Capítulo 2: Debes llamarla doña Díaz
-¿Necesita algo?- El asistente se puso en guardia delante de Antonio y preguntó por su jefe.
Clara primero se les acercó, luego de una leve reverencia con la cabeza dijo directamente, -Acabo de oír al señor Díaz decir que está buscando a alguien para casarse, ¿le parece que puedo ofrecerme como candidata?-
-¿Perdón?- El asistente parecía totalmente asombrado.
Antonio tampoco se esperaba que esta mujer, de ojos atrevidos e indiferentes, le llamara de repente para decirle tal disparatada, de modo que no pudo evitar verla detenidamente.
Cuando vio a Clara con un vestido de novia puesto, una luz extraña pasó por sus tranquilos ojos, develando su asombro.
Clara no pudo evitar ponerse nerviosa, aunque ella preguntó calmada, no estaba segura de que Antonio aceptara su disparatada propuesta.
Después de todo, alguien como Antonio, que venía de una familia opulenta y de gran poder, era el hombre de los sueños de innumerables mujeres. Sin lugar a duda habría muchas mujeres que eran más sobresalientes que ella, por eso solo preguntó para probar suerte.
El ambiente se quedó en silencio por un momento, luego de un rato, Antonio preguntó, -¿Dónde está tu prometido?-
Su voz era baja y magnética, sonaba sexy y encantadora.
-Me ha dejado por otra mujer. Hace un momento, sin querer le escuché decir que está buscando a alguien para casarse. Bueno, si todavía no ha encontrado a una buena candidata, me preguntaba si quisiera casarse conmigo. Tengo muchas aptitudes, sé cocinar, lavar la ropa, también soy alguien sensata y muy considerada. Definitivamente sería una buena esposa, juro ser leal al matrimonio, mantener distancia de otros hombres, cuidar bien de mi marido y cumplir con el deber de una esposa.- Clara sonrió mientras parpadeaba.
Su tono era tan relajado como si estuviera diciendo que hacía un buen tiempo y no mostraba temor alguno al aura distante que emanaba Antonio.
El asistente finalmente volvió a la normalidad, pero no pudo evitar tener ganas de reírse.
“¿Está proponiendo un matrimonio así de la nada? ¿Acaso cree que el matrimonio es alguna clase de juego donde lucha contra monstruos para subir de nivel?. Pero, de verdad siento algo pena por lo que le ha ocurrido”.
-Señorita, lo siento mucho, nuestro presidente...-
El asistente estaba a punto de rechazar a Clara, cuando Antonio levantó la mano para detenerlo.
El asistente se sobresaltó y antes de que pudiese reaccionar, vio a Antonio mirando a Clara con los ojos entrecerrados durante mucho tiempo, hasta que finalmente éste asintió con la cabeza, -Está bien, acepto tu propuesta.-
“¿Eh? ¿ha aceptado mi propuesta?”. Clara se sintió increíble.
“Él no me preguntó nada para estar de acuerdo. ¿Esto...no es demasiado bueno para ser verdad?”, pensó.
No solo Clara estaba sorprendida, sino que el asistente a su lado también lo estaba.
-Presidente, ¿No...le parece sospechoso todo esto? No sabemos quién es esta señorita, ¿no sería mejor investigarla antes de tomar una decisión?-
El asistente reaccionó rápidamente para tratar de persuadir a Antonio que lo pensara mejor.
En este mundo había muchas mujeres codiciosas. Además, esta mujer había llamado “señor Díaz” a Antonio, lo que demostraba que conocía su identidad, de modo que nadie podía asegurar de que era una blanca paloma.
-No hace falta.- Respondió Antonio con indiferencia y luego se giró para mirar a Clara, diciendo, -Si te casas conmigo, no podrás volver a atrás, ¿lo has pensado bien?-
-Sí. Lo he pensado bien y no me arrepentiré.- Clara confirmó solemnemente.
-¿Has traído contigo tu carné de identidad y otros documentos necesarios para el casamiento?-
Antonio fue directo al grano, mostrando su manera de actuar con determinación.
-No.- dijo Clara sacudiendo la cabeza.
Antonio miró su reloj y dijo, -Ve a preparar los documentos necesarios. Nos vemos en el Registro Civil en una hora. ¿te parece bien?-
-Sí.- Clara no dudó en asentir.
-Genial. José, llévala a su casa en el coche.- Antonio ordenó al asistente que estaba detrás de él.
José no supo qué decir.
...
Aproximadamente una hora más tarde, Clara y Antonio completaron el registro sin ninguna complicación.
Después de salir del Registro Civil, sujetando el certificado en la mano, Clara se sentía como si estuviera en un sueño. A partir de ese momento, ella era una mujer casada y, aunque su marido no era el que se tenía previsto, Clara no lo lamentaba para nada.
-Señor Díaz, ¿tiene un momento? Me gustaría hablar con usted.- Clara de repente detuvo a Antonio que caminaba por delante.
-Claro.- Antonio alzó las cejas mientras le respondía.
Los dos se ingresaron a una cafetería cercana y se sentaron uno enfrente del otro.
Tan pronto como Antonio se sentó, él le preguntó directamente a Clara -¿De qué quieres hablar?-
-Puede que le parezca algo presuntuoso, pero me gustaría que Usted pueda aceptar una condición-
El tono de Clara no era para nada confiada.
Después de todo, se acababan de casar hace un momento. No era adecuado que le pidiera eso ahora.
-Dime.- Las cejas de Antonio se fruncieron un poco, pero no mostró mucho disgusto.
Clara soltó un suspiro de alivio y luego se armó de valor para decir, -¿Es posible no hacer público nuestro matrimonio por ahora? Tengo muchos asuntos personales por arreglar que no quiero que sean afectados. Claro, usted tiene la ultima palabra, lo que quiera que usted decida, yo no interferiré en su decisión.-
Después de escuchar las palabras de Clara, la cara de Antonio se mostró inexpresivo, solo se pudo captar un rastro indescifrable.
Después de un largo tiempo dijo, -Puedo aceptar tu condición, si tú cumples algunas condiciones que tengo para ti.-
-Dígame.- Clara asintió con la cabeza.
-Lo primero es que tienes que mudarte a mi casa, porque es el principio básico para mantener el matrimonio. Lo segundo es que tengo mis propios asuntos, así que si es necesario, haré público lo nuestro, por lo que no puedes objetar al respecto.-
-Acepto tus condiciones.-
Dado que Antonio aceptó su petición, Clara no tenía ninguna razón para negarse.
Después de aquella conversación, Clara se fue primero.
Tan pronto como se fue, el asistente entró. Mirando a Antonio, no pudo evitar decir, -Presidente, ¿de verdad no es necesario investigar la identidad de la señorita Clara?-
Normalmente no habría duda de que Antonio le habría pedido que la investigara, sin necesidad de estar preguntándoselo reiteradas veces.
“¡Esto es tan extraño!”.
-Claro que tenemos que investigar. Quiero saber la razón por la que ha buscado a un desconocido para casarse.-
Antonio apretó los labios como si estuviera pensando en algo.
-Sí, lo averiguaré lo antes posible, pero...-
-¿Qué?-
-Tengo una duda, ¿usted conocía a la señorita Clara de antes?-
“De lo contrario, ¿por qué habría aceptado casarse con aquella mujer extraña así sin más? ¡Esto no era propio de él!”
Antonio no respondió a la pregunta de José, solo se limitó a ver en dirección a donde se había alejado Clara, para luego sonreír significativamente, -¡A partir de ahora, deberías llamarla señora Díaz!-