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Cerré los ojos intentando con todas mis fuerzas desaparecer de la nada, pero evidentemente no ocurrió, seguía aquí, esto no podía ser más humillante, solté un suspiro y me agaché para poder recoger todo rápidamente del suelo.
-Señorita Solar -dijo el señor Julio César-, ¿se encuentra bien?
¡¿Qué tú crees?!
Comencé a murmurar una excusa cuando de repente el sonido de unas pesadas botas se acercó a mi lugar, mis ojos recorrieron el pantalón oscuro, la franela y finalmente sus ojos verdes fijando su mirada en la mía con una ligera sonrisa que parecía maliciosa.
Mierda, Evans estaba frente a mí.
Tragué en seco y juro que la sangre se drenó de todo mi cuerpo dejándome completamente pasmada cuando se agachó y tomó mis libros del suelo.
-Ella está bien -dijo Evans al profesor-, me observaba con la baba corriendo por su cara y cuando la atrapé, entró en pánico... casi se desmayó.
Me entregó los cuadernos mientras me guiñaba un ojo engreídamente, se levantó al momento que el timbre sonó y salió del salón sin decir nada más, dejándome completamente estupefaciente.
Mi pecho se estrujó, algo se desinfló dentro de mí.
Creo que hubiera sido mejor que me gritara o me acusara de ser un asco de niña como él me había dicho antes. Apreté la quijada terminando de recoger mis colores y levantándome para terminar de acomodar mis cosas en el bolso, escuché varias carcajadas alrededor y sentí mis mejillas cosquillear, debía estar tan roja como un tomate.
Me sentía humillada, él me había humillado como yo lo había hecho y lo peor era que solo yo tenía la culpa. Lo idealicé como alguien hermoso e irresistible, como probablemente él estaba acostumbrado a ser, él no merecía mi atención, solo era un engreído más.
Estúpida, estúpida, estúpida...
Aunque de cierta forma si esa era su venganza, creo que me lo merecía y ahora estábamos en paz... solo intentaría evitarlo.
Me fui a la casa de Emma después de la escuela porque necesitaba contarle todo, vimos una película y después que pasaron las siete decidí ir a mi casa, quedaba a una cuadra, no era muy lejos. Cuando caminaba por la acera visualicé que había un carro estacionado frente a mi casa, era una lujosa camioneta negra, nosotros no teníamos auto ni la posibilidad de comprar uno, ¿de quién era?
Entré a mi casa, siempre me deprimía volver, nunca había nadie, mi madre trabajaba muchas horas en un automercado, mi hermano trabajaba como administrador en un bar nocturno y por ende casi nunca estaba en casa en la noche que era cuando yo volvía, antes vivíamos bien, mi padre era doctor, mi madre ama de casa, pero después de que papá se divorciara de mamá, todo cambió, solo nos daba la pensión, lo que obligó a mi mamá a buscar cualquier trabajo y mi hermano apenas aportaba algunas cosas para la casa, yo solo quería tener la edad suficiente para irme de este lugar.
Fui directo a mi habitación y me encerré ahí para poder usar la computadora colocando música relajante, este día había sido el más raro de mi vida. Yo administraba unas páginas de fans en Facebook, elementalmente mi trabajo era mantener la página activa y aumentar el número de seguidores, no me pagaban ni nada parecido, pero me gustaba creer que no estaba sola, de algún modo estar conectada con esas personas me hacía sentir importante, así fuera anónimamente, siempre desee un teléfono, pero nunca había dinero.
De repente una ventana emergente se abrió con un mensaje del chat de mi Facebook, mi boca casi tocó el suelo cuando vi el nombre de quién me había escrito.
¿Estaba alucinando?
Mis manos comenzaron a temblar y creo que mi boca soltó una risa incrédula, tuve que releer el mensaje como diez veces para poder comprender que era real, decía:
Evans: La mancha de salsa no sale de la camisa.
Grité como una estúpida como por diez segundos mientras me levantaba del escritorio como un reflejo y me montaba sobre la cama para comenzar a saltar completamente descontrolada, luego de un momento respiré profundo y me acomodé nuevamente en el asiento frente el computador sintiendo las mariposas revolotear por todo mi estómago, escribí muchas posibles respuestas, pero las borré porque ninguna me parecía correcta, así que solo escribí:
Eclipse: Mañana me la das y puedo lavártela, enserio lo siento.
Cuando apreté el botón de "enviar" me mordí el pulgar impaciente por ver su respuesta, yo había agregado a Evans hacía un año atrás, pero jamás me había atrevido a escribirle, solo revisaba su perfil y veía lo que publicaba o en qué lo etiquetaban, para mí, él era como una superestrella.
Evans: ¿En serio crees que me vería bien sin camisa?
Sentí que mis mejillas cosquillearon y el sonrojo me invadió el rostro, eso lo había dicho por culpa del nerviosismo del momento cuando le eché la comida encima, pero obviamente lo creía, además, había varias fotos en Facebook de él sin camisa en las prácticas de futbol y en la playa que lo confirmaban, su abdomen parecía un sueño.
Eclipse: Hay fotos tuyas sin camisa, sé que sí.
Dudé en enviarlo porque eso me expondría como la acosadora que era, pero finalmente lo envié, después de todo, quería de algún modo ser coqueta y creo que lo estaba logrando.
Esperaba su respuesta acabando lo poco que quedaba de mi uña del pulgar, cuando finalmente escribió:
Evans: ¿Entonces me acosas? Lol.
Mordí mi labio inferior, y decidí intentar coquetear, nunca lo había hecho, pero suponía que debía adularlo, así que sintiéndome un poco insegura, escribí:
Eclipse: Sin camisa te ves bastante bien.
Su respuesta fue casi inmediata:
Evans: Apuesto a que tú también.
Sentí mis mejillas calentarse y antes de que yo respondiera, él envió otro mensaje:
Evans: ¿Me dejas ver?
Casi me caí de la silla, ¿Quería una foto mía sin camisa? Todo mi cuerpo tembló al pensar en que no era lo suficientemente bonita o simplemente no era lo suficiente para él.
Eclipse: Yo no me veo bien sin camisa, mi cuerpo es feo.
Tardó un poco en responder así que me levanté y comencé a dar vueltas en la habitación mordiendo mis otras uñas, mi crush me estaba pidiendo fotos, mi crush me había escrito, eso quería decir que le interesaba, ¿y si no se las enviaba y perdía el interés en mí?, ¿Si se las enviaba y se burlaba de mi cuerpo feo y sin forma?
Me sentía como si estuviera entre la espada y la pared, de verdad quería enviárselas, pero me sentía muy insegura.
Sintiendo un nudo en la garganta mientras mis ojos se enfocaba en el espejo de cuerpo completo que estaba en una esquina de mi habitación, me quité el enorme suéter que siempre usaba para estar en casa y me enfrenté al reflejo de mi cuerpo cubierto apenas con unas simples bragas blancas. Mi busto era pequeño, mi abdomen parecía un globo medio desinflado, mi silueta sin más forma que la cuadrada, maldición, siempre que me veía, no había nada que me gustara de mí, era horrible, aunque todavía esperaba que me saliera alguna curva, solo tenía 14 años.
Me sobresalté cuando mi computadora sonó con un mensaje, de seguro Evans había respondido, me acerqué nuevamente al escritorio y leí:
Evans: Estoy muy seguro de que te equivocas, las mujeres tienen un cuerpo perfecto, tú eres perfecta Eclipse.
Me quedé estupefaciente por varios segundos releyendo lo que me había escrito, sentí mis ojos picar, nunca nadie me había dicho algo así y que mi crush me hubiera escrito que era perfecta infló algo dentro de mí, tal vez ilusión de que yo de verdad tuviera una posibilidad con él.
Tú eres perfecta Eclipse.
Evans: Ahora realmente tengo mucha curiosidad en verte.
Me volví a sentar frente al computador y limpié unas lágrimas que se había escurrido por mis mejillas intentado calmarme, cuando respiré profundo escribí sintiéndome temerosa.
Eclipse: ¿Verme? Estudiamos en la misma escuela.
Casi lo percibí girar los ojos cuando respondió:
Evans: A verte sin camisa*
Tragué saliva pesadamente, sabía que se refería a eso, pero sentía una pelea desatarse dentro de mí, quería hacerlo, es decir, era Evans Damon, el chico que me tenía literalmente embobada, pero jamás había hecho algo así.
Sintiéndome poco convencida respondí:
Eclipse: ¿Prometes no reírte?
Evans: ¿Quieres que vuelva a decirte lo perfecta que me pareces?
Lo perfecta que me pareces...
Yo le parecía perfecta, YO.
Solté una ridícula risa floja y sentí el sonrojo teñir mis mejillas.
Eclipse: ¿No se las enviarás a nadie más?
Evans: ¿Por qué haría eso?
Esa era la respuesta que quería, ya confiaba en él a pesar de no conocerlo totalmente, posiblemente porque sentía amarlo.
Eclipse: Espera un momento.
Lancé el suéter a la cama y encendí la cámara de la computadora, me tomé un par de fotos pero en todas lucía más gorda posiblemente porque -además de que la cámara tenía mala resolución- estaba sentada, así que me levanté e intenté aguantar la respiración para parecer más delgada, me tomé un par de fotos donde me veía mejor, cuando se las envié a Evans él tardó un largo rato sin responder y luego se desconectó.
Me dejé caer en la silla sin saber qué pensar, a lo mejor tuvo que irse o... se fue la luz o se cayó el internet, mi mente proponía miles de posibilidades, además, no era como si las fuera a publicar o algo así...
Que ingenua fui.
