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Capítulo 1

Porque Jesús se había arriesgado demasiadas veces en su corta vida a dejarse llevar por su naturaleza romántica como para permitirse el lujo de volver a cometer el mismo error. Por diferente que Marlena pareciera. Tanto como lo fue , tal vez. Jesús claramente no podía confiar en sí mismo.

Tal vez el cronómetro que colgaba entre sus cabezas había durado más de lo que esperaba, pero eso no significaba que duraría para siempre.

Y llegó el momento de que Jesús volviera a poner los pies en la tierra.

Luchó contra el impulso de inclinarse para dejar un rápido beso en los labios de Marlena y la empujó suavemente, levantándose de la cama. Recuperó sus zapatos, jeans y suéter y se vistió rápidamente.

-Mientras dormías le escribí a uno de los choferes de mi mamá- explicó, apartándose de ella. -Le pedí que siguiera a Alastair de manera discreta y que me reportara cualquier movimiento sospechoso. Si es el Cazador Orión, pronto lo averiguaremos.-

Marlena no dijo nada y él no se volvió para mirarla. Sabía que si la miraba a los ojos no habría nada que detuviera su voluntad y estaría de vuelta en la cama en un abrir y cerrar de ojos.

-Mientras tanto, tratemos de entender qué abren las llaves- concluyó, agarrando su chaqueta abandonada en el suelo.

Se dio la vuelta, evitando su mirada.

-Está bien- Marlena asintió.

Jesús se permitió mirar. Uno. Rápido. Y lo leyó en su rostro, la confusión, en forma de invitación implícita.

No tienes que ir, ¿sabes?

Pero Jesús tenía que irse. Lo más lejos posible. Antes esa visión de Marlena -desnuda bajo las sábanas, rodeada de sus libros y carteles de arte- quedó grabada de forma indeleble en su cabeza.

"Nos vemos", se aclaró la garganta.

Y habiendo dicho eso, salió de la habitación, sin mirar atrás, esperando que esa sensación punzante en la boca del estómago no significara que el cronómetro que pesaba sobre él y Marlena de repente había comenzado a correr más rápido.

Su teléfono celular vibró en el bolsillo de su pantalón, y lo sacó.

"Mamá: fecha de gala benéfica confirmada en dos semanas".

"Mamá: Pedí una pronta respuesta. Althea Beaumont estará allí. ¿Por qué no te ofreces a acompañarla? Por los viejos tiempos."

Y Jesús odiaba mucho cuando su estómago estaba bien.

Lewis no estaba feliz.

-Claro que eres un pendejo.-

El pecho de Jesús se tensó cuando escuchó esas palabras que reafirmaron exactamente lo que ya sentía acerca de sí mismo.

"Lo sé", suspiró.

Lo que había pasado con Marlena hace unos días, que pasar un día entero juntos en la cama hablando , no podía repetirse. Era como si los rígidos límites que determinaban su relación basada únicamente en el sexo se estuvieran rompiendo lentamente. Y movió áreas en el pecho de Jesús a las que Marlena ni siquiera debería tener acceso.

Por mucho que le gustara esta cosa entre ellos, sabía que tenía que cerrar. Antes de que fuera demasiado tarde. Antes de lastimarse. De nuevo.

-Una semana- suspiró, quitándose la chaqueta del traje y entregándosela a Rudy -su sastre- quien, a su lado, anotaba algunos consejos en su libreta. -Una semana más, y luego encontraré la manera de decirle que tenemos que parar.-

-Posponer las cosas por una semana no le romperá el corazón menos- Le señaló Lewis, observando su propia imagen en el espejo frente a él. Se estaba probando un traje de terciopelo azul que dejaba ver sus anchos y musculosos hombros.

-¿Romperle el corazón?- frunció el ceño -¿Qué? No. Confía en mí, no tengo ningún efecto en el corazón de Marlena Pinto.-

-¿Y estás seguro porque...?-

- Porque lo dejó claro. Varias veces. Y por eso este acuerdo entre nosotros era perfecto. Confía en mí, no será un problema para ella.-

-Si tú lo dices...- suspiró Lewis, no muy convencido. -Solo digo que si te gusta esta chica, mejor le das una oportunidad a esta cosa entre ustedes.-

Jesús se tragó la idea con dificultad. No. Ni siquiera quería darse la oportunidad de considerarlo.

-Sabes que no puedo.-

-Vamos, Ellie- se volvió hacia él -¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Dos años? – ¿Desde la última vez que le diste una oportunidad a alguien? Por lo que me dijiste sobre Marlena, no creo que sea del tipo que busca ciertas cosas.-

-Dijiste lo mismo de Althea- Jesús lo interrumpió, abrochándose la camisa y bajándose del pedestal frente al espejo.

A eso, Lewis no respondió durante unos segundos.

-Escuché que los Beaumont estarán en la gala.-

Jesús no respondió.

-Haré que me entreguen el traje el viernes- Rudy le sonrió, como de costumbre fingiendo no prestar atención a la conversación que se estaba dando en su estudio. Siempre había sido un hombre muy discreto, y Jesús lo apreciaba por eso.

-Tu madre dijo algo sobre--

-Quiere que sea mi acompañante- respondió Jesús antes de que Lewis pudiera terminar la pregunta.

-Mierda- suspiró el amigo. -¿Qué le dijiste a ella?-

-Que se olvide de eso, por supuesto.-

"Entonces, quién-" la pregunta quedó en el aire, y los ojos de Lewis se abrieron como platos. -Espera, ¿no vas a llevar a Marlena ahí?-

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