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CAPÍTULO 5: LA GALA

Suena la alarma a las cinco de la mañana. Hoy es el gran día de gala y por suerte ya cuento con la prenda que voy a estrenar. Solo me falta adquirir una máscara que sea acorde a mi ropa y personalidad, pero antes tengo que ir a la empresa a laborar media jornada. Retiro la sábana de mi cuerpo y me miro en el espejo. Lo más importante es como hacer resaltar tus atributos y sentirte segura y sensual ante el mundo sin importar tu cuerpo. Mis ojos dorados inspeccionan con gran satisfacción mi cabello largo dorado y me retiro del espejo para prepararme.

Tomo la bata que tengo en el perchero y salgo de la habitación para ir a la de huéspedes. Espero que Annie ya se encuentre mejor que anoche. Toco débilmente con mis nudillos, pero nadie contesta. Tal vez siga dormida.

Camino a la estancia y todo está decorado con elegancia y buen gusto. El sofá es de piel que contrarresta las paredes blancas y grises. Cada sillón tiene una mesa de color caoba y en ellas descansan los portarretratos de las vacaciones de mi familia por todos los lugares que hemos visitado. Una enorme pantalla plana descansa encima de un blanco librero y está conectado a un teatro en casa de última generación. Mis padres siempre se lucen para dar lo mejor a sus hijos.

Necesito un vaso con agua para humedecer mis labios resecos. Voy a la cocina y esta también es de última tecnología. Abro el refrigerador para tomar un par de cubitos de hielo y los introduzco en vaso de vidrio. Vierto un poco de agua para llevarla a mi boca. El líquido cristalino refresca mis labios y garganta seca.

Annie llega toda somnolienta y despeinada. Se ve bastante recuperada del episodio de ayer en las escaleras.

- ¡Buenos días! -Transmite una alegría contagiosa. Es hermosa latina de cabello castaño, corto y chino. Tiene una hermosa piel canela. Su sonrisa es cálida y posee un exuberante cuerpazo. No entiendo por qué lloró de esa manera. Debe entender que ella está para escoger y no para que la escojan.

Le devuelvo el gesto.

-Buenos días. ¿Gustas un café o un vaso con agua? -ofrezco amable.

-Un café está bien. Gracias, Amunett -contesta Annie alegre.

-Marchando a la orden -bromeo un poco.

Ambas reímos de mis palabras. Le preparo la bebida y aprovecho para irme a duchar para ir a trabajar.

- ¿Te molesta que te deje sola? Quiero ir a ducharme. Tú puedes hacer lo mismo en el otro baño -comento. El único problema es la ropa, pues solo tengo de mi talla y le va a quedar un poco grande.

-Voy a tomarte la palabra. Además debo pasar por mi casa para cambiarme de prendas -responde con amabilidad.

-Yo puedo llevarte. Después nos vamos directamente a la empresa. ¿Qué dices? -sugiero

- ¡Gracias, Amunett! ¡Eres un ángel! -grita y se aleja.

Annie me deja con la palabra en la boca. No soy un ángel y nunca lo voy a ser. Si me preguntan, la tentación, el pecado es mi mayor satisfacción y quiero perderme en ello por la eternidad. El fuego del infierno me va a consumir por completo y quiero que lo haga porque los placeres de este mundo se disfrutan cuando los abrazamos y hacemos que la lujuria se desate en nuestro cuerpo.

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El baño es breve, pero muy relajante. Abro mi cajón donde guardo la ropa interior y tomo una braga y sostén de encaje negro junto con un liguero, medias de seda y unos tacones color plata de plataforma. Me acerco al closet para descolgar una falda negra acampanada y termino eligiendo una blusa de manga corta plateada con un escote pronunciado en los pechos. Cepillo mi cabello dorado y mientras espero a que se seque me maquillo discretamente.

Salgo de la habitación y me encuentro con Annie. Casi se le cae la baba cuando me ve. No porque le guste, si no por el vestuario que llevo.

- ¿Quieres un bote para la baba? Mira que no quiero mojar mi piso y caerme con estos tacones -bromeo

Ella se sonroja y yo me rio de su inocencia o la poca que conserva aún.

-No-No quise ser tan observativa. Discúlpame.

-Solo me gusta bromear. Andando que se nos hace tarde -Reviso la hora en el rolex de oro que mis padres me obsequiaron en la graduación del bachillerato. Para mí es muy preciado y no por lo que cueste sino por lo sentimental.

- ¡Oh! ¡Es verdad! -grita preocupada.

Salimos de mi hogar para ir directo al departamento de Annie Winters.

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Ya en el trabajo no tengo tiempo de ni de comer. Hay bastantes documentos por corregir. Redacto y envío a los grandes empresarios involucrados en el próximo lanzamiento del teléfono inteligente SPIM.

Muerdo mis uñas de tanto estrés. Theo no ha aparecido ni para regañarme. Estoy temerosa de que lo despidan por mi culpa por insultar a uno de los dueños, pero no me arrepiento de hacerlo. Quiero llamar a Niccola Acosta que es la secretaria de los jefes, sin embargo no lo hago para no empeorar las cosas.

A las dos de la tarde, termino por milagro todos los deberes. Cierro la sesión del correo y apago el C.P.U y el monitor. Descuelgo el bolso del perchero y salgo del cubículo. Al pasar por cada espacio de trabajo me despido de mis colegas.

Ya en la recepción le informo a mi nueva amiga que la espero en el estacionamiento. Le he obligado a ir conmigo a mi casa y de ahí pasar a la gala. No le doy tiempo para llevar la ropa que se pondrá porque tengo la indicada para ella.

Los cabellos de la nuca se me erizan. Es la primera vez que me pasa esto. Volteo a donde se encuentra un BMW plata. Nuevamente me encuentro con aquellos ojos grises que me cautivan. Nos retamos mutuamente. Si cree que va a ganar, está muy equivocado. Camina hacia mí y una estúpida sonrisa aparece en su rostro.

¡Carajo!

Es una boca muy sensual que está hecha a mi medida. La besaría y mordería...

Espera... ¡¿qué?!

«Él es el jefe, Amunett», me regaño por los pensamientos lascivos que tengo con este hombre

No me involucro con hombres que trabajan a mi lado y mucho menos que se crean que son tan guapos y que pueden tener a todas las mujeres a sus pies. Busco las llaves de la camioneta. Quiero irme ya de este lugar. Estoy nerviosa, pero sobre todo excitada.

Su presencia emana una energía sexual alta que me atrae. Introduzco la llave en la cerradura, pero es demasiado tarde. Me acorrala entre el carro y su cuerpo. Quiero derretirme en sus brazos. Es más quiero poseerlo aquí en el estacionamiento.

¡Reacciona Amunett!

El no ir al club ayer alborota tus hormonas y te está secando las neuronas.

- ¿Tan pronto se va, señorita Grove? Necesito hablar con usted un momento en privado -susurra sensualmente en mi oído.

La piel se me eriza por su cercanía. Nunca pensé que un hombre me afecte tanto con solo estar en el mismo lugar. A mi mente viene el recuerdo de otro hombre que ha logrado ese mismo efecto y que no he vuelto a ver desde mi última vez en las catacumbas. Tal vez lo que me hace estar así es porque no descargue mis energías con un sumiso. Si eso debe ser.

« ¡Resiste ya falta menos para la gala!» me doy ánimos.

- ¿Podemos hablarlo el lunes, señor Evanshen? Mi horario laboral ha terminado a las dos -Le empujo con fuerza. Quiero alejarlo lo más lejos posible de mí.

¿Usa pupilentes o porque cuando lo conocí tenía los ojos esmeraldas?

Joder es tan extraño.

-No. Me he enterado que mi hermano la acosó ayer a la hora de la comida. ¿Es cierto? -pregunta en un tono, ¿molesto?

- ¿Hermano? ¿Ahora saldrá con que tiene un hermano gemelo para hacerse el inocente? ¡Por favor no soy estúpida! -grito enojada.

No puedo creer que me salga con esto en vez de aceptar lo que hizo.

-Nunca he dicho semejante cosa de usted. Sin embargo, es su problema si no me cree -responde enfadado.

Cruza los brazos sobre su fornido pecho.

¿Es que no piensa irse de aquí?

Cada vez siento más calor sobre los muslos y juro por lo más sagrado que estoy a punto de saltar sobre él y arrancarle el traje que lleva.

-Digamos que su "gemelo" si dijo cosas agraviantes ¿Qué va hacer usted si tienen la misma sangre? ¿Acaso va a defender a una simple secretaria? -replico un tono de sarcasmo.

Y aquí se le acaba el teatrito al jefe. Veamos cómo sale de esto.

-Nadie toca lo que es mío -gruñe por lo bajo con enfado.

¡¿Qué mierda ha dicho?!

Annie llega en este momento. Le agradezco de ser así o dejo tirado en el suelo al hijo de puta.

¡¿Quién se cree para decir que yo soy de su propiedad?!

- ¿Interrumpo algo? -Ella nos ve a ambos.

Le regalo una mueca de agradecimiento.

-No claro que no, Winters. Le estaba diciendo a la señorita Grove que la quiero en mi oficina el lunes a primera hora -Habla con naturalidad. Como si hace unos instantes no estaba sobre mí-. Si me disculpan, tengo un compromiso muy importante. Que tengan un buen fin de semana, señoritas

Da media vuelta alejándose de nosotras. Me permito observar el espectacular cuerpo que posee. Un redondo culo, espalda ancha y esas piernas tan...

¡Joder!

¡Necesito tener sexo cuanto antes!

-No está a tu alcance, Amunett -comenta de pronto Annie. No logro entender el significado de lo que quiere decir por seguir comiéndome con la mirada al sensual jefe.

- ¿Perdón? Creo que te estas equivocando -expreso regresando a la realidad.

-Claro. Deja te limpio la baba que tienes justo al lado de la boca -Según la remueve con su mano.

Manoteo para que las retire. No me gusta que me toquen sin mi permiso.

- ¿Nos vamos ya? -replico un poco molesta.

-Sí.

Subimos al carro y arranco del lugar.

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Una vez dentro del apartamento voy a la habitación en busca del atuendo de mi amiga. Cuando lo vi me gustó para mí, pero al conocer a Annie he cambiado de opinión. Es perfecto para que lo use.

La llamo y ella ingresa a la pieza. Sé que no se siente muy cómoda usar algo prestado. Así que la voy a obligar.

-Esto es lo que vas a estrenar esta noche, Annie. Antes de que repliques o te enfades, no te lo estoy pidiendo. Es una orden.

-No es necesario, Amunett. Solo vine para decirte que no voy a ir esta noche al club -murmura apenada.

¡Vaya sorpresa!

Ahora entiendo porque lloraba ayer. Es por un cabrón de los Amos con los que ha jugado.

- ¿Quién es? -cuestiono irritada.

Parezco una entrometida, pero no me gusta que el juego traspase fuera del club. No es permitido que nuestras relaciones de amo/sumiso salgan al exterior o al menos que ambas partes estén de acuerdo con eso y se estipule en el contrato.

-N-n-no sé de qué hablas, Nett -Su nerviosismo dice que estoy en lo correcto. Presionarla es peor, así que voy a cambiar de tema para que no sufra. Annie resopla y creo que va a hablar-. Es Armando Castillo. Creí que teníamos una relación más íntima. Veo que me he equivocado. Soy una estúpida por hacerme falsas ilusiones.

Le comienza a temblar el labio inferior y las lágrimas salen de sus hermosos ojos negros.

¡Me las va a pagar ese pedazo de idiota!

Es el dómine que todas quieren por ser un romántico empedernido. Les endulza el oído con palabras de amor para después botarlas y conseguir una nueva sumisa. Ha intentado seducirme con las mismas tácticas ya que varias dominatrix se han acostado con él, pero me mantengo firme en lo que quiero y no tengo pinta de ser una sumisa de otro.

Le limpio las lágrimas con los pulgares y ella me sonríe agradecida.

-Demuéstrale de lo que se pierde. Eres muy guapa, Annie. Cualquier amo estará encantado de tenerte en su cama -declaro contundente.

La duda aparece en su rostro por un momento y parece meditarlo por unos segundos y Annie accede a mi consejo. Le mando a ducharse y ella me obedece.

La regadera se oye y mientras sigo en busca de los zapatos, el collar y el antifaz que compone su vestimenta. Lo acomodo en la cama y saco la plancha para el cabello. He decidido alisar su cabello. Será un cambio notable en Annie.

Ella sale envuelta en mi toalla.

-Te dejo para que te vistas. La ropa interior nueva está en el primer cajón de la derecha. Toma la que quieras. Voy a darme un baño en la habitación de invitados mientras te vistes -digo.

Camino a la puerta y la voz de mi amiga me detiene antes de salir.

-Gracias por esto. No sé cómo agradecerte, Amunett -Annie es una chica tan sensible, frágil y enamoradiza que siento algo de pena por ella.

Me giro para verla.

-No hace falta que hagas eso. Eres mi amiga y eso es lo que importa. Tal vez me agradezcas con el hecho de que te diviertas un poco esta noche -Le cierro un ojo y ella se ruboriza.

Aun no sé cómo es que llegó a formar parte del BDSM. Espero que algún día pueda tenerme la confianza para contarme.

Me doy la vuelta y cierro la puerta al salir.

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Abro la puerta de la habitación de invitados y le pongo el cerrojo. Me voy desnudando por el camino. Giro la perilla de la regadera y rápidamente el agua helada cae por mi cuerpo.

Es la única vez que me permito relajarme después de tanto estrés.

Tomo el shampoo de vainilla y vierto un poco en la palma de mi mano. Tallo mi cabello con delicadeza. La sensación producida hace que suelte un pequeño gemido de placer. Le agrego gel para el baño a la esponja para el cuerpo. Este huele a coco. Froto cada parte de mi cuerpo. No quiero que el sudor de esta mañana se quede y mucho menos quiero tener la sensación del cuerpo del jefe sobre mí.

Vuelvo a dejar correr el agua y poco a poco se va por el desagüe mis problemas, frustraciones y el jabón.

Me pongo la bata para salir del baño y de la habitación.

Toco la puerta muy fuerte para que Annie me escuche y el rechinar de la perilla me dice que puedo ingresar.

Estoy anonadada al verla. Si fuera hombre me la follarìa ahora mismo.

¡Se ve bellísima!

El corsé rojo realza más sus curvas y atributos. Hace juego con una falda de cuero larga abierta justo por la mitad. Lo que me sorprende es las medias de red negras combinadas con unas botas altas que llegan a su rodilla. El collar que la adorna es de terciopelo rojo que se abrocha con el corsé sumando su posición de sumisa, pero que está libre para cualquier dómine.

- ¿Y bien? ¿Qué tal luzco? -Un ligero tono ansioso asoma por sus labios.

Puedo decirle que se ve preciosa, pero ese calificativo queda muy en corto en estos momentos.

-Arrebatadora. Me dejas impresionada. Si te vistieras así siempre, los hombres pelearían por tu atención -exclamo con determinación. No hay mujeres feas en este mundo, si no que están mal vestidas y maquilladas-. Ahora siéntate frente al espejo. Voy a maquillarte y peinarte.

Hace lo que le pido. Pongo un poco de base en el rostro y el corrector es segundo en aplicarse. Tomo las brochas para aplicar el contorno, los glitter para ojos, rubor. Decido que el color en sus parpados será negro con una pequeña parte en rojo. Una vez listo le delineo con una gruesa línea. Sus labios son de un color vino por el labial. Le aliso el cabello y dejo pequeñas ondas en la puntas y he terminado.

¡Oh por Dios! ¡Esta irreconocible!

La dejo que se vea en el espejo y puedo jurar que está apunto de desmayarse de a impresión. Coloco el antifaz negro con pedrería roja. Annie se encuentra lista para nuestra noche.

Ella no deja la habitación por lo que cojo una braga de encaje diminuta. Ya que para mí vestido no debo usar sostén porque la espalda es totalmente al descubierto y es de color negro con grabado dorado. También me pongo unas medias de seda negras que me quedan arriba de la rodilla. Voy por mis tacones negros y me los calzo.

Me maquillo tan rápido como puedo ya es muy tarde para hacer cosas sobre mi rostro. Mientras el ferro se calienta, busco un collar para acompañar mi atuendo aunque no es necesario pues las dominatrix no lo usan, pero esta noche quiero ponerme uno.

Annie pega un grito al verme.

-Luces como una diosa. ¡No puede ser! ¡Tienes tatuajes! -chilla como una adolescente.

Así es. Tengo tres tatuajes. Uno en la columna vertebral y este dice: "Cuando vences tus miedos, se destruyen tus límites", el segundo está en las costillas y es un libro viejo y por último en mi hombro izquierdo se encuentra la torre Eiffel por un suceso que marcó mi vida por siempre-. De adolescente me quería tatuar, pero mis padres eran muy estrictos y me olvidé de eso al instante.

-El primero me lo hice a los dieciséis. Los demás llegaron poco tiempo después -Lo recuerdo con felicidad. Nunca me voy a arrepentir por haberme tatuado.

Aliso mi cabello y lo rizo por completo. Esparzo spray en los rulos para que duren más y guardo todo en su lugar. No me gusta el desorden.

Le hago una seña a mi amiga para salir de la habitación. Apago la luz y llevo mi antifaz en la mano. Bajamos al estacionamiento y desactivo la alarma y arranco mi Land Rover.

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La ciudad de New York sigue en su mayor viveza. Los edificios iluminan todo a su paso. Los antros están a reventar y los gritos en los conciertos aumentan mi alegría. En pocos minutos llego a nuestro destino.

El club Burlesque es donde puedes ser tú mismo sin nada que te pare. Bajamos de la camioneta y me coloco la máscara. Saludo a Robert MacEvran, el cadenero de este lugar. Nos conocimos la primera noche que llegué a este club y simplemente congeniamos.

-Bienvenida Amunett, te extrañe. Pasa -Es un exagerado. Ha pasado una sola noche en la que no me he presentado. Desengancha la cuerda roja para permitirme el paso. Sus ojos se posan en Annie. Está asombrado por su vestimenta. Toso disimuladamente y él lo capta-. Pe-Perdón.

- ¡Oh Dios mío! ¡Te ruborizaste! -Le molesto. Es un hombre que no muestra ninguna emoción y a veces pienso que es un robot. Hasta el hombre más frio le llega la mujer indicada-. Tal vez después te la presente, nene.

Le codeo el brazo y le giño el ojo. Él niega con la cabeza y me rio.

El club es de un estilo gótico. Las sillas forradas en piel roja acompañan a las mesas metálicas que son para los nuevos sumisos y que estos puedan tomar un trago con otro amigo. En la parte del fondo del lugar se encuentran unos sillones negros donde los dómines pueden tener más privacidad para hacer con sus sumisos lo que quieran.

Hay algunos que les gusta estar en compañía de otros para que observen como se follan a su compañero. Jamás me ha gustado ser exhibicionista. Seas amo o sumiso debe haber privacidad en el acuerdo. Solo para los miembros exclusivos del club se les da una membresía anual donde pueden utilizar una mazmorra con juguetes sexuales, entre otras cosas. Está prohibido que otro miembro entre al lugar si no tiene el pase.

Frente a la barra se encuentra la pista de baile para que los sumisos puedan bailar y los amos elijan a su compañero de esta noche, pero no pueden tomar a quien ya tiene dueño. Para eso se les obliga a los sumisos a ponerse los collares lisos. Eso quiere decir que son totalmente libres.

Creo que llegué tarde para la presentación de los nuevos participantes.

Bueno eso no importa mucho.

Vamos a la barra por unos tragos que terminamos apenas estuvieron sobre nuestras manos. Arrastro a la pista a mi amiga y bailamos con desenfreno. El sudor se va acumulando en nuestros cuerpos y le digo al oído a Annie que voy a pedir que cambien de música. Ella asiente y sigue bailando.

Mientras me abro paso entre los cuerpos, choco con alguien. Es un hombre rubio y de ojos esmeraldas. Le reconozco a pesar de la máscara que trae puesta.

¡Debe ser una maldita broma!

Le pido que me deje pasar, pero se niega. Es un capullo y pensar que en la mañana me iba a dejar follar en el estacionamiento sigo sin entender como carajos le hace para cambiar su color de ojos tan rápido y mis emociones también.

- ¡Que agradable sorpresa, señorita Grove! La creía una santa, pero veo que es una traviesa. Eso quiere decir que si puedo tenerla en la cama. A mi merced -dice pervertido.

Algo me hace odiarlo. Es un asqueroso.

-Siga soñando, Evanshen. Ya le dije que no va a pasar. Hágase a un lado o no respondo -le amenazo.

-No me voy a quitar. Hoy voy a jugar contigo y tienes que obedecerme -Señala el collar que adorna mi cuello.

Es una mala idea ponérmelo, pero todos aquí me conocen por ser lo que soy y no era un problema.

¡Hasta ahora!

-Este collar no significa que sea una sumisa. Soy una domme como usted y muchos de aquí. Le advertí que se quitara -Golpeo su entrepierna y aprovecho para ir a cambiar la música. Eso le enseñara a no meterse en mi camino nunca más.

El DJ acepta mi petición de cambiar la canción. Por todos los altavoces suena música latina. Me gusta el ritmo de esta canción porque puedo dejarme llevar. Además que mis padres son excelentes maestros de la danza.

Encuentro a Annie bailando sensualmente y me uno a su baile. Unas manos tomaron mis caderas atrayéndome a un cuerpo duro y sigo moviéndome o mejor dicho restregando el culo contra aquel sujeto. Se está poniendo muy duro entre sus piernas. Creo que voy a divertirme un rato con él.

Al voltear lo primero que me atrapa son esos ojos grises. Es como si su energía me envolviera completamente. Hace unos instantes le aparte de mí, pero en este momento lo quiero bajo mi cuerpo sometido a mi voluntad. De pronto todo esto me parece haberlo vivido hace tiempo atrás con otro hombre.

Y solo puedo pensar en una cosa: me rindo a esos ojos que van a ser mi mayor perdición.

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