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Capítulo 5: Inexperto

No sé cuánto tiempo pasé hablando con el capitán, pero el cielo se volvía anaranjado y a pesar de que sabíamos que deberíamos regresar, no lo hacíamos, más bien hablábamos y reíamos sobre vivencias que habíamos pasado en nuestra mejor época.

Él tenía muchas, me costaba creer que antiguamente en su adolescencia era un joven rebelde que sacaba de quicio a su padre, solía hacer varios desastres en su pueblo, aunque parece ser que ahora se ha convertido en un líder, incluso me asegura que muchas cosas han cambiado en su vida, algo que, de cierta forma, me gustaría conocer más a fondo.

Por otro lado, mis ganas de huir no existen cuando él está cerca, me gusta escucharlo hablar, su tono de voz estremece mi cuerpo, sobre todo cuando me susurra al oído causando que incluso suspire.

No sé por qué lo hace, no me gusta sentirme así, siento que me seduce, pero al mismo tiempo me da miedo confundir sus intenciones con simple amistad.

Prefiero mantenerme desinteresado, estar con el capitán de una tripulación sería problemático, además varias veces ha demostrado ser un sujeto peligroso, es capaz de pelear sin dificultad con varios hombres armados, sin embargo, también tiene esa extraña personalidad que me hace sentir embobado.

Puede ser dulce, conmigo lo ha sido desde que nos conocimos, siempre me ha tratado con amabilidad y suele sonreírme, muchas veces es con diversión por alguna estupidez que hago, pero sin duda, cuando me sonríe al pronunciar mi nombre, consigue que mi pecho se sienta raro.

–¿No debería estar con el resto de su tripulación? –pregunté mirando en dirección al sendero por donde llegamos.

–Te aseguro que la mayoría está borracho en la compañía de alguna mujer, olvidándose de mi existencia– me respondió riendo.

–¿Y usted no quiere esos placeres? –pregunté– es hombre después de todo y se deja llevar por la suavidad de una.

El capitán me quedó mirando, casi diciéndome la respuesta a través de sus ojos, algo que me confundía, ya que no entendía qué significaba, pero de un modo inconsciente me acomodé un poco más cerca de su cuerpo, algo que le facilitó el deslizar su mano por mi mejilla antes de besarme de una forma dulce.

Sus labios apegados a los míos se sentían bien, aunque inconscientemente profundizaba el beso, volviéndolo más desesperado y a pesar de que deseaba controlar mis impulsos, terminé recostado sobre su cuerpo mientras sus manos se deslizaban bajo mi ropa.

Mi lado razonable me decía que debía pararlo, pero es la primera vez que puedo sentir las manos de un hombre deslizándose en mi cuerpo y sin duda era evidente que deseaba desnudarme.

Deseaba saber qué se sentía, por ahora aquellas caricias satisfacían mis expectativas, aunque no sé si es normal sentirme tan acalorado aun cuando se está deshaciendo de mi ropa.

Yo también quería deshacerme de la suya, su vestuario impedía que mis manos se deslizaran por su cuerpo, aunque claramente por culpa de mi inexperiencia me costaba un poco más el quitarle la ropa.

Nos estábamos dejando llevar, no teníamos un límite, aunque hacer este tipo de cosas al exterior logró que mis pensamientos se centraran, no era una buena idea, tenía que detenerlo cuanto antes, ya que cualquiera podría interrumpir el momento y sería problemático.

–A-Aquí no…–susurré jadeante, sintiéndome avergonzado por la forma en la que me miraba.

De la cintura hacia arriba no llevábamos ninguna prenda de vestir, podía sentir el calor de su pecho rozándose con el mío, algo que lograba confundir mis pensamientos, pero una vez que me alejé, logré estabilizar mis sentidos.

Me puse nuevamente mi ropa y él imitó mi acción, incluso comenzamos a caminar de regreso viendo como poco a poco la iluminación desaparecía producto de la noche.

–Joshua– me nombró casi a punto de llegar a la ciudad, la cual era iluminada con farolas que me brindaban cierta seguridad ahora que no podía ver el sendero que estábamos recorriendo.

–¿Qué? –pregunté un poco temeroso.

Me preocupa que se sienta arrepentido de sus acciones, me hace sentir culpable, ya que es posible que él se esté lamentando de haberme besado anteriormente.

–Regresemos al barco– me dijo tomándome de la mano para detener mis acelerados pasos.

–¿Por qué? –pregunté tratando de verlo en medio de esa oscuridad.

–Estoy a tu cuidado, por lo mismo, si comparto habitación contigo, no sé si quiero detenerme como antes– me respondió, algo que consiguió ruborizar mis mejillas.

Eso significa que en realidad no se arrepiente, algo que me motiva a creer que desea estar a mi lado y quizás considera apropiado pasar la noche conmigo. No cabe duda de que la idea me hacía muy feliz, algo que logró volverme lo suficientemente valiente como para arriesgarme y besarlo.

Fue algo corto, aún no soy lo suficientemente valiente como para iniciar aquellas batallas de besos que teníamos anteriormente, sin embargo, aquel beso fue suficiente como para decirle que estaba dispuesto a pasar la noche con él.

Una vez que llegamos al hostal donde nos estaremos quedando esta noche, decidimos darnos un relajante baño casi como una forma de pensar apropiadamente sobre nuestras intenciones, o al menos yo me replanteaba la situación.

Por un lado, tenía miedo, mientras que por el otro no podía evitar sentir curiosidad ¿Qué se sentirá hacerlo con él? ¿Será igual de dulce que antes o será más agresivo? Si lo hacemos y no somos capaces de ser silenciosos, entonces ¿los demás huéspedes podrán escucharnos?

Estaba nervioso, algo que se intensificó una vez regresé a la habitación donde él se encontraba esperándome sobre la cama demostrándome de cierta manera que estaba igual de nervioso que yo.

Ambos estábamos con una bata envolviendo nuestros cuerpos desnudos, lo que obviamente me hacía sentir avergonzado, de todos modos, no sabía si él podría llegar a cambiar de parecer una vez vea mi cuerpo.

Claramente no soy una chica, es muy probable que él se sienta decepcionado por esto y quizás me vea con rechazo una vez comencemos.

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