Capítulo 3
Ya fue bastante difícil acostumbrarme a una casa vacía, pero cuando todo pasó no podía llorar en el regazo de mis hermanos, no podía arrojarme a los brazos de Harry o invadir la cama de Tony cuando sufría pesadillas durante meses, no, Podría pasar el día persiguiendo a Victoria esperando que terminara sus tareas para poder prestarme atención y no podía ir a la biblioteca a buscar a Elizabeth y su consuelo. No, ahora tienen sus propias familias, sus propios problemas con los que lidiar, no hay lugar para una hermana menor traviesa a la que le faltó atención.
Al menos me ayudó a estar más cerca de mis padres como nunca antes, pues alguien que disfrutó toda su vida con una casa ruidosa para cinco niños inquietos, ahora sufre al escuchar sólo los pasos de los sirvientes ocupados con sus tareas. Mamá está feliz por sus hijos, también lloró porque extrañaba a cada uno de ellos, papá y yo luchamos por calmarla, pero ahora ya no será un problema estar sola.
El peligro de pasar largos momentos a solas con mis pensamientos es volver a esa noche, preguntándome qué podría haber hecho diferente. Si tan solo hubiera llamado a uno de mis hermanos para que me acompañara o simplemente no me hubiera ido. Había disfrutado bastante de bailes en cuadrilla y valses, necesitaba un descanso y un poco de aire fresco. Si tan solo hubiera pensado en lo que sucedería, nunca habría salido de casa ese día.
Me alejé de mis hermanos, temiendo ver la lástima o la decepción en sus ojos. Me aislé con mis padres en casa, luchando contra mis propios tormentos, sufriendo por un futuro que ya no tendré, sufriendo por las historias bárbaras donde me colocan como concubina cuando en realidad nunca tuve mi primer beso.
Es horrible sentirse así.
Al escuchar los cascos acercarse rápidamente me levanto y saco una fina daga de mi bota de montar, me negué a caminar desprotegido después de lo sucedido, no podía soportar que me atacaran nuevamente. La sensación de tus labios sobre mí, el recuerdo de tus manos rasgando mi vestido... Me hace sentir repulsión por mi propio cuerpo, no importa cuántas duchas tome, siento como si nunca estuviera lo suficientemente limpia.
De espaldas, doy largas zancadas hacia Apocalipsis cuando aparece un jinete entre los árboles bajos, su caballo color chocolate es el primero en aparecer, seguido por un hombre alto en su montura. Cuando los rasgos del misterioso jinete se volvieron más que familiares, me volví hacia Apocalipsis y solté las riendas, listo para montarlo.
-Con su permiso, señorita. He estado fuera unos años y estos bosques son diferentes a lo que recuerdo, ¿podrías orientarme en dirección a la casa del Marqués de Brightdown?
-No están recibiendo visitas. - Sin girarme para mirarlo, apoyo un pie para montar Apocalipsis cuando siento una mano en mi muñeca.
Primero todo mi cuerpo se tensa y se congela, alguien me toca, un hombre me toca. Siento una insistente punzada de miedo en mi pecho y antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo, cierro el puño y le doy un puñetazo en la cara.
Aidan me suelta instantáneamente, dando un paso atrás para intentar recuperar el equilibrio y usando una mano para cubrirse el ojo. Con suerte, se volverá violeta.
-No me toques, Aidan.
-¿Qué? - Su mirada desorientada se centra en mí, flexionando ligeramente los ojos hasta que la luz del reconocimiento ilumina su rostro - ¿Caterin? ¡Más que semen! ¿Por qué me golpeaste? ¿Ahora atacas a la gente gratis?
-Yo ya dije. - Respiro hondo, luchando contra las lágrimas acumuladas en mis ojos - No me toques.
-Quería pedirte que esperaras. - Hace una mueca y retira la mano de su rostro, mostrando la zona enrojecida de su ojo - Llevo más de una hora intentando buscar tu casa, pensé que recordaría el recorrido por el viejo sendero, pero las cosas Han cambiado mucho por aquí. Parece que hasta los árboles se han movido.
-En cuatro años se espera que las cosas cambien. - Me agacho para poner la daga en la parte superior de mi bota.
-Me debería haber sorprendido una chica caminando en pantalones cerca del lago. Espera, ¿eso es un cuchillo? ¿Realmente tenías la intención de hacerme daño?
-Ya no estoy desarmado, Aidan. ¿No has oído las historias? Debe saber.
-¿Qué historias? - Su cara muestra pura confusión - Regresé hace unos días y vine directo al campo, sean cuales sean las historias de las que estemos hablando, no tengo idea.
-Pronto lo sabrás. - Me cruzo de brazos - Escuché que se están preparando para una temporada campestre, estoy segura que tus invitados te advertirán sobre los peligros de vivir cerca de los Lorex, especialmente yo.
-¿De que estas hablando? No hay nada de qué advertir, su familia no representa ningún peligro. Por Dios. - Sacude la cabeza y se pellizca ligeramente el puente de la nariz antes de volver a mirarme - Confieso que esperaba una recepción diferente de tu parte.