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4. ¿QUIERES ESCAPARTE CONMIGO ESTA NOCHE?

Cuando llegaron a la pista, Andrew le colocó las manos en la cintura y sin poder controlar la bestia que esa mujer había despertado en él, la pegó a su cuerpo, haciendo que ambos se estremecieran.

Kaelyn era muy desconfiada y a pesar de que él mismo le había dicho que era una mala persona, no quería alejarse de él, su cuerpo, por encima de esa ropa se sentía duro, trabajado, era un hombre fuerte, muy guapo y sexy, su fragancia, había inundado todos sus sentidos.

—Está música no se baila así — dijo en apenas un susurro.

—Lo sé, pero quería sentirte pegada a mi cuerpo, es maravilloso — Andrew no se consideraba un hombre romántico, él era de los que iban por lo que quería y listo.

—Vaya, que hombre tan romántico — su voz denotaba sarcasmo por lo que Andrew sonrió.

— De hecho no soy romántico.

—Sí, ya lo pude notar.

A medida que bailaban, no sabían si era el ambiente o ellos los que estaban subiendo de temperatura, sus cuerpos estaban muy cerca, sus manos viajaban, Andrew había recorrido toda la espalda de Kaelyn, sin querer aguantarse las ganas, bajó sus manos muy lentamente hasta llegar a sus nalgas, las cuales las estrujó a su antojo pegándola más a él.

Kaelyn sintió como el oxígeno se escapaba de su cuerpo, ese hombre la estaba volviendo loca con sus movimientos y sus manos.

—Me estás torturando — dijo en un susurro cuando Andrew metió los dedos debajo del vestido —No se que me pasa contigo, nunca había aceptado ni dejado que un hombre me tocara como lo estás haciendo, soy… soy muy desconfiada.

Andrew estaba perdiendo el control con esa mujer, su forma de hablar en su oído, la forma de mover las caderas, sus pequeñas manos recorriendo sus brazos, su pecho, su espalda lo tenían duro, y por algún motivo creía lo que le estaba diciendo, había estado a la defensiva toda la noche, y eso la hacía más misteriosa, más apetecible para él.

—Y tú me torturas a mí — Kaelyn lo miró a los ojos y sin verlo venir él la besó, devoró su boca como deseaba hacerlo, por unos segundos estaba sorprendida y en shock, pero luego respondió el beso con la misma voracidad con que él lo hacía, gimió sin poder controlar el fuego que en ambos nacía. —¿Quieres escaparte conmigo esta noche?

Kaelyn deseaba decir que sí, que la sacara de ahí, pero tenía que pensar en Callie, su amiga si era una loca y le daba miedo que algo pudiera pasar.

—No puedo dejar a mi amiga, ella…

—Ella estará bien, te lo juro que estará bien, Connor lo único que podrá hacerle a tu amiga es que la lleve a ver las estrellas y tenga mínimo tres orgasmo. — dijo besando el cuello ella.

—¿Y tú cuántos podrías hacerme tener? — no pudo evitar preguntar mientras inclinaba su cabeza para un lado, así darle más acceso a ese hombre, que con su lengua y pequeños mordiscos estaba a punto de sufrir un orgasmo ahí de pie.

—Podrías darte todos los que quieras, soy muy buen amante, puedo asegurarlo, será una noche que jamás olvidaremos, porque algo me dice que también eres muy buena y que me harás ver la gloria más de una vez. — Kaelyn no dijo nada, por el contrario llevó sus manos a la cabeza de él y lo jaló a ella para besarlo con esa pasión que la estaba consumiendo, enredó sus dedos en los cabellos y lo jaló, Andrew no pudo evitar gruñir. — ¡Mierda! Voy acabar aquí si no te vienes conmigo ya. — dijo en cuanto Kaelyn lo soltó.

—Voy contigo — ella tampoco deseaba escapar de esa deliciosa tortura, no quería desperdiciar más tiempo. Andrew la agarró de la mano, y empezó a caminar en medio de la gente que bailaba, y se besaba. Cuando llegaron a la mesa, una de las camareras le dio una nota a Kaelyn.

*Liz, amiga me fui con Connor, no te preocupes por mí, estaré muy bien, al igual que tú estarás muy bien, nos vemos mañana después de tu primer día en la empresa igual te llamaré apenas me levante, dile a tu sexy amigo que te de el número de él. Te amo amiga, espero que disfrutes tu noche, como yo pienso disfrutar la mía* — Kaelyn no comprendía porque su amiga siempre la dejaba botada para irse con otro, la diferencia era que ahora no se iría a su casa sola, no tendría que llamar a Max para que pudiera quitarle las ganas que a veces despertaban en ella.

—La muy loca se fue y me dejó. —dijo por fin, aunque Andrew había leído la carta junto a ella.

—Ya veo, Connor tenía prisa, bien andando.

—Espera, dame el número de tu amigo, voy a llamarlo.

—Liz..

—Dame el número. — Andrew no sabía porqué era tan desconfiada, pero decidió darle el número de una vez, en cuanto se lo dictó ella marcó, y al segundo tono Callie contestó.

—Estoy bien — dijo en cuanto contestó.

—Deja de hacer eso, tú deberías ser más desconfiada que yo y aún así siempre te vas con el primero que te salga. — dijo entre molesta y preocupada con su amiga. Andrew la miró sorprendido e intrigado, quería saber por lo que habían pasado.

—Lo sé, lo sé, pero no puedo evitarlo Kae, no todos son como ellos y ya no somos unas niñas, recuerda que ambos estudiamos defensa, si se quiere pasar de listo le rompo las costillas. — Kaelyn no pudo evitar sonreír, Connor miró a Callie desconcertado al oírla llamarle Kae a su amiga.

—Bien, confío en tu instinto, y que sepas que me acabas de delatar tonta.

— No creo que se haya dado cuenta, bien te dejo y que disfrutes de tu noche, chao cariño.

—Nos vemos luego. — colgó y guardó su celular.

Connor miró a la hermosa castaña en un semáforo rojo.

—¿Kae? — Callie sonrió, sí, sí se había dado cuenta.

—Bueno, pues mi amiga, les dio nombres falsos, ella es muy desconfiada.

—¿En serio? ¿Y eso porqué?

—Por una situación que pasamos de niñas, ahora no quiero hablar de eso. — Connor asintió en silencio.

—Bien, te entiendo. ¿Me dirás como te llamas? —ella en ningún momento dejó de sonreír.

—Claro, me llamo Callie Gagnon.

—¿Gagnon? De los Gagnon dueños de los mejores hoteles del país.

—Así es, y esperamos también verlo en el exterior, al menos hacer competencia a los mejores.

—Vaya, bueno me gusta más Callie que Stephanie.

—Bien me alegro. — Connor, volvió a conducir, había pensado en llevarla a un hotel, que sin saberlo era de su familia, así que por primera vez iba hacer una excepción, y la llevaría a su apartamento.

—Bien, al parecer tu amigo la cuidará y espero que en verdad lo haga.

—Lo hará preciosa, ya verás, ahora, ¿qué tal si nos vamos nosotros también? — Kae lo miró a los ojos y sonrió.

— Sí, vámonos…

Ambos salieron rumbo al gran paraíso de pasión que los esperaba.

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