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Ajuste

5

Su cabeza bajó y sus labios rozaron mi barbilla erizando mi piel por completo, mis piernas temblaron cuando sus labios bajaron a mi cuello, me aferré a sus hombros desnudos dejándome llevar por las nuevas sensaciones que nunca había sentido, Evans llevó sus manos a mi cadera y me alzó con fuerza hasta montarme sobre la encimera, ahogué una exclamación de la impresión, no creí que tuviera tanta fuerza como para cargarme, sentí sonrojarme cuando colocó mis piernas sobre sus hombros y tuve que apoyarme de mis codos para no caerme de espaldas.

Me sentía completamente expuesta y a su merced, las inseguridades comenzaron a invadirme, ni siquiera recordaba haberme afeitado las piernas u otras partes más importantes que debían afeitarse.

Joder.

Me sentía muy chica e inocente como para hacer estas cosas aún después de las fotos que le envié.

- ¿Qué se supone que haces? -susurré cuando comenzó a besar mi cuello y descendió hasta mi estómago besándome lentamente sobre la fina tela de mi holgado pijama haciendo de mí todo un manojo de nervios, todo mi cuerpo entró en un sofocante calor.

Me siseó instándome a callarme, fruncí el ceño curiosa de lo que fuera a hacer y sin pensar absolutamente en nada más que en lo que me hacía sentir, de repente se detuvo a la altura de mi entrepierna, mi pantalón de pijama se había enrollado casi por completo hasta mi cadera mostrando más piel de la que debería.

Él dio un beso en mi muslo derecho, ahogué un gemido, sus ojos verdes estaban fijos en los míos observando mi reacción, vi el fantasma de su sonrisa ladeada completamente maliciosa cuando dio otro beso en mi muslo esta vez más cerca de mi zona sensible, estremeciéndome por completo.

- ¿Hola? ¿Quién anda ahí? -la voz de Hura me sacó de mi ensoñación, miré a Evans quedándome anonadada al ver que de hecho había desaparecido de la cocina tan rápido que me hizo dudar de mi cordura.

¿A dónde se había metido?

Hura entró a la cocina y prendió la luz, sus ojos marrones me observaron ahí montada sobre la encimera con la respiración agitada y completamente acalorada.

- ¿Qué haces? -Murmuró confuso yendo a la nevera por un vaso de agua-, ¿es común en ti venir en la madrugada a montarte en la encimera? ¿Por eso había tanto ruido?

No te imaginas por qué hacíamos ruido hermanito.

Aclaré mi garganta y me encogí de hombros.

-Algo así -me bajé de la encimera y arreglé mi pijama sintiéndome un poco desubicada, no comenté más nada y subí rápidamente a mi habitación sin saber exactamente qué había acabado de pasar.

Evans me besó... bueno, no exactamente, besó mi cuerpo, creo que iba a desfallecer.

Eres perfecta Eclipse. Me hubiera gustado que me lo hubiera dicho en persona.

Estaba decepcionada y a la vez aliviada, es decir, no estaba preparada, ni siquiera me había bañado antes de dormir... qué vergüenza.

Cuando pasé por la habitación de Hura vi la puerta entre abierta, logré visualizar la silueta de Evans acostado en la colchoneta del suelo junto a la cama de Hura, parecía completamente dormido, sonreí internamente y fui a mi habitación con una rara alegría en el pecho.

Creí que los besos de madrugada me ayudarían a dormir, pero me mantuvieron desvelada repitiendo todo lo que había ocurrido en mi mente una y otra vez hasta que se hizo de día y tuve que levantarme para ir a la escuela.

Me sentía de muy buen humor, solo pensaba en Evans, quería verlo, ¿Cómo se sentiría besarlo en los labios? ¿Por qué no me besó? Quería besarlo, pero no dejaría que me viera recién levantada, quería deslumbrarlo, ¿Iríamos juntos a la escuela? Pensar en llegar con él a la escuela me emocionaba.

Me bañé tomándome mi tiempo para afeitarme y me arreglé con mi ropa favorita, un vestido holgado de flecos que disimulaba mi cuerpo sin forma, me peiné el cabello en un moño alto y me apliqué un poco de maquillaje, nunca me había maquillado, pero usé azul y creo que lucía bien. Cuando bajé a la cocina no escuché ruido, al asomarme por la ventana vi que la camioneta no estaba.

Joder, Evans se había ido.

Intenté ocultar mi decepción, tal vez él no había traído ropa y tuvo que irse a su casa a cambiarse, mordí mi labio inferior solo pensando en sus manos sobre mí, creo que hoy solo pensaría en eso. Tomé el autobús como todos los días y fui a la escuela, la primera clase solo me la pasé intercambiando papeles con Emma contándole lo que había pasado anoche, ella me decía que él no valía la pena, que no debía ilusionarme, le escribí que no lo haría aun sabiendo que sí lo quería hacer, joder, era mi crush ¿por qué no hacerlo?

A la hora del almuerzo busqué a Evans con la mirada, la mesa donde siempre se sentaban estaba vacía, no sé por qué me sentía tan frustrada e impaciente.

¿Dónde estás Evans?

Tomé una bandeja sintiéndome intranquila y cuando me voltee para avanzar en la cola para retirar la comida, accidentalmente golpee a Stan en la espalda con la bandeja de aluminio, él soltó un gemido y volteó la cabeza alzando una ceja.

-Cálmate, estas demasiado nerviosa -dijo Stan y agregó de forma burlesca: - Criatura.

Así me había llamado Evans cuando le lancé la comida hacía unos días. Giré los ojos, le había contado solo un poco de lo que había pasado con Evans, a Stan no le importaban tanto los detalles y siempre era un poco indiferente respecto a los chismes jugosos.

Iba a replicar cuando de repente vi a Evans entrar al comedor con su grupo de amigos, sentí que el corazón saltó de mi pecho y la emoción me embriagó por completo, ahí estaba Evans, lucía unos jeans oscuros y una camiseta de una banda de rock, su cabello echo un desorden de rulos le daban ese aspecto atrayente que tanto me encantaba.

-Cierra la boca o se te saldrá la baba otra vez -dijo Emma girando los ojos con dramatismo. Fruncí el ceño, odiaba que ninguno de ellos aprobara mi enamoramiento hacia Evans y se burlaran de mí.

-Estúpida -dije molesta, Emma y Stan voltearon a verme por mi cambio brusco de actitud, así que agregué para restarle importancia: - mi pelo, idiota.

Ellos se rieron pero yo seguía un poco molesta, es decir, tenía casi 3 años enamorada de él y por fin había ocurrido algo, creo que podía darme el lujo de estar emocionada.

Tomé solo un plato de sopa que lucía y olía bien, la coloqué en la bandeja y me giré para salirme de la cola, creo que esto era suficiente almuerzo para mi falta de apetito, solo pensaba en que evitando comer mucho pudiera bajar de peso y Evans me viera más atractiva.

-Los espero en la mesa... -dije a mis amigos, cuando de repente choqué contra alguien que iba pasando, la sopa se volteó de la bandeja y observé como le manchó toda la camisa, alcé la vista sin poder creer que esto me hubiera pasado dos días seguidos.

Mierda, no otra vez.

Leonardo abrió la boca pareciendo indignado, procesando lo que había ocurrido, él pertenecía al grupo de amigos de Evans, pero iba en el último año del bachillerato, era de hecho el capitán del equipo de futbol, muy alto, egocéntrico y patán, era como el típico popular abusivo que siempre existen en las escuelas.

-Un momento -dijo Leonardo, su rostro furioso mostró una sonrisa extraña-, ¿Es ella, Evas?

Leonardo miró hacia atrás donde estaba Evans y el resto del grupo, seguidamente me volvió a mirar luciendo realmente entretenido.

-Sí es, la chica que está bobita por Evans Damon -continuó de forma burlesca-, ¿Qué se siente ser toda una torpeza? ¿Tu objetivo era echarle la comida a Evans otra vez y por desgracia me atravesé por el medio?

¿Cómo sabía Leonardo que yo estaba enamorada de Evans?

Me había quedado paralizada escuchando lo que Leonardo decía, todo el comedor estaba en silencio, mis mejillas comenzaron a cosquillear, de seguro mi rostro estaba rojo como un tomate.

-Perdón, fue un accidente -susurré con la voz quebrada sintiéndome completamente humillada, necesitaba huir, escapar... desaparecer.

Escuché algunas carcajadas alrededor y eso pareció darle alas a Leonardo de proseguir su cruel discurso, pareció levemente más interesado en mi rostro probablemente examinando mi maquillaje inexperto.

-Mira creo que estás pintada con azul. -Leonardo pareció frunció el ceño débilmente- Déjame limpiarte.

Destapó el envase de agua que sostenía en su mano y solo reaccioné al momento que él lo vertió sobre mi cabeza empapándome con el agua a temperatura ambiente, mojando mi cabello, mi rostro y parte de mi ropa.

Todo se quebró dentro de mí cuando de súbito, todas las personas en el comedor comenzaron a abuchearme burlescamente.

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