Capítulo 2
Los verdaderos ángeles se esconden entre la gente común,
muchas veces tienen rostros insignificantes pero corazones lo suficientemente grandes como para hacer el mundo mejor. Actúan en silencio y no esperan aclamaciones, salvo una sonrisa.
No quieren nada y aun así te regalan algo bonito, sin que lo pidas.
En mi vida, aunque no muy larga, he tenido la oportunidad de encantar a uno con mi mirada.
Un ángel de sonrisa amable, de carácter fuerte pero a veces débil frente a un monstruo lleno de sí mismo.
Tiene un nombre delicado, el nombre de una famosa dama inglesa que marcó a la familia real británica... Diana.
Una fabulosa seductora de demonios.
La Jeringuilla que atrajo toda la atención de Pan.
La Caperucita Roja que llamó la atención del Lobo Feroz.
En todo mito o cuento de hadas tú tienes el papel del inocente y yo el del villano.
Pero no porque sea una princesa a salvar sino simplemente porque a mi lado cualquiera parecería… inocente, pero a pesar de ser un monstruo que anhela inocentes, mi apariencia engaña.
Parezco un caballero dispuesto a salvar y que no viene a dar el golpe final.
Ahora voy más allá de mi interlocutor ideal y llego a uno de los puntos cruciales de mi historia. El lema
de mi vida es: -NO CONFÍO EN NADIE- . No confío en los charlatanes y no confío en la gente buena porque quizás objetivamente muchas veces no hay diferencia entre unos y otros.
Muy a menudo acaban confundiéndose.
Así como las ideas se confunden cuando pasan demasiados pensamientos por tu cabeza.
No confío en las lobas y no confío en las mujeres.
Asimismo, estos dos términos podrían confundirse.
En cada mujer no hay un zorro sino una loba dispuesta a desgarrar y engañar.
No confío en los culpables ni en los inocentes, porque muy a menudo los papeles se invierten.
No confío en los adultos y no confío en los niños, ambos pertenecen a la misma especie y terminarán mintiendo tarde o temprano.
Me preguntaría en quién confío pero ya sabría la respuesta, sólo confío en mí mismo.
Entre los muchos nudos de mi historia hay dibujos y desconocidos.
Entre los muchos nodos de mi historia están César y Knight.
Entre las muchas cuestiones de mi historia hay reglas y excepciones.
Entre los muchos temas de mi historia hay adicciones y motivos.
Entre los muchos nodos de mi historia hay leyendas y verdades, sin que muchas veces haya distinción entre ambas.
Entre los muchos nodos de mi historia está mi historia y mi interlocutor o más bien mi interlocutor, o mejor aún, mi querido interlocutor de Luce irá en busca de sentido a mi todo.