Sinopsis
Brianna quería darle una increíble noticia a su esposo, no esperaba su abandono. Dos años después, está divorciada y trabajando en una empresa. Su marido compra el lugar, sin saber que encontraría a su ex esposa. Ella descubre a su ex esposo paralítico. Y él, se entera de la existencia de la hija de Brianna ¿Qué ocurrirá?
1
Caminando despacio, aunque intentando no caerse. Las manos hundidas en los bolsillos de su chaquetita de punto blanco; pasos torpes. Penetró en un portal limpio y elegante y subió despacito las escalinatas de mármol, hasta llegar a una puerta caobada. Introdujo la llave en la cerradura y la puerta cedió lentamente.
—Mi amor, ya tengo lista la cena —comentó la mujer mientras ingresaba, dando saltos, hasta su amado esposo; miró en torno con complacencia. Después añadió seguidamente: — preparé algo que te gustará.
Él mismo, a diferencia de veces anteriores, no se inmutó con su presencia. En más, se quedó observando la computadora, sin prestarle un ápice de atención. Ella, levantó una ceja confundida; esperando una reacción de parte de su esposo. La cual no hubo.
—¿Me estás escuchando amor..? —volvió a insistiar. Su pulso se aceleró, pudo contemplar su sombra inquieta por el rabillo del ojo. Pocas eran las ocasiones, donde ella, se encontraba con taler nervios.
Esta vez, el hombre levantó la barbilla para poder escucharla; la misma sonrió. En forma precipitada, se sentó en la silla disponible enfrente del escritorio.
—Sí, dime —murmuró, procurando no darle demasiada atención.
—Quería decirte que te amo —dijo de la nada. Eduardo asintió.
—Está bien.
—¿Te pasa algo..? —le preguntó de repente —siempre me dices "idem".
—Quiero que hablemos, Brianna.
La sonrisa de Brianna. Se desvaneció.
—Yo también tengo algo que decirte —comentó con una sonrisa radiante, recuperando la compostura.
—Primero escúchame a mí...
Brianna dejó caer su cuerpo hacia atrás, sin entender lo que él quería decirle.
—¡Amor! Pues vale, te escucho.
—Ya... no quiero estar contigo.
—¿Qué..? —preguntó pensando haber escuchado mal.
—Por eso mismo; no me escuchas y además: ya me aburrí de ti.
Al decir esas palabras, los ojos de Briana salieron de sus órbitas. No podía llegar a entender, ¿que le ocurría a su esposo?
—¿Por qué dices eso?, no puedo llegar a comprender.
—Sencillo —pronunció, bajando la vista —Eres... de las personas que menos quiero en mi vida...
—¿Que?, no entiendo a qué te refieres.
—Como te dije anteriormente... Y al parecer no escuchas, ya me aburrí de ti —habló con voz grave —no me interesa estar con una niña mimada como tú. Ya pasaron tres años de nuestro matrimonio, ahora te quiero fuera de mi vida. Así que te voy a pedir el favor, en cuanto salgas de esa puerta ve y recoge todas tus pertenencias. Además, eres rica, no necesitas de mí —dijo eso, y se dio la vuelta para seguir trabajando.
Pensaba: «Seguro es una broma...»
Los ojos de Briana se abrieron con amplitud, tragó saliva en seco, bajando la vista y sintiéndose en ese instante muy perdida por primera vez en su vida.
—Por favor, no entiendo qué me estás queriendo decir.
—¡Ya no quiero un matrimonio contigo!, quiero separarme, y no volverte a ver —repitió.
—¿Estás... bromeando conmigo amor..? seguramente que es una broma. Estamos bien, nunca hemos discutido y siempre...
—Ya no te amo. En más, nunca llegó ese sentimiento a mi. Siempre fué una mentira, y la verdad es que quiero volver a ser soltero. Me aburro, ni siquiera eras buena en la ca...
—¡Cállate, estás mintiendo! —lo interrumpió.— Dime la verdadera razón por la que me estás dejando —dijo con lágrimas en los ojos, levantándose de su asiento.
—Ya no te quiero, nunca te quise. Así que por favor vete ¿Quieres seguir preguntando por qué te dejé..?, puedo enumerar las razones, pero por ahora no. Me aburre estar contigo. Pronto entrará mi asistente, quién me va a entretener.
—¡Eres tan cínico!, ¿de verdad me estás diciendo que te estás acostando con tu asistente?
—No querida, aún no. Pero lo que quiero hacer una vez salga de esta puerta. Ella sí me va a entretener de ti.
Al decir esas palabras, Brianna finalmente se puso de pie. Se dio la vuelta, dándole la espalda a su futuro ex esposo.
—¿Qué querías decirme? —repitió él, su esposa frenó de golpe.
—Nada "amor" —dijo resaltando la palabra amor, y él simplemente la dejó marchar dando una risa, rompiendo un poco más el corazón de Briana.
En cuanto salió a la oficina, su corazón late con prisa, sin poder llegar a comprender porque su esposo de la nada la había dejado.
Lo peor de todo, la noticia que no pudo comentarle. Deja caer su cuerpo en la puerta, el suelo se mueve bajo de sus pies. Cierra los ojos, sin saber que hacer.
Dos años después, Briana se encontraba trabajando. De pronto, entra en su pequeño cubículo, sugerente.
—¿Terminaste con lo que te pedí? Eres muy lenta Briana. Tengo todas las ganas de echarte, pero ahí estás —dijo y puso los ojos en blanco, apoyando su cuerpo en la pared de durlock —así que por favor, ve rápido a la oficina, el nuevo jefe está ahí.
—¿Nuevo jefe..? —preguntó con la voz queda.
—Menos preguntas y muévete. No lo quieres hacer esperar; llevas aquí apenas un mes.
—Claro jefe.
Ella asintió, y comenzó a caminar con sus tacones altos, los únicos que tenía. No le alcanzaban los pasos, para poder llegar a la oficina. En cuanto atravesó la gran puerta de madera, silencio sepulcral invadió todo. Había un hombre de espaldas, sentado en una silla giratoria.
Briana alisó con sus manos su falda, y se mordió los labios.
—Hola... —murmuró con vos inquieta, respiró con nerviosismo.
—Hola... Así que aquí estás —dijo una voz conocida.
Hace dos años que no lo había vuelto a escuchar, y su cuerpo entero se estremeció.
Cruzó sus brazos, intentando protegerse a sí misma.
—Hola —comentó ella intentando no llorar.
Lo odiaba con todo su corazón, él había arruinado su vida entera.
—Tú eres mi nueva asistente, aquí tengo todos los números que tienes que agendar, además, me tienes que ayudar con el papeleo y también con los registros. Aquí al parecer se realizaba cualquier cosa menos llevar adelante la empresa —dijo en forma rápida, y después añadió:— Sólo tengo un requisito.
—¿Un requisito..? —quiso saber dudosa. —Cada vez que sales pones el seguro en la puerta, además siempre debes tocar antes de ingresar. Bueno ahora vete es, tengo que seguir trabajando.
—Uhm, con permiso —dijo y se alejó.