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Capitulo 5: «¿Es que acaso nunca me acostumbraré a verlo?

Capitulo 5

—Rayos, que ruido tan horrible y fastidioso. —a largo la mano y apago mi odioso despertador—. Juro que compraré uno mejor. —murmuro.

¿Pero a quién diablos le gusta despertar a las seis de la mañana?, yo no. Odio madrugar. Arrastro mi pesado cuerpo al borde de la cama y me levanto. Hoy comenzaría mi nuevo empleo como secretaria del dueño de la empresa, aunque era jueves pero estaba bien, cualquier día es bueno para comenzar un nuevo trabajo.

Lo primero que hago es dirigirme a la cocina a preparar mi café, así que prendo la cafetera coloco el café y dejo que se haga mientras voy al baño: lavó mis dientes, regulo la calefacción en la ducha, me hago un moño alto en la cabeza, me quito la ropa y entro.

El sonido de la cafetera me indica que el café esta listo, así que salgo; enrollo mi cuerpo en una tualla y voy por mi dosis de cafeína diaria, se que hoy la necesitaré más que nunca.

Reviso mi closet por algo que ponerme; me decido por un vestido poliéster blanco con negro, elegante Hasta las rodillas, sin mangas. Dos tonos que siempre dan el toque elegante y seguro, nunca fallan... Dejo mi cabello suelto, maquillo mis ojos cafés de color ahumado, delineador negro y máscara. En los labios me coloco un tono más claro, Nude. Cojos los tacones negros del armario y busco mi cartera por todo el lugar, la encuentro en la isla de la encimera junto con mi celular. Me detengo ante esté, extrañada de verlo ahí, ¿Acaso no te lleve conmigo al dormitorio anoche?, Un tanto confundida, pero sin tiempo de ponerme a pensar mucho en eso, tomo la carpeta marrón donde llevo mi información personal.

Agarro las llaves lista para irme: bajo las escaleras y abro la puerta, lo primero que veo al otro lado de la calle hace que me tambalee un poco, la respiración se me corta. Me agarro al marco de la puerta para no perder el equilibrio y caer de culo.

«¿Es que acaso nunca me acostumbraré a verlo? No, claro que no.»

Will Reyes, tan perfectamente impecable con su traje gris de tres piezas, está apoyado en el capo de su auto negro luciendo increíblemente autoritario e implacable, oscuro y peligroso. Pero sobre todo tan inalcanzable.

Veo la hora en mi reloj de mano; siete y quince, aún es temprano, ¿Que hacía él aquí?.

Sus ojos grises me examinan. No sonríe, no hace nada, ningúna clase de indicio que me de confianza para moverme. Se aleja del auto y cruza la calle.

—¡Buen día, Carol!. —se acerca a mí, estiro la mano para estrechar la suya pero ignora mi gesto y besa mi mejilla. Mi corazón se detiene por un leve segundo. Su olor, Dios que rico huele, es una fantástica fragancia a menta y agua fresca con un toque dulce, me derrite.

—H-hola. ¿Que haces aquí?. —tal vez sonaba como una tonta pero esto no tenia sentido.

—Vine para llevarte a tu nuevo trabajo. —su voz es profunda al hablar, tanto que te hipnotiza.

—¡Oh!. Mmm... Pensaba tomar el metro, no debiste molestarte.

—Tú no eres ningúna molestia. —por la manera en la que me mira, y por cómo a pronunciado aquellas palabras, me hacen pensar en otra cosas... Sacudo la cabeza y termino de salir mientras tranco la puerta, guardo las llaves en mi cartera.

—Bien, vamos. No quiero que mi jefe piense que soy impuntual. —le digo camino a su auto, él abre la puerta del acompañante y subo. Segundos después: ya estábamos adentrandonos en la autopista, que comenzaba a llenarse con más autos que se dirigían deprisa a su destino.

—Seguro. No queremos causar una mala primera impresión. —miro su maravilloso perfil asombrada.

—Así que tienes sentido del humor. —le veo un atisbo de sonrisa pero dura muy poco, desaparece en seguida.

—¿Acaso crees que no la tengo?.

—Yo... No quise decir eso. —¡Joder! Mi intención no fue ofenderlo.

—Relajate, Carol. No pasa nada.

Suspiro y me relajo en el asiento, mientras veo pasar Londres a nuestro alrededor.

—Por cierto, estás muy bonita. —¿Que? Me ruborizo completamente. Y esta vez no lo puedo ocultar.

—Gracias. —él parece no darse cuenta, y cambia de tema.

—¿Sabías lo de Susan con Henry?.

—No más que tú... A decir verdad, no nos hemos visto mucho últimamente. Así que ayer nos pusimos al corriente de algunas cosas.

—Ya veo. —dice con aire pensativo—. ¿Te ha mencionado cuando se muda?.

¡Espera! !¿QUE?! Me giro hacía él.

—Will, si estas intentando sacarme información, temo desilucionarte. Pero no soy esa clase de persona, si quieres saber algo, ve y preguntaselo a ella, no a mí. —Ya estaba comenzando a molestarme—. Si solo accediste ha darme un empleo con esa intención, te equivocaste de persona, no... .

Soy interrumpida.

—¡Basta, Carol! ¡Estas hablando puras tonterías!. —su voz es fuerte, demandante, gira su rostro cuando nos detenemos en un semáforo—. No te contraté para que me des información de mi hija. Solo fue una pregunta, ya que me mencionó que esta semana te mudarías al apartamento con nosotros... Sabías que Susan había elegido bien su amistad contigo. Pero joder, tienes que calmarte.

«¡Increíble, ahora me sentía como una completa idiota!» Solo quería enterrar mi cabeza bajo el asiento. Cerré mi gran boca y no hable más durante todo el trayecto a la empresa.

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