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Capítulo 5

Estaciono mi auto en mi estacionamiento y la espero cerca de la puerta del restaurante, cuando entramos le pido a Hélio que nos prepare una mesa, cuando nos sentamos pido el especial del día y calentar la leche de Matteo, mientras tenemos En el almuerzo nos preguntamos cosas al azar.

El almuerzo con Manuel y el pequeño Matteo, que enseguida me cautivó el corazón, fue maravilloso, él también está pasando por momentos difíciles como yo.

Logré trabajar aún más liviano y sonriente, ya que recientemente estuve en completa oscuridad y ni siquiera la noticia de que la próxima semana tendré la primera audiencia de mi divorcio con Thales, le pido a Dios que esto termine lo más pronto posible.

- ¿Qué te pasó? Estás todos sonriendo, brillando como el sol. Pensé que después de la visita volvería el psicólogo, no sé, ¿tal vez triste? - pregunta mi hermana luego de entrar a mi habitación.

- Conocí a un hombre...

- ¿Qué? - Veo asombro en tu cara.

- No es eso lo que estás pensando, estaba saliendo de la oficina cuando conocí a Manuel y Matteo, su hijito, lo más lindo, tenías que verlo - digo con emoción - Tiene un restaurante, creo que lo sabes. Se llama Harper's y la comida es deliciosa.

- Sólo la comida es deliciosa, ¿verdad? - pregunta con malicia en los ojos.

- Sí, la comida - Subrayo la palabra comida.

- ¿Y cómo se llama el dueño del restaurante, tal vez pruebe esta delicia?

- Mauricio Harper - respondo.

Trabajé con una felicidad inigualable, de camino a casa decidí pasar por el hospital, solo para ver la cara de enojo de Thales al enterarse que nuestra audiencia de divorcio se realizaría la próxima semana.

Estacioné el auto en un espacio cercano al hospital y Camino hacia la entrada, paso junto a la recepcionista, que me conoce desde hace años, pero por su cara de sorpresa, sé que no esperaba verme.

Tomo el ascensor hasta su oficina que está en el séptimo piso, miro mi apariencia en el reflejo hasta que se abren las puertas, al pasar por el escritorio de su secretaria veo que ella no está, él no podría o lo haría, no espero nada más de él.

Abro la puerta de su oficina de inmediato, sorprendiéndolo con su secretaria en su regazo, con la boca roja e hinchada, con la camisa abierta y la falda levantada.

Ambos mirándome con los ojos muy abiertos por la sorpresa, ella se pone rápidamente de su regazo, casi cayendo, bajándole la falda, mientras Tales se apresura a cerrar los botones de su camisa.

- Creo en Tales, ni siquiera la secretaria escapó a tu barato encanto - digo incrédulo, entrando a su oficina - Aquí no le hicieron nada a esta silla, ¿verdad? - pregunto señalando la silla frente a su escritorio.

- Juana...

- No empieces, solo vine aquí para decirte que la audiencia de divorcio está programada para la próxima semana – digo sentándome y cruzando las piernas.

- ¿Ya más?.

- Mis abogados son eficientes... Ah, sólo para recordarles, lo que quedó ya fue quemado, si no fue Marília debió haberlo donado - advierto levantándome - Eso fue todo.

- Espera, Juana...

- Adiós - le hago un gesto con la mano.

Salgo del hospital tarareando una canción de Adele - Send My Love , puse el auto en marcha hacia la casa de mis padres, les prometí que cenaría con ellos.

Cuando llego la primera en saludarme es Soraia, mamá y papá ya estaban en la mesa esperándome.

- Buenas noches mamá, papá - Beso a ambos en las mejillas antes de sentarme.

- Buenas noches hija - dicen juntas - Entonces, ¿cómo te fue allí con Vanessa? - pregunta mamá.

- ¿Vanesa? - pregunto confundida.

- Vanessa Marques, la psicóloga - responde y me sorprende, porque se me había olvidado preguntarle su nombre.

- Ah sí. Ella fue muy amable, tenías razón cuando dijo que era fácil hablar con ella - Le digo pero pronto entiendo a dónde va - Pero no le voy a contar nada de lo que le dije.

- No te pregunté nada, querida - dice fingiendo ser inocente.

- Me engaña, me gusta, señorita Raiane - me burlo, sonriendo de reojo.

Pronto entra Soraia trayendo nuestra cena, que consiste en unas pastas preciosas, que sólo ella sabe hacer.

- Realmente quieres hacerme romper mi dieta, como mujer - le digo mientras ella sirve mi plato sonriendo, me llevo un bocado a la boca saboreando el delicioso sabor de la pasta, la salsa y el queso derretido - Hmm, esto se pone mejor cada vez que lo como.

- Gracias niña - gracias.

Soraia es prácticamente una familia, desde que Juliana y yo éramos niñas ella nos ha cuidado, cuando me casé me recomendó a Marília, que es su prima, para trabajar en casa.

- La semana que viene es la primera audiencia de divorcio y ojalá la última - rompo el silencio, bebiendo mi vino.

- ¿Y estás seguro de eso? - Pregunta papá, dejando de comer para prestarme atención.

- Claro que tengo padre, lo pillé en nuestra cama con otra persona y hoy fui a informarle de la audiencia y estaba besándose con la secretaria, justo cuando entré - Me cambié por segunda vez con ellos. .

Maldita sea.

- No hace falta que le grites a tu padre, querido - dice mamá molesta.

- Perdóname papá, no quería gritarte, pero cada vez que alguien me pregunta eso pierdo la cabeza porque pensé que era el amor de mi vida - solo sacar este tema me estremece.

Y las lágrimas no tardan mucho en salir a la superficie, haciéndolas fluir.

- No quería que el día terminara así, no después de haber conocido hoy a dos personas increíbles - digo, recordando a Manuel y Matteo.

Una cosa que debes saber sobre mí es que cuando empiezo a llorar es muy difícil detenerme.

- Hija, no seas así, tu padre no dijo nada malo - dice mamá abrazándome de costado - No estás bien, hoy vas a dormir aquí, le voy a pedir a Soraia que Prepárate un poco de té de manzanilla mientras subes a tu habitación – dice sin darme escapatoria.

- Está bien - Estoy de acuerdo - Buenas noches.

Me levanto saliendo del comedor, subo las escaleras rápidamente, camino hasta la segunda puerta del lado derecho, la habitación sigue igual que cuando salí de casa, cuando me casé, camino hasta la cama y me acuesto. Sin encender las luces, después de beber el té que trajo mi madre, me voy a dormir pronto.

Desde que conocí a Kala no puedo sacármela de la cabeza, siento que está pasando por momentos muy delicados y esto termina por despertar mi lado protector.

La semana pasó rápido y pronto Matteo cumple tres meses, pronto cumplirá tres meses de la muerte de Eva, a veces parece irreal que ella haya muerto, incluso parece pecado pensar eso, mi madre quiere celebrar pero no lo ha hecho. Aún no se ha decidido.

- No lo sé mamá - digo con incertidumbre.

- Vaya Mauricio, no celebramos sus primeros dos meses como quería Eva - toca su nombre sabiendo que me va a golpear fuerte.

- Está bien mamá, ganaste – digo suspirando.

- Genial, entonces voy a organizar todo para la fiesta, va a ser el fin de semana, puedes invitar a quien quieras – dice antes de prácticamente salir corriendo de mi casa.

No tengo ninguna duda que invitará a medio mundo a esta fiesta, mi madre es un poco exagerada, siempre ha sido una fiestera, ella era la que organizaba y organiza todas las fiestas.

El llanto de Matteo por el monitor para bebés me despierta de mis pensamientos, subo las escaleras hacia su habitación, encontrándolo sonrojado en su cama con una cerca blanca.

- Hola hijo – Lo pillo sacudiéndolo para que deje de llorar - ¿Qué tienes? ¿Es hambre? - pregunto saliendo de su habitación.

Bajo nuevamente las escaleras yendo a la cocina, abro el armario sacando su biberón y la leche en polvo especial, apta para un recién nacido que nunca ha amamantado, reemplaza la leche materna, dicen que tiene el mismo sabor, la preparación en el microondas para calentar un poco.

El silbato del microondas te dice que ya está listo, pruebo para ver si no hace mucho calor, entro a la sala, sentándome en el sofá, le meto la botella en la boca y observo cada detalle de sus rasgos y cuerpo, él Se ve muy similar conmigo, solo que tiene la misma mancha en la espalda que tenía Eva.

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