Capítulo 3
" Llegaremos tarde ", repitió April por enésima vez.
- No puedo hacer nada al respecto - .
- Podrías haberte levantado más temprano - me señaló en tono de sabelotodo.
- ¡ Podrías haber venido a pie si tanto quisieras! - .
Después de esas palabras la pequeña se puso de mal humor y no volvió a hablarme durante todo el viaje. Además, tan pronto como llegamos al estacionamiento de la escuela, salió del auto y corrió hacia la entrada, sin siquiera mirarme.
Merecía un trato así, había sido un pendejo. Ella contaba conmigo, ya que mamá y papá pasaban su vida en el trabajo y yo la había decepcionado.
Pero en ese momento no me pusieron en una mejor posición. Cuando entré al edificio, los pasillos estaban desiertos, una señal de que las clases ya habían comenzado, así que me encontré corriendo a clase con la esperanza de que no me echaran.
- ¡ Después de usted! - gritó el profesor desde el otro lado de la puerta.
- Buenos días profesor, perdón por la demora - - .
- Evans, ¡¿el segundo día ya es tarde?! ¡Empecemos bien! - me interrumpió el hombre.
- Sí, es solo que... - .
- Puedes esperar hasta el final de la hora para entrar ya que no debes encontrar mi lección muy interesante. ¡Por favor, vete! - me envió con un gesto de la mano.
- ¡¿ Y adónde debería ir?! - .
" La biblioteca da la bienvenida a los que llegan tarde como usted ", dijo apresuradamente.
Resoplé ruidosamente y salí del salón de clases. Como si no tuviera nada más que hacer que perder horas así gratis.
Tal como me había dicho el profesor, llegué a la biblioteca y descubrí que no era el único que había llegado tarde esa mañana. Además de mí, había otras cuatro personas en la sala, relajadas y charlando.
Sin embargo, sólo uno de ellos me llamó la atención. Quizás porque, a diferencia de los demás, se dedicaba a sus propios asuntos. Ella deambulaba por los estantes absorta en su lectura y sin prestarme atención en absoluto. Por eso ni siquiera notó mi presencia cuando cedí a la tentación y decidí acercarme.
- Mira, mira, un ratón de biblioteca, o más bien una fresa de biblioteca - exclamé una vez que me acerqué a ella, apoyándome en el estante.
La niña saltó asustada y yo me eché a reír.
- ¿Se suponía que debía hacerte reír? - preguntó fríamente, sin mirarme.
- Sí - respondí divertido.
- Jajaja. ¿FeEly? - .
- No, ¿nueva apariencia? - Pregunté al notar que llevaba gafas.
Ella no me hizo caso y siguió leyendo así, como si estuviera en el jardín de infantes, por despecho le arrebaté el libro de la mano.
- ¡ Ey! - se giró furiosa.
- ¿ Desde cuándo usas gafas? -
- ¡ Idiota, los uso para leer! - gritó intentando recuperar el objeto. La bibliotecaria pasó entre los estantes y nos indicó que bajáramos la voz. Ambos asentimos y yo sonreí al ver a la pelirroja avergonzarse.
- No los tenías ayer – continué.
- ¡ Los olvidé! ¡Ahora dámelo! - gruñó haciéndome sonreír nuevamente.
- Te ves... - .
- Tu opinión no me interesa. Y ahora, si me disculpas, ¡tengo otras cosas que hacer además de perder el tiempo contigo! - afirmó con acidez, tomando el libro de nuevo y sentándose en un sofá lo más lejos posible de mí.
No pude resistir la tentación de seguirla.
Ely
- Las últimas cartas de Jacopo Ortis, ¿qué son? - .
- Oh Dios, ¿tú otra vez? ¿No tienes nada mejor que hacer? - espeté cerrando el libro con un chasquido.
- No. ¿Por qué no estás en clase? - preguntó sin importar que yo quisiera matarlo.
- ¿Por qué no estás en clase? - .
- Llegué tarde y no me admitieron. Ahora es tu turno - .
- Yo también... - Admití derrotado. Esto nunca me había sucedido en dieciocho años de escuela.
- No lo creo, eres demasiado nerd para haber llegado tarde - .
- Tuve algunos problemas... Y además no soy tan nerd - dije, volviendo mi atención nuevamente al libro.
- ¿Qué tipo de problemas? - .
- ¡No es asunto tuyo! - Resoplé con cansancio.
- Está bien, fresa, cálmate. ¿Cuál es el libro que estás leyendo? - preguntó cambiando de tema.
Ese chico era realmente insistente y molesto y es más no se callaba ni un momento. Sin mencionar ese apodo irritante que me había puesto.
- Deberías leerlo tú también, nos lo asignó Foster – le dije.
- Lo sabía. Leeré algún resumen en Internet
. " No es lo mismo ", afirmé sin quitar los ojos del libro.
- Sí, pero es menos aburrido - .
- Quizás porque leíste con el enfoque equivocado - .
- ¡ ¿Que quieres decir?! - preguntó confundido.
- Véalo como una forma de vivir, aunque sea brevemente, otras vidas... - .
Henry me miró confundido, rascándose la cabeza, - No me importa mi vida - .
- Déjalo ser - .
- ¡ No, vamos, continúa! - me animó.
Lo miré esperando su comentario fuera de lugar pero nunca llegó. Incluso parecía interesado en lo que estaba diciendo.
- Entonces míralo como un viaje mental, un viaje que emprendes sólo con tu imaginación - intenté explicarme de la mejor manera posible.
-Fácil de decir pero no fácil para la gente a
la que no le gusta- . - Espera, ahora te leeré un pasaje y tratas de imaginar la escena - dije buscando la parte que había pensado.
- La vi, Lorenzo, la divina niña; y te lo agradezco. La encontré sentada mirando su retrato. Ella se levantó y me saludó como si me conociera... - .
- ¿Entonces, qué piensas? - pregunté esperanzado.
- Um, lindo... - .
- Tu no entendiste - . De repente sonó el timbre y rápidamente guardé mis cosas en mi bolso. - Ahora me tengo que ir. No quiero volver a llegar tarde- .
- Está bien, nos vemos luego – dijo confundido el pelinegro.
- ¿Tu no vienes? - .
- En un momento... - afirmó sin dejar de mirar al vacío.
- Está bien… nos vemos entonces – lo saludé mientras salía de la biblioteca.
Solo había hablado con él unos minutos y de considerarlo solo un chico grosero y jactancioso, ahora estaba también el hecho de que era realmente extraño.
tomás
- ¡ A las Siete estás obligado a venir! De lo contrario no te perdonaré - exclamó Mateo esa mañana apareciendo detrás de mí.
Lo conocí el primer día de clases y desde ese momento siguió rondando conmigo. Había sido muy amable conmigo y me había presentado a muchos chicos en la escuela, pero tenía una forma extraña de acercarse a mí.
De hecho, en ese momento estaba convencido de que a las ocho de la mañana quería hablar de lo que iba a hacer ese viernes. ¿No había en aquella ciudad una buena costumbre de no molestar a nadie antes de las nueve?
- No lo sé – bostecé, todavía medio dormido.
- Estarán todos allí, ¡no te lo puedes perder! - .
- ¿Qué quieres decir con todos? - .
- ¡Todos, cualquiera que no venga es básicamente un perdedor! - dijo con calma mientras caminábamos por los pasillos, - hablando de perdedores... - .
Miré hacia arriba y vi a la chica fresa con sus amigas mientras se dirigían a clase.
-¿Cómo puedes decir que son unos perdedores? - pregunté con curiosidad.
- En todos estos años nunca los he visto en una fiesta. Quizás la rubia ha empezado a salir desde que se comprometió, porque antes era igual que los otros dos - .
- ¿ Y cómo serían los otros dos? - Pregunté sin dejar de mirar a la pelirroja. Ni siquiera se dio cuenta de la insistencia con la que la miraba.
Instintivamente me pregunté cuántos chicos la estaban mirando sin que ella se diera cuenta, pero me recuperé rápidamente. No era asunto mío.
- Pasan todo el tiempo estudiando o hablando entre ellos. Ergo soy una pelota - concluyó ante el sonido del timbre, mientras las niñas entraban a un salón de clases, desapareciendo de nuestra vista.
- Diferente no necesariamente significa aburrido - solo dije, dirigiéndome hacia el salón de clases.
- Si tú lo dices... - .
Ely
Durante el almuerzo Miriam apareció en la silla frente a mí, casi haciendo que mi boca se torcera. - Vas a venir, ¿verdad? - .
- ¿ Dónde? - preguntó Sara de repente.
- A las siete - respondió Carly por ella.
- ¡Sí, ya vienes, verdad?! - .
Miriam era la clásica persona que quería llevarse bien con todos. Era una chica muy buena, nada que decir al respecto pero tenía delirios de ser la protagonista. Quizás porque era la segunda de tres hijos y cuando se trataba de amistades solía confiar en su hermana un poco mayor. Además, estaba entusiasmada con la idea de ser representante estudiantil, ya llevaba un par de años haciéndolo e incluso ese año no dio señales de darse por vencida.
Desde hacía algún tiempo se había vuelto muy cercana a Carly e incluso salían juntas de vez en cuando. Si tan solo hubiera sabido lo que la rubia pensaba de ella años atrás, no creo que se hubieran vuelto tan amigas. Entiendo que hayas cambiado de opinión pero pasar de insultarla a llamarla "querida" fue excesivo.
" Es casi seguro que Andrew y yo iremos ", respondió Carly con una sonrisa.
Y luego estaba Andrés. Había sido novio de Carly durante aproximadamente un año y mi amigo parecía no poder vivir sin mencionarlo al menos una vez al día. Carly había cambiado desde que salía con él, ya no era la misma de antes. En su opinión, ella había cambiado para mejor y tal vez realmente fuera así, pero en su cambio ella estaba alejando, primero que nada, a mí y luego también a Sarah. Su relación ya no era la que solía ser y no estaba segura de que él se diera cuenta.
- Tal vez yo también vaya pero necesito que me lleven - intervino Sarah para mi sorpresa.
Los tres me miraron esperando una respuesta.
- ¿Vienes? - preguntó Miriam al rato al ver que no respondía.
- No lo sé... tengo que ver - .
- ¡ Vamos! ¡Deja de una vez esas estupideces que haces los viernes y ven también! - me instó la morena.
- Yo lo haré saber - .
- Entonces no vendrás - concluyó Carly, poniéndome nerviosa.
Ella y yo teníamos una excelente relación antes de su "cambio", desde entonces cada oportunidad era buena para que ella dejara de hablarme.
Me había dado cuenta de que desde hacía algún tiempo nuestra relación se basaba únicamente en su estado de ánimo.
Resoplé y volví mi atención al plato.
- De todos modos, ¿firmarías la lista de mi candidatura? - preguntó Miriam, llegando al verdadero motivo de su visita.
- ¡ Cierto! - exclamó inmediatamente la rubia.
- Gracias - .