¿Quién Es Eros?
Volví a la habitación después de que mis padres comprobaron que estaba dormida. Necesitaba sacar información de quien era Eros, y por qué estaban todas esas cosas ahí.
Miraba cada rincón de esa pequeña habitación, parte por parte, armario por armario, pero no había nada, ningún informe o cualquier otra cosa que me dijera quien era.
Saqué fotos a toda la habitación, a las fotografías e incluso al nombre de ese papelito. Por la mañana se lo enseñaría a mis padres y con ellos buscaríamos una solución.
La mañana había llegado, yo como ya era de costumbre no dormí en toda la noche, la pasé leyendo o mirando hacia el techo.
Cuando ya eran pasadas las once de la mañana bajé a desayunar. Vi a mis padres abrazados en el sofá, sonreí mirándolos.
—Papá, mamá quiero hablar con vosotros —hablé un poco nerviosa.
Me senté en el sofá justo enfrente. Ellos apagaron la televisión y me prestaron atención.
—Ayer cuando os fuisteis de cena, yo... Yo encontré una habitación rara en el armario de mi habitación, ya sabéis que desde hace algunas semanas siento una sombra muy cerca de mí, se que alguien está conmigo y ayer lo confirmé.
Ellos me miraron ceñudos y sin creerse ninguna palabra de las que soltaba por mi boca. Sonreí para luego sacar el móvil y enseñarles todas las fotos que saqué.
—Ayer la sombra me llevó hasta esa habitación y saqué esas fotos.
Mi madre negando me devolvió el teléfono.
—Ahí solo hay un desván, y no hay ninguna foto ni ningún nombre.
Miré rápido las fotos, comencé a pasarlas rápido. Era verdad, no había nada, los cogí de la mano y los llevé hasta la habitación.
—¿Dónde está esa habitación? —Preguntó mi padre mirando por todo el armario.
—Estaba ahí lo juro.
Pero ahí no había nada, solo pared.
—Os lo juro, ahí había una habitación.
Mis padres negaron.
—No sigas con lo de la sombra hija, tomaremos cartas en el asunto.
Negué mirándolos.
—Tenéis que creerme, ahí había una habitación.
—Baja a desayunar —habló mi madre seria.
Me quedé mirando hacia la pared blanca donde debería estar la habitación.
¿Habría sido todo un sueño?
Bajé a desayunar sin ganas. Mi perra me miraba mientras movía la cola.
—Hoy iré al psiquiatra, vendrás conmigo.
En ese momento derramé toda la leche que había en el vaso. Negué mirando a mi padre.
—No lo haré más, no volveré hablar de eso, no puedes encerrarme en esa habitación otra vez.
—Respóndeme a algo.
Asentí rápidamente.
—¿Cuál es la pregunta que más te estás haciendo en este momento? —Preguntó algo enfadado.
Se cruzó de brazos y yo bajé la mirada.
—¿Quién es Eros? —Le respondí algo avergonzada.
—Ese tal Eros no existe hija. Vendrás conmigo —dijo simple para luego subir las escaleras.
—Mamá dile algo, no me puede encerrar en esa habitación otra vez —supliqué con los ojos llorosos.
—Pensábamos que ya se te habían pasado esos delirios.
—¡No son delirios mamá! ¡Esa habitación estaba ahí, esa sombra me persigue y vosotros no creéis en mi palabra! —Elevé la voz muy enfadada.
Me dolía mucho que mis padres no creyeran en mi palabra. Que me vieran solo como una puta loca que ve cosas donde no las hay.
—Irás con tu padre hija, será lo mejor.
Esa fue su última palabra para luego levantarse y subir las escaleras.
Apreté los puños con rabia y miré hacia las escaleras.
Cogí el móvil de nuevo y miré las fotos.
¿Por qué no salía nada?
Apague el móvil ceñuda. Subí las escaleras y me adentré a mi cuarto. Me cambié de ropa y me peiné. Mi padre tocó a mi puerta, abrí sin ganas mientras él me miraba serio.
Me despedí de mi perra y de mi madre. Me subí al coche junto a mi padre y él condujo hasta su trabajo.
Ninguno de los dos habló en todo el camino.
Minutos después ese edificio grande de color blanco con la pintura cascada se dejaba ver frente a nuestros ojos. El miedo comenzó a recórreme completamente.
Odiaba que me metieran a la habitación blanca. Solo había estado dentro una vez, pero ya fue suficiente para cogerla miedo.
Era toda blanca, acolchada, y no se odia nada, estaba insonorizada cosa que te hacía volverte loca. No sabía porqué mis padres me querían meter ahí, tengo entendido —por mis padres— que ahí solo meten a las personas con ataques suicidas o ataques de ira y yo nunca los he tenido.
Realmente no sé por qué me llevan a ese psiquiátrico, creo que se podría solucionar hablando con un psicólogo... Pero ellos son así de... Radicales, para ellos es todo o nada.
Nada más entrar por la puerta una corriente eléctrica igualita a la que me entró nada más pisar la nueva casa me corrió por completo. Miré a mi padre que me observaba con lástima.
—Papá no hay porqué hacer esto —murmuré con miedo.
—Calla y anda.
Solté un suspiro y lo seguí.
—Estarás cuarenta y dos horas ahí dentro.
—¿Dos días? Ni loca papá.
Él cerró la puerta sin mirarme.
—¡Papá abre! ¡No me hagas esto papá!
Di puñetazos a la puerta. Intenté empujarla sin éxito alguno solo se abría por fuera. Me quedé mirando todos los rincones de la habitación. Vi una cámara y lo primero que hice fue sacarle el dedo del medio, sabía que mi padre me estaría viendo y más hombres y mujeres.
Me puse dos objetivos: Pasar cuerda estas dos noches.
Sentía que me iba a volver loca tanto silencio. Me tumbé en la pequeña camilla que había justo en el medio y miré hacia el techo.
—Cuando crees que todo va bien, viene tu padre y te jode —comencé a cantar —me voy a volver loca y todo es por tu culpa —señale la cámara.
La hora de comer había llegado. Espaguetis con tomate y queso, agua y pan y de postre una manzana.
Dejé la bandeja donde estaba, solo comí un poco el hambre se me había ido.
Igualmente pasó con la cena, no comí ni siquiera un poco. Volví a sentir la presencia de esa sombra, pero esta vez se veía algo más formada. Pude distinguir los brazos, las piernas, la cara e incluso las orejas y la nariz. Solo era un cuerpo oscuro que me aterra a verlo tan cerca de mí.
—¿Quién eres? —Dije casi sin mover los labios para que mi padre no me pillara hablando sola.
Si se daba cuenta de ello me dejaba aquí encerrada más días. Él solo se pensaba que esa sombra la veía en casa, en mi habitación.
Se movió de lado la sombra pero no me respondió.
Se acercó más a mí dejándome casi sin respiración. Sentí la corriente eléctrica surcar mi cuerpo cuando su mano negra se posó encima de mí hombro. Quise gritar y salir corriendo pero no podía, estaba inmóvil.
Solo escuché un susurro pero no supe que decía. Mi corazón comenzó a bombear más rápido de lo normal. Los nervios me estaban comiendo y de un segundo para otro esa sombra desapareció.
El aire volvió a mis pulmones, la tranquilidad invadió mi cuerpo y la habitación.
Cerré los ojos y dejé salir de mis labios un largo suspiro.
Me quedé sentada en la cama mirando hacia la puerta de la habitación. Un grito desgarrador me hizo saltar del miedo, me acerqué a la puerta y pegué la oreja a la puerta. Cuando ya no escuché nada me di la vuelta pegando un grito al ver de nuevo la sombra. Me llevé las manos al pecho y limpié las lágrimas que se me habían escapado de mis ojos a causa del miedo.
La sombra dio pasos hacia mí, extendió su mano y me entregó una llave.
—¿Qué hago con esto? —Pregunté sin entender.
La sombra señaló la puerta.
—Esta puerta solo se abre por fuera.
Señalé la puerta, por un momento pude ver su cara de decepción y cansancio.
Volvió a coger la llave y desapareció. Me iba a sentar en la cama cuando de repente la puerta se abrió. Me hizo una señal para que saliera rápido.
Salí de la habitación y sonreí, ahora podía respirar aire puro. Seguí a la sombra, llegamos a una puerta blanca muy grande, pero era imposible de abrir, tenía candados grandes.
La sombra señaló la puerta.
—¿Qué?
Lo miré sin entender que quería decirme.
—Yo no puedo traspasar puertas o tele trasportarme.
—¡Selena! —El grito de mi padre me hizo saltar del susto.
—Hostia —susurré quedándome inmóvil.
—¿Cómo has salido? —Preguntó muy enfadado.
—Yo... Él —tartamudeé.
—¿Ya estamos con la sombra? —Habló cansado seguramente de mí.
Me cogió de la muñeca y me volvió a encerrar en la habitación.
—Pondré seguridad para que no vuelva a suceder.
Resoplé cansada. La noche y el día que me quedaban iban a ser torturadores para mí. No llevaba ni mitad de la noche y ya empezaba a encontrarme mal, necesitaba salir de aquí.
Me quedé mirando hacia la cámara durante unos minutos. Seguramente en ese momento mi padre estaba sonriendo al ver que había conseguido mantenerme ahí durante toda la noche. No comprendía por qué mi padre me hacía eso, y mucho menos entendía por qué disfrutaba haciéndomelo.
Lo que quedaba de noche me la pasé pensando en la sombra.
¿Qué habría detrás de esa puerta? ¿Por qué me llevó hasta ahí?
¿Quién mierda era Eros?