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Capítulo 2

Lo veo sonreír y quitar sus manos de mi columna.

- Eres muy tímida, mi rubí. - Habla y en ese momento las puertas del ascensor se abren a un pequeño y corto pasillo donde hay una puerta enorme.

- ¿Rubí? – pregunto, jugando mi juego. – Esta es la segunda vez que me llamas así, ¿quién es? ¿Su novia? - Pregunto con la voz más dulce que puedo hacer.

- No mi querido. – Dice acercándose a abrir la puerta. – Soy un hombre libre y sin obstáculos, al menos por ahora, busco a alguien especial.

Pollo de primera calidad.

Miro al suelo avergonzado y continúo mi ataque.

- Entonces ¿por qué me llamaste así? Debe ser porque olvidé presentarme...

- Sí, lo olvidaste. - Habla y sonríe.

- Encantado de conocerte, soy Kaila. - digo y le extiendo la mano a quien ya había abierto la puerta.

- Precioso nombre Kaila. - Dice tomando mi mano y besándola. - Pero ahora más que nunca sigo prefiriendo llamarlo rubí, la joya más bella del mundo.

Abro los ojos un poco como si estuviera sorprendida y él simplemente se ríe sexy y me invita a pasar.

Veo todo el lujo del ático rápidamente, pero no quiero que piense que me impresiono fácilmente, o que le cueste poner una gran sonrisa en mi cara.

- Por aquí. - Dice y me señala un pasillo, que apuesto conduce a los dormitorios.

Nos detenemos frente a una puerta y él la abre lentamente, indicándome que entre. Entro en la elegante habitación donde hay una enorme cama con dosel en el centro de la habitación.

Cuando salga de este infierno, será lo primero que compraré, una cama enorme en la que cabría una familia y tendría espacio de sobra.

- Ven conmigo. - Un susurro en mi oído me toma por sorpresa haciéndome estremecer.

Mi corderito travieso pone sus manos en mi cintura y me lleva al baño. Saca un secador de pelo del cajón del armario y se vuelve hacia mí con cara seria.

- ¿Y ahora? ¿Cómo funciona eso? – pregunta y solté una carcajada.

Camino hacia él, tomo el secador de pelo de su mano y deliberadamente rozo nuestros dedos uno contra el otro. Bajo mi mirada avergonzada y conecto el cable de la secadora al enchufe. Lo dejo encima del mueble del fregadero y me giro hacia mi corderito que está apoyado contra el mueble.

- ¿Puedo? – pregunto, casi como un susurro, señalando su chaqueta de esmoquin.

Él simplemente asiente lentamente, así que me acerco a él y le desabrocho los botones lenta y delicadamente.

Como estaba muy cerca, puso ambas manos en mi cintura y me atrajo ligeramente hacia él.

Tan pronto como termino de desabrochar los últimos botones, deslizo la chaqueta por sus fuertes brazos y me contengo para no darle un mordisco.

Me alejo, agarro el secador de pelo y seco la manga de su chaqueta. Sé que me está mirando, también sé que no se ha dado cuenta de que la secadora está a temperatura baja y que no va a secar su chaqueta en el corto plazo.

Preparo mi próximo ataque, aprovechando sus ojos y lo olfateo.

Él se acerca a mí y hago mi mejor cara de llanto y solo puedo decir una cosa, me veo hermosa llorando.

- ¿Qué era Ruby? – pregunta, levantando suavemente mi barbilla con la punta de sus dedos.

- Disculpame. - digo suavemente. – Si no fuera tan torpe, no estarías aquí perdiendo el tiempo conmigo y aún estarías disfrutando de la fiesta.

- Oye, no digas eso, no tienes por qué preocuparte. – Dice e inmediatamente apaga la secadora. – Ya no quiero volver allí abajo.

- ¿Está seguro? – pregunto con voz casi llorosa.

- Sí, y deje de llamarme señor y llámeme por mi nombre. – Dice y ahora comienza el juego de verdad.

- Pero no me dijiste tu nombre. - digo en voz baja.

- ¿Tú no sabes? – levanta una ceja y pregunta con recelo.

Por supuesto que conozco el cordero.

- No, ¿debería hacerlo? ¿Ya nos conocemos? Lo siento... no lo recuerdo, debería recordarlo. – digo nervioso.

- Calma, calma. - Dice sonriendo y sosteniendo mi rostro con ambas manos. - Mi nombre es Raj.

Sí, Raj Karim, casi un príncipe o mejor dicho rey de los productos farmacéuticos. Caliente, multimillonario y, lo mejor de todo, soltero.

- Hola.- digo fingiendo vergüenza y él suelta una carcajada.

- Hola.- Dice mientras me acaricia la cara.

Él está muy cerca y con cada segundo se acerca aún más, doy pasos hacia atrás mientras él se acerca y tal como quiero, soy sutilmente presionada contra el mueble del baño.

- Eres muy rara, pequeña rubí. - Dice mirando mi boca. – ¿Quieres que te devuelva tu condón o quieres usarlo conmigo?

Lo miro y abro la boca, fingiendo estar sorprendida.

- Yo… el condón… no sé…

Y nuevamente se ríe y un segundo después coloca su boca sobre la mía, con un beso delicado explora mi boca y aprieta mi cintura donde descansan sus manos.

No pasa mucho tiempo hasta que nos quedamos sin aliento y mientras respiro, su boca baja hasta mi cuello y siento su mano deslizarse lentamente por mis senos a través de mi vestido.

- Creo que será mejor que te quites el vestido y lo dejes secar. - Me dice al oído.

Hombre, estás bueno, pero no vas a interponerte en mis planes.

- Yo-yo... creo que será mejor que me vaya. - digo y al segundo siguiente me separo de él y huyo de él.

Me dirijo hacia la puerta y sé que no viene detrás de mí, salgo del ático y tomo el ascensor y ya dentro meto la mano en el sujetador y saco la llave.

Me miro las manos y pienso que si dejo mi bolso de mano en un lugar muy visible, estoy seguro de que él lo encontrará fácilmente y como sé que lo revisará, encontrará unas tarjetas de presentación falsas, con mi nombre. número de teléfono y mi dirección.

Estoy seguro de que me lo venderás porque nunca juego para perder.

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