Capítulo 1: Formar un grupo para casarse
Al mediodía, el calor era abrasador.
Con su vestido de novia puesta, Clara González estaba en la entrada de una tienda de vestidos de novia, viendo como una pareja se estaba besando en un coche que estaba cerca de la acera, sintiendo que el corazón se le partía en mil pedazos .
Hoy era un día especial, Clara iba a probarse su vestido de novia acompañado de su prometido, por lo que ambos quedaron en encontrarse en la entrada de la tienda. Pero, después de esperarlo por mucho tiempo, solo fue recompensada con aquella escena.
Un hombre estaba de espaldas besándose apasionadamente con una mujer, que apenas se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor. En tanto, aquella mujer mientras respondía a sus besos, a través de la ventanilla del coche le dirigió a Clara una mirada de triunfo.
Clara se sintió impactada, nunca en su vida se imaginó que su prometido le pondría los cuernos con su propia hermana.
Las lágrimas cayeron bruscamente de sus ojos, ella apretó los dientes por la mezcla de ira y vergüenza que se llenaba en su interior, pensando.
“¡Soy la persona más estúpida del mundo!”.
Hacía cinco minutos, Francisco Pastor le envió un mensaje diciendo que estaba ansioso de ver cómo le quedaba el vestido de novia, por eso sin pensarlo dos veces, Clara inmediatamente bajó para esperarlo. Sin embargo, aquel el vestido de novia que llevaba puesto se convirtió en la humillación de su vida.
De repente, Clara lo entendió todo. Ese mensaje lo había enviado Cecilia Bellido deliberadamente para que ella bajara a presenciar tal escena.
Esa mujer y su madre le quitaron a su padre, pero aún no le bastaba con eso, ¡ahora quería quitarle a su prometido!
Lo que más le defraudaba a Clara era la traición de Francisco. Pues, él sabía lo mucho que odiaba a Cecilia, pero aún así, secretamente le puso los cuernos con ella, por lo que Clara sentía como si estuviera en una pesadilla.
Como tenía miedo de perder el juicio y cometer alguna locura, huyó del lugar antes de que Francisco la viera.
Poco después, Clara recibió la llamada de Cecilia, su voz estaba llena de orgullo y provocación, -Mi querida hermana, ¿lo has visto? Francisco siempre me ha amado. Ten claro que no se va a casar contigo, porque nunca se lo permitiré, él es solo mío, ¡no sueñes con tenerlo!-
En toda la tarde, Clara estuvo abatida deambulando en la calle, arrastrando su vestido de novia con lágrimas en la cara mientras ignoraba por completo las miradas constantes de los transeúntes.
Al pasar por un club, ella entró y pidió muchos tragos. Mientras bebía, lloraba desconsoladamente, tratando de que el efecto del alcohol le ayudara a olvidar sus penas.
Aquella noche, Clara estaba tan borracha que directamente se quedó dormida en el sofá de una de las habitaciones privadas del club.
A la mañana siguiente, Clara se despertó por el timbre del teléfono.
Aturdida, tomó el móvil, y antes de que dijera algo, se escuchó la voz furiosa de Francisco, -¡Clara, ¿dónde estás?! ¿Sabes que ayer te he estuve esperando toda la tarde en donde quedamos? ¡Si tan poca importancia le das a nuestra relación, creo que lo mejor es que cancelemos la boda!-
Clara enseguida se puso sobria, pero su corazón solo estaba lleno de tristeza e ironía. “¡¿Boda?!¡Desde que ayer los vi besándose, no planeaba seguir con la boda!”, pensó para sus adentros.
Sin decir nada, Clara colgó la llamada. Luego, se fue al baño a lavarse la cara, para finalmente salir de la habitación para ir a pagar la cuenta.
Llegando al pasillo, una figura esbelta de un hombre se acercaba hacia a ella. Clara no se percató de él hasta que escuchó al asistente, que le seguía por detrás, decirle respetuosamente, -Presidente, su padre ha dicho que lo principal de su agenda de hoy es ir a Registro Civil a casarse con la señorita López, para luego celebrarlo con una cena.-
-No tengo tiempo para eso.- Los delgados labios de aquel hombre se abrieron ligeramente para responder con indiferencia.
-Pero... Su padre dijo que tiene que casarse sea como sea. Si la chica no es de su agrado, él le puede enviar a otras, hasta que encuentre una que más le guste.- El asistente transmitió las palabras del antiguo presidente con sudor frío en su frente y mucha cautela.
-¡Ah, quiero morirme! Ve y encuéntrame una mujer cualquiera del círculo de celebridades, me basta con que no sea una que él haya elegido para mi. Quiero acabar de una maldita vez con su idea de escogerme una mujer.- El hombre resopló con frialdad mientras actuaba de manera determinada.
El asistente se quedó aturdido, -Presidente... ¿acaso está bromeando?-
Los ojos del hombre estaban fríos, -¿Te parece que estuviera bromeando?-
“¡No parece!”, pensó el asistente, “Pero... Después de todo, el matrimonio es algo para toda la vida, ¿decidirlo así no es como si se lo tomara a la ligera?”.
El asistente vaciló en hablar, quería persuadirlo, pero al ver el aspecto incuestionable de su jefe, no tuvo más remedio que callarse.
En ese momento, Clara no pudo evitar dirigirle la mirada a aquel hombre.
Era un hombre excepcionalmente sobresaliente. Sus rasgos faciales eran como si el mismísimo Dios los hubiese tallado. Tenía labios delgados y nariz alta, y sus ojos serenos emitían una sensación de frialdad, además de ser tan profundos que nadie podía adivinar lo que pensaba. El traje a medida que llevaba puesto, le hacía lucir esbelto y atractivo.
Su temperamento era frío e inalcanzable, como si fuera alguien de la nobleza que poseía un aura majestuosa. Además exuda una sensación de distante que se combina con su aura poderosa e intimidante.
Clara reconoció a aquel hombre, era el presidente del Grupo Nevada, Antonio Díaz, un personaje famoso en la industria del entretenimiento. Por lo general, él actuaba de una manera muy discreta y rara vez aparecía en público. Clara tuvo el honor de conocerlo una vez cuando estaba de prácticas como periodista.
“¡No me esperaba verlo aquí!”.
Mientras estaba pensando, Antonio pasó por su lado. Pero enseguida una idea pasó por la mente de Clara.
Antonio estaba buscando a una candidata para casarse y daba la casualidad de que ella acababa de ser traicionada por su prometido. Como no existe un vínculo emocional entre ambos, no parecía una mala idea casarse el uno con el otro.
Lo más importante era hacerle creer a Cecilia que ella podía encontrar a un hombre mucho mejor que Francisco, ¡también era para que su estúpido exnovio se sintiera arrepentido!
Teniendo eso en mente, Clara inmediatamente detuvo a Antonio, -Disculpe, señor Díaz.-
Su repentino llamado sorprendió a Antonio y a su asistente, haciendo que estos la mirasen al mismo tiempo.