Jardín Prohibido.
Alin se separó de Siny y se acercó a una gran mesa donde tenía muchos cuchillos y utensilios de tortura.
Cogió el cuchillo y le cortó el cuello a la chica haciendo que la sangre salpicara todo a su alrededor.
Siny gritó muy fuerte levantándose dolor de garganta, sintiendo como su alma se escapaba de su cuerpo.
Vio como mataban a alguien y de la peor manera, Siny se separó todo lo que pudo de Alin y lloró, así como lloraba desde que conoció a ese hombre.
Alin pasó la lengua por el cuchillo haciendo que la chica volviera a gritar y que su estómago se revolviera.
Quería salir corriendo, alejarse lo más que pudiera de ese hombre.
Pero había dos impedimentos: ese hombre y su cuerpo que no reaccionaba a las órdenes que su cerebro le mandaba.
Siny estaba agachada en el suelo, se miraba los brazos con salpicaduras de sangre, lloraba en bajo. Sentía como si hubiese sido ella la que hubiera matado a esa chica.
—La curiosidad mató al gato —sonrió acercándose a ella —en este caso la curiosidad soy yo y el gato esa mujer —se arrodilló frente a ella.
Pasó la punta del cuchillo por el cuello de la chica.
—Cuando digo las cosas no entiendo porqué las personas no me toman en serio —continuó hablando —digo la verdad y nadie me cree, una pena, luego tengo que demostrar las cosas así —señaló a la chica colgada.
—¿Por qué? —Fue lo único que pudo decir.
—¿Por qué, qué? ¿Por qué la maté? Bueno, la maté porque ya no me quería divertir con ella. Y lo de el nombre, me haces más loco de lo que estoy Siny, adoro tu nombre y me encantaría escucharlo todo el rato —hizo círculos con su dedo cerca de su oído —me encantaría tenerlo de alarma, me encantaría que lo gimieras de dolor —sonrió mirándola.
—Estás enfermo —lo miró a la cara.
—Tu me enfermas Siny —ella negó limpiándose las lágrimas.
—Eres un puto psicópata de mierda —Alin puso su dedo pulgar en el labio de la chica.
—No se dicen groserías —sonrió con malicia —igual te tengo que cortar la lengua —la miró a los ojos y se fue acercando más a ella —¿Alguna vez tuviste obsesión por algo o alguien? —Siny no dijo nada —¡responde cojones! —Se asustó ya que levantó un poco la voz.
—No, no —dijo rápido.
—Pues yo estoy obsesionado contigo, necesito verte a cada rato, necesito estar cerca de ti todo el tiempo. Solo pensar que otro te toca o te mira me entran ganas de despellejarlo —sonrió más ampliamente, pero con la misma sonrisa de siempre —. El único que te puede mirar soy yo, el único que te puede tocar soy yo, y el único que te puede hacer llorar y hacer que te sientas así ¡SOY YO! —Gritó haciendo que Siny temblara del miedo.
—Si —fue lo único que respondió.
Alin la cogió de la mano y la llevó fuera de esa habitación.
—Hoy te quedarás aquí, no saldrás hasta que yo te lo diga —sonrió.
Ella asintió y se encerró en la habitación, estaba acojonada del miedo, sentía el terror correr cada parte de su cuerpo.
Se sentía una puta cobarde por estar así, ¿Pero y que iba a hacer? Acababan de matar a una chica frente a sus ojos, tenía salpicaduras de sangre por su cuerpo y por si no fuera poco el psicópata estaba obsesionado con ella.
No tenía escapatoria, no tenía por dónde salir (y no me refiero de la habitación en la que estaba) si no de su mente, de esa situación en la que estaba.
Quería gritar fuerte, desahogarse como nunca lo había hecho, quería correr fuera de la ciudad e ir donde sus padres, abrazarlos y que le dijeran que todo iba a estar bien.
¿A quien quería engañar? Nada estaba bien.
Todo se estaba saliendo de control, esa situación ya no la tenía en sus manos, bueno, en realidad nunca la tuvo, solo la tiene el hombre de ahí fuera. Alin Yons, él era el único que podía sacarla de esa mierda, pero no lo quería hacer.
Se acercó a la ventana y lo vio fuera, miraba al cielo mientras estaba echado en el suelo.
Miró alrededor de la habitación y vio un cuadro, había tres personas.
Siny supuso que eran sus padres y él.
Parecía un chico normal en esa foto, tenía una sonrisa verdadera, no había nada de malicia en esa sonrisa, entonces recordó lo que él le contó.
Sus padres habían muerto, nunca le dijo como o porqué. Ella no se quería imaginar el dolor que tuvo o tenía que sentir al no tener a sus padres al lado.
Pero eso no le daba razón para ser así... ¿O sí? Volvió a mirar por la ventana y seguía en la misma posición.
Quería razonar, encontrar una explicación a todo lo que estaba pasando pero no la encontraba.
Maldecía el día en que se le ocurrió ir a buscarlo.
Se tumbó en la cama y miró al suelo, quería cerrar los ojos y no despertar más, no los quería abrir más.
Escuchó la puerta abrirse, se hizo la dormida, sabía que era él, lo que menos quería era verlo o hablar con él.
—Siny —escuchó su voz.
Ella apretó todo su cuerpo por el miedo que su voz produjo en todo su sistema.
—¿Te dormiste? —Escuchó un suspiro.
Salió de la habitación y se sentó en el sofá.
Miró hacia el techo llevándose las manos a la cara y frotársela.
—Os necesito —susurró mirándose el brazo.
En el tenía tatuado la inicial de los nombre de sus padres, "A", "B", Alin y Beatriz.
—Os necesito joder —comenzó a darse golpes en la cabeza.
Lloraba, los echaba de menos, quería verlos, abrazarlos, salir de esa oscura habitación en la que su mente estaba encerrada.
Tenía la mente cegaba, muchas veces no sabía lo que hacía, pero le gustaba, le encantaba hacer lo que hacía.
Se levantó del sillón y comenzó a pegar puñetazos a todo lo que encontraba por el camino.
Siny salió asustada de la habitación. Ambos se quedaron mirándose, Siny vio las sangre correr del abdomen del chico, pequeñas gotas salían de sus nudillos.
Alin comenzó a acercarse a ella, Siny se había quedado estática. El chico la cogió de la cara e hizo que lo mirara.
—¿Te desperté? —Ella negó.
—La-la herida, hay que curarte eso —dijo en bajo.
Se sentía tonta por querer cuidarlo, lo tenía miedo, claro que si, pero su mente no reaccionaba cuando lo veía herido.
La estaba volviendo loca, la estaba metiendo en su territorio y ni el la quería sacar ni ella se quería ir.
Siny muchas veces podía llegar a ser bipolar y en esos momentos era cuando más se podía afirmar que si lo era.
Alin se tumbó en la cama y Siny comenzó a curarle las heridas, no se le había roto ningún punto y eso era bueno, solo se había abierto muy poco la herida.
La limpio y volvió a poner una venda limpia.
Limpió las heridas de los nudillos y se separó de él.
Siny volvió a mirar el cuadro donde estaba Alin con sus padres.
—¿Cómo murieron? —El chico suspiró.
—Los mataron —dijo frío mirándola.
—¿Quién? —Preguntó nada más escuchar la respuesta del chico.
—No lo sé Siny, no lo sé, he intentado buscar pistas, pero no encuentro nada —Siny asintió.
—Yo te puedo ayudar.
Y se metió de lleno en el jardín prohibido del psicópata llamado: Alin Yons.