Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 4

Cuando llegamos a la sala de juntas ya están prácticamente todos sentados alrededor de la gran mesa que domina el espacio del lugar, con Cloe encabezándola; detrás de nosotros entra Adam con la ayuda de algunos de nuestros compañeros y luego cierran la puerta.

—Bueno, creo que iniciaremos la reunión a la que los he convocado —Dice Cloe con una gran sonrisa en su rostro, luego de que todos estemos acomodados en las sillas. —Primero que nada, quiero darle la bienvenida a nuestro queridísimo Adam, quien se reincorpora de nuevo a nuestro grupo de trabajo luego de su terrible accidente, creo que no está de más decir que te extrañamos muchísimo Adam —Los demás apoyamos a Cloe y luego le damos un aplauso a Adam; la verdad es que es uno de los empleados más queridos en la editorial por su actitud tan optimista y siempre charlatana; él haciendo gala de ello simula que llora y agradece a todos la bienvenida actuando como si estuviera en una entrega del Oscar, lo cual nos hace reír a todos.

Tan pronto el alboroto se calma, Cloe continúa hablando —Bueno lo siguiente es anunciar un nuevo proyecto en la editorial, como todos sabemos hemos ido creciendo gracias a Dios en este tiempo; así que hemos decidido realizar un concurso para nuevos escritores, dándole la oportunidad con esto a tres escritores para publicar sus libros; la idea es promocionar bien este proyecto y por esto he decidido que dejaré encargada a nuestra más reciente adquisición… ¡Sophie! —Creo que no escuché bien, ¿acaba de decir mi nombre?, la respuesta la obtengo de todos mis compañeros que están mirándome con sonrisas en sus rostros, así que creo que si me eligió a mí, lo único que atino a hacer es señalarme a mí misma cuestionando si soy yo, lo cual les causa gracia a los presentes y un gran sonrojo a mí.

—Si querida Sophie, me refiero a ti, así que por favor en cuanto termine la reunión quédate para que hablemos —Me dice Cloe.

Después de eso no escucho gran cosa, solo me dedico a pensar por qué me habrá escogido a mí para dejarme a cargo de este importante proyecto, la mayoría de mis compañeros ya saben de mi timidez al intentar hablar con las personas y ahora resulta que debo conversar y negociar con un montón de gente para promocionar el concurso; ahí es donde me doy cuenta de que Cloe lo hace para que mis relaciones con las personas avancen. Esa malvada bruja, ya me escuchará en cuanto hablemos, si es que me deja hablar, es tan parlanchina que lo dudo.

Después de una hora más o menos, la reunión finaliza y ya cada uno sabe las nuevas noticias y las responsabilidades que les corresponden para el proyecto del concurso, todos menos yo; pues después de su anuncio de que seré la encargada de promocionar el concurso, Cloe se dedicó a ignorarme a mí y a las miradas de odio que intenté lanzarle, aunque no estoy segura de que me hayan salido bien, al menos eso creo; pues cuando solo quedamos ella y yo en la sala de reuniones me mira con cara de cachorrito que no quiere ser regañado y ni siquiera me da tiempo para abrir la boca cuando deja caer encima de mí todo su vómito verbal.

—Lo sé, lo sé, me odias y quieres golpearme; lo entiendo, pero quiero que te integres más en la editorial y soltarte más la cuerda como a una cometa, por eso dejé ese nuevo trabajo para ti encima de tu escritorio, ya no quiero que sigas corrigiendo únicamente libros infantiles, quiero ampliar tu gama de posibilidades, Sophie; eres muy buena en lo que haces —Me dice con cara de pena para darme lástima y que así se me pase el enfado.

Suelto un ruidoso suspiro antes de responderle. —Y agradezco tu confianza en mí Cloe, en serio, pero encargarme del proyecto es demasiado y no creo poder con ello —Bajo la mirada y me concentro en mis zapatos, hasta que veo unos tacones de color rojo detenerse frente a mí, después siento su brazo rodear mi hombro mientras me lleva hasta un sofá de la sala de juntas para que nos sentemos en él.

—Escúchame Sophie, sé que tal vez te sientas presionada con todo este asunto, pero nada te impide pedir ayuda si sientes que es demasiado; no olvido que este es tu primer empleo y por eso principalmente yo seré quien esté contigo para guiarte en lo que sea que necesites, pero no me digas que no, por favor; yo creo en ti y sé qué harás un trabajo excelente porfis, porfis, porfis —Me mira pestañeando varias veces y sé que he perdido la batalla.

—Está bien, daré lo mejor de mí y no te defraudaré —Respondo mientras ella grita de alegría, lo cual me hace reír.

—Bien no perdamos el tiempo entonces, vamos a mi oficina y te daré los detalles de lo que planeo hacer y los datos de la persona con la que trabajarás en esto —Dice conduciéndome con paso apresurado a su oficina.

Media hora después salgo rumbo a mi oficina con los papeles y toda la información que necesito sobre el concurso, la idea de Cloe es promocionarlo en la radio en uno de los programas que más rating tiene en la ciudad, y, al parecer es una idea ya concretada pues me avisó que tengo una cita en una hora con el locutor del programa; miro la tarjeta que me dio cuando me lo contó, pone: “Dylan Castillo” y debajo locutor, con su número de teléfono; es una tarjeta bastante original, tiene forma micrófono png con unos audífonos de diadema encima.

Anoto los detalles que debo ultimar con el sujeto y la información que le daré, pienso en ir a cambiarme para no ir vestida de forma tan sencilla a la cita; pero luego desisto, de seguro me encuentro con un hombre mayor, gordo, barbudo y vestido de forma relajada, así que estaremos en igualdad de condiciones; además, tampoco es que esté tan mal vestida, lo que sí hago es soltar mi cabello y peinarlo, para luego aplicarme un poco de polvo facial, rubor y brillo labial; luego de eso salgo para dirigirme a la famosa cita, estudio bien la dirección que me ha dado Cloe y recuerdo bien sus indicaciones para llegar a la estación de radio, prefiero salir con tiempo ya que es alejado de la editorial y por si tengo que pedir indicaciones o algo, pues aún no se movilizarme del todo por la ciudad.

Después de media hora doy con la dirección, no tuve complicaciones para llegar así que voy con tiempo, estaciono mi moto y me dirijo al gran edificio que se alza delante de mí, me anuncio en recepción y la chica me da las indicaciones para llegar a la oficina del locutor junto con un pase de visitante; tomo el ascensor y me voy al séptimo piso a buscar la oficina; cuando llego a mi destino me encuentro con un pasillo blanco con varias personas moviéndose por todos lados entrando a diferentes puertas, por lo que poco a poco el espacio va vaciándose; alguien que va muy de prisa choca conmigo y me hace tropezar llevándome a mi paso todas las hojas de un pizarrón de anuncios, siento mi cara arder mientras la hojas llueven a mi alrededor; apresuradamente las empiezo a recoger y a pegarlas, afortunadamente ya no queda nadie en el piso, es como si todos se hubieran esfumado; estoy tan ocupada hablando conmigo misma de mi torpeza e intentando no morir de vergüenza que me sobresalto cuando alguien se agacha a mi lado y empieza a ayudarme a recoger el desastre ocasionado, entonces inmediatamente dejo de divagar.

—Estos anuncios se caen con solo mirarlos —Dice una voz electrizante que hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo y me deje pasmada en mi lugar; pero me quedo aún más impactada cuando alzo la vista lentamente y encuentro a un hombre vestido con un pantalón negro y una camiseta blanca, su cabello es negro azabache, es alto y muy corpulento; lo observo mientras él está concentrado pegando algunas hojas con las tachuelas en la pizarra, mientras que sus músculos se tensan cada vez que alza la mano para ponerlas, agacho la mirada antes de que me descubra observándolo y me apresuro a recoger más hojas; cuando siento que vuelve a agacharse levanto la mirada disimuladamente para toparme de frente con unos ojos azules cristalinos que me dejan sin respiración, él también deja de recoger las hojas y me mira detenidamente, como si estuviera haciéndome un escaneo a fondo con su penetrante mirada, rompo la conexión parándome a colocar las hojas que tengo en la mano mientras siento que él también se para a mi lado a pegar las últimas que faltan.

—Menudo desastre el que has ocasionado, pequeña; pareciera que un huracán hubiera pasado por aquí, creo que te hubieras quedado un buen rato solucionándolo de no ser por mí y ahora por tu culpa llegaré tarde a una cita —Dice en un tono burlón mientras yo pongo la última hoja, y ahí muere el encanto, es un total imbécil.

— ¿Y qué quieres?, ¿Que te agradezca profundamente por salvarme? ¡Oh, Superman!, deberías haber seguido caminando, no pedí tu ayuda —Me sorprendo por decirlo en voz alta, pero es que su comentario fue mal intencionado, si tanto le costaba ayudarme no debió haberlo hecho sólo para sacármelo en cara.

—Tranquila pequeña fiera, no es necesario que me golpees —Me dice alzando sus manos a modo de defensa y soltando una risa baja y ronca que vuelve a erizar mi piel, lo cual me enoja más.

—Pues entonces cállate y no digas más estupideces —Ni siquiera sé de donde estoy sacando esta valentía, yo no soy así. Empiezo a caminar en la dirección en que llegué de vuelta al ascensor y vuelvo a escuchar su risa lo cual me enoja mucho más; recordando que voy para el otro lado me devuelvo a paso rápido y noto que él mira en la dirección por la que iba anteriormente, mientras vuelve a reírse; en mi camino cojo una tachuela del pizarrón y utilizando la valentía que me ha invadido se la clavo en el trasero al engreído idiota haciendo que su risa se convierta en un grito de protesta.

—¡Oye pequeña traidora vuelve aquí!

Es lo último que escucho antes de desaparecer prácticamente corriendo por una esquina, espero jamás volver a ver a ese sujeto pues se me caería la cara de la vergüenza por lo que acabo de hacer.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.