confundir al redactor y enmascarar su identidad. Rodeada por la cacofonía del club, acababa de despedir al tercer hombre que se le había acercado. Cuando faltaban diez minutos para la reunión, se sentó en la barra y pidió una bebida fuerte, que le quemó la garganta como una cuchilla.
Fumadora y bebedora, encarnaba lo que otros llamarían una mala mujer. El redactor aún no había llegado, y sus ganas de fumar aumentaban, pero no tenía mechero. Despreocupada, entró en el aseo de caballeros y llamó a la puerta para pedir prestado un mechero, sin saber quién estaba dentro.
Detrás de aquella puerta, el rostro del hombre estaba enrojecido, sus ojos irradiaban un aura escalofriante.
"Joder, esas mujeres..."
Furioso por haber sido drogado por la mujer de la fiesta, no pudo evitar maldecir para sus adentros. Se había dado cuenta apenas diez minutos antes, pero ya era demasiado tarde; la droga ya había hecho efecto. Sentía un calor y un deseo abrumadores, pero estaba decidido a no tocar a ninguna mujer de fuera; sencillamente, no eran lo que él deseaba.
"¿Me prestas un mechero?" La fría voz de Aurora rompió el silencio, encendiendo sus deseos reprimidos. Los recuerdos de tres años atrás resurgieron; nunca había olvidado su voz.
Era ella.
El recuerdo de aquella noche embriagadora era vívido como si fuera ayer, la mujer que se le había escapado había vuelto.
"No tengo mechero, pero puedes usar mi cuerpo", respondió el hombre con una sonrisa malvada.
Aurora también reconoció esta voz, la voz del desconocido que le había quitado la virginidad y le había hecho un regalo de cumpleaños muy inesperado. Esa voz dominante y siniestra estaba grabada en lo más profundo de su mente.
¡Demonio!
Aurora, al principio relajada y atrevida, dio un paso atrás con la intención de marcharse, pero justo en ese momento la puerta de la caseta se abrió de golpe. El hombre la empujó detrás de la puerta.
"¡No!", gritó ella, pero él rápidamente le tapó la boca. Inmovilizándola contra la puerta, no podía imaginar que su reencuentro se produciría en esas circunstancias.
"Chica, eres la primera que se me escapa; odio a los mentirosos", le susurró al oído su voz diabólica.
El shock inicial de Aurora se desvaneció al ver el rostro del hombre con claridad, sonrojado e intenso, reflejo del suyo de años atrás.
"¿Pasa lo mismo?"
"Sí, hace tres años te ayudé, ¿qué tal si me ayudas hoy?". Se acercó el hombre con un atractivo innegable.
Su cuerpo, que le había atormentado, estaba ahora a su alcance, no era un sueño. Momentos antes, había considerado liberarse de los efectos de la droga, pero ahora, con ella apareciendo ante él, no iba a ser exigente.
Aurora, más bella y seductora que antes, desprendía un encanto que le atraía irresistiblemente.