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Adélie se desmaya en los brazos del Rey, lo que deja atónito al público. El propio Gustave no supo en ese momento cómo reaccionar. No se atrevió a tirar a la joven al suelo. La sostuvo en sus poderosos brazos, ella toda frágil y pálida.
Él la miró por unos momentos, era hermosa. Sus rizos rubios sobresalían ligeramente de su taza, su piel lechosa era suave e impecable, sus dedos eran delgados y sus labios se sentían suaves como la seda.
Gustave estaba tan asombrado por Adélie que se olvidó de todo lo demás. Esta hermosa joven en sus brazos lo hizo temblar.
La llevó a una habitación de invitados. Rechazó cualquier ayuda e insistió en llevarla él mismo a la cama. Posteriormente el Rey llamó a su médico que acudió corriendo pensando que era el Soberano el que se estaba muriendo.
Al llegar a la habitación, el médico se sorprendió, pero no hizo ningún comentario y examinó a Adelie.
“Su Majestad, esta joven ha tenido una ligera bajada de presión, nada grave, hay que dejarla descansar…anunció el médico.
- Gracias Auguste, yo me encargo. »
Con estas palabras el doctor y su ayudante salieron de la habitación. La Reina Madre y la hermana del Rey se quedaron.
"Gustave, no puedes cuidar a un sirviente común sin interés, ¿qué pensarán tus pretendientes?" ¡Todo el reino se aventurará a imaginar una aventura! »
La Reina Madre paseaba, los sentimientos de Adélie no la preocupaban más que los rumores.
Isadora, la hermana menor del rey, se aventuró a intervenir.
"- Hermano mío, madre no se equivoca, si quieres silenciar los rumores y calmar las revueltas, dudo que tu conducta sea juiciosa...
- Callaos ! gritó, haciendo saltar a su hermanita, hago lo que quiero, esta jovencita es tan hermosa, tan pura... No me atrevo a abandonarla en el sótano, debe tener un cuartito miserable e insalubre, que joven tan hermosa...
- Dios mío, Gustave, ¿te estás volviendo loco? Estás hablando de una criada que además es muy mal disciplinada ya que nuestro chef de sopa tuvo que corregirla...
- Cesar ! Esta mujer es un ángel caído del cielo... ¡Tengo la intención de casarme con ella!
- ¡El Señor Rey está loco! gritó la Reina Madre»
Isadora se había puesto pálida ante el anuncio de su hermano, El Rey de Vésan quería casarse con una simple sirvienta. ¿Qué estaba haciendo con su rango?
La Reina Madre y su hija salieron furiosas de la habitación.
Gustave se acercó a la cama donde descansaba Adelie. Él tomó su mano y comenzó a hablar solo.
"No quiero obligarte a que te cases conmigo querida, así que haré todo lo posible para que me ames y cuando sea el momento te pediré la mano mientras espero que te quedes aquí conmigo..."
Poco a poco Adelia recobró el conocimiento, afortunadamente no había oído nada de lo que acababa de decir su Rey.
" Señorita ? ¿Cómo te sientes?, preguntó el Soberano.
Adélie recobró poco a poco la conciencia, se levantó apresuradamente, recordando los últimos acontecimientos y ahí estaba, acostada en una cama de oro y raso, con el Rey a su lado.
"Su Majestad me perdone, no sé lo que me pasó", tartamudeó apresuradamente.
- No te preocupes querida, estás a salvo. Voy a llamar a unos sirvientes para que te cuiden mientras descansas, orden del médico. »
Su voz era suave y estaba sonriendo, una sonrisa amable.
La Reina Madre se había reunido con algunas Damas e Isadora en el tocador. Permaneció enojada desde el anuncio de su hijo. Había trabajado duro e incansablemente desde la muerte de su esposo para encontrar una mujer digna para casarse con su hijo. Pero desde la coronación de este último, se había negado a conocer a una mujer joven más.
“¡Está fuera de cuestión que mi hijo, el Rey de Vésan, se case con esa estúpida cocinera!
- Madre, si Gustave logra lo que acaba de anunciar, ningún barón rico, conde o incluso príncipe se interesará por mí, exclamó Isadora.
- Es absolutamente necesario prevenirlo, tranquilizó la madre del Rey, y si el Rey se niega a entrar en razón entonces quizás la niña tenga más sentido común.