Esa Noche.
Siny llevaba sintiendo que la observaban más de dos semanas, esa sensación de inquietud no la dejaba dormir.
Sabía y sentía que alguien estaba fuera de su casa, que por la ventana la observaba, salía pero no había nadie, dos veces vio como una piedra caía dentro de la habitación.
Las fue guardando sin saber el porqué, las tenía dentro de una caja, llevaba ya cuatro, dos que había visto caer y otras dos que las encontró debajo de la cama.
Salía por el recinto para mirar, pero siempre entraba en casa sin ver a nadie.
Alin salía corriendo cuando veía las intenciones de la chica. Esa noche caminaba por enfrente de la casa, quería hacerse pasar por una persona normal.
—Perdone un momento —una voz lo hizo parar.
Los ojos ámbar del chico la hicieron callar, ambos se miraban a los ojos. Ella sintió una necesidad muy extraña de acercarse a él y mirarlo más de cerca y el deseó cogerla en brazos y llevársela a su "casa", ninguno supo que decir, los dos se habían quedado sin palabras.
—¿Necesitabas algo? —Preguntó él después de unos minutos.
Su cabello negro caía por su frente, tenía algunos rizos, pero no se apreciaban mucho, vestía de ropa informal, una camisa blanca y unos pantalones mordernos algo rotos de color negro.
—Ha-hace —suspiró —hace unas semanas alguien viene aquí a lanzarme piedras a la ventana. Quería preguntarte si has visto a alguien —habló rápido.
Alin sintió ganas de reír, pero su cara neutra la mantuvo en todo momento. Negó mirándola a los ojos y ella suspiró frustrada.
—Si veo a alguien te lo diré —habló frío haciendo que el cuerpo de la chica se congelara.
—Gracias.
Sonrió y se dio la vuelta para entrar.
Alin la miró hasta que desapareció dentro de la casa, se puso a andar y se fue.
Siny se sentó en el sofá y suspiró mirando a la puerta, ese hombre la había dejado pensativa y no tuvo un buen presentimiento con él.
Y como una persona anormal que es salió por la puerta en busca de ese hombre.
—Estaré por el bosque, si no te hablo en una hora ven a buscarme.
Le mandó un mensaje de voz a su mejor amiga.
Supo que su amiga la había contestado, pero no cogió el teléfono, solo caminaba por ese sendero, ese camino lleno de piedras y hojas caídas de los árboles.
No paraba de andar y no sabía porqué estaba siguiendo ese camino cuando dos caminos más se hicieron presentes.
Llegó a la entrada de una casa... La casa de Alin.
Él no había llegado, estaba con su "alma". Miró hacia atrás y suspiró, entró a la casa y abrió los ojos sorprendida.
Alin tenía colgadas en las paredes orejas y brazos de las personas que había asesinado, era un maniático en esas cosas.
Siny se llevó las manos a la boca asustada.
—Pensé que me iba a costar más atraerte a mi casa —su voz sonó detrás de ella haciéndola saltar y gritar del miedo.
—Pe-perdón, yo-yo no he visto nada lo juro —intentó salir corriendo, pero la cogió del brazo.
—Has visto todo lo que tenias que ver —sonrió con malicia.
—No diré nada —lloró intentando salir de esa casa.
—Claro que no dirás nada, porque si lo haces acabarás igual que esos miembros.
Siny negó rápidamente.
Alin se quitó de la puerta dejando vía libre a Siny, ella salió corriendo dirección a su casa.
Cerró la puerta y las ventanas con seguro y se encerró en su habitación.
Se tapó con la colcha de la cama y suspiró varias veces intentando estabilizar su respiración, quería calmar el miedo, olvidar esas palabras que él había dicho, olvidar la imagen de esos miembros colgados a la pared.
Esa noche no pegó ojo, tenía miedo, cada vez que sus ojos se cerraban la imagen de esa pared aparecía en su mente.
Lo peor es que no se podía sacar de la cabeza los ojos ámbar de ese hombre, era imposible poder sacárselo, su voz, sus ojos.
Unos ruidos en la ventana la hicieron levantarse de golpe, se asomó un poco a la ventana y allí lo vio, con esa sonrisa maligna mirándola de frente.
Empezó a temblar del miedo mirando por la ventana. Al no salir ella él empezó a acercarse a la ventana, se maldijo por no haber quitado la escalera de la pared.
Él chico comenzó a subir, ella corrió escaleras abajo con intenciones de salir por la puerta del patio. La puerta se trabó y cuando iba a salir corriendo él ya estaba frente a ella.
—Ya te extrañaba —volvió a sonreír de la misma manera que lo hizo cuando estaba fuera.
—Por favor vete, te prometo que no diré nada, tu secreto no saldrá a la luz lo juro. No me hagas daño.
Su sonrisa se hizo más grande al ver el miedo en la chica.
—Todavía no te haré daño, primero disfrutaré de tu compañía —susurró cerca de su cuello.
Siny tembló de miedo al tenerlo tan cerca, lo empujó y salió corriendo lejos de él.
Alin la cogió en brazos, se sentó en el sofá con ella encima de sus piernas.
—¿Antes no era así sabes? —comenzó a hablar —. Cuando tenía 18 años era un chico normal, pero cuando cumplí los 19 mis padres murieron y entonces algo dentro de mi cambió, me encanta matar a la gente, ver su sufrimiento, acabaré con todo Londres.
La apretó la cintura haciéndola sollozar.
—N-no sé por qué me cuentas eso.
Intentó no mirarlo.
—Eres un obstáculo, desde que te vi estoy más pendiente de ti que del resto del mundo —la cogió de la barbilla haciendo que lo mirara —. Eso no es bueno para mi salud mental.
Siny suspiró.
—Me iré del país, no —tragó saliva —no seré un obstáculo, pero déjame.
Intentó zafarse del agarre, pero fue imposible.
—Hay otro problema, no te puedes alejar de mí —la chica negó llorando —. Mo te irás lejos de mí.
Ella asintió.
—Bien, no me iré.
—Ya lo sabía.
—Estás loco.
Ahora si lo miró.
—Todos alguna vez pierden la cordura —sonrió mirándola —. Soy Alin por cierto —¿Alin? Ese nombre le sonaba de algo. Todo él le sonaban de algo. Él no borró la sonrisa de sus labios.
—Si-Siny.
Lo miró y apartó rápidamente los ojos de él.
Alin dejó a la chica sentada a su lado, él se levantó y sonrió.
—Debo irme, te vendré a ver —dijo frío saliendo de la casa.
Siny se acercó a la puerta y la cerró rápidamente.
Subió a su habitación y cerró la ventana, se tumbó en la cama y lloró.
Se quería quitar de encima a ese hombre, pero sabía que iba a ser imposible.
Y peor se iba a poner con el paso del tiempo.