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5. El Viaje I

Mientras la reunión de los inversionistas se dio de la mejor forma, Jensen volvió a su oficina, era una de las más grande de todo el edificio, era de piso negro con paredes blancas, algunos sillones de color gris oscuro, muy varonil y minimalista, pero lo mejor eran las grandes ventanas de vidrio reforzadas que dejaban ver toda la gran belleza de las calles más poderosas de Holanda; se podía ver no solo los edificios sino el campo verde y los arboles florales.

Jensen, sentado en su silla negra de cuero, estaba leyendo el contrato de inversión de uno de los proyectos de hoteles que pronto abriría en Alemania Oeste, ese mismo hotel se lo daría a su hermano menor Otto como cumpleaños, después de la muerte de sus padres, él le prometió a su madre que jamás dejaría abandonado a su hermano menor, aunque a veces se comporte como un niño, pero es un gran hombre que siempre haría lo que fuera por su hermano mayor.

—Toc, Toc.

—Adelante –dijo seriamente Jensen

—Cariño -la voz de una mujer de rasgos algo duros pero llamativos, con un cabello corto y ojos negros, de piel canela, lo miraban cariñosamente

—¿Qué haces aquí Celeste? –pregunto Jensen sin levantar la mirada del documento que estaba verificando

—Amor, vine a verte, ya que no te despediste en la mañana, tampoco regresaste a dormir –con algo de vergüenza se acercó a él por la parte de atrás para abrazarlo y colocar su cabeza en su hombro

—Amor te extrañe anoche, la cama estaba algo fría sin ti –dijo sensualmente Celeste

Este tacto no incomodo a Jensen pero no era algo que le gustaba, la realidad es que Celeste no le gustaba; solo se casó con ella porque así se lo prometió a su abuela, la madre de Celeste es una de las amigas de su abuela y por unión de familias decidió aceptarlo.

—Celeste, estoy muy ocupado, sino tienes nada importante que decirme puede irte por favor –dijo mientras subía los hombros para quitar a Celeste de encima.

—Bueno, podrías decirle a tú chofer que me lleve hacer algunas compras –dijo ella de manera despectiva pero sin quitar la sonrisa de su cara

—Leo no es tú chofer, creo que Adán puede llevarte ¿no?

—Es que Adán se llevó a mi madre hacer compras amor

—Lo siento Celeste, Leo es mi chofer y no te lo puedo dar, ahora deja la estupidez y vete –ya con un tono de irritación.

Toc, Toc –volvió a sonar la puerta de su despacho

—Adelante

—Señor Jensen, el informe que me pidió –dijo Daniel mientras entraba —Buen día señorita Duarte

—Señora Becker, cuando vas aprender inútil –le dijo groseramente Celeste a Daniel

Antes de que Daniel respondiera, se escuchó la voz gruesa y de muy mal humor de Jensen.

—CELESTE LARGO –grito furiosamente Jensen

—Pero amor

—Que sea la última vez que tratas a Daniel de esa forma Celeste, la próxima espero seas consiente de las consecuencias

Con eso ultimo Celeste se llenó de ira y mucha vergüenza ser regañada delante de ese maldito inútil, caminando con furia y sonando los tacones de 8 pulgadas se fue furiosa Celeste de la oficina de Jensen

—Te pido disculpas Daniel –le dijo Jensen, Daniel conoce a Jensen desde que empezó a crear su empresa y desde entonces se hicieron muy buenos amigos

—Tranquilo Jensen, nunca la tomo enserio

—Gracias amigo –dijo Jensen sonriéndole amablemente a Daniel —Votaste al sinvergüenza que te pedí

—Sí, ya está todo listo, ahora pondremos a su hermano como lo teníamos planeado en el nuevo hotel, además se colocó en la posición administrativa a la señorita Florencia.

—¿Florencia? –pregunto Jensen mientras alzaba la mirada para mirar a Daniel con algunas dudas —¿Qué hace Florencia en mi empresa?

—Recuerda que ella te solicito un puesto

—¿Así fue? –recostándose en el respaldo de su silla se quedó mirando a Daniel con algunas preguntas en su mente

—Daniel, que tiempo lleva esa vagabunda en la empresa

—Lleva 2 años señor, como usted lo solicito.

—Bien… Sácala no la quiero en la empresa más, hoy Celeste aprenderá su lección

Florencia, es la hermana mayor de Celeste, una pobre vagabunda que la familia decidió sacar de su árbol genealógico por quedar embarazada fuera del matrimonio con un chofer de la casa de ellas; pero eso no le incomodaba a Jensen; lo que más le incomodaba era que ella era una buscona vagabunda que siempre andaba acostándose con todos los hombres de su empresa.

—Enseguida me pongo en eso –antes de irse se giró nuevamente para mirar a su jefe —Señor, ¿A quién colocó en el puesto?

—Deja a mi hermano que él se haga cargo de conseguir un personal administrativo para el hotel.

—Entendido.

—Daniel –llamo Jensen —Antes que te vayas, prepara el hotel Becker Inn, mi hermano vendrá esta tarde

—Ya viene el joven Otto, que buena noticia –dijo animadamente Daniel —ya han pasado 2 años desde que no lo vemos .

—Sí, ya han sido dos años, avísale a Leo y Mateo que Otto vendrá a vernos.

—Enseguida –dijo un animado Daniel.

Por otro lado en la oficina de Aurora

—Mmmm… Este almuerzo esta riquísimo –dijo Aurora a Otto

—Pues claro, yo sé lo que le gusta a mi pequeña damita.

—Jajajaja decídete Otto, o soy su Demonio o tu Damita –frunciendo las cejas Otto le respondió

—Bueno eres las dos cosas, porque a veces eres tan dulce y otras eres un ogro, pero sigues siendo la mujer más bonita de la tierra –dijo esto mirándola fijamente a los ojos

Aurora por su parte se sonrojo con las locuras que le decía Otto —Deja de mirarme así Otto

—¿Qué pasa si sigo mirándote así? –la reto Otto, mientras este se acercaba más a su tierna y blanca cara ya sonrojada

—Otto –dijo en una voz suave Aurora

—¿Qué Aurora? Dime que pasa –dijo Otto mientras sus caras estaban tan cerca, ella podía sentir el aliente fuerte de Otto, cosa que le estremeció el cuerpo.

—Otto…

—Aurora…

Al final de mencionar su nombre Otto la agarro por la parte de atrás de la cabeza y la acero a su boca, para dejar entrar su lengua y poder besarla apasionadamente

—Otto –se escuchó la voz entrecortada y con falta de respiración de Aurora —mmm –el pequeño gemido que salió de la boca de ella fue claro en esa oficina

—Aurora, no hagas eso que no podre controlarme más –dijo un excitado hombre.

—Humm.. enserio –dijo Aurora retando a Otto

—Eres un pequeño demonio –dijo Otto para arrastrarla a la parte de atrás de su oficina, en la otra puerta la cerro con seguro y dejo a Aurora en la gigante cama de descanso, mientras ella se quitaba la camisa negra botón por botón podía ver su magnífico cuerpo, tan grande y ardiente

—Otto…

—Shhh… solo déjate llevar por lo que sentimos, sabes que tú y yo no podemos estar sin el otro, Aurora esto que sentimos no lo podemos evitar –dijo mientras la tenía debajo de él.

—Pero sabes que no podemos, no puedo Otto por más que lo desee no puedo –con eso lo aparto a un lado para girarse y darle la espalda a Otto

Otto la abrazo por detrás y le dio un bonito beso en el cabello con olor a lavanda —Aurora, siempre que necesites desahogarte con alguien, piensa en este hombre que está loco por ti

Con eso le saco una bonita sonrisa, ella se dio vuelta y quedaron cara a cara

—Gracias por siempre comprenderme Otto, no sé qué haría sin ti en esta vida

—Pues sencillo, estarías muy aburrida –dijo Otto mientras la seguía abrazando y dándole besos en toda su tierna carita.

—Otto –llamo Aurora

—Puf… –fue el beso que ella le dio a él en los labios —Gracias por siempre estar después de nuestra ruptura

Aurora y Otto tuvieron una relación de un año solamente, era algo extraño pero se querían mucho, solo que Aurora le termino para conocer la verdad de la muerte de su padre, cosa que sabía hasta cierto punto Otto, él no sabía que el hombre que ella investigaba era su difunto padre Bruno Becker, además ella tampoco sabía que ese señor se apellidaba Becker, solo conocía su nombre.

—Tranquila, se más que nadie que estás con ese soquete por encontrar la verdad del capitán Felipe, por eso siempre que quieras tener una noche de amor, no olvides que este hombre sigue estando por ti –le dijo eso mientras tenía sus manos grandes y cálidas en la cara de Aurora.

—Gracias, ahora mejor vamos saliendo, porque de verdad tenemos mucho trabajo

Sonriendo se levantaron de la cama, al hacerlo Otto tenía su gran miembro duro y erecto

—Otto tú…

Otto mirando hacia abajo se dio cuenta de lo que pasaba —Lo siento es imposible que este amiguito –se lo agarraba con las grandes manos —Deje de pensar en ti.

—Jajajaja nada a darte un baño, en el mueble de arriba tengo toallas limpias

—Está bien, pero no quisieras ayudarme –dijo un mimoso Otto

—No, anda a bañarte mejor

Con eso Aurora salió por la puerta de su cuarto para volver a sentarse y agilizar los pendientes de su oficina.

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