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Capítulo 1

Durante el viaje al Instituto de Nueva York, el chico Cazador de Sombras tranquilizó a Oliva, informándole que tenía perfectamente bajo control la situación de la madre de la niña, y le dijo que, si quería celebrar un funeral de Cazador de Sombras, no habría problemas.

Oliva no entendía, había visto a la policía frente a su casa, se preguntaba cómo el niño podía decir tengo la situación bajo control.

Pero decidió confiar. Después de todo, él también era un cazador de sombras.

-¿Cómo te llamas?- preguntó el chico.

-Oliva Gabriela... - vaciló - Lee...-

El chico pareció desconcertado.

-No sabía que había Lee Dertepors en Nueva York-. observó.

-Oh, no, no soy estadounidense. Nací en Londres-. él explicó.

Sin ningún motivo real, empezó a contarle al joven cazador sobre ella misma: nacida en Londres, había sido criada con los ideales de los cazadores de sombras desde una edad temprana.

Su madre la había criado sola porque su padre había muerto poco antes de su nacimiento, antes incluso de que ella lo conociera.

Había anhelado un hermano pequeño, pero debido a la muerte prematura de su padre no había podido tenerlo.

Había asistido al Instituto de Londres, dirigido por Evelyn Highsmith, pero se había visto obligada a abandonarlo y huir con su madre unos veinte días antes, debido a la Guerra de Valentine, que había involucrado no sólo al Mundo Invisible de Nueva York, sino también a la de Londres y otras ciudades.

-Y ahora pensé que estaba a salvo aquí, pero en cambio alguien me encontró y me envió ese demonio...- dijo la chica preocupada, sin siquiera saber lo que estaba por pasar.

-Acabamos de salir de una guerra, hemos perdido a muchos seres queridos. - le informó el niño - Ahora estamos bien; sí, es decir, estamos listos para recibirte sin que corras ningún riesgo-.

Oliva sonrió.

-Gracias... ¿verdad?-

-Jace Herondale.-

Oliva sonrió, asombrada.

-Oh, el supuesto hijo de Valentine. Así es. El niño de los mil apellidos. Sí, nos ha llegado el rumor. Debes estar

bastante confundido con todo eso de 'es hijo de Valentine', 'no, es hijo de Wayland'. '¿Qué estás diciendo? Es un Lightwood'-.

El chico se encogió de hombros.

-Para ser honesto, sería un Herondale, pero me considero un Lightwood. Ellos me criaron, ya sabes... me hicieron quien soy y les debo mucho. Obviamente no puedo olvidar los años que pasé

con Valentine bajo la apariencia de Michael Wayland.- Ella dijo.

-La guerra que estabas peleando… fue contra Valentine, ¿verdad?- preguntó la niña.

Jace asintió.

Oliva no tuvo tiempo de hacer más preguntas porque ya habían llegado a la puerta del Instituto.

Jace pronunció algunas palabras para entrar y las puertas se abrieron.

Bastante asombrada, Oliva notó con sus propios ojos que ese Instituto no solo albergaba cazadores de sombras: reconoció a un par de hombres lobo, un vampiro, incluso uno del Reino de las Hadas.

Aparentemente el Instituto de Nueva York no era tan estricto como el Instituto de Londres cuando se trataba de Subterráneos.

Mientras pensaba esos pensamientos, no se dio cuenta de que Jace estaba hablando.

-... pero luego resultó ser leal al Círculo, por lo que fue exiliado de aquí. - decía - Desde entonces el puesto de director del instituto ha sido ocupado por la familia Lightwood, especialmente Maryse. Actualmente, su marido está en Idris.-

A Oliva le importaba muy poco la historia del Instituto, pero intentó mostrar un mínimo de interés.

Estaban en la entrada, quietos, mientras él hablaba y ella fingía escuchar.

Todo hasta que vio a una mujer robusta y de mirada autoritaria que se acercaba hacia ellos.

Ella miró a Jace, quien le sonrió.

-¿Y quién eres tú, Jace?- preguntó.

-Oh, soy Oliva Gabriela Lee. De Londres-. Él apareció.

Brevemente, Jace le contó a la mujer lo que la niña acababa de contarle sobre ella misma y luego añadió la historia del demonio.

La mujer escuchó sin hablar y al final del relato se volvió hacia Oliva.

-Lo siento por ti, Oliva. Sé lo que se siente perder a alguien de tu familia. - dijo, pero luego cambió radicalmente su expresión y le dedicó una sonrisa tensa - Maryse Lightwood, directora del Instituto. -

Él la miró de arriba abajo.

-¿Qué tal si hacemos un iratze? Mientras tanto, te conseguiré un traje nuevo y ropa nueva-.

-Gracias, señora Lightwood-. Oliva respondió admirablemente, sonriendo agradecida.

Maryse se volvió hacia el niño.

-Jace, vigila la casa invadida por el demonio, quédate en el área para poder traer el cuerpo de la mujer. Necesitamos entender qué demonio es. Hubo dos muertes más anoche. Un mundano y un cazador de sombras en reconocimiento. Quiero saber si están conectados y si debemos cazar al mismo demonio-.

-Por supuesto, Maryse. - respondió - ¿Clary?-

-Está un poco conmocionada, pero por lo demás está bien-.

Oliva observó a Jace salir de nuevo por la puerta del Instituto y luego volvió a mirar a Maryse.

-Tú vienes-. él la instó.

Oliva se preparó para seguir a la mujer y llegó al gran salón, donde algunos cazadores de sombras estaban pegados a muchas pantallas; probablemente fueron empleados para monitorear esas áreas.

Para su sorpresa, Oliva también vio a un brujo hablando con un par de cazadores de sombras.

Al darse cuenta de que lo estaban mirando, el hechicero se giró y le dedicó una sonrisa.

Oliva parpadeó. Estaba segura de haberlo visto antes.

-Oh, Jocelyn, te estaba buscando-. escuchó a Maryse decir.

Oliva se volvió y vio a una mujer pelirroja que le sonreía a la directora.

Jocelyn.

Esa era la esposa de Valentine.

A pesar de todo, para Oliva la mujer no parecía estar afligida por la muerte de su marido.

No es que debiera serlo, pensó; después de todo, no era más que un asesino despiadado.

En Londres se conoció la historia de Valentine, el intercambio de niños y la vida del pobre Jace.

Era imposible no haber oído hablar nunca de él.

Y por eso, sin saber su apellido, Oliva había identificado a la esposa de Valentine.

-¿En serio? ¿Qué puedo hacer por ti, Maryse?-

-Deberías mostrarle una habitación libre a este nuevo Cazador de Sombras. - explicó Maryse, colocando una mano en el hombro de Oliva - De ahora en adelante ella será nuestra invitada. Ella viene de Londres, pero acaba de tener un mal encuentro con un demonio, su mi madre siguió asesinada.-

-Oh, santo Raziel, lo siento. - exclamó la mujer, llevándose una mano al corazón - Soy Jocelyn Fairc-...-

- Sé quién eres. - la interrumpió la chica, tratando de no poner demasiado veneno en su voz. No quería que la mujer la malinterpretara, no quería hacerse enemigos en el Instituto incluso antes de entrar - Rumores difundido en Londres. Soy Oliva Gabriela Lee.-

Jocelyn sonrió.

-Tienes un nombre muy bonito. Sígueme, te mostraré tu habitación-.

-Él también necesita ropa nueva y un iratze. A ver si conoces a alguno de mis hijos-. Le dijo Maryse, ya alejándose.

Jocelyn subió las escaleras y salió al pasillo, en el que había muchas puertas y luego varias habitaciones.

A unos diez metros de ellos se abrió uno y salió un chico con un lápiz en la mano.

Llevaba un traje de cazador de sombras y tenía muchas runas tatuadas en su piel pálida.

Jocelyn se detuvo en medio del pasillo y le sonrió.

El niño la miró e hizo una sonrisa avergonzada, pasando una mano por su desordenado cabello azabache, luego movió su mirada hacia Oliva y la estudió, con un par de ojos azules que le recordaban mucho a los familiares de su madre.

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Alec estaba seguro de que nunca había visto una chica más hermosa.

Últimamente había tenido algunos problemas con su orientación sexual y cuatro días antes había dejado a Magnus, seguro de que no era gay.

El brujo había aceptado el fin de la relación y los dos se habían separado en buenos términos; Además de estar en el mismo equipo con Clary, Izzy, Jace y Simon, de hecho, seguían siendo muy buenos amigos.

Y esa chica que ahora tenía ante sus ojos era la certeza de su heterosexualidad.

De hecho, si hubiera sido gay habría cambiado de opinión, estaba convencido.

Alec sonrió tímidamente a Jocelyn pero luego miró fijamente a la niña: la edad de su hermana, no mayor.

Ni siquiera era muy alta, tal vez unos centímetros más que Clary.

Tenía cabello castaño claro que le caía hasta los hombros y un traje negro de Cazadora de Sombras que abrazaba su cuerpo y resaltaba sus curvas apenas visibles.

Había manchas en su ropa y Alec casi podría jurar que era sangre.

No era increíblemente hermosa, como Isabelle, y fue precisamente su sencillez lo que llamó la atención de Alec, además de su pequeño rostro casi tan pálido como el suyo, cuyas únicas manchas de color eran sus grandes ojos verdes con matices de azul.

Y en esos ojos vio algo familiar.

Parecían los de Magnus.

No por el color, ciertamente no, sino por el brillo de los iris verdes.

Se podían ver runas en sus brazos y cuello, lo que hizo que Alec estuviera seguro de la naturaleza cazadora de sombras de la joven.

-¿Es nuevo?- Alec le preguntó a Jocelyn, luchando por apartar los ojos de la chica.

-Aquí sí. Antes era en el Instituto de Londres-. La madre de Clary explicó.

Alec miró a la chica, levantando las comisuras de su boca en lo que debió parecer un atisbo de sonrisa.

-Londres... Evelyn Highsmith, ¿verdad? Ella tiene su puesto desde hace mucho tiempo. - comentó el chico, luego se convenció para ofrecerle la mano a la joven - Encantado de conocerte, Alec Lightwood.-

La niña le estrechó la mano y le devolvió la sonrisa.

Y qué sonrisa, pensó Alec.

-Oliva Gabriela Lee-. dijo la niña, pero a Alec le pareció más un mantra, tres palabras que la niña probablemente ya había repetido muchas veces desde que había puesto un pie en ese Instituto.

Alec metió la mano en el bolsillo de sus vaqueros.

-¿Necesitar algo?- Luego le preguntó a Jocelyn, quien había permanecido en silencio durante las presentaciones.

-Lo hace, necesita un iratze y algo de ropa. Estas están manchadas con sangre de demonio-.

-¿ Sangre de demonio? - Repitió Alec con asombro.

Vio que la chica miraba hacia abajo, incómoda.

Jocelyn lo hizo callar con una mirada.

-Yo me encargo de la ropa. - continuó Jocelyn - ¿Podrías hacerle el iratze? ¿O tal vez puedas hacerlo tú misma, Oliva?-

La chica negó con la cabeza.

-En mí no. - admitió, girando el lápiz en su mano - Estoy acostumbrada a que me lo hagan en el omóplato.-

-Yo me encargare.- Aseguró Alec, tratando de no dejar ver lo feliz que estaba con la tarea.

-Y luego muéstrale su habitación. Es la que está libre al lado de la habitación de Clary-. Jocelyn volvió a decir, tomando las escaleras para bajar.

-¡Se hará! - exclamó para hacerse oír. Luego dirigió su atención a la chica que estaba a su lado. Como había notado, era más bien baja, le llegaba más o menos a los hombros - ¡Ven!-

Abrió la puerta de la habitación de la que acababa de salir y dejó entrar a la chica, que miró vacilante a su alrededor.

Alec cerró la puerta y buscó el lápiz en el bolsillo del pantalón, mientras observaba a Oliva mirar los muebles de su dormitorio.

La vio detenerse frente a la mesita de noche y alcanzar un marco.

Ese marco.

-Entonces, ¿queremos hacer el iratze o no?- preguntó con impaciencia y un poco molesto, tratando de ocultar el dolor que conllevaba el interés de la chica por aquel cuadro.

Ella se giró y asintió.

Ella se acercó a él y se quitó la chaqueta de cuero, luego se pasó el cabello por encima del hombro derecho.

Bajó el tirante de su camiseta, dejando al descubierto el otro hombro, el izquierdo.

Alec la escuchó contener el aliento mientras pasaba el lápiz por su piel.

-Disculpe.- dijo el chico.

-N-no es nada. - dijo, tratando de contener el dolor - E-estoy acostumbrada a las runas, pero siempre me molesta.-

-Eso no es lo que quise decir. - respondió Alec - Ya terminé.- Luego anunció.

Oliva volvió a ponerse la chaqueta, se soltó el pelo, que se sujetaba a la espalda con una mano, y se volvió para mirarlo.

-Quise decir... para eso. - Alec señaló la mesita de noche - Todavía no estoy acostumbrado a la pérdida.-

Oliva miró el marco en la mesa de noche y luego volvió a mirar a Alec con sus ojos verdes.

-¿Fuiste tu?-

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