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Mis pies empezaron a caminar hacia las escaleras, pero antes una mano me tomó de la cintura haciéndome girar a él.
—Anne, ¿donde ibas?
Apolo, lo miré sin tener una excusa o algo así, ya que mi corazón latía demasiado rápido.
—Hmm y-yo —miré las escaleras y me pregunté si valía la pena ir. Era Thomas. THOMAS. —Solo iba a buscar algo en mi habitación.
Sonreí, Apolo me devolvió la sonrisa.
—¿Vamos? —cuestionó—. Carolina te estaba buscando.
Tragué grueso respirando profundo, iba a hablar pero me detuve en seco al verlos bajar las escaleras. No sé si sentí alivio o que pero la chica que antes estaba con Thomas venía tomada de la mano con otro chico. Y ellos tres venían sonriendo.
Aparté la vista de inmediato ya que me encontraba al inicio de las escaleras.
—Hmm si esta bien, vamos —le dije a Apolo, tomándolo de la mano y llevándolo hacia la sala. Y no me importaba si me había visto Thomas o no.
Al llegar a la sala se encontraban todos sentados en los enormes sofás, riendo y bebiendo. Encontré a Carolina platicando con Kayler y sonriendo.
—Anne, te puedo decir algo —me llamo la atención. Apolo iba vestido todo de negro, súper decente. Su cabello iba bien arreglado, a diferencia de Thomas que siempre lo llevaba desarreglado.
—Dime —lo miré atenta.
—Te he notado extraña últimamente, como más distante conmigo... ¿acaso ha ocurrido algo más mientras estábamos separados? —quiso saber.
Me quedé pensado: ¿había ocurrido algo más? Por supuesto que si, conocí a Thomas, reí, lloré y me enojé en ese tiempo, él me hacía sentir segura y tan vulnerable al mismo tiempo, tenía el poder de romper mi corazón en miles de pedazos y luego arreglarlo como si nada. Y eso me asustaba a veces.
—Apolo... —empecé diciendo, pero me detuve ya que no sabía que decirle, no quería lastimarlo aunque él lo haya hecho conmigo de primero, pero no había sido intencional ya que pensaba que éramos hermanos. —Yo...
Fui interrumpida por la voz de Carolina.
—¿Anne? Ven a ver esto —llego donde nosotros, pero al notar a Apolo se puso un poco seria—. Perdón, Apolo, pero la necesito.
—Está bien —le sonrió para luego dirigirse a mi—. Hablamos luego.
Le agradezco a Carolina de que me haya salvado de tener que explicarle a Apolo sobre mis sentimientos, sinceramente no estaba preparada.
—¿Ocurre algo? —me dirigí a ella.
—Si, vamos afuera —me tomó de la mano y me empezó a llevar por los pasillos, atravesando el salón principal donde estaba la mayoría. Carolina abrió la puerta, saliendo las dos a fuera. —Los acabó de sentir —dijo.
La miré extrañada.
—¿A quienes?
—A los lobos de hoy, creo que vienen para acá —explicó mirando el camino que llevaba a la entrada.
—¿Estas segura? ¿Y como es que lo sientes, tu olfato es de larga distancia o algo así? —la realidad de las cosas no tenía ni idea de cómo funcionaba eso.
Me dio una mirada de aburrimiento.
—Anne, no te lo puedo explicar porque ni yo lo sé —respondió—. Es decir, esto simplemente sucede. Como hoy, vi por primera vez a esos lobos así que sentí su olor y ahora lo estoy volviendo a sentir, pero más lejos... aunque ahora se siente demasiado cerca.
Miramos a la entrada, en donde venía entrando un coche y detrás de él venían dos mas.
—¿Ves? Te lo dije.
Le di una mirada rápida para después poner toda mi atención en los coches que se acercaban más y más a nosotras. Hasta detenerse por completo. Del primer coche negro salió un chico. Y vaya chico. Era alto, fuerte y vestía camisa blanca con las mangas hasta los codos, pantalón negro y su cabello negro iba al aire libre. De los otros autos salieron más chicos. Lo admito, todos eran guapos.
Ellos se acercaron a nosotras, y por lo que pude ver, el chico que venía en el primer auto era el Alpha de la manada, y así sería el lobo negro que se le quedó mirando a Carolina.
—Buenas noches, chicas —nos saludo uno de ellos.
—Hola, soy Carolina —les dijo un poco cohibida.
—Soy Anne —les sonreí un poco tímida.
—Nos han invitado a su fiesta, ¿están seguras de que no tendremos problemas? —cuestionó por fin el Alpha mirando a Carolina, pero dándome una mirada rápida a mi. Su voz era demasiado varonil.
—Claro que no... Solo si prometen portarse bien —les dijo ella.
El Alpha rió un poco, seguido por los demás.
—Claro —respondió, sin embargo no parecía muy convincente.
—Mi nombre es Rafael —se presentó el Alpha—. Y esta es mi manada.
—Genial, entonces vengan con nosotras.
Las dos giramos sobre nuestros pies para poder volver dentro de la casa, la música súper alta se escuchaba hasta afuera. Al estar dentro la cantidad de gente bailando, bebiendo, platicando y besuqueándose era demasiado obvia.
—Les presentaré a los demás —murmuró Carolina en dirección a ellos demasiado bajo diría yo, pero como eran lobos tenían un oído muy abierto así que no había necesidad de gritar. Al llegar a la sala, todos los chicos nos voltearon a ver extrañados, dado que se preguntaban quiénes eran. Noté a Thomas hablando con Kayler en una esquina. También estaba Dante. Ellos nos voltearon a ver y pude notar como se tensaron de inmediato.
Kayler caminó hacia Carolina.
—¿Pasa algo? —le pregunta un poco serio. Y la verdad me daba miedo ver a Kayler así de serio, pero a Carolina al parecer no. Siempre lo he dicho, me parecía una persona muy intimidante.
—Ellos son los de la manada vecina, —le explicó—. Él es Rafael, su Alpha.
—¿Ah si? —inquirió este mirando amenazante a Rafael.
—Si quieren pueden ir a buscar algo de beber y platicar con alguna chica. Yo me encargo de esto —Le dijo Carolina a Rafael, él le dio una media sonrisa para darle una última mirada a Kayler. Ellos dieron la vuelta y se adentraron en el montón de personas.
—Ahora si me vas a decir porque estás actuando así —le recrimino a su novio.
—¿Acaso no ves como te mira? —atacó el.
Sonreí para mi misma dado que no quería escuchar conversaciones ajenas, comencé a caminar por el pasillo que daba al patio trasero. Al salir solo podía ver la nieve encima de los enormes árboles. Tan lindos. La luna estaba en su mejor punto, llena y brillante. Caminé un poco más, sintiendo el clima helado atravesar mi piel, provocando un escalofrío.
Y de pronto pasó: sentí como alguien me cubría la boca con su mano, llevándome dentro del bosque. Empecé a patalear dado que me imaginaba que era Clark o Elleon.
—Tranquila, pequeña, tranquila —esa voz.
Thomas se detuvo en el inicio del bosque, me soltó así que me giré a él demasiado enojada.
Vaya susto que me había dado.
—¡Thomas! ¿Que crees que haces? —me mofé.
—Necesito hablar contigo, es todo —respondió un poco vulnerable.
Resoplé, y aquí venía otra pelea.
—Thomas, ya nos dijimos lo que nos teníamos que decir —murmuré poniendo las manos en la cintura.
—No, tu dijiste lo que tenías que decir —se acercó un poco más a mi—. ¿No ves que nos necesitamos? No me siento completo si no estás conmigo, Anne. Entiéndeme.
¿Cómo decirle que también me sentía así? Y era algo extraño porque él me había mentido. Y había confiado en él.
—Thomas...
—No digas nada —se acercó más hasta estar a pocos centímetros de mi—. Me gustas, pequeña, demasiado.
Y en un segundo unió sus labios con los míos, el beso no fue suave ni tímido, fue apasionado y urgido, como si temiera de algo. Intente quitarlo pero el no me dejó, poco a poco fui cediendo ya que sentir sus labios en los míos era genial, me sentía tan bien. Sentía esas cosquillas en mi estómago. Me sentía completa. El beso se hizo más profundo, llevé mis manos a su cabello, tirando suavemente de él. Thomas me tomó de la cintura, cargándome, enrollé mis piernas en su torso para luego acercarnos a un árbol, sentí como mi espalda chocaba en el.
Llevo su boca a mi cuello, dejando besos mojados por doquier. Dios, se sentía tan bien.
—Te quiero comer —susurro en mi odio. Me tensé en ese momento ya que me pareció algo irónico. Pero eso no fue lo que me asustó más, sino una voz demasiado conocida.
—No puede ser.
Apolo.