Capítulo 5

Hay dos estancias que prefiero, el dormitorio y la biblioteca. Creo que esta noche iré al primero. Nunca llevo mujeres a mi casa, creo que es un espacio personal y sagrado que no debe ser corrompido. Me desabrocho la corbata y la coloco en el sillón de la habitación. Voy a mi vestidor y me quito los zapatos, luego inmediatamente me quito la camisa. Me desabrocho el cinturón, la hebilla hace un ligero tintineo y lo guardo en el cajón. Me quedo en mis boxers y vuelvo a la habitación. Vislumbro mi reflejo en el espejo y hago una pausa de unos segundos para mirar mi reflejo.

Tengo el pelo despeinado, ojeras bajo los ojos y una barba decididamente desgreñada.

En su brazo izquierdo se extiende una calavera mexicana. Representa el poder, el uso de la razón, el exorcismo de la muerte y también es una forma de intimidar. De la boca del cráneo sale una serpiente que se extiende hasta mi antebrazo y se retuerce en varias espirales alrededor de mi muñeca.

Estoy indisolublemente ligado a mi pasado y al pecado.

Hay cosas que no puedo borrar porque ya sucedieron, hay recuerdos que serán parte de mí para siempre y no puedo hacer nada para cambiarlos.

Lo que soy ahora sólo me lo debo a mí mismo. Lanzo una mirada fugaz a la cicatriz en mi cuello, inmediatamente miro hacia otro lado y trato de concentrarme en el presente.

Me miro directamente a los ojos a través de mi reflejo.

Un monstruo guapo, no soy más que eso.

¡No tengo nada que ofrecer al mundo y creo que el mundo ya me ha ofrecido suficiente! Camino hacia la sala de estar y después de servirme un vaso de whisky, me dejo caer en el sillón de terciopelo negro.

Tengo una vida bastante difícil que me cansa todos los días.

Mi jaula también está equipada con el dulce anestésico de los recuerdos que me asaltan cada vez que decido cerrar los ojos.

Por eso duermo sólo unas pocas horas. No hay peor enemigo que la memoria, ella lo preserva todo y con extrema precisión, lo quieras o no, los acontecimientos están dentro de ti, en tu mente y consideran el mejor momento para atacarte.