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—Hola, tía —comentó Emma mientras miraba a Briana. Briana era su tía, aunque nunca la había visto como tal, ya que nadie se lo había mencionado. En su pequeña cabeza, era más considerado que Briana la visitara porque era su tía. Aunque en parte, Brriana también la quería mucho a Emma, pero no del todo. Briana era una empleada que recibía un sueldo por estar allí.
—¿Qué estás dibujando, cariño? —preguntó Briana.
—Estoy dibujando a ti, a papá y a mí —respondió Emma.
—Qué bonito salimos, tienes una sonrisa cálida —dijo Briana con cariño.
—Quiero que vivas aquí todos los días, así te puedo ver y me cuentas cuentos hasta quedarme dormida —expresó Emma.
—Pero tienes a papá —señaló Briana.
—Papá nunca me lee cuentos —protestó Emma, frunciendo el ceño, y Briana suspiró con una sonrisa triste. Acarició el cabello de la niña y ella sonrió.
Tres horas más tarde, Briana se encontraba camino a su casa. En cuanto llegó, vio un mensaje en su teléfono.
“Hola bonita, paso a recogerte a las 8. ¿Te parece bien?”, era un mensaje de Eduardo, uno de los empleados de la mansión.
Él trabajaba como mozo y era el hijo del mozo que había estado allí durante muchos años. Eduardo había heredado el puesto y era excelente en su trabajo. Sin embargo, se había fijado en Briana. La encontraba hermosa, con su cabello dorado que llegaba hasta la cintura, sus ojos azules y su tez blanca con una perfecta salpicadura de pecas en su nariz. Lo hacía ver adorable, y sus dientes eran grandes pero perfectos.
En cuanto Briana vio al joven parado en la puerta de su casa, dejó el teléfono a un lado.
—¿Viniste? —preguntó confusa al verlo.
—Sí, lo hice —respondió Eduardo.
—Tan rapido saliste de la casa, ¿acaso eres Flash? —preguntó Briana divertida, y Eduardo se rió.
—Soy Flash para ti, puedo ser cualquier personaje. Soy Batman —respondió él.
—Tonto —murmuró Briana divertida acercándose a él.
—Entonces, bonita, ¿saldremos hoy? —preguntó Eduardo.
—Creo que sí, pero primero ingresemos a la casa, tengo que bañarme porque..—comenzó a decir Briana.
—Tienes razón, estuviste trabajando al igual que yo, pero yo estoy sucio —interrumpió Eduardo.
—Tú porque eres sucio —comentó divertida Brianna al ingresar.
—Mamá, llegué, traje a alguien —anunció Briana.