No te disculpare
Tanta coincidencia, no podía ser posible.
—¿Él es tu hermano?
—Asi es.
Me quedé en shock, pensé en todo lo que le había dicho de él.
¿Cual será su reacción al volver a verme?
—Maritza, adelante, sube.
Me pidió Lina, mientras abría la puerta del copiloto.
—Gracias, pero no te preocupes por mí. Tomaré el autobús.
—De ninguna manera, ven con nosotros.
Me miró fijamente y de mala gana me tuve que aceptar.
—¿Qué tal ha sido tu día, hermanita?
Preguntó Él.
Era obvio que estaba ignorando mi presencia; me sentía incómoda al recordar lo que sucedió entre nosotros.
Ahora parecía un chico dulce y amable frente a su hermana, yo había conocido su otra cara.
¿En donde quedó el chico malvado que conocí?
Su arrogancia, su actitud posesiva e intimidante; quizás no esperaba que su hermana me conociera.
Me causó gracia imaginar la sorpresa en su cara al vernos juntas.
—Bien. Hermano, ella es mi nueva amiga, Maritza. Maritza, él es mi hermano mayor, Aaron.
Me miró, y yo apenas pude decir hola. A mi mente llegó todo lo que había sucedido anteriormente ¿Porqué tenía que ser él?
De todos los chicos que podrían haber en esa universidad, porqué tenía que ser el hermano de Lina.
Evite mirarlo, me sentía avergonzada y no quería que Lina se diera cuenta.
Al ver que él no decía nada, ella lo golpeo.
—Cuidado, Liña, estoy conduciendo.
—Deberías comportarte como un caballero y decir: hola.
Le reclamó.
Ella iba a volver a golpearlo, pero vio la marca que tenía en su cuello.
—¿Qué te paso en el cuello?
Preguntó.
¡Oh Dios! Le va a decir que fui yo.
Pensé muy nerviosa.
Pegué mi cara en la ventana queriendo no escuchar lo que diría.
—Una gatita, me arañó.
Lo escuché decir.
¿Él me está comparando con un animal?
Lo miré furiosa.
El sonreía, podía verlo por el retrovisor.
—Deberías ir al hospital.
Le dijo muy preocupada.
—Tranquila, no es para alarmarse.La herida no es nada grave, es solo lo superficial. Es natural comportarse asi con extraños.
Apreté mis manos.
¿Qué quiere decir con eso?
—Bueno, si tú lo dices. Deberías tener cuidado cuando la vuelvas a ver.
—No te preocupes, no habrá próxima vez.
¡Ja! Sueña despierto si crees que permitiré que vuelvas a aprovecharte de mí.
Pensé.
—Maritza, mi hermano puede llevarte después de dejarme en mi departamento.
—¡Qué!
Dijimos al mismo tiempo y ella nos miró extrañada.
—No molestes a tu hermano, seguro tiene cosas importantes que hacer.
Le dije queriendo evitar que eso pasara.
—No voy a estar tranquila si él no te lleva.
—Tomaré un taxi, no te preocupes.
—Hermano, hazme ese favor. Te queda de camino a tu casa, que te cuesta llevarla.
—Está bien, no te preocupes la voy a llevar.
Me sentía nerviosa de pensar en que estaríamos solos en el auto, cómo se comportará ahora.
¿Querrá aprovecharse de mí?
Si fue capaz de besar a una extraña ¿Que me hará ahora?
Al rato llegamos al frente de un edificio enorme que se veía que era muy lujoso.
—¡Wao! Lina, ¿Vives aquí?
—Sí, te invitaré otro día a pasar.
Hizo señas para que me bajara y me mostró los otros edificios vecinos, eran todos altos y elegantes.
—Nos vemos.
Se despidió.
—Ok, hasta mañana.
—Vamos, apúrate y sube.
Me dijo él en un tono grosero.
Cambió su actitud, segundos después que su hermana se fue.
Quise ir en los asientos traseros del auto, pero las puertas estaban cerradas así que tuve que ir de copiloto.
Puso el auto en marcha y me preguntó:
—¿A dónde debo llevarte?
Hablaba fríamente, como si estuviera enojado.
—A la primera parada que encuentre.
Me crucé de brazos mirando hacia la ventana. Frenó el auto de repente y me fui de cabeza hacia adelante.
—¿Qué pasa contigo?
Le grité.
—Le dije a mi hermana que te llevaría casa, si no me das la dirección, te llevaré a la mía.
Lo miré furiosa, era tan fácil para él hacerme enojar.
—Estoy cansado y con hambre, no pienses mal.
En ese momento mi estómago también pedía comida, tenía tanta hambre.
—Dime la dirección y así podré irme a mi casa pronto.
Le di la dirección, yo también tenía prisa en llegar a casa. Encendió el auto y avanzamos.
Volteó a mirarme y me dice:
—Ese lugar a estas horas es peligroso, cómo puedes vivir en un lugar así.
No respondí y mire mi reloj, en verdad ya era tarde, el tiempo se había esfumado. Durante el viaje reino el silencio entre ambos, no quería ni siquiera mirarlo.
Me quedé dormida y cuando desperté estaba sola en el auto, me había dejado su chaqueta como una frazada.
La deje en el asiento y me bajé del auto, no sabía donde estaba.
Hasta que lo vi salir de la casa.
—Por fin despiertas.
—¿Porqué estoy aquí?
—Bueno, estabas tan dormida que no quise despertarte y como me sentía hambriento te traje a mi casa. Pensé que mientras dormías podía comer algo y luego llevarte de regreso apenas despertaras.
—Bien, ya estoy despierta, pero no te preocupes llamaré un taxi.
—Buena suerte, a esta hora nadie va querer llevarte a ese lugar.
—Tenia razón, no tuve opción más que aceptar.
—Está bien, apresúrate.
Molesta y resignada a tener que volver a estar cerca de él, me subí al auto.
—Toma, debes estar hambrienta.
Me dio una ponchera con comida.
—No me des las gracias, pedí mucha comida y no la pude acabar.
Tome la comida y no pude evitar sonreír, algo me decía que estaba mintiendo. Se subió al auto y luego de un rato por fin llegamos.
Abrí la puerta para bajarme del auto cuando lo escuché decir :
—Discúlpame por lo que pasó hoy.
Eso me sorprendió por completo e hizo que lo mirara.
—Lo hice para quitarme a una chica molesta de encima.
Me miró, esperando mi reacción.
Escucharlo decir eso me molesto, me bajé sin decirle nada y le tire la puerta.
Que descaro de él decirme que me utilizó y encima de eso quiere que lo disculpe. Me alejé sin mirarlo y escuché como el auto se alejaba.
Subí a mi cuarto y al parecer no había nadie de las personas con quien compartía el departamento, me bañé, hice las tareas que dejaron y luego caí rendida en la cama, ya era muy tarde.
Al día siguiente me levanté temprano y me preparé para ir a la universidad. Llegué y Lina me esperaba, me cuestionó sobre cómo me había ido con su hermano.
Lina estaba sorprendida.
—Enserio Aaron hizo eso por ti.
—Por favor, no le digas nada, todavía me da vergüenza ¿Cómo me pude quedar dormida?
—Me extraña, él siempre trata a las chicas como moscas.
—¿Qué quieres decir?
—Que no las quiere cerca, pero contigo es diferente. No solo te dejó dormir en su auto y te dio comida, si no que también volvió a conducir para llevarte a salvo a esas horas de la noche.
—¿Qué estás pensando? Tampoco es para exagerar. Ya olvídalo.
—Sabes Maritza, tengo el presentimiento que tú y yo seremos las mejores amigas.
—Gracias. También lo creo.
A la salida lo volví a ver, no sabía si pasar y no saludarlo o tratarlo cómo si no lo conociera.
Si le decía a Lina de que lo había ignorado, no sabría cómo explicarle mi comportamiento a ella. Pasé, le dije hola y seguí mi camino.
Me siguió y cuando me alcanzó me preguntó :
—¿Aún sigues molesta? Ayer te pedí disculpas, pero no me expresé bien.
—Lo siento, no voy a disculparte.
—Que conste que te pedí una disculpa.
—¿Crees que una disculpa borra el hecho que me utilizaste?
—La verdad, es que no esperaba volver a verte.
—Eres un idiota.
Seguí mi camino, su actitud molestaba.