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Capítulo 3. Renuncia

Charly estaba en la empresa, más precisamente, en la oficina de su padre.

—No puede ser, te dedicás a dar clases como un profesorcito y acá tenés que hacerte cargo de la dirección de la empresa, sabés que yo tengo que viajar continuamente, vos ni siquiera querés viajar.

—Te prometo que a fin de año dejo de dar clases, ahora me voy a Bariloche con…

—¿Estás loco?¿Cómo qué a Bariloche?

—Sí, con el curso donde soy profesor.

—No señor, de ninguna manera, te necesito en la empresa.

—Papá, por favor, ya se termina éste año y renunció a las horas, te lo prometo, de todos modos, estoy un montón de horas en la empresa, hasta creé, en el laboratorio, un perfume, que ya está batiendo récords de ventas y aún no salió la publicidad.

—Es verdad.

Se ablandó un poco su padre.

—Pero no entiendo que te llevó a dar clases, tu primo también lo hace y trabaja a medio tiempo con nosotros, siempre le gustó la docencia, pero…

Charly lo miró y supo que no le podría decir que todo era por una mujer.

—Tenés que pensar en formalizar, me gustaría que te cases con Marina.

Su padre siguió hablando, ajeno al pensamiento de Charly.

—Noooooooo, no la soporto, es tan hueca, tan frívola, no le llega ni a los tobillos a…

Se calló justito, estuvo a punto de revelar su más profundo secreto.

—¿A…?

—A nadie

—Bueno, si te dedicaras como debieras a nuestra empresa, no me meto en tu vida amorosa.

—Gracias padre, terminan las clases y soy todo para la cosmética, pero necesito ir a Bariloche.

Charly, no sé dió cuenta que dijo necesito, en lugar de quiero ir y su padre no era tonto…

—¿Qué significa qué necesitás?

—Ehhh nada, en cuanto se reciba éste curso, soy todo un directivo, no te vas a arrepentir… estaba pensando, a los mejores promedios del colegio en dónde damos clases, me gustaría darles trabajo acá, tal vez necesite elegir a mi secretaria.

Se le acababa de ocurrir esa idea y le pareció fenomenal.

—¿Sin experiencia?

—Bueno… eso depende como se mire...todos tuvimos nuestro primer empleo.

—Eso lo veremos, tendrían que pasar una selección.

—Ok, pero yo elijo, aunque vos tengas voto.

—¿Por qué pienso que ya la tenés elegida?

Golpean la puerta y Carlos, el padre de Charly, le permite pasar a Sebastián, su sobrino.

—Maravilloso, ahora que los tengo a los dos acá, quiero que dejen, ambos, el papelito de profesores, chicos, la cosmética los necesita.

—Papá, ya te dije que se recibe mi curso y renuncio a la vacante como profesor.

Sebastián lo mira burlón.

—Solo jodiste con ser profesor por una calent…

—¡Sebastián!

Le pega un grito Charly.

—¿Vos también pensás en darle trabajo a los mejores promedios de los chicos que se reciben éste año?

Sebastián comenzó a reírse y le dijo por lo bajo.

—Alguién se va a sacar un uno.

—¡No te atrevas! Le ponés 10.

—Chicos, no sé qué se traen entre manos, pero la empresa no es un juego.

—Ya te dije que no lo tomo así, el perfume que creé es primero en ventas.

—¿Y te inspiraste en ….?

—Cortala, idiota.

Le dice Charly a su primo.

—Tío, me imagino que mi primo te dijo que nos vamos a Bariloche…

—¿Los dos?

—Estaba en eso, idiota.

Dice Charly.

—Es lo último que les permito, sé que son unidos, pero si desaparecen los dos ¿Quién se queda a cargo?

—Lo último.

Dijeron los primos, en éste momento no hay en ellos rastros de la imagen de profesores.

Salieron aliviados de haber convencido a Carlos, de poder ir juntos a Bariloche.

Sebastian lo hacía porque sabía el desenfreno que tenían las chicas allá y se estaba preparando para un festín de tríos y hasta orgías, con chicas de otros colegios, eso sí.

Charly ansiaba estar cerca de Barbie.

—¿Estás loco?¿La querés meter en la empresa? Sacate la calentura que le tenés de una buena vez y dá vuelta la página, aprovechá el viaje a Bariloche.

—No la tocaría mientras sea mi alumna.

—Ya se terminan las clases y lo que pasa en Bariloche se queda en Bariloche.

—No quiero que se quede ahí.

—Te estás metiendo en un quilombo, al pedo.

Charly no le contestó, esa noche fueron a un lugar de stripers y ambos terminaron acompañados.

Charly buscaba sacarse las ganas que le tenía a Barbie, por lo que eligió a una chica bastante similar, rubia, de ojos claros, menudita, pero cuando volvió a su casa, seguía sintiendo la necesidad de su alumna favorita.

Al lunes siguiente ambos renunciaron a sus cargos para el próximo año, ninguno de los dos podían estirar hacerse cargo de la empresa familiar.

Los alumnos siguieron con sus apuestas.

A primera hora del martes, las chicas estaban apostando de que lado tenían acomodado el miembro de un señor que venía caminando por la calle, que estaba a media cuadra y venía caminando hacia el lado en donde se hallaban las alumnas, fue cuando llegaron Charly y Sebastián, Charly se puso como loco cuando escucho decir a Barbie…

—Apuesta, derecha.

—¿Pueden entrar de una vez?

Dijo Charly, levantando la voz.

Le tocaba dar clases en el curso de Barbie a primera hora.

Ya dentro del aula, Charly, seguía con un humor de perros, les hacía preguntas rebuscadas y repartía unos por doquier.

—Pasa al frente, Barbie

Ella no se salvó de las preguntas más difíciles, sin embargo, las respondió bien y se encaminó hacia su asiento.

—Un momento, no dije que se pudiera sentar.

—Dígame profe…

Dijo volviendo a su lugar, al lado del escritorio del profesor.

Le pregunto algo que él vió en segundo año de facultad, era imposible que ella lo supiera.

—Profe, eso no lo enseñó.

—Conteste, señorita.

—No lo sé…

Dijo mientras se le caían las lágrimas

Él tuvo ganas de abrazarla, pero estaba tan…celoso, que quería que ella se sintiera como él.

—Tiene un uno, no se terminaron las clases, tienen que seguir estudiando.

—Pero ese tema no lo enseñó, ni siquiera está en el programa.

Dijo hipando y llorando desconsolada.

—Yo nunca me saqué un uno, mi mamá me va a fajar hoy si llevo esa nota.

—Bueno, no es para tanto…

Aflojó en el trato hacia ella, se estaba sintiendo mal, porque sabía que estaba siendo un hijo de puta.

—¿Qué sabe de lo que vivimos en nuestras casas? Viene de mal humor y nos llena de unos, ya terminando la secundaria y después, más de uno tenemos que aguantar golpizas y…

—¿Te golpean en tu casa?

Preguntó tan bajito, que solo ella, pudo escucharlo, o más bien adivinar qué preguntó.

—¿QUE LE IMPORTA?

—Sentate.

Le dijo, viendo como su alumna preferida no dejaba de llorar.

Terminó de dar la clase sin poder concentrarse, sólo quería saber más sobre ella.

Cuando estaban saliendo al patio del colegio, porque había tocado el timbre del recreo, la llamó.

—Barbie, quédate por favor.

—Dígame, señor.

Dijo sin mirarlo.

—Barbie ¿Qué pasa en tu casa?

—¿Por qué me lo pregunta? ¿Le importa?¿No es suficiente como nos humilló hoy?¿Qué quiere saber? ¿Cómo mierda vivo en esa casa de mierda?

—Nena...Barbie, perdón, no te quiero humillar, solo te quiero ayudar.

Le levantó la barbilla con su mano y la miró a los ojos.

—Mierda, Barbie, de verdad, solo te quiero ayudar, te abrazaría, nena, pero si pasa alguien, me hacen un sumario.

—¿Por qué me abrazarías?

Mierdaaaaaaaa pensó Charly, ¿Cómo decirle que quiero protegerla? Que la amo…

—Porque...me siento culpable de tus lágrimas de hoy, te prometo que no paso ni una nota de hoy, para nadie, pero no llores, nena… y...contá conmigo para lo que necesites.

—Gracias profe, sos lo más.

Se pone en puntitas y le da un beso en la mejilla.

Charly se quedó rígido, su miembro se despertó de golpe y cuando ella se alejó, tuvo que reprimirse para no girar y buscar su boca, si ésto hubiera sucedido en otro ámbito, la hubiera tomado en sus brazos y besado como si no hubiera un mañana.

¿Qué me hacés Barbie?

Pensó.

—Primo ¿Qué pensás? ¿Vamos de cabarute ésta noche?

—No tengo ganas.

—¿Otra vez con lo de la pendeja? Sacate las ganas en Bariloche, después te olvidas y ya.

—No es tan simple.

—Loco, solo es cuestión de cogerla.

Cuándo Sebastián se dió vuelta, estaban entrando los alumnos, porque ahora le tocaba a él dar clases en ese curso, no supo quién escuchó y qué cosa, de todos modos, los primeros que entraron fueron los varones, no era tan grave.

—Lo dicho ¡Sos un idiota!

—Te paso a buscar ésta noche, primito.

—Olvidate.

—A las 11.

—¡Idiota!

Los alumnos los miraban, muchos no sabían que eran primos.

—Lo lamento chicos, mi primo es una …

—Idiota, callate.

Sebastián se rió con ganas, los alumnos los seguían mirando.

Dió una clase mucho más relajada que de costumbre ya estaban a dos meses de terminar las clases y en 15 días se iban a Bariloche, trató de ayudar a los que tenían que levantar nota y a los que no...les puso un 10.

Lo que no aprendieron hasta ahora, no lo aprenderán más.

—Chicos, cuando volvamos de Bariloche, vamos a elegir, para una empresa, a los mejores promedios que quieran trabajar en las vacaciones y pueden quedar efectivos si hacen bien las cosas.

—¿Qué empresa profe?

La iba a nombrar, cuando se acordó del perfume…

—A la vuelta de Bariloche, lo charlamos.

—Gracias profe, sos el mejor.

Dice Loana y le guiña un ojo.

Mierda, pensó Sebastián, a ésta me la puedo voltear en Bariloche.

Miró a Barbie y se dió cuenta qué había llorado y la clase anterior fue la de Charly, se acordó como estaba cuando escuchó lo de las apuestas del tipo que venía caminando.

No pudo reprimir la sonrisa, era tan infantil su primo cuando se trataba de Barbie.

—¿Cómo estuvo la clase con Charly?

Todos estaban rezongando a las vez, luego Barbie dijo.

—No sean injustos, me dijo que no pasaba ni un solo uno de todos los que puso hoy.

Con que lo defiende ... pensó el profesor a cargo de la clase en ese momento.

Sonó el timbre y se cruzó con Marcela, ésta vez se pasó con el escote, se paró para hablar con ella, solo por sus tetas, los chicos de quinto año la miraban embobados y bueno...él estaba igual, se le había puesto bien duro allá abajo.

—Marcela, me preguntaba si te puedo invitar a tomar algo esta noche, ya sabés…estamos cerca de fin de año, dentro de poco nos vamos a Bariloche y luego ya dejó el cargo.

—Bueno ¿A dónde iríamos?

—Donde digas, podemos ir a cenar y después...terminar bailando o algo así.

Dijo mientras le guiñaba un ojo.

—Pasame tu dirección, te paso a buscar.

—Que amable, te mando un whatsapp.

Tocó el timbre y volvió a tener el quinto año en la división donde cursaba Barbie.

—Profe, qué levantada.

Dijo Oscar.

—¿Perdón?

El chico se quedó callado y Sebastián se rió, se acercó al primer banco, que era donde estaba Oscar y le dijo muy bajito.

—Negro y de encaje.

Lo dijo mientras le guiño un ojo.

Oscar lo miró, se puso pálido.

¿Habían descubierto su juego? La culpa era de las chicas, que anotaban todo en el pizarrón.

Un rato después, se le acercó Loana y el profesor se dió cuenta que le tocaba a ella adivinar…

—¿Cuántos años tenés?¿Ya cumpliste los 18?

Le preguntó bajito.

—Sí…

—Derecho.

Le dijo guiñandole un ojo.

La chica se puso colorada y Sebastián no podía dejar de reírse, hoy tuvo un día genial y lo iba a terminar encamado con una sexi y joven, aunque no mucho, imitación de Moria Casán.

Los chicos se tranquilizaron un poco, aunque se dieron cuenta que su juego fue descubierto, Loana no dijo que el mismo profesor le había dicho, de qué lado tenía su miembro.

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