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Antes de que pueda verbalizar las palabras que resuenan en mi mente, las sombras diabólicas se extienden por la pequeña habitación, me miran fijamente, pero como siempre, no les siento miedo, sus formas inconexas y amenazantes son solo curiosidad.
He visto lo que pueden hacer, realmente me emociona.
Me estoy volviendo tan loco como este paciente .
- Nunca les agrada nadie, especialmente cuando alguien se me acerca, pero tú... - mira las figuras dispersas - Es como si te sintieran, tanto como yo. Cuando estamos juntos, ellos permanecen en silencio, esperando ansiosamente cada una de tus reacciones. No sé cómo explicar cómo sucede esto, pero estoy seguro de que son tan tuyos como míos. -
Mis ojos se abren mientras repito sus palabras lentamente, tratando de entender lo que quiso decir, pero un detalle me atrapa de alguna manera...
- Ellos hablan ? - ¿Qué carajo? No no no.
Me golpeé la cabeza y es una gran pesadilla. ¡Es eso!
- Sólo me hablan a mí, tranquila, no andarán hablándote así. Solo si tu quieres... -
- ¡ No quiero! - le grito a Ace pero camino por la habitación mirando las sombras - No me hables, podemos buscar otra forma de comunicarnos, ¿vale? Sólo... - No quiero oír hablar a los demonios.
¿Cómo me detuve en esto? Me estoy volviendo loca...
- Bebé, ¿puedes oírme? -
La voz de Bárbara me asusta, por unos segundos pensé que era una de las sombras, pero me doy cuenta que apareció en mi cabeza.
- ¡Bárbaro ! - gimiendo en voz alta.
Sólo desearía poder abrazarlo, sentir su olor a limpio, el calor de sus brazos y sus dulces sonrisas para volver a sentirme segura.
Todo es un desastre. Estoy lejos de mi pareja, uno de ellos me llevó con su padre psicópata y el otro mató al tipo... ¿Qué le hizo a Jorge?
¿Realmente me importa lo que le pasó?
- ¿Qué hiciste con Jorge? - Pregunto con cierta cautela, sin saber si me gustará la respuesta.
- Pensé que te gustaba el chico Bárbara , pero vemos que en tu corazón hay lugar para todos, incluso para los sádicos... eso está bien, muy bien - el sarcasmo en tu voz me irrita tanto como me alivia saber que tu dulce mirada desaparecido - ¡ Significa que yo también tengo posibilidades! -
Puedo lidiar con un Ace ácido, nunca con él siendo dulce.
No quiero verlo más de lo que realmente es, incluso con la distorsión que produce el vínculo. Este vínculo, que he estado fingiendo que no existe, desde que lo vi desnudo hace un tiempo.
Ace es cruel, tanto como Jorge, no caeré en sus trampas, por mucho que mi cuerpo traidor lo desee.
- Jorge lamentablemente está vivo, lo dejé al cuidado de Nate antes de traerte aquí. -
- ¿Nate sabe que estoy aquí? - ¿Decidió dejarme aquí para mi protección?
Nunca.
Ningún lugar con Ace es seguro.
- Eso no es lo que dije... - Ace se cuela perezosamente en la cocina y comienza a preparar dos tazas de café.
- ¿Entonces él no sabe que estamos en este lugar? -
Ace permanece de espaldas a mí y sigo esperando su respuesta durante largos segundos.
- ¿Ya te dije que me gusta el silencio por la mañana? Hablaremos después del café, pero te diré que eres mía y no me importa si quieres estar aquí o no. Tu lugar está a mi lado, y aquí permaneceremos hasta que crea que es seguro salir de aquí. -
Si no fuera por la silla, me habría caído al suelo.
Las chispas de mi poder han vuelto, pero me traicionan tanto como mi cuerpo, no puedo mover su alma.
- Puedes jugar con mi alma cuando quieras, Meg... - se gira y deja caer la taza caliente frente a mí en la isla - Mi alma es toda tuya. ¿No es eso lo que querías? -
¿Por qué diablos parpadeó? ¿Y por qué eso le parece tan atractivo?
Barbara necesita encontrarme, antes de que este loco me ahogue en sus retorcidas alucinaciones.
- No hay necesidad de ponerse histéricos, están bien - suspira y se levanta de la cama, dejando atrás las sábanas blancas y luciendo su esculpido cuerpo completamente desnudo.
Le doy la espalda lo más rápido que puedo, cerrando los ojos con fuerza, no quiero ver a este hombre así. Me niego a despertar el vínculo por él.
Su risa detrás de mí dice lo divertido que está encontrando el momento. Saco mis poderes en un suspiro lento y pesado, lo que no esperaba era la sombra que me empuja contra la pared de madera.
- No intentes usar tus poderes en mí, amor, de esa manera heriste mis sentimientos - Miro hacia atrás tratando de enfrentar al hijo de puta, pero la sombra demoníaca me mira con curiosidad, y no con el enojo que vi. antes en sus rasgos animales - ¿Podemos hablar como dos adultos, o seguirás actuando como un adolescente rebelde? ¿Sabes que nunca me gustó eso de ti? Tan inmaduro... -
- ¡ Cristo! ¡Lo mataré! - Gruño sin luchar contra la sombra, porque no me está haciendo daño, su toque solo hormiguea donde toca.
- Tal vez algún día lo hagas... Realmente no me importa - se encoge de hombros y se pone un pantalón deportivo, para mi desgracia no lleva camiseta.
Es extraño ver a Ace vestido de manera tan casual, siempre luce impecable con sus costosos trajes, de esa manera incluso parece normal, y no un lunático.
Perdiendo la paciencia con sus movimientos despreocupados, decido salir de esta habitación y buscar la manera de saber dónde estoy, ya que Ace no hizo ningún movimiento para responderme.
Aprovecho cuando saca sus sombras, pero no desaparecen sino que me siguen por toda la casa. El lugar es pequeño, pero muy bien equipado, sala y cocina comparten el mismo espacio y el frente es íntegramente de vidrio, brindándonos una vista privilegiada a un valle boscoso. El sonido de los truenos y la lluvia transmiten cierta paz.
Es realmente hermoso, pero aterrador. Similar al hombre que me acompaña.
- ¿Que lugar es este? - mi mirada está fija en las montañas de afuera.
- Un lugar seguro – Responde Ace detrás de mí, sorprendiéndome al colocar su pecho desnudo contra mi espalda.
El fino camisón blanco que llevo no ayuda mucho a contener el calor que pasa de tu cuerpo al mío.
¿Cuándo me puse esto?
Ace es firme, pero lo que lo diferencia de los demás es que su aura está empañada, oscura y arrogante. No siento la misma paz que siento con Bárbara y mucho menos ese cariño.
Nada de lo que siento con Ace se acerca a lo que siento con los demás, es como si nuestra conexión fuera más fuerte que nosotros, el descontrol es real y asfixiante.
Me asfixia.
No puedo respirar adecuadamente cuando me toca así, y no porque sienta el mismo calor que siento con Shade, ni el resentimiento que tengo por Jorge, es solo un sentimiento pecaminoso e imposible.
Mis ojos se cierran involuntariamente cuando respira en mi cuello, si pudiera comparar a Ace con algo, sería una pantera negra, es un poder fuerte, pero al mismo tiempo, hay un misterio y una sensualidad fascinante. Puedo sentir la determinación en él, pero su cercanía no es la adecuada.
La última vez que lo vi tan cerca de alguien, fue su amante.
Eso es suficiente para despertarme de tu magia seductora y golpear mi codo en tu estómago. Para mi frustración, él no se aleja, solo sostiene mi cintura con sus manos ásperas.
- Me gusta tu energía caótica por las mañanas, Meg - susurra, frotando su nariz contra mi cabello.
- Llévame a casa... - mi voz sale más arrastrada de lo que pretendía.
- Estás en casa, amor - el bastardo sonríe, esto demuestra lo mal que están las cosas - No los necesitamos, simplemente podemos vivir aquí. ¿Te imaginas nuestra vida sin el miedo a la guerra, sin saber el mañana y todo ese drama de unión? Eso me parece perfecto. -
Me giro para mirarlo, algo en sus ojos me confirma que no está jugando conmigo, el brillo en ellos es diferente al que solía emitir antes, como veneración.
- ¿Se metieron con tu cabeza? - es una pregunta genuina, ya que le arrancó la cabeza a un psicópata... los recuerdos vuelven dolorosamente, la tortura y las náuseas me enferman.
- ¡ Cálmate, cariño! Por eso no quería liberar tus recuerdos, es doloroso... -
- ¿Qué carajo hiciste, Ace? - La indignación y repulsión al recordar lo que hizo me hace vomitar en el suelo a sus pies.
- Por favor, no empieces un discurso ahora, porque necesitas descansar. Te prometo que hablaremos cuando comas y que descanses un poco más... - Aparto sus manos y camino hacia la puerta, pero él es más fuerte que yo - No me hagas usar mis poderes contigo otra vez, ellos no No me gusta cuando hago eso. -
- ¿Ellos quiénes? - Pregunto con el ceño fruncido y miro a mi alrededor, tratando de entender de qué está hablando.