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Capítulo 10

Tras acordar los detalles con Bruno, Lucía abandonó sola el Grupo Olimpo.

Los empleados se sorprendieron al ver salir del ascensor presidencial a una hermosa joven.

—¿Quién es esa chica? ¿Una nueva empleada? ¿De qué departamento es?

—No lo sé, pero ha salido del ascensor del señor Bruno. ¿Qué relación tiene con él?

Lucía hizo caso omiso de los susurros y se dirigió a una tienda de refrescos de la carretera para comprar una limonada. Luego, se sentó en un banco junto a la carretera.

Miraba al cielo azul de Creephia, echando de menos su país.

El cielo era del mismo color, pero le parecía mucho menos tranquilo y sereno. Allí, incluso el aire era más frío.

Allí estaba su familia, sus amigos, todo por lo que había dado su vida para proteger.

Cuando estaba enferma y tenía que abrigarse del viento, a menudo se sentaba así en la sala de cristal de las flores, mirando al cielo azul, donde de vez en cuando se podía ver a las poderosas águilas desplegar sus alas grandes y pasar volando.

Algún día ella volvería a su tierra natal, traería a casa a los soldados valientemente muertos y grabaría sus nombres con sus propias manos en el Monumento a los Héroes.

Lucía tomó un sorbo de limonada helada, dejando de lado por el momento sus añoranzas, y dedicó una cálida sonrisa al cielo bonito.

De repente, el móvil que llevaba en el bolso vibró y Lucía lo sacó para ver «Mi amor» en la pantalla.

Le sorprendió un poco al ver las dos palabras.

Ella había perdido su móvil y Víctor se dio este nuevo cuando salió hoy.

«Mi amor. Je, qué título más cariñoso.»

Lucía se quedó mirando el título amoroso durante unos segundos antes de pulsar el botón de respuesta.

***

Bruno, frente al ventanal, contemplaba la espalda de Lucía que se alejaba con una sonrisa significativa.

Luego se dio la vuelta, tomó el mando a distancia de la mesa y pulsó un botón.

Al instante, una pantalla del proyector se levantó y apareció en ella un hombre vestido de negro, sentado en el sofá, con su apuesto rostro carente de expresión.

Bruno, golpeando ligeramente la mesa con sus dedos delgados, dijo con interés:

—Tu nueva esposa no es nada sencilla, ¿eh?

El Grupo Olimpo era un gigante multinacional, cuya presidencia no solo era símbolo de gran riqueza, sino también de estatus alto, pero Lucía rechazó a la ligera la presidencia sin pensárselo dos veces. Tal carácter donairoso no lo podía tener todo el mundo. A decir la verdad, Bruno admiraba un poco a esta chica joven.

Víctor le dirigió una mirada severa a y le advirtió:

—Si la agravian en lo más mínimo allí, no me culpes por ser grosero contigo

Bruno sintió un escalofrío y entonces se dio cuenta de que Víctor parecía estar de mal humor.

«¿Es porque su mujer ha rechazado su regalo del matrimonio? Ya está casada con él, ¿qué importancia tiene aceptar o no el regalo? ¿Por qué este tipo está de tan mal humor?»

Mirando la cara hosca de este, Bruno no se atrevió a quejarse en absoluto y contestó con una sonrisa:

—¿Cómo puede pasar eso? Es tu amada esposa. Nadie en Creephia se atreverá a meterse con ella.

Lo que le respondió a Bruno fue el sonido de un portazo fuerte.

En los jardines de la villa, dos filas de hombres con traje negro permanecían en posición de firmes esperando respetuosamente.

El reservado y poderoso Víctor, vestido de negro, salió, entró en su coche y se marchó.

***

Lucía se puso los auriculares, se alisó con elegancia la falda, y con voz suave contestó a la llamada, preguntando:

—¿Qué pasa?

—¿Dónde estás? —la voz grave de Víctor llegó desde el otro lado del teléfono.

Lucía se quedó un poco estupefacta primero, pero acto seguido sintió algo de calor en el corazón.

Le preocupaba a Víctor que Lucía se sintiera incómoda en la empresa por los rumores, así que llamó en el momento justo para preguntar.

Además, ella había abandonado el Grupo Olimpo sin conducir. Víctor estaba preocupado por ella.

Después de todo, por el momento Creephia no era una ciudad amigable para ella.

Lucía se incorporó del banco, con la limonada en la mano, y caminó en dirección al Grupo Olimpo.

—Volveré pronto —dijo ella al hombre.

Víctor asintió y le recordó en un tono un poco más serio:

—Llámame si pasa algo.

—Bien.

Guardados bien los auriculares, Lucía se disponía a volver al Grupo Olimpo cuando un coche de lujo se detuvo bruscamente a su lado.

En el coche se veía a un hombre apuesto y a una mujer delicada, quienes hacían muy buena pareja.

Lucía aplastó el vaso de papel que tenía en la mano y lo arrojó despreocupadamente al cubo de la basura que había junto a la carretera.

Fabiana miró a Lucía con una preocupación falsa y preguntó hipócritamente:

—Lucía, ¿estás bien? ¿Dónde te has alojado estos días? Mamá está muy preocupada por ti, y te ha llamado muchas veces, pero no has contestado. Enrique, vamos a llevar a Lucía a casa, ¿vale?

Dicho esto, la hipócrita tiró con suavidad de la manga de Enrique, mirándole con los ojos llenos de súplica.

Enrique miró a Lucía entrecerrando ligeramente los ojos, como si estuviera pensando en algo.

En realidad, había estado buscando a Lucía en privado durante los últimos días, pero no había sido capaz de encontrarla.

Enrique dirigió fríamente una mirada a Lucía. Aunque quería escuchar a su madre y ser un poco amable con ella temporalmente por el bien del 20% de las acciones, la arrogancia que tenía le hacía hablar con sarcasmo:

—Puede que no quiera nuestra ayuda en absoluto, ¿para qué molestarnos?

Fabiana, mordiéndose ligeramente el labio, dijo con lástima:

—Pero Lucía ha llevado una vida acomodada desde pequeña y no sabe hacer nada. ¿Cómo puede encontrar un trabajo decente...?

Antes de que esta pudiera terminar sus palabras, una voz alta la interrumpió bruscamente:

—¿Quién dice que la señorita Lucía no es capaz de encontrar un trabajo decente?

En este momento, Lucía, que no había dicho nada, levantó la cabeza y miró al hombre que apareció de repente.

Con una sonrisa amable en los labios finos, Bruno dijo:

—Señorita Lucía, todos en el Grupo Olimpo la esperan. ¿Por qué ha venido aquí sola?

Lucía explicó sonriendo:

—Mi lesión en la frente aún no está curada completamente, y no puedo trabajar por el momento. Señor Bruno, siento mucho las molestias que he causado.

Fabiana se quedó helada al oír la conversación de los dos, con sus ojos llenos de dudas y sospechas.

Fabiana y Enrique conocían a Bruno. ¡Este hombre era el mayor rival en los negocios de la familia Nores y la familia Fraga en Creephia!

Después de recuperarse del asombro, Fabiana habló con una sonrisa burlona:

—Señor Bruno, ¿no se equivoca en algo? Lucía es la segunda hija de la familia Nores, y todavía es demasiado joven para trabajar. Usted no obtendrá ningún beneficio invitándola al Grupo Olimpo. Si es solo para ridiculizar a la familia Nores, creo que es completamente innecesario.

La declaración parecía muy digna y decente, defendiendo a Lucía, pero si uno lo pensaba, se daría cuenta de la intención siniestra de Fabiana.

En realidad, Fabiana quería advertir a Bruno de una manera indirecta que Lucía era de la familia Nores y que era una rival del Grupo Olimpo.

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