5
ISABELLA
En cuanto Alberto y yo nos giramos hacia la persona que estaba detrás de nosotros nos quedamos estáticos. ¿Qué hacia el aquí? ¿Como es que siempre estaba en situaciones como éstas? Harry se llevó las manos a los bolsillos delanteros de su pantalón, vestía casual, su pelo estaba despeinado, como si estuviera en la cama y se acabara de levantar.
—¿Qué hacen ustedes aquí? —nos preguntó. Miré a Alberto y el me miró a mi.
—Es nuestra aula —respondí.
—Pero es la escena de un crimen, no pueden estar aquí. La policía venía subiendo las escaleras así que es mejor que se vayan. Isa, hazme caso.
—Ya nos íbamos —tomé del brazo a Alberto y caminamos hacia la puerta de salida.
—Isabella... —me detuvo Harry, lo miré—... ¿sabes qué fue lo qué pasó? Sé que sí. Leyla era una amiga y verla ahí... no descansaré hasta encontrar al culpable y sea quien sea pagará por esto.
Tragué grueso porque sabía que me quería dar a entender de que podía haber sido Noah y que no tendrá piedad con el. Pero no fue el, lo sé bien.
—Adiós, Harry —le pasé de lado. En el pasillo me sentía un poco nerviosa.
—Isabella, creo que Harry tiene razón: no nos involucremos por favor.
Me relamí los labios, necesitaba pensar con claridad, no podía haber sido Noah, pero sí Piper, quizás ella lo hizo. Es que no había nadie más aquí. En cuanto mi mirada pasó al pasillo miré venir a la persona que menos quería ver en este momento: Helena. Su panza estaba más grande, eso me hizo sentir un poco mal.
—Isabella, tanto tiempo sin verte —se detuvo frente a mi.
—Hmm lo mismo digo —no le hice tanto caso—Alberto, ¿nos vamos?
—¿Por qué la prisa? —me inquiere Helena—¿Has visto a Harry? Miré policías y reporteros, ¿pasó algo?
—No creo que deberías de estar aquí, menos con esta situación. No creo que sea bueno en tu condición —murmuré de mala gana.
—¿Helena? —ahora es Harry quien aparece en el pasillo. Genial, la pareja se reúne.
—Vamos —tomé a Alberto del brazo y lo encaminé lejos de ellos hasta perderlos de vista.
HARRY
—¿Qué estás haciendo aquí? —quise saber, mirando cómo se alejaba Isabella, sé que el hecho de que Helena estuviera aquí le afectaba mucho. Y no entendía qué hacía ella aquí.
—Como no contestas las llamadas decidí venir —respondió—¿Qué pasó con Leyla? —inquirió en falso tono de preocupación. Arrugué la cara ya que me pareció extraño que supiera de quien se trataba.
—¿Cómo sabes que es Leyla?
Helena pareció descomponerse, pero supo ocultarlo bien.
—Yo... Isabella me dijo —acomodó su pelo y sabía que hacía eso cuando mentía. Me crucé de brazos y la observé mejor. —Como sea, necesito algo de dinero.
—¿Más?
—Claro, quiero comprar un lugar para vivir, necesito arreglar el cuarto del bebé y comprar más cosas: ropa, cuna y todas esas cosas de bebés. Yo no tengo dinero —se encogió de hombros.
Suspiré profundo.
—¿No te parece que es muy pronto para eso? Además —me acerqué de malas maneras— Me haré la prueba de paternidad a como de lugar, en cuánto nazca —le dejé claro. Eso la hizo enojar.
—¿Y mientras eso pasa no me vas a mantener o qué?
—Helena, ya te doy tu mensualidad —le pasé de lado.
—No lo puedo creer —espetó siguiéndome— La madre de tu hijo rogándote por dinero. Esto es una injusticia. —Rodé los ojos y bajé las escaleras, afuera era un caos. Me había sorprendido ver a Isabella con Alberto en la escena del crimen. Solo esperaba que ella no estuviera en los mismos pasos que hace meses, cuando estuvo involucrada en uno. ¿No aprendió nada? De las malas experiencias se aprende pero parece que ella no. Algo tramaba, lo sé. La miré a unos kilómetros, hablaba con Alberto de algo, parecía una conversación muy importante.
—Harry, ¡Harry! —Helena se puso frente a mi— Estoy cansada de esta situación, este bebé no se hizo solo así que hazte responsable —ahora pareció calmarse— ¿Qué nos pasó? Estuviéramos casados aún y esperando con ansias a nuestro hijo. Todo cambió cuando Isabella apareció en tu vida. No puedo creer que tu amor por mi se haya esfumado tan rápido.
Ahora sí la miré.
—Quizás nunca hubo amor —respondí obvio.
—No te creo, recuerda la cantidad de veces que me hacías el amor de manera intensa. Si dices que no es amor entonces no sé qué era.
—Hay mucha diferencia entre amor y deseo —le guiñé un ojo y le pasé de lado.
Tenía que averiguar qué fue lo que pasó. Me acerqué a unos oficiales.
—Hola, soy el abogado Harry Lee, ¿ya saben lo que pasó?
—No lo sabemos bien, intentamos llamar al detective Omar pero parece que está retirado. El hecho de que hayan dos asesinatos en la misma universidad y en poco tiempo no es bueno para el prestigio. Intentamos mantener a los medios alejados, pudimos convencerlos de que ninguna noticia será publicada.
—Está bien.
—Le dispararon por la espalda, la victima murió segundos después. No hay huellas, solo las de todos los estudiantes, es difícil comparar con eso.
—¿Revisaron las cámaras de seguridad?
—Aún no, pero estamos en eso. ¿Quiere acompañarnos?
—Está bien.
Los policías y yo nos dirigimos dentro de la universidad, el hecho de que hubieran dos asesinatos no era bueno para la universidad. Primero lo de Trevor y ahora esto, es como si este lugar estuviera lleno de asesinos. Lo que no entiendo es por qué a Leyla, ¿la conocían? ¿O simplemente la confundieron? Recordé que Noah era uno de los que estaba en esta universidad y usaba pistola. Tan solo ayer me amenazó.
Cuando llegamos a la sala de cámaras de seguridad el vigilante nos ayudó a encontrar las cintas. Se miraba el aula, los estudiantes saliendo. Estaba Isabella saliendo con Alberto, luego Leyla se quedó sola y empezó a organizar papeles. Minutos después aparece Noah y saluda a Leyla, no hay nada sospechoso en eso, toma un celular del lugar de Isabella y se va. Genial, pues entonces no era el. Minutos después aparece alguien con un pasamontañas por la puerta y apunta con una pistola a Leyla, quien estaba de espaldas y medio agachada. Le disparó una vez y la persona salió corriendo mientras Leyla caía al piso y moría. Me dolió ver esa imagen. Fuimos compañeros en la universidad, no de mismas carreras pero lo fuimos. Maldito. Te encontraré y haré que pagues por lo que has hecho.
—No se ve el rostro —dice un oficial. Luego recordé de que Alberto y Isabella aparecerían después y no me convenía que los oficiales vieran.
—¿Pueden llamar a la directora? Necesito hablar con ella —les pedí.
—Está bien —los tres salieron. Minutos después volvió Isabella y Alberto, ellos buscaban algo, Alberto encontró una especie de pulsera rota y se la dio a ella, quien la guardó, luego aparecí yo y bueno, lo demás. Me apresuré en sacarle una copia al video y lo guardé en mi celular, luego borré la parte en donde aparece Isabella y solo dejé cuando estoy yo.
Tenía que encontrar a Isabella y decirle que me muestre la única prueba que tenía.
Salí de la sala y caminé por los pasillos.
ISABELLA
Cuando llegué a mi trabajo empecé a atender las mesas normalmente, en el fondo aún me sentía nerviosa, lo admito, volver a pasar por lo mismo... era difícil. Tenía mucho miedo por Noah, tenía mucho que pensar. Estaba tan sumida en mis pensamientos que confundí varias órdenes y derramé una taza de café. Violeta se dio cuenta de mi actitud así que me llamó.
—¿Estás bien? Estás distraída —me ayudó a limpiar la mesa en la que había derramado el café.
—No lo estoy —admití.
—Puedes contarme ahora que no hay nadie, confía en mi —pidió.
Suspiré profundo, sería bueno desahogarme.
—Lo qué pasa es que... —me detuve en seco en cuánto le iba a contar porque alguien apareció por la puerta: era Harry.
¿Ahora qué hace aquí?
—¿Quieres que lo atienda yo? —inquiere Violeta.
—No, ya voy yo.
—Está bien.
Me acerqué a Harry quien ya se había sentado en una mesa.
—¿Se te ofrece algo?
—Si, hablar contigo.
—Estoy en horarios de trabajo, si no estas aquí para ordenar algo no me molestes.
—Está bien, tráeme un café.
—¿Como quieres el café? —apunté en mi libreta.
—Descafeinado —respondió natural y echándole una mirada al menú.
—En seguida —me dirigí hacia la cocina e hice el café a como Harry quería, cuando volví se lo puse en la mesa. —¿Algo más?
—Quiero que me muestres lo que encontraste cerca del cuerpo de Leyla —pidió. Lo miré mal. ¿Como sabía?
—¿De qué hablas?
—Sé que encontraste una especie de pulsera rota —me miró.
—¿Cómo sabes?
—Porque lo vi —sacó su celular y me mostró un video. Sale Noah, luego Leyla, luego alguien con un pasamontañas, le disparan a Leyla, luego los policías y de último nosotros.
—Pues es algo que no te incumbe.
Al menos sabía que no había sido Noah y eso me relaja más, estaba más tranquila ahora y siendo sincera, si era así, no tenía por qué seguirme involucrando en eso.
—Tienes que decirme, Leyla era una compañera y no quiero que su muerte quede así. Necesito que el responsable pague.
Se miraba muy decidido. Lo pensé varias veces hasta que por fin acepté.
—Espérame aquí—le dije, yendo en donde estaba mi bolso. Tomé la bolsa con la pulsera dentro y volví con Harry, dándosela.
—Es esta.
El la tomó.
—Me involucré solo porque pensé que alguien que me importa mucho había tenido algo que ver, pero no fue así. Me quedo más tranquila.
—Hablas de Noah.
—Sí.
—Bien. Gracias por esto.
—De nada.
—Me tengo que ir. Gracias por el café —dejó un billete de cien dólares y se fue, dejándome confundida. Seguramente apreciaba mucho a esa chica como para ponerse así. Admito que me dio un poco de celos pero me contuve. La pobre chica estaba muerta.
En eso mi teléfono celular suena, lo tomé y contesté. Pero era un número desconocido.
—¿Hola?
—¿Como estas? —una voz rasposa sonó del otro lado. No podía distinguir.
—¿Quién habla?
—¿Tan rápido te olvidaste de mi? —preguntó.
Fruncí el ceño porque no tenía ni la menor idea de quién hablaba.
—No sé quién eres.
—Recibiste una visita de mi parte la otra vez —habló—Fuiste una chica muy mala, Isabella... Me traicionaste.
Y entonces caí en cuenta.
Trevor.
—¿Trevor?
—El mismo —respondió. Eso me dio escalofríos—Te he extrañado, pero estoy más cerca de lo que te imaginas. Siempre estoy observando, cada paso que das. Pagarás por haberme traicionado, Isabella. Lo harás.
—¿De que hablas?
—Lo de la chica fue suerte —dijo. No entendí— Pero la bala era para él —y en eso cortó. Me quité el celular de la oreja e intenté comprender lo que había pasado: Trevor me dijo muchas cosas que me dejaron pensando. ¿Lo de la chica fue suerte? ¿La bala era para el? No sabía lo que significaba. Definitivamente Trevor estaba loco, la cárcel le estaba afectando.
—¿Todo bien? —me inquirió Violeta.
—Todo bien —respondí un poco indecisa.
Por la noche terminé mi turno, Noah llegó por mi al trabajo y nos fuimos juntos para el departamento. En cuanto llegó se metió a bañar y yo me puse en la cocina. Miré el calendario, de tanto andar de aquí para allá me olvidé de mi periodo, hace una semana tenía que haberme venido ya, incluso tenía las toallas preparadas. Pero nada. No aparecía. Un pensamiento feo invadió mi mente, algo que no podía ser. Mi celular sonó, era Martha así que le contesté.
MARTHA
La casa se sentía vacía ahora que no estaba ni Isabella ni la bruja de Helena, el señor Harry se la pasaba en sus trabajos o en algún otro lado. Todo se sentía más triste aquí. Miré el fondo de pantalla de mi celular, era una foto que me había tomado con Alberto en aquellos tiempos cuando empezábamos a salir. Admito que lo extraño mucho, fue difícil separarnos pero ambos teníamos opiniones diferentes y quizás hasta no somos compatibles. Pero eso no quiere decir que no lo extrañe. Terminé de hacer la cena y me dediqué a llamar a Isabella, quería platicar un poco con ella ya que casi no la veía.
HARRY
Cuando llego a casa estaciono el coche y me adentro. Está solitario, triste este lugar. A veces la pensaba mucho para volver aquí. Cuando iba a pasar hacia mi habitación unas veces provenientes de la cocina llamaron mi atención: era Martha y parece que hablaba por teléfono con alguien porque lo tenía en alta voz, me parecía descortés escuchar su llamada, pero cuando reconocí la voz de Isabella no pude evitar quedarme a escuchar.
—Martha, tengo que algo que comentarte.
—Dime —le dijo Martha.
—Bueno, es que se supone que hace una semana tendría que haber venido mi periodo y aún no lo hace. Me sorprende porque siempre es puntual, pero ahora sí me siento un poco preocupada.
Sentí como una punzada en ese momento, algo doloroso en mi pecho. La respiración se empezó a poner agitada, mi ritmo cardiaco más apurado. No, no, no. No podía ser.
—Tranquila, solo será un retraso.
—No puedo evitar pensar en otras cosas, Martha.
—No te estreses por eso. Una semana es poco tiempo, no saques conclusiones aceleradas por favor.
—No quiero hacerlo, es solo que no puedo evitarlo, Martha. ¿Y si estoy embarazada?
Maldita sea.
No puede ser.
No.
Por favor no.