CAPÍTULO 3: LA ÚLTIMA DOMA
Amunett
La mazmorra que pido es la del antiguo Egipto. Abro la puerta y la decoración es excepcional. Las paredes doradas llenas de jeroglíficos nos dan la bienvenida. Es como regresar al tiempo de los faraones, pero con tintes de pecado y seducción fusionados. Entro primero a la mazmorra tirando de la correa de Theo. Llego a la mitad de la habitación y me giro para encararlo.
-Ponte de rodillas con las piernas ligeramente separadas y la mirada volteando al suelo -demando mientras libero mi muñeca de la cadena. Theo cae de rodillas mientras tiene la vista en el suelo. Me acerco a él y le acaricio el cabello. La textura es tan suave y sedosa. Tiro de su pelo y Theo gime como respuesta. Pego mis labios en su oreja-. ¿Quieres correrte, cariño?
Theo se estremece con mis palabras y cierra los ojos. En estos momentos no somos amigos. Aquí yo soy la que manda y él obedece.
Sus ojos me observan con una llamarada ardiente. Conozco todo de Theo como sumiso más que él mismo, lo que le gusta y lo que no va a hacer en las domas. Ese es nuestro trabajo como dómines. Ser capaces de leer a nuestros sumisos conlleva mucho tiempo de preparación. Nosotras como dominatriz tenemos que tener un mayor control de los hombres que dominamos porque algunos creen que por ser fuertes pueden someternos a su voluntad. Las Amas son más estrictas y crueles con los hombres.
Tiro más fuerte de su pelo y abre los ojos. Le miro con arrogancia y arqueo una ceja esperando a que me responda mi pregunta.
-Sí, señora -musita.
Suelto su cabello al instante. Doy un paso para atrás mientras Theo regresa la mirada al suelo.
-Mírame -le ordeno. Él lo hace al instante sin titubear. La nueva Ama de Theo se lleva a un hombre asombroso en todos los aspectos. Adopto una posición más intimidante y cruzo los brazos y mis senos se alzan. Theo se muerde el labio al ver aquello-. Mis ojos están arriba, pequeño mirón. Voy a darte una azotaina que te va a poner el culo rojo.
Theo traga saliva ante mis palabras, pero veo que también va disfrutar con los azotes. Me encanta castigar a Theo porque encuentra su placer al mismo tiempo que recibe su reprimenda. Combinar el placer con el dolor es una de las cosas que me caracteriza como dominatriz.
-Dómina Amunett... -Theo guarda silencio cuándo le reprendo con la mirada e inmediatamente baja su rostro hasta pegarlo a su pecho.
-Levántate. Quítate la ropa y coloca las manos detrás de la espalda. Abre bien las piernas e inclina un poco el cuerpo hacia adelante -espeto molesta. Theo se saca la camisa sin levantar su cabeza y se levanta para quitarse los zapatos y vaqueros. Con solo los calzoncillos puestos y su máscara plateada, Theo hace la posición que pido. Ver su cuerpo bien dotado me hace sonreír con orgullo-. Esto lo hacemos porque tú así me lo pides. Si no puedes soportar lo que estoy haciendo, pronuncia la palabra de seguridad e inmediatamente voy a parar. Repite tu palabra de seguridad.
Nunca le he hecho daño a Theo cuando estamos en las mazmorras, pero eso no implica que un Amo no pueda dejarse llevar a la hora de ejecutar los castigos o premios. Se debe de mantener la mente en frío y eso muy pocos lo logran. Él sigue con la mirada agachada sobre el exquisito piso de madera. Le tomo de la barbilla y levanto su rostro ante mí. Con sus ojos marrones puestos en los míos, me está pidiendo permiso para responder lo que le pido y hago un leve movimiento para que conteste.
-Culpable -manifiesta.
Arqueo una ceja y Theo se encoje de hombros restando importancia a la palabra.
Trato de sacar mis propias conclusiones del porque elige esa palabra y lo único que se me ocurre es que para un abogado, escuchar esa palabra en un juez, es acabar con todo.
-Culpable será -repito con gesto afirmativo. Suelto su barbilla para caminar ante uno de los cofres dorados que hay esparcidos por la mazmorra. Saco unos grilletes de color oro para esposar Theo. Camino de regreso y me detengo delante de él-. Esto se te va a ver muy bien. ¿Quieres que te espose?
-Sí, Ama -accede dócilmente.
-Mantén el equilibrio. Si te mueves, vas incrementar los castigos -le advierto. Comienzo primero con la mano izquierda engancho el brazalete y lo cierro. Tomo el otro extremo y me siento sobre mis pies para cerrar el otro brazalete en su tobillo. Una bola de metal cuelga en cada uno de los artefactos. Una vez que termino de asegurar que no se abre, hago el mismo procedimiento con la otra pierna-. Bien hecho, cariño.
Acaricio su cabello.
Una silla que parece el trono de un faraón cuelgan varios artículos de castigos: una pala, un gato de nueve colas, una fusta, esposas y una mordaza. Camino hacia ella y tomo la mordaza y el gato de nueve colas para iniciar con el castigo ya que el mío lo olvidé en una de las mesas del club.
-Esta es para después de los azotes -le muestro la mordaza y sus ojos negros brillan con intensidad-.Me siento generosa esta vez, nene. Solo siete golpes recibirás y después recibirás tu recompensa. ¿Te gusta la idea? -pregunto y Theo asiente-. Buen chico.
Venero a los hombres que sin ningún rastro de miedo o titubeo se entregan con pasión. Masajeo una de sus nalgas y me detengo.
- ¡Ah! Se me olvidó decirte que no vas a correrte hasta que yo lo ordene.
¡Plas!
El golpe suena con fuerza. Theo se balancea sobre sus pies para mantener su postura.
-Uno -dice entrecortadamente.
Con él no necesito ordenarle que cuente porque sabe cómo complacer a su Ama. Acaricio el lugar donde impacto el azote.
Levanto el gato nuevamente y con solo una estocada doy directamente en su espalda. Theo pierde un poco el equilibrio, pero no cae.
-Dos.
-Mantén la postura o no voy a dejar que te liberes -ordenó con severidad.
Paso por su espalda las tiras del gato y Theo sisea. Mi amigo tiene un magnífico cuerpo de eso no hay duda. Su enorme polla se levanta lista para recibir atención.
¡Zas! ¡Zas!
Los dos azotes van dirigidos a su culo. Su carne enrojece al instante y masajeo para aliviar el dolor. Theo gime cuando le palmeo uno de sus cachetes rojos.
-Tres, cuatro... -se detiene un momento y veo que duda en preguntarme, pero lo incito a que lo haga-. ¿Ese golpe también cuenta, Ama? -titubea.
Le giño el ojo con coquetería.
-Por supuesto, cariño-respondo. Dejo de tocarle y camino dos pasos. Tiro de su cabello con fuerza y Theo me mira sumido en las sensaciones que atraviesan su cuerpo-. ¿Y bien?
Suelto su cabello y él sigue observando. Y de pronto le suelto una suave bofetada.
-Cinco -gimotea.
Vuelvo a su trasero y muevo en el aire el gato. Sé que Theo espera el golpe, pero apenas roso su cuerpo con el instrumento. Su respiración se acelera y una gota preseminal se asoma en su glande.
Los azotes le están estimulando como siempre pasa en cada una de nuestras domas. Theo ha lidiado con todo su dolor a su manera y por eso le quiero tanto. Es un hombre que pasó por tantas cosas que le ha dejado marcado el corazón y aun así espera encontrar a la mujer que le robe el alma. Theo no le importa arriesgarse de nuevo y poner una buena cara a las situaciones.
Giro el gato de nueve colas e impacto en su culo y espalda. El golpe suena y veo como escuece en su carne haciendo que se ponga completamente roja. Él suelta un gemido de satisfacción.
-S-s-seis y siete -balbucea con la voz desfigurada por el deseo.
Sonrío porque sé que deseaba correrse, pero tras todas las sesiones conmigo ha aprendido que es mejor retrasar el orgasmo. Hacer aquello ayuda a que el próximo se sienta como morir e ir al cielo. Es un estado de éxtasis puro.
Tiro el gato al suelo y camino hasta Theo para ir quitando los brazaletes.
-Esto va a ser rápido, cariño -beso su mejilla. Y quito el primer grillete y luego el segundo. Theo mueve las muñecas para recuperar la circulación. Un potro de cuero negro con líneas doradas se encuentra situado al final de la mazmorra al igual que una cama estilo egipcio. Mi objetivo es el trono. Llevo a Theo al lugar y le hago sentarse-. Estira los brazos.
Él hace lo que le pido y coloco las esposas. Compruebo que estén ajustadas para no lastimarle o dejar marcas en sus muñecas. En una de las mesas de mi izquierda se encuentran todo tipo de juguetes sexuales: vibradores, pinzas vaginales y para pezones, dilatadores anillos constrictores y masturbadores.
Elijo un anillo plata y un masturbador negro delgado. Vuelvo a colocarme enfrente de él y coloco con lentitud el anillo hasta llegar a la mitad de su base y enciendo el masturbador al máximo volumen.
Escupo su miembro para lubricarlo mientras introduzco su polla en el masturbador. Theo aprieta los dientes al sentir las vibraciones. Subo y bajo por toda su vara y el sigue el ritmo del vibrador. Sus caderas embisten el artefacto y echa la cabeza para atrás. Incremento la velocidad de mi mano y Theo gruñe preso del deseo que va sintiendo.
-M-m-más rápido, Ama -gimotea mientras sigue con su vaivén. Acelero aún más la velocidad. Saco el artefacto y lo vuelvo a meter. Una, dos y tres veces. La cabeza de Theo golpea el respaldo con fuerza. Su polla se va hinchando con cada masturbación mía -. Siento como un fuerte escalofrío recorrer mi cuerpo. Y me quema la piel.
Él está a punto de correrse.
-Aguanta solo un poco más -ordeno.
Sigo torturando su pene mientras con la otra mano masajeo sus testículos. Los gemidos aumentan y veo como sus manos tiran de las esposas con fuerza. El sudor comienza a perlar en su cuerpo y frente.
-Mierda -gruñe con la voz ronca.
Me estoy follando a Theo con la mano y el disfruta de máximo placer.
-Córrete para mí, Theo -demando.
Theo explota en un arrollador orgasmo. Bambolea las caderas mientras sigue corriéndose en mis manos. Los espasmos del clímax siguen atravesando su cuerpo mientras sigue con la cabeza recargada en el respaldo. Poco a poco va recuperando la compostura y abre sus ojos y me observan con intensidad.
-Gracias, Ama.
Le regalo una sonrisa de satisfacción.
-Vístete. Tenemos algo más que hacer -le quito las esposas y dejo que Theo se recupere. En las primeras sesiones como pareja de Ama/Sumiso siempre estuve para ayudarlo a recuperarse después de la doma, pero conforme pasó el tiempo, Theo habló conmigo para pedirme que lo dejara de darle mimos porque quería experimentar cada una de las sensaciones después de la sesión. Me doy la vuelta y camino en dirección a la puerta. Giro el rostro para verle una última vez-. Te espero afuera.
Y sin más salgo de la mazmorra.
Theo sale después de unos minutos y coloco la correa sobre el collar que lleva. Después del demoledor orgasmo decido hacer público mi rompimiento con él. Mi mejor amigo parece satisfecho y más guapo que nunca. El llegar al clímax hace cosas increíbles en nosotros. Nos brindan un brillo del que carecemos anteriormente.
Salimos de la mazmorra del antiguo Egipto y comienzo a subir las escaleras. Theo guarda silencio mientras seguimos subiendo. Ladeo la cabeza y le miro de reojo. Su postura es tensa y quiero de alguna manera tranquilizar a Theo.
-Es lo mejor para los dos, T. Ambos sabemos que no tenemos ninguna química como una relación en pareja -digo con sinceridad.
Nuestra amistad es muy fuerte a pesar de ser Ama y Sumiso. Por mucho que lo intentamos, nunca dimos el segundo paso a la relación porque nos queremos más como hermanos. Con el tiempo él y yo nos dimos cuenta que nos gusta el BDSM y Theo me pidió ser su dómina.
-Aún recuerdo tu cara cuando te pedí que me dominaras. Tuve que insistirte tanto porque no deseaba iniciarme con otra mujer -dijo con la mirada perdida en los recuerdos.
-Aun pienso que no fue buena idea, pero me di cuenta que ayude a liberar tus demonios, Theo. Además todo cambió para los dos. Recuperaste tu confianza y me hiciste aprender que no solo es dar golpes y latigazos a diestra y siniestra.
Los dos aprendimos con el tiempo. Theo debe tener la oportunidad de que encuentre a una mujer que lo ame y pueda darle lo que él desea. Me duele, pero mi último premio es darle su libertad frente a todos.
- ¿Un último baile de despedida, dómina? -el entusiasmo de Theo me hace sonreír.
Lo miro de arriba abajo con altives y él arquea una ceja.
-Da gracias que estemos fuera de la mazmorra. Sabes cuál es mi castigo por desafiarme de esa manera -le reprocho su comportamiento. Después de que suelte su cadena de mi muñeca, entonces es un hombre libre. Mientras sigue bajo mi dominio-. Voy a concederte ese último baile. No porque me lo suplicas, sino porque yo así lo quiero.
Theo agacha la mirada, pero veo una ligera sonrisa.
Seguimos subiendo hasta que la música se oye más fuerte. Caminamos entre el mar de gente que hay. Parece que mientras nos fuimos más personas llegaron. Un par de Amos están jugando con sus Sumisas en el potro y la barra extrema de bondage. Un verdadero espectáculo. Escucho que Theo lanza un apenas audible gemido.
Varios hombres y mujeres rodean la escena mientras sus ojos los miran con deseo y morbo. Aquellas son personas que vienen por curiosidad y es su primera vez en este mundo. Uno de ellos le asesta con una pala tres golpes en los pechos de la chica. Ella gime y se retuerce del placer. El ambiente está cargado con sensualidad y pecado para que todos aquellos que quieran probar del fruto prohibido puedan hacerlo sin ningún remordimiento.
Los senos se me endurecen cuando me encuentro que hay alguien que me observa con intensidad entre las sombras. Es como si en vez de ser sus ojos los que me tocan, son sus manos. El sudor corre por mi cuerpo y un ardiente placer me embarga. Tal vez sea por todo lo que pasa a nuestro alrededor. Siento seca mi boca y voy al bar con Theo detrás de mí.
-Un bourbon, por favor -le digo al barman mientras me volteo a ver a las personas bailar en la pista. Necesito calmar este deseo que siento. Nunca nadie me ha hecho sentir algo así. No pude ver el rostro del hombre, pero algo me dice que es un peligro para mí. El barman llega con mi trago y lo deja sobre la barra-. Gracias.
Me lo bebo de un solo sorbo y el líquido va quemando mi garganta a su paso. Theo me ve sorprendido por lo rápido que termino mi bebida, pero no dice nada.
-Ama, ¿me concede este baile? -pregunta mi mejor amigo.
La canción Mr. Saxobeat de Alexandra Stan comienza a sonar. El sonido del saxofón hace que todo se vuelva más sensual.
Le sonrío a Theo con complicidad.
-Adelante. Vamos a demostrarles cómo es que se baila -respondo con arrogancia mientras veo a muchas de las Sumisas que se mueven al compás de la canción tratando de ser seductoras.
Paso por delante de Theo para mostrar mi autoridad. Camino con la seguridad y elegancia que me caracteriza. Los hombres se quedan fascinados con mi cuerpo cuando paso por sus lugares y las mujeres me miran con admiración u odio. Le guiño el ojo a una de ellas y se sonroja.
Le hago una seña con el dedo para que venga a bailar con nosotros y se levanta de su asiento. Meneo las caderas en forma de ocho mientras Theo se coloca atrás de mi cuerpo. Nos movemos con lentitud y sensualidad al ritmo que nos marca la melodía.
La música, los golpes y los gemidos de placer se mezclan en mis oídos y me dejo llevar por las sensaciones que desprende el ambiente. La chica camina poseída por mi intensa mirada y se coloca justo enfrente de mí.
-No se bailar -murmura apenada.
-Es simple. Deja que nosotros te guiemos -Todos nos observan con morbosidad y curiosidad. Le tomo del rostro y le acaricio. La chica retiene el aire y sus pupilas se dilatan con ese simple gesto. Giro un poco para ver a Theo y le hago una seña para que se coloque detrás de la chica. Hace lo que pido y ahora ella está en medio-. Esto no algo por lo que debas avergonzarte. Bailar se nos obsequió como regalo para diversión y deleite. Nosotras podemos seducir a un hombre con solo saber movernos con sensualidad y hacer que caiga de rodillas ante nuestros pies.
Tras mis palabras, la chica adopta una actitud más arrogante y descarada. Despego la mirada de ella y la enfoco en sus acompañantes. Sus amigas abren los ojos con sorpresa y elevo las cejas ante su gesto. Regreso mi atención a las personas que tengo delante de mí.
Todo el mundo puede hablar sobre mí y eso no me afecta en lo más mínimo porque no saben nada de la vida que llevo. No me importa parecer una malcriada o niña mimada si con eso me respetan. No me voy a quedar callada ante nadie.
Llevo mis manos a la cintura de la chica y la meneo con el ritmo que lleva la tonada mientras la sigo de la misma manera. Theo la toma de las caderas de forma respetuosa. Los tres nos dejamos llevar sin sentir vergüenza. Siento como si una potente droga está dentro de mi sistema y viaja por todo mi cuerpo.
- ¿También lo sientes? -pregunta ella con un hilo de voz mientras puedo ver el leve rubor en sus mejillas.
Esta excitada.
Una sonrisa malvada aparece en mi rostro. Muevo las cejas de forma graciosa a Theo para indicarle que se pegara más a la chica. Él me obedece al instante.
- ¿Quieres probar algo diferente esta noche... cuál es tu nombre? -curioseo.
La canción se termina y comienza Supermassive Black Hole de Muse. La canción me hace moverme con lentitud y sensualidad contra ella.
-B-Bianca. Me llamo Bianca, Ama -tartamudea presa de mis hipnóticas palabras. Le acaricio el cuello con suavidad y la escucho gemir por lo bajo. Todos parecen estar atrapados en mis movimientos. Theo transmite una energía sexual muy fuerte al igual que la mía. Las amigas de la chica se acercan a nosotros y comenzamos a bailar entre los cinco-. C-claro que quiero probar algo diferente, dómina.
Muevo mi cabello de un lado a otro. No sé qué me pasa, pero estaba excitada como nunca lo he estado. Un hombre llega a mi lado y me pega a su cuerpo. Estoy a punto de empujarlo, pero cometo el error de mirarlo a los ojos.
Unos ojos grises me observan con ardor y pasión. Lleva la cara cubierta por una media mascara. Sus labios carnosos me sonríen con maldad y se me seca la boca.
- ¿Puedo entrar en el baile? -cuestiona con una voz ronca masculina que me moja las bragas al instante. Creo que él es el sujeto que me observaba desde la oscuridad. Le miro con arrogancia y le empujo. Lucho para tomar aire y llenar mis pulmones con él. Ese hombre tiene algo que me estremece y a la vez me hace querer llevarlo a las mazmorras y quebrantar su poder con el mio-. ¿Es un no? pensé que le has dicho a ella que si desea hacer algo diferente. ¿Acaso se está retractando, dómina?
Está jugando conmigo. No tiene la pinta de ser un hombre con el que se deba jugar. El control y su porte me hace pensar que estoy frente a otro Amo y no cualquier Amo. Ese hombre sabe cómo ver a través de los movimientos de cada uno de los que estamos aquí. Él es uno de los verdaderos dómines del BDSM.
-Por supuesto que no -replico. Una hilera de dientes blancos aparece en su boca. Me muerdo el labio inferior y sus ojos se encienden. Quiero arrancarme la piel al sentir un fuego abrazador que sigue creciendo desde lo más hondo de mi cuerpo. Veo como el hombre tiene una tremenda erección entre sus pantalones. Una idea me cruza por la mente y sonrío con inocencia-. T, ven aquí y baila con nosotros. B, quiero que entre ustedes se muevan como si estuvieran compartiendo sexo. Esta noche la seducción, el erotismo y el placer esta de nuestro lado. Hay que disfrutarlo.
Ambos hombres me tienen prisionera entre sus musculosos cuerpos y me dejo llevar por ellos. Theo me toma por la cintura y el hombre coloca sus manos en mi trasero. Sus manos dejan una estela de fuego en el lugar donde está tocando. Algo dentro de mí, me dice que él desea marcarme o solo estoy alucinando.
La cercanía del hombre me calienta e inclina su cabeza junto a mi oído. Un escalofrío me recorre la espina dorsal. La palabra se dispara dentro de mi mente.
-Necesitas tener un buen polvo, Amunett -susurra con malicia. Abro los ojos con sorpresa al escuchar mi nombre en sus labios, pero adopto mi postura de diosa inalcanzable. Le doy un repaso y el inhala mi aroma-. Tu olor desprende arrogancia, feminidad, seducción, perversión y sexo. Eres como una droga andante, Ama. Necesitas que alguien te ayude a sacar todo ese fuego interior y yo estoy más que dispuesto para hacerlo.
Theo sigue sumergido en el hipnotismo de la música, el baile, las domas y los gemidos que hay en el club. Miro de reojo a las tres chicas y parecen que disfrutan del baile al igual que de la atención de todos los Amos y personas que les observan.
- ¿Estás dispuesto a someterte a mí? -curioseo con la voz apenas audible mientras él me paga a su entrepierna. Trago saliva con dificultad. Los pechos me pesan y los pezones se me endurecen. Mi cuerpo reacciona de manera automática. Theo me observa y se pega a mí. Meneo las caderas y escucho como gruñe como un animal el hombre de la máscara. Sonrío con satisfacción al darme cuenta que no soy la única afectada-. Responde a la pregunta.
-No. nunca voy a dejar que alguien me someta -expone con seguridad. Esas palabras me despiertan del embrujo del lugar. Mis ojos lanzan chispas de enojo. «Maldito hijo de puta» digo dentro de mí-. Te propongo que me dejes enseñarte el placer que se siente cuando dejas el control a otro Amo.
Le empujo con el trasero para darme espacio. Tiro de la correa de Theo para que se aleje de mí y encaro al hombre. Levanto el mentón.
-Ni tú, ni nadie va a someter el corazón de una mujer como yo -espeto furiosa-. Ya puedes ir esperando a sentado la oportunidad. Las cosas conmigo, guapo, son o te sometes a mi voluntad o te apartas de mi camino. Tú decides.
Él se acerca peligrosamente enfadado, pero me niego a retroceder.
-Eso ya lo veremos. Esto aún no está dicho. Me voy, pero ten por seguro que ya nos vamos a encontrar más pronto de lo que crees -me amenaza y se va directamente a la salida.
La canción termina y tengo todo a flor de piel, pero debo terminar con lo que he prometido. Llevo mi mano al cuello de Theo y desabrocho el collar. Todos nos observan con atención mientras retiro lentamente de su cuello la tira de cuero que le hace de mi propiedad.
-Ahora te libero del contrato y de ser mi sumiso. Puedes elegir a tu nueva Ama, Theo -él camina los dos pasos que nos separan y me abraza con fuerza-. Esta noche comienza una nueva etapa para nosotros y sé que ambos pronto vamos a encontrar lo que tanto estamos buscando.
Le beso en la comisura de los labios y me retiro.
-Gracias, rubia. Te quiero mucho.
-Y yo a ti.
Esa despedida me libera. Ahora Theo puede buscar a la mujer de su vida y yo puedo realmente disfrutar sin remordimientos de lo que soy. Las catacumbas han sellado el destino de Theo y de paso el mio con un hombre que espero volver a tenerlo de frente.